Читать книгу El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov - Galina Ershova - Страница 7

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CAPÍTULO IV

¡Moscú no cree en lágrimas!

No damos ni pedimos gracia.

Para mediados de septiembre de 1943, Yuri Knórosov ya se encontraba en Moscú. Él y su madre decidieron hospedarse en el apartamento de Borís (el tercer hijo de los Knórosov), en el edificio ubicado en el muelle Smolenskaya del río Moscova. Estaba construido por el proyecto del famoso arquitecto Shchúsev en la década de 1930. En 1936 lo habían edificado como semirresidencia para los profesores de la Academia de Artillería, la cual se trasladó desde Leningrado. Allí era donde impartía clases el ingeniero coronel Borís Knórosov. Y en frente, donde ahora se erige majestuosamente la Casa del Gobierno de la Federación de Rusia, se encontraba una estación de autobuses. Relativamente cerca estaba una fábrica de hélices. En 1941, durante el bombardeo alemán, una bomba no cayó en la fábrica, sino precisamente en aquella semirresidencia de la Academia de Artillería. Uno de los proyectiles había llegado hasta el quinto piso pero por alguna razón no explotó y se atrancó de forma amenazante entre dos pisos. Desde luego, el proyectil fue desactivado y extraído. Sin embargo, en el techo del apartamento de Borís Knórosov durante un largo tiempo se podía ver la abolladura del proyectil alemán no estallado. Hasta nuestros días, los habitantes de este apartamento se acuerdan perfectamente de esta lejana historia. Otra bomba de alto impacto explosivo sí estalló del lado derecho del edificio del Comisariado del Pueblo para la Defensa, donde vivía la familia de Borís Knórosov. Durante mucho tiempo allí se quedó un embudo de la explosión, en el cual se había acumulado hasta un pequeño «estanque» que durante muchos años hizo recordar a la gente la terrible guerra. Ahora, en este mismo lugar, se construyó un miserable y descuidado complejo de vidrio de la embajada de Gran Bretaña, disonante e inapropiado para el lujoso Moscú, por su arquitectura de tercera categoría y su estilo de pobres colonias tropicales.

¡A la Universidad de Moscú!

Durante un corto tiempo Yuri se consideró «obrero de la fábrica de ladrillos». Ya en Moscú, su padre lo había asignado allí prudentemente. A finales de septiembre, sin perder tiempo, el menor Knórosov, casi tambaleándose por la debilidad, se dirigió firmemente al encuentro con el decano de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Moscú (mgu, por sus siglas en ruso), el profesor Serguei Danílovich Skazkin. Al profesor le había agradado el torpe estudiante, que después del tifus tenía la cabeza rapada y cuyas calificaciones del último semestre obtenidas en la Universidad de Járkov eran excelentes. Es curioso que Yuri hubiera perdido su pasaporte pero que llevara su matrícula de estudiante. Hay que subrayar que el mismo Serguei Danílovich era una persona educada en modelos multidisciplinarios. No se limitó a la «historia de Europa medieval», de la cual oficialmente era considerado especialista, sino que siempre se esforzó por comprender los complejos orígenes de cualquier fenómeno en el proceso histórico, aunque no anunció especialmente sus amplios puntos de vista. El hecho es que la idea de interdisciplinariedad en las humanidades que se desarrollaba mediante la escuela histórica rusa a principios del siglo xx en aquellos tiempos no era bienvenida ni en la Unión Soviética ni en el extranjero. Muchos historiadores incluso estaban orgullosos de estudiar un problema muy estrecho, que se limitaba con marcos cronológicos exactos. Fue y sigue siendo una especie de dogmatismo histórico que percibía sospechosamente cualquier movimiento que tuviera que ver con algo fuera de estos estrictos marcos formales. Quienes comprendían lo absurdo de semejantes enfoques debían esconder sus puntos de vista; de lo contrario, les caía la crítica furiosa, las «denuncias» e incluso el hostigamiento político. Algunos, para explicar sus puntos de vista interdisciplinarios, estaban obligados a defender dos o tres tesis de aspirantura o doctorado en diferentes áreas de conocimiento. Fue lo que hizo, por ejemplo, Borís Fiódorovich Pórshnev, de quien se hablará un poco más tarde. Serguei Danílovich, que se había graduado de la mgu en 1915, durante el apogeo de la escuela histórica rusa, era una persona bastante cuidadosa, y por lo visto había decidido no complicar su vida científica. Se puede entender su posición. El profesor Skazkin se desahogaba en sus conferencias. Más tarde, el historiador Sigurd Schmidt recordaba que estas conferencias «atraían por su manera tan propia de exponerlas, como si reflexionara junto con sus estudiantes introduciéndolos al laboratorio de su pensamiento, los llevara mediante los caminos de búsqueda intelectual…» Por lo visto, algo en el joven Yuri Knórosov hizo que el sabio profesor Skazkin creyera en su obsesión por la ciencia. Con gusto le firmó su solicitud de inscripción al feliz Knórosov, con la esperanza de verlo pronto entre sus estudiantes de la Facultad de Historia, y no insistió en que repitiera el año, aunque por lo general así tratan a los estudiantes que pasan de una universidad menos importante a una institución de educación superior principal.


El emocionado Yuri ni siquiera sospechaba que luego, después de seguir el ordinario procedimiento burocrático, su solicitud de inscripción al tercer año de la Facultad de Historia llegaría a la mesa de una tal señora E. Manuilskaya. Sin embargo, así sucedió todo, y el 5 de octubre de 1943, en una solicitud escrita a mano, apareció una resolución inapelable y sin ninguna argumentación: «Rechazar». Por lo que se ha podido averiguar, en aquella época E. N. Manuilskaya era solo la ayudante del vicerrector de la mgu en asuntos académicos. No se puede entender la razón por la que precisamente Yuri Knórosov le había caído tan mal. ¿Sería porque así es como ella había decidido desquitarse del profesor Skazkin por alguna razón de «grillas» internas? Quién sabe. Es curioso que en el omnipresente internet hay actualmente un par de recuerdos de otros suertudos que no dejaron ninguna memoria histórica, pero que tuvieron mucho más éxito con Manuilskaya, quien les había ayudado sin ningún problema. ¡No solamente les había ayudado con la admisión sin perder el año, y aun con una beca, sino que también les concedió el alojamiento en la residencia estudiantil! Según los recuerdos de estos suertudos, la señora Manuilskaya estaba sentada en un «enorme despacho con techos de estuco» y era una «mujer muy atenta». Pero en el caso de Yuri Knórosov todo fue muy diferente. Por cierto, desde entonces la percepción de Knórosov por parte de los demás se convirtió prácticamente en una prueba particular de personalidad. En su vida había personas que desde el principio lo percibieron tal y como era, y siempre le ayudaron en la medida de sus posibilidades, incluso a pesar de que Knórosov a veces tenía una actitud atroz hacia ellos. Estos eran amigos. También había quienes a primera vista por dentro no lo soportaban, aunque a veces trataban de fingir que lo «apreciaban mucho». El tiempo ha demostrado que afortunadamente en la vida del genio de la ciencia siempre hubo más amigos honestos que «apreciadores» hipócritas. Así era Manuilskaya.


Frente a esta situación inesperada, el padre de Yuri, el coronel Valentín Knórosov, que se orientaba perfectamente en las intrigas institucionales, no se resignó al rechazo ilícito de su hijo, y decidió aplicar, como lo llamarían ahora, un recurso administrativo. Para empezar, buscó hablar por su cuenta con el decano de la Facultad de Historia. Y el muy bondadoso profesor Skazkin volvió a confirmar su consentimiento para aceptar la admisión de Yuri a la Facultad. Además, Serguei Danílovich conocía perfectamente a Manuilskaya y les dio un muy buen consejo: escribir una carta dirigida directamente al rector. En aquel tiempo, en 1943, el puesto de rector lo ocupaba Alexey Serguéevich Butyaguin, quien estaba totalmente inmerso en regresar a la Universidad de la evacuación. Además, en ese momento Butyaguin tenía otro dolor de cabeza: después de escándalos familiares y bajo la presión de su padre, a la Facultad de Historia ingresaba la hija incontrolable del jefe de todos los pueblos Iósif Stalin.

El texto de la carta dirigida al rector permite suponer que Valentín Knórosov la había entregado en un encuentro personal:

Al Rector de la Universidad Estatal

M.V. Lomonósov de Moscú

Al profesor Butyaguin A.S.

A finales de septiembre de este año mi hijo Yuri Valentínovich Knórosov solicitó su admisión al tercer curso de la Facultad de Historia.

Él finalizó dos cursos de la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Járkov.

En esa solicitud, el decano de la Facultad de Historia, el profesor Skazkin, puso su resolución: «Al orden, pido inscribirlo al tercer curso».

En la misma solicitud se puso otra resolución: «Rechazar, E. Manuilskaya».

Desconozco las razones del rechazo; por lo tanto, como padre, me dirijo a usted con la petición de solicitar la integración de mi hijo Yuri al tercer curso de la Facultad de Historia. Él es un estudiante excelente. Además, en la cita personal con el profesor S. D. Skazkin, que se llevó a cabo el 16 de octubre de este año, él ha confirmado nuevamente su acuerdo con la inscripción de mi hijo al tercer curso de la Facultad de Historia.

Permítame esperar que de su parte el problema también sea resuelto en un sentido favorable.

Adjunto la solicitud de mi hijo escrita el 5 de octubre de este año.

Jefe del departamento de refractarios

gestión de fábricas de materiales de construcción nkps

(Comisariado Popular de Vías de Comunicación de la URSS)

Knórosov

«…..» octubre de 1943

El rector Alexey Sergéevich Butyaguin dirigía la mgu desde 1934. Originalmente estaba asignado para el puesto de «director». Es curioso, pero incluso en 1939 no existía el puesto de rector como tal. La guerra introdujo algunos ajustes considerables en la vida regular de la universidad. El 23 de junio de 1941, el rector firmó una orden relativa a la reconstrucción del trabajo científico y académico «debido a la situación militar» y pronto comenzó la evacuación. Sin embargo, en febrero de 1942, A.S. Butyaguin, por alguna razón desconocida, repentinamente fue destituido de su puesto; pero en enero de 1943 lo restituyeron para comenzar los preparativos del regreso de las facultades de la evacuación, de Sverdlovsk a Moscú.


Al parecer en la Moscú en estado de guerra, al coronel Knórosov no se le dificultó ir a ver a Butyaguin y encontrar con él un lenguaje común. Ambos eran casi de la misma edad, habían recorrido el mismo camino de gerentes militares, y ambos organizaban la evacuación. No es sorprendente que, para Alexey Serguéevich, la opinión del profesor Skazkin hubiera superado el fervor administrativo de E. Manuilskaya, y llegó a ser un argumento de peso para inscribir a Yuri Knórosov a la Facultad de Historia. Sin embargo, se le permitió estudiar pero siempre «perdiendo un año»; es decir, lo mandaron a repetir el segundo año. Al parecer era la reverencia necesaria dirigida a la rencorosa jefa del despacho lujoso con molduras. Pero como a Yuri no lo habían aceptado para ir al frente, ya no le importaba este detalle, pues era de nuevo un estudiante. Por el momento, se podía hospedar en casa de su hermano. En aquel tiempo y mucho después, para la gente de Moscú y Leningrado era muy común alojar constantemente en sus pequeños apartamentos a los parientes y amigos, o simplemente a los conocidos que venían de las provincias.

Desde aquel instante, la historia con la «señora feroz» Manuilskaya hizo que el proverbio «No hay bestia más terrible que un gato» llegara a ser uno de los favoritos de Knórosov.

Facultad de Historia

Durante los años de la guerra, en la mgu surgió un fenómeno bastante importante para el destino de Yuri Knórosov y poco notado por los demás en aquel entonces. El historiador Borís Fiódorovich Pórshnev se convirtió en el profesor de la Universidad Estatal de Moscú. Esto sucedió en 1941 casi por accidente. Cuando los alemanes se estaban acercando, la Facultad de Historia de la Universidad Estatal de Moscú fue evacuada: primero a Ashjabad, y de allí a Sverdlovsk. En diciembre del mismo año, en Ashjabad, durante la evacuación a la matriz de la Facultad de Historia de la mgu, «regresó» el Instituto de Historia, Filosofía y Literatura de Moscú (mifli, por sus siglas en ruso).

Parecería una fusión administrativa más que no tenía nada que ver con Yuri Knórosov, que se encontraba en ese momento en Yúzhnoye, ocupado por los alemanes. Pero subrayemos que, gracias a esta reforma que no le interesaba a nadie en los difíciles años de guerra, el profesor del mifli Borís Fiódorovich Pórshnev se convirtió automáticamente en profesor de la mgu. Así fue como, de manera inesperada, Pórshnev quedó en la estructura de la Facultad de Historia; y, siendo medievalista, no podía dejar de lado al profesor Skazkin.


Pórshnev Borís Fiódorovich. No es casualidad que oficialmente se lo nombre como «historiador y sociólogo soviético». Nació en 1905, en San Petersburgo. Su padre era ingeniero químico y gran aficionado de las ciencias naturales. Al parecer, él también asistía a las conferencias públicas de Béjterev y sus seguidores, y aplicaba ese complejo enfoque científico a la hora de criar a su hijo.

En 1922, Pórshnev comienza a estudiar en la mgu, en el departamento pedagógico y social de la Facultad de Ciencias Sociales. Estudia historia y psicología, se aficiona a la patopsicología y la psiquiatría, la lingüística y la psicolingüística. Paralelamente, estudia en la Facultad de Biología. Cinco años después se le otorga el título de historiador. No se preocupa por obtener el título de biólogo. Sin embargo, más tarde, cuando sus ideas y sus descubrimientos en el área de la fisiología acerca de la actividad nerviosa superior y la zoología evolutiva sean rechazados y ridiculizados, comprenderá el precio de su error.

Formalmente, Pórshnev se dedica a estudiar la Edad Media europea. Sin embargo, en realidad, el objetivo de sus investigaciones tenía que ver con la búsqueda de las leyes universales del desarrollo de la sociedad humana. «Aquel que estudia solo un punto determinado del pasado histórico o algún periodo limitado no es un historiador, sino un conocedor de la antigüedad y nada más; se considera historiador solo al que, a pesar de examinar en dado momento una parte de la historia con lupa investigadora, siempre piensa acerca de todo el proceso», escribiría más tarde.

En 1941 defiende su tesis de doctorado en historia. A finales de 1940, trata de «ampliar» el marxismo: propone, en el modelo del desarrollo social como una estructura axial, no el componente económico (el marxismo «clásico»), sino la «lucha de clases» (el conflicto de los grupos sociales). Esto provoca una fuerte polémica en la comunidad dogmática de historiadores, ya que semejante revisión de las «bases» siempre amenaza con destruir la imagen habitual del mundo, particularmente para los «conocedores de la Antigüedad». En 1956, Pórshnev presenta una ponencia en el Instituto de Antropología del mgu, titulada «Algunos problemas de prehistoria del segundo sistema de señales». Allí por primera vez expone los fundamentos de su propia teoría de antropogénesis. Incluso siendo doctor en historia y profesor del mgu, le prohibieron publicar el texto de la ponencia.

En 1961, Pórshnev intenta crear una plataforma de discusiones interdisciplinarias y multidisciplinarias, así como investigaciones históricas, presentando la ponencia titulada «La situación de los problemas fronterizos de las ciencias biológicas y socio-históricas».

En 1966, cuando las investigaciones interdisciplinarias de Pórshnev se convierten en objeto de una crítica todavía más fuerte, el científico queda obligado a defender también una tesis de doctorado en filosofía.

Después de 1968, Pórshnev se concentra casi por completo en preparar la publicación de su monografía, que debía ser el manifiesto sobre una nueva visión de la historia, titulada «Sobre los comienzos de la historia humana». En 1972, la editorial Mysl (Pensamiento), que ya había recortado el volumen del libro, destruye la composición tipográfica sin haber aprobado las pruebas de galeras del libro, el cual ya estaba prácticamente listo para la imprenta.

Borís Fiódorovich no superó este golpe. El 26 de noviembre de 1972, falleció.

Entonces Yuri Knórosov, aunque no de inmediato, consiguió el derecho de incorporarse al colectivo estudiantil de la Facultad de Historia de la mgu, recortado por la guerra. Hasta el 25 de mayo de 1943 (final del semestre), las clases todavía se impartían en Sverdlovsk. Por lo visto, trataron de finalizar la temporada de los exámenes en esta fecha para poder comenzar el regreso de la evacuación e iniciar propiamente las clases ya el 1 de septiembre. El asunto era extremadamente importante; justo a eso se dedicó el profesor Skazkin, decano de la Facultad de Historia en esos tiempos difíciles, aquel mismo cuya palabra llegó a ser decisiva en la inscripción de Knórosov a la Facultad de Historia de la mgu. Sin embargo, pronto el puesto del decano lo ocuparía el descendiente de oficiales cosacos y creador de la cátedra de Etnografía Serguei Pávlovich Tolstóv. Él tenía un interés particular en el talentoso estudiante. Además, el profesor Serguei Aleksándrovich Tókarev, un excelente etnógrafo, especialista en antiguas religiones, se convertiría en el asesor de tesis de Knórosov.

Sus maestros

Los maravillosos científicos Serguei Pávlovich Tolstóv y Serguei Aleksándrovich Tókarev se convirtieron en verdaderos maestros de Yuri Knórosov, quienes no solamente lo formaron como investigador, sino que también hicieron todo lo necesario para que él pudiera realizar sus sueños y sus aspiraciones. Aunque ambos científicos estudiaran temas distintos y tuvieran un interés académico propio relacionado con Knórosov, indudablemente apoyaron las aficiones americanistas del alumno. Todos los que estudiaron con Knórosov los recuerdan con un enorme respeto y admiración. Se puede contar mucho sobre cómo los estudiantes confiaban en Tolstóv, sabiendo que él inevitablemente los ayudaría en cualquier situación. Mira Mijáilovna Gueffen (Rozhanskaya, por matrimonio), que después de la guerra estudió con Yuri Knórosov en la misma cátedra, mencionó repetidamente en sus recuerdos que el mismo Serguei Pávlovich era una persona extremadamente talentosa, y por lo tanto él nunca temió a los talentos; al contrario, los ayudaba, a diferencia de muchos otros directores de institutos. Knórosov llegó a ser como él: el verdadero talento no tiene miedo de la competencia y crea para sí mismo un entorno digno. Y esta cualidad también ha llegado a ser característica para la «escuela de Knórosov» actual.


Se puede hablar infinitamente acerca de Serguei Pávlovich Tolstóv, pero, resumiendo, fue un distinguido etnógrafo, arqueólogo, historiador, y pionero en el estudio de la civilización corasmia. Fue director del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS y del Instituto de Estudios Orientales de la mgu; secretario académico del Presídium de la Academia de Ciencias de la URSS; jefe de la cátedra de etnografía y decano de la Facultad de Historia de la mgu, y redactor jefe de la revista Sovietskaya Etnografiya (Etnografía Soviética).

Serguei Pávlovich nació en 1907. Él provenía de la familia de los Tolstóv, conocida por sus glorias militares en el servicio a la patria. Serguei Evlámpievich Tolstóv, abuelo del científico, fue general de caballería y participó en muchas guerras. Fue condecorado con las órdenes de San Vladimiro, Santa Ana y San Estanislao. Sus cuatro hijos se convirtieron en oficiales del ejército ruso. Uno de ellos fue el atamán de los cosacos de Ural. Pavel Serguéevich Tolstóv (padre) fue coronel del Leib-Guardia del regimiento cosaco especial. Después de su muerte, sus hijos fueron enviados al cuerpo de cadetes de San Petersburgo y luego a Orenburgo. Después, Serguei pasó al orfanato ubicado en Moscú. Entre 1923 y 1930 estudió en la mgu, primero en la Facultad de Física y Matemáticas y luego en la Facultad de Historia y Etnología.

En junio de 1941, se ofreció de inmediato como voluntario para ir a la milicia popular y se negó a obedecer la orden de evacuación obligada para todos los doctores en ciencias (de tres que se negaron a evacuar, dos cayeron muertos). Pero Tolstóv sobrevivió, saliendo del cerco, únicamente porque se había incorporado a una unidad militar. Allí el historiador inmediatamente encabezó un pequeño grupo de inteligencia. La genética hacía de las suyas. En los alrededores de Mozhaisk resultó gravemente herido y fue llevado al hospital militar en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk. En el Instituto de Etnografía, que se encontraba en medio de la evacuación, sus colegas creyeron que había perecido. Incluso, en 1942, se pusieron de pie para honrar su memoria. Se sorprendieron mucho cuando Tolstóv apareció vivo y nuevamente intentó conseguir que lo mandaran al frente. Cuando se lo negaron por completo, se quejó: «¡Qué destino el mío! Mi abuelo era general, mi padre era coronel, yo llegué a teniente y mi hija… ella de todas formas máximo llegará a soldado». Serguei Pávlovich Tolstóv era una persona impecable e intrépida.

En 1939 fue precisamente Tolstóv quien logró crear la cátedra de Etnografía en la Facultad; la dirigió hasta 1951. Knórosov, igual que los demás estudiantes, soñaba con participar en su expedición arqueólogo-etnográfica de Corasmia. En la cátedra trabajaban tales etnógrafos como S. A. Tókarev, A. M. Zolotarev, M. O. Kosven. Los investigadores trabajaban temas de historia de la sociedad primitiva, etnografía de los pueblos de Australia, Oceanía, África, Asia meridional y sudoriental, Europa y Siberia.

Según una peculiar definición de Knórosov, Tolstóv era un «cosaco fiero del Don», un «pariente de contrarrevolucionario». Es una historia realmente curiosa, porque el nombre de su tío (aquel atamán del ejército cosaco), teniente-general Vladimir Serguéevich Tolstóv, está relacionado con la muerte de Vasili Chapáyev, famoso héroe de la Guerra civil en Rusia. Vladimir Tolstóv, que se salvó por un milagro y se fue del país, más adelante publicó sus recuerdos de aquellos tiempos, titulados «De garras rojas hacia una lejanía desconocida». Claro que en aquel entonces ninguno de los estudiantes siquiera sospechaba sobre eso. El libro se encontraba únicamente en un almacenamiento especial en la Biblioteca Nacional (Leninka), y solo en 1980 el sobrino nieto del atamán logró conseguirlo y fotocopiarlo, aunque en aquel entonces casi no había fotocopiadoras en el país.

Pensando en el futuro de la ciencia, Serguei Pávlovich le daba mucha importancia a la preparación y a la educación de los estudiantes. Los incorporaba al trabajo interesante de campo en sus famosas expediciones; luego los ayudaba a encontrar trabajo según su especialidad y los apoyaba profesionalmente. Solucionando los problemas de trabajo y salvando a los estudiantes y a los colegas de represiones, de ninguna manera habló de «persecuciones del régimen» como lo hace la comunidad liberal, pero sabía resolver situaciones complicadas e incluso peligrosas de una forma muy competente, apoyando a científicos en desgracia. En el sistema de prioridades de Tolstóv, el futuro de la ciencia de Rusia ocupaba un papel primordial.

En cuanto a los conceptos científicos, Tolstóv seguía siendo el típico representante de los años veinte; en particular, era partidario apasionado de la teoría de Marr desde sus años estudiantiles y defendía la idea marrista de continuidad primitiva lingüística, aprobada en aquel entonces en la arqueología y la etnología. Knórosov no compartía en absoluto estas ideas. Sin embargo, eso no fue ningún obstáculo para que Tolstóv lo impulsara hacia delante, abriéndole las puertas de la ciencia.

Se sabe que Tolstóv había salvado del arresto inevitable (después de la carta dirigida a Malenkov relativa a la defensa del pueblo de los quetos en extinción) y de la expulsión completa de la mgu a su estudiante Seviyan Vainshtein. Todo esto sucedió cuando a dicho estudiante ya lo habían excluido de la juventud comunista (Komsomol) e incluso le habían prohibido asistir a las clases. Igual pasó con Yuri Knórosov. Tolstóv tuvo que salvarlo del arresto y luego, a pesar de cualquier obstáculo, le abrió el camino hacia un futuro científico. También gracias a Tolstóv, pudo desarrollar la escuela antropológica nacional y crear en el Instituto de Etnografía su Departamento de Antropología Física el genetista Victor Valeriánovich Bunák –mundialmente famoso por sus investigaciones en el área de la evolución del hombre, pero expulsado de la mgu. Absolutamente todos los que recordaban a Tolstóv se ofendían con mis preguntas y lo defendían furiosamente. Así por ejemplo, comentó Irina Fiódorovna Jorosháeva:

Usted entiende, él era una persona bastante dotada, se podía quererlo o no quererlo, reclamarle algo, todo esto era posible, pero era una persona muy dotada que no tenía miedo en absoluto de acercar a personas tan dotadas como él mismo. Inclusive, cuando estaba organizando el Instituto de Etnografía, gracias a él se logró la llegada de Gueorgui Frántsevich Debets y Serguei Aleksándrovich Tókarev. Cuando comenzó todo el hostigamiento en la Universidad relacionado con este «morganismo», cuando despidieron a Mark Ósipovich Kosven … ¿A quién invita inmediatamente Serguei Pávlovich al Instituto? Precisamente a Mark Ósipovich Kosven; invita también a Berta Isaákovna Sharévskaya, se lleva a todos consigo. Él siempre apoyaba a todas las personas que eran más o menos dotadas y trabajadoras. Lo que nunca tuvo fue miedo a competencia alguna. Disculpe, de lo contrario esto hubiera sido bastante complicado. Tenía una fantástica, pero fantástica erudición. Apreciaba a Knórosov a pesar de todos los trucos que hacía Yuri Valentínovich, incluso en los momentos más tensos…

Serguei Pávlovich falleció en 1976, dejando a Rusia una potente ciencia nacional: la etnografía, la etnología y la antropología.

El etnógrafo Serguei Aleksándrovich Tókarev, cuyo camino también había abierto Tolstóv, era igualmente conocido como enciclopedista, etnógrafo, especialista en religiones e historiador. Él dirigió la cátedra de Etnografía de la Facultad de Historia de la mgu desde 1956 hasta 1973.

A diferencia de Tolstóv, que venía de una familia de militares, Tókarev nació en la familia de un maestro de escuela en la ciudad de Tula, en 1899. Su infancia transcurrió cerca de León Tolstói, visitando frecuentemente a la familia del escritor. Su abuela por línea materna era hermana de sangre del conocido metropolita Sergio Moskovski. La historia familiar cuenta que fue precisamente el famoso escritor quien tuvo que ver en la elaboración de la partida de nacimiento de la futura (primera entre varias) esposa de Tókarev. Ingresó dos veces a la mgu, y ambas con éxito. La primera vez fue en 1918, después de la Revolución, cuando tuvo que regresar de una hambrienta Moscú a la región rural de Tula. En 1922, Tókarev volvió a ingresar a la mgu, ya en el departamento sociopedagógico de la Facultad de Ciencias Sociales.

En 1926 ingresó al doctorado del Instituto de Historia, dando clases en el Instituto Comunista de Trabajadores de China Sun Yat-Sen. En 1928 se convirtió en investigador del Museo Central de Estudios de los Pueblos, en el cual, cuatro años después, encabezó el Sector de los Pueblos del Norte. En este mismo tiempo estaba trabajando en la Academia Estatal de Historia de la Cultura Material y en el Museo Central Antirreligioso. La tesis de su doctorado, titulada «El orden social de los yakutos en los siglos xvii-xviii» alcanzó a ser aprobada antes de la guerra. Al estallar en 1941 la Gran Guerra Patria, él se fue en la evacuación. En 1943, junto con todos los profesores, regresó a Moscú. De inmediato, por indicación del estratega Tolstóv, apenas nombrado director del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la URSS, ocupó el cargo de jefe del especialmente creado Sector de los Pueblos de América, Australia y Oceanía. En ese puesto Tókarev comenzó la edición de la primera publicación en la historiografía nacional, de dos volúmenes, titulada Pueblos de América.


Tókarev, junto con N. N. Cheboksarov, B. O. Dolguij y V. I. Chicherov, formó un sistema de educación etnográfica, gracias al cual la cátedra de etnografía de la mgu tuvo durante mucho tiempo el estatus de la institución cabecera de este perfil.Tókarev impartió cursos fundamentales de historia de la comunidad primitiva, las bases de la etnografía, la etnografía de América y otros. Según los comentarios de S. Vainshtein, «él invirtió mucho en nosotros (los estudiantes), y presentó los trabajos de Boas y Malinovski» que abrieron los estudios americanistas para la ciencia nacional.

Yura Knórosov respetaba mucho a su oficial asesor: «Mi asesor, el ex jefe de la cátedra, y otros científicos apoyaron de inmediato mis intentos de descifrar la escritura maya. Me advirtieron que este asunto era arriesgado y podía demorarse. En cuanto a la metodología, dijeron que podía aplicar cualquier método. Lo importante era obtener el resultado». Knórosov destacaba que Tókarev tenía una capacidad extraordinaria de tener contactos útiles por todas partes. Y, al mismo tiempo, siempre fue bastante cuidadoso, siguiendo las tendencias políticas.

Serguei Aleksándrovich Tókarev falleció en 1985.

Nuevamente estudiante

Por más que se apresurara la administración de la mgu, no se logró arrancar a tiempo el año académico. Las clases comenzaron un mes después de lo previsto, el 1 de octubre. Además, no se llevaron a cabo en Mojovaya, sino en el edificio de cuatro pisos de una escuela en Bolshaya Bronnaya. Aquí, a finales de octubre, un nuevo estudiante se integró a las filas de los alumnos del segundo curso: flaco, torpe, en un abrigo percudido, con una extraña gorra kubanka (gorra alta de los cosacos) y una larga bufanda enrollada alrededor del delgado cuello. Esta bufanda extraordinaria cumplía un papel extra: escondía dos finas cicatrices simétricas que provocaban la curiosidad y hacían pensar en alguna herida. A pesar de que esto no era así, el nuevo estudiante, en lugar de aclararlo, solo mantenía dramáticamente una pausa significante. El prestado capote militar que arrastraba hasta el piso también provocaba preguntas curiosas entre los compañeros de la facultad que habían regresado de la evacuación, pues correspondía al espíritu del tiempo y a una imagen misteriosa. El nuevo estudiante era bastante callado. Según los recuerdos de su compañera del curso Lídochka Mílskaya, Yuri tenía un aspecto

bastante extraordinario, igual que su manera de comportarse: era una extraña combinación de angulosidad, brusquedad y educación anticuada. «Knorósov», se presentaba él, después de aguardar un poco. Rápidamente conocimos los intereses de cada uno, pero nunca hablamos de las circunstancias de la vida. Sin embargo, le pregunté, refiriéndome a su vestimenta, desde hacía cuánto tiempo estaba desmovilizado del servicio militar. «Este abrigo me ayudó a mí y a mi madre a huir de los alemanes de Járkov y a cruzar la línea de combate». Su tono descartaba indagaciones posteriores…

Las chicas de los cursos menores lo llamaban nada más ni nada menos como «la persona lóbrega en kubanka»… En realidad el pintoresco capote se lo había regalado su hermano Borís, y la bufanda, su hermano Serguei. La bufanda era muy larga, con fleco de rayas blancas y verdes, que parecía un colchón. Yuri le daba cuatro vueltas en su delgado cuello. Nadie se acuerda de dónde había salido el asqueroso y mugriento gorro kubanka, que nunca se quitaba. En las manos, Knórosov siempre llevaba su obligatoria cartera de piel. Allí guardaba todo: libros, papel, lápices, algún tipo de comida y «regalos» conmovedores para sus conocidos. Nadie podía acercarse a su ropa. Después de mucha persuasión les permitía solo a sus parientes «planchar su pantalón, pero sin sacar nada de los bolsillos». Además, le fallaban sus botas percudidas. En esos tiempos difíciles, para poder arreglar el calzado, había que llevar las nuevas suelas al taller. Para poder comprar estas suelas, era necesario tener un cupón especial. Pero no se podía conseguir el cupón en ninguna parte; por lo que Yuri amarraba las suelas gastadas con una cuerda.

Sus parientes conocían al menor Knórosov como la palma de su mano. Pero ante las damas de la Facultad de Historia, Yuri entraba en el papel de un tal Pechorin romántico (un personaje literario). Al parecer esto se debía a los genes de su abuela armenia, que era actriz. Las «damas» jóvenes se compadecían de Yuri y lo observaban muy fijamente; aunque en apariencia él estaba «totalmente fuera de lo mundano». Una vez, una de las chicas que no entraba en su círculo de gente cercana, preguntó tímidamente: «¿Usted ya tiene amigas? » A lo que él contestó fríamente: «No somos amigos, estamos en compañería. Nos unen tres principios de la naturaleza (del griego stoicheion): la poesía, el arte y la música…» En pocas palabras, «trataba de hacerse el interesante». ¡Pues solamente tenía 21 años!

Es necesario agregar que en los años de la guerra hubo una especie de indulgencia ideológica, y de inmediato floreció la creatividad de los estudiantes: comenzaron a publicar una revista, escribir artículos científicos, poemas y ensayos literarios.

La compañía de Yuri, compuesta principalmente por «damas», admiraba su inteligencia, sus conocimientos y sus poemas. A pesar de su torpeza, que de alguna manera le daba un peculiar encanto, el extraordinario estudiante era increíblemente bello. Sus asombrosos ojos enormes de color azul brillante profundo provocaban una admiración peculiar. No es de sorprender que el joven Knórosov tuviera fama del rompecorazones que cortejaba a las chicas más hermosas. A veces a sus espaldas lo llamaban «la serpiente», y la sabiduría no tenía nada que ver en eso.

Junto con todo esto, los compañeros de Knórosov eran principalmente Lidia Mílskaya (posteriormente una importante especialista en la Edad Media europea) y Tatiana Stepúguina (que ha llegado a ser una conocida sinóloga). Siempre se dirigían entre ellos de manera formal, se trataban uno a otro de «usted» y casi nunca por sus nombres. A Yuri se le pegó el apodo de Sinuhé –nombre del antiguo viajero egipcio sobre el cual gustosamente había hecho un informe en el curso práctico de historia del antiguo Oriente, del profesor Vsévolod Ígorevich Avdiev. No era una casualidad que Knórosov escogiera a Sinuhé: él se acordaba de sus caminatas por la Ucrania ocupada por alemanes, luego el traspaso de la línea de combate a la región de Voronezh y de ahí el viaje a Moscú. Hay que mencionar que Avdiev se fijó inmediatamente en el extraordinario joven. Parecía que en las clases solo se dirigía a él. Ya en aquel tiempo los compañeros habían notado una particularidad de Yuri: cuando algo le parecía interesante, era como si se desconectara completamente de la realidad cotidiana, sus ojos se encendían desde adentro y parecía como si observara determinados acontecimientos lejanos y accesibles solo a su mirada interior. Esto sucedía, por ejemplo, cuando Avdiev escribía jeroglíficos egipcios en el pizarrón. Al parecer, el joven Knórosov podía entrar fácilmente en este estado alterado de conciencia desde los tiempos en que todavía estudiaba la hipnosis y otras cuestiones psicológicas en Járkov. Después de todo, siempre había habido una persona en su destino que consideraría que él poseía una sensibilidad particular.

Ya desde entonces los códigos y la escritura, en todos sus aspectos, le atraían de manera especial a Knórosov. Según los recuerdos de Mílskaya, se entretenía visitando las librerías de libros antiguos, en busca de viejos manuscritos desgastados hasta el último grado, o de ediciones facsímiles. Luego, le encantaba analizar la letra y definir el carácter del escribano, sus particularidades psíquicas y otro tipo de detalles personales.

En invierno de 1943, Mílskaya, Stepúguina y Knórosov se preparaban juntos para el examen de etnografía –era el fin del semestre. Usaban el reconocido en aquella época manual de Jarúzina. Entonces Yuri, que era estudiante del segundo año, se permitió una crítica muy abrupta de este manual, lamentando la ausencia de «verdaderos manuales y libros…». Knórosov siempre se caracterizó por mantener su postura a pesar de todo.


Sus compañeros de la facultad se sorprendían mucho de que el pensamiento de Yuri estuviera literalmente lleno no tanto de comprensión, sino de una percepción profunda de la historicidad del individuo. En una ocasión, les informó que planeaba hacer una investigación dedicada, ni más ni menos que, a «la historia del beso en todos los pueblos, donde se van a combinar la historia y la etnografía». Lídochka Mílskaya tímidamente intentó objetar, tratando de no salir de los marcos de la discusión científica, que semejante trabajo podía ser solamente etnográfico, pero no histórico en el sentido estricto de la palabra. A esto Yuri contestó de una manera abrupta: «La persona es la persona solo porque ella vive en la historia y todas, literalmente todas sus manifestaciones son históricas».

Igualmente reflexionaba sobre el tema «del papel del miedo en la vida humana y en la historia». En estas tramas se perciben claramente los enfoques de Béjterev relativos al estudio de la personalidad. Vladimir Béjterev había expresado este tipo de ideas en el artículo «El objeto y las tareas de la psicología social como ciencia objetiva»:

…la misma organización de la sociedad está basada en el principio imperativo de la sociedad sobre la personalidad, en la fusión de la individualidad. Las costumbres y las leyes de la sociedad son categóricas y requieren de obediencia jerárquica. Cuando la sociedad se desarrolla, todas sus normas se diferencian mucho más, dificultando las manifestaciones individuales según todos los puntos, limitando las aspiraciones personales y eliminando el derecho de las personas en concreto. Junto con el crecimiento de la sociedad, sus normas se vuelven más complicadas y al mismo tiempo más poderosas, y por lo tanto oprimen aún más la personalidad.

Todo aquello mediante lo cual la personalidad está restringida y lo que se considera «modelos sociales» son el producto de la actividad social de la misma personalidad; pero en este caso se trata de lados inferiores de la actividad de la personalidad, comparados con las acciones habituales, que pasan al automatismo.[1]

Sería muy curioso saberlo, pero ya no se puede averiguar de forma segura cómo y por qué Knórosov, Pórshnev, Gumilióv y otros historiadores soviéticos continuaban desarrollando las mismas ideas de interdisciplinariedad que había sembrado la escuela de Vladimir Béjterev a principios del siglo xx. Cada uno de ellos tenía su propia orientación y su visión del proceso civilizatorio, pero al parecer el punto de partida era el mismo. Su posterior vector del desarrollo unía de forma suficientemente clara lo biológico y lo social en un sistema único.

Desde aquellos tiempos, el estudiante Yuri Knórosov era absolutamente modesto. Él podía desconectarse de la realidad en cualquier circunstancia y sumergirse a pensar en el problema científico que le interesara. Para hacer anotaciones, un pedazo de papel y un lápiz sencillo eran más que suficientes. Al principio se le facilitaba más escribir con lápiz que con pluma estilográfica. Después, cuando aparecieron los bolígrafos y otro tipo de instrumentos para escribir, el lápiz, según Knórosov, seguía siendo más confiable que cualquier bolígrafo, y por eso siempre tenía lápices sencillos finamente afilados a la mano. Una vez una de sus compañeras de clase se quejó en público de que «no podía escribir sus trabajos ya que no tenía escritorio». El estudiante Knórosov se echó a reír brevemente y dijo: «Puedo dedicarme a la ciencia incluso colgando de un tranvía lleno de gente»… Lo más impresionante es que esto realmente era así.

Yuri no era muy exigente en cuanto a las condiciones de vida. Esto se debía a sus vagabundeos obligados durante la guerra en Ucrania y al año y medio de vida en una bodega de madera en Yúzhnoye, cuando la casa estaba ocupada y saqueada por los soldados alemanes. Obviamente, las condiciones en las que se encontraba él en la casa moscovita de su hermano (ahora es un edificio angular en Novy Arbat al pasar el puente) le parecían un verdadero paraíso. Al inicio de la guerra a la casa había venido primero su padre, que se la pasaba en el trabajo días enteros; luego se alojó la madre, que vino con él de la Ucrania ocupada. Aunque, ya en el otoño de 1943, en cuanto los alemanes fueron completamente echados de Járkov, ella regresó de inmediato a Yúzhnoye.

Yuri también se quedó, por poco tiempo, en el apartamento del hermano, en el muelle Smolenskaya.

Sus compañeros habían logrado visitarlo en esta casa, pero no se sentían a gusto y se intimidaban de una u otra manera: el hermano de Yuri se veía bastante adulto y, según ellos, se veía «muy funcionario». En 1946, el compañero de Knórosov Aleksandr Plunguyán recordaba: «Una vez fui con Yuri a la casa de su hermano Borís, el adjunto de la Academia de Artillería Dzerzhinski… Estaba en la orilla del río Moscova. La visita duró aproximadamente unos 15 o 20 minutos y me dejó una impresión deprimente: aparte de Boris, nadie salió a saludarnos; hablamos en la antesala…» Lo mismo recordaba la compañera Mira Gueffen cuando hablaba acerca del «apartamento respetable» en «tan alto edificio en el muelle». En pocas palabras, los estudiantes preferían no ir a este tipo de casas. Es gracioso el hecho de que Mira no pudiera entender en absoluto dónde vivía Yuri en realidad; según ella, él «siempre trataba de pasar la noche en algún lugar debajo de las vallas o en casa de sus compañeros»…

Probablemente los habitantes pacíficos de este apartamento tenían sus propias razones para no confiar en los amigos de Yuri. La causa de esta desconfianza era bastante ponderable: en 1943, cuando el modesto Knórosov comenzó a vivir en casa de su hermano como estudiante en la Facultad de Historia, él se dedicó a… la hipnosis práctica. Hacía sus experimentos en su pequeña sobrina Tatiana, que tenía apenas un año y medio de edad. Una vez sus padres comenzaron a preocuparse por el hecho de que la niña, sin razón alguna, se despertaba por las noches gritando de miedo. Los gritos de la niña alarmaban. Pero a todas las preguntas la niña, con espanto en los ojos, señalaba únicamente al balcón. Poco a poco descubrieron que a la niña le parecía que por el balcón, de las ramas y mediante las rejas, se trepaban unos horribles monos blancos…

La extraña historia se repitió varias noches. Después de reflexionarlo, Borís y su esposa empezaron a sospechar que la razón de los miedos infantiles y el llanto tenían algo que ver con Yuri y su afición a la hipnosis. El estudiante fue severamente interrogado y sin mucha resistencia confesó lo que había hecho. Solo se puede imaginar todo lo que el experimentador tuvo que escuchar de sus parientes indignados. Como sea, los llantos nocturnos de la niña terminaron. Pero del momento en que los monos blancos se trepaban por el balcón Tatiana se acuerda detalladamente hasta la fecha. Y Yuri quedó completamente satisfecho. ¡Pues claro, el experimento relativo a la hipnosis a distancia se había realizado con éxito!

Desde aquel entonces, en la Facultad ya surgían verdaderas leyendas alrededor del nombre de Yuri Knórosov, una de las cuales contaba con mucho placer una persona que en ese momento era solo un escolar y llegó a conocer a Knórosov mucho más tarde, por casualidad. Se trata de un escritor, candidato a doctor en filología que, sin embargo, se presentaba como casi el fundador de la escuela semiótica de Tartu (la escuela de Lotman). Su nombre es Alexandr Piatigorsky.

El cuento, graciosamente inventado y literariamente elaborado por Piatigorsky, poco a poco, se ha llenado de muchos detalles increíbles y se presenta aproximadamente así:

«Después de cada clase algunos profesores acostumbraban hacer preguntas. Esta idea también le parecía bien al egiptólogo Vasili Vasílievich Struve, que había venido de Leningrado y al orientalista Vsévolod Ígorevich Avdiev. Knórosov siempre hacía preguntas. Como en aquellos tiempos nadie luchaba contra los fumadores, durante el recreo Avdiev y Knórosov terminaban fumando en el mismo sitio. Para mantener una conversación, Avdiev, que al parecer se encontraba irritado debido a las preguntas anteriores, pero de manera formal, obligatoria en esa época, dijo:

—Yuri Valentínovich, usted asiste a mis conferencias completamente en vano.

Yuri Valentínovich no se vio para nada sorprendido, pero le preguntó amablemente:

—Vsévolod Ígorevich, pero ¿por qué?

Le respondió:

—Usted no conocerá nada nuevo. Sospecho firmemente –dijo Avdiev– que podría tener sentido proponerle a usted que dicte las conferencias que hago yo.

Hubo un silencio que no duró mucho y Knórosov respondió:

—Sí, acepto.

Avdiev:

—Entonces, ¿sobre qué cosa nos pondremos de acuerdo?

Knórosov:

—Sobre poner entre paréntesis la vocalización semita en todos los ejemplos.

Llegó el turno de Avdiev para sorprenderse:

—¿De dónde conoce usted sobre los paréntesis?

Knórosov:

—Me tocó vivir mucho tiempo en una bodega de madera en el Járkov ocupado… No había mucho que hacer; estaba prohibido salir. Disparaban. Memoricé el diccionario egipcio de Gardner y comencé a pensar sobre las relaciones camítico-semíticas».

Luego Piatigorsky fantaseaba y agregaba inevitablemente a su cuento: «Cada vez que lo veía, Avdiev todo el tiempo pensaba: «¡Qué horror! ¿Qué puede salir de todo esto?».[2]

Los experimentos del joven Knórosov con la hipnosis, los pensamientos sobre los orígenes del chamanismo y los intentos de parecer inteligente ante los profesores se interrumpieron en vísperas de la temporada primaveral de los exámenes de 1944, cuando Yuri tuvo que terminar nuevamente el segundo curso: el 15 de marzo, la oficina de reclutamiento de la región Krasnopresnensky de pronto se acordó del estudiante no reclutado. Knórosov fue llamado al ejército. Pero lo que más coraje le dio a Yuri es que lo habían reclutado para un servicio no combatiente. Sin embargo, queda la impresión de que todo esto no fue casual. Alguien a propósito se había preocupado de que Yuri, registrado como no combatiente debido a su estado de salud incluso a principios de 1943, lograra hacer su servicio, al menos de una forma más ligera, en las fuerzas armadas. Según los recuerdos de A. Plunguyán, hubo una amenaza real de arresto para Yuri, debido a una «denuncia que culpaba a Knórosov de haber ocultado su estancia en el territorio ocupado por el enemigo». Lo más probable es que precisamente el sabio e intrépido estratega Tolstóv, con el apoyo del Knórosov padre, lograra salvar de esta manera al Knórosov menor de la amenaza. Además, a pesar del reclutamiento militar, en abril lograron pasar a Knórosov de una vez al tercer curso de la Facultad de Historia. El mismo Tolstóv, por puro milagro, gracias a una grave herida, evitó el estigma de una «persona que había quedado en territorio ocupado». La historia de Tolstóv fue algo parecida a la de Yuri –es decir, todo sucedió estando en la milicia popular. Por ello, el director de la cátedra comprendía perfectamente bien que era necesario salvar urgentemente al estudiante, previniendo los posibles ataques infames de parte de los funcionarios universitarios.

Sea como fuere, al principio lo enviaron como cadete a la «escuela de suboficiales de reparación de piezas de repuesto para automóviles» ubicada en Moscú, aproximadamente en el distrito de Presnia, muy cerca de la casa de su hermano. El 20 de abril de 1944, Yuri tomó el juramento militar. En septiembre de 1944, finalizó sin ningún problema sus estudios en esta escuela.

Estando en servicio, huía regularmente de los estudios para visitar a sus compañeras Mílskaya y Stepúguina, y seguir discutiendo de cosas bastante abstractas, por ejemplo «acerca del miedo en la vida humana y en la historia», o no tan abstractas, pero igualmente interesantes. Hay que agregar que Yuri no se complicaba la vida pidiendo permisos: usualmente solo brincaba la cerca y se dirigía a la Universidad. Siempre prefirió la comunicación personal que las cartas.

Luego, Knórosov fue asignado como telefonista en el 158º regimiento de artillería. Era la reserva del Estado Mayor Supremo que tampoco participó en acciones de guerra activas y se ubicaba en los alrededores de Moscú. Aquí, teniendo el rango de soldado, recibió la noticia del fin de la guerra. Fue desmovilizado con la especialidad militar «especialista de centrales telefónicas, telefonista». Esto sucedió el 15 de octubre de 1945, de acuerdo con el Decreto de Consejo Supremo de la URSS del 25 de septiembre de 1945. Por lo visto, una solicitud de la mgu había acelerado la desmovilización. De cualquier manera, en su expediente personal se conservó el certificado correspondiente, escrito a mano:

Certificado

Fue dado al compañero Knórosov Y. V.

Confirma que era estudiante

Del 3er. curso de la Facultad de Historia

De la mgu en 1943.

El certificado se da para presentarlo al 158 regimiento de artillería para la desmovilización.

Decano de la Facultad de Historia de la mgu – Firma ilegible

Sello

Tolstóv se encargó también de eso: transfirió a Yuri al tercer curso mucho antes de la temporada de exámenes de fin de año. Tiempo después, a Yuri Valentínovich le gustaba bromear sobre su carrera militar. Decía: «¿Usted sabe quién soy? ¡Soy un simple «soldadote»! ¡Hace mal si no me cree!». Y enseñaba la anotación en su cartilla militar donde se indicaba: «Composición: soldados». La palabra estaba escrita a mano negligentemente, de tal manera que la última letra se pareciera a otra. Entonces, formaba en ruso una palabra que señala al soldado como un ser grosero y primitivo.

Pero, de cualquier manera, ya el 16 de octubre de 1945 Knórosov fue automáticamente incorporado al tercer curso de la Facultad de Historia. Las clases ya se daban en la residencia histórica de la mgu, frente al Kremlin. Los estudiantes corrían entre dos edificios: el principal, donde se dictaban las conferencias, ubicado en Mojovaya 9, y el edificio ubicado en Guertsena 5, donde se encontraba la administración de la facultad.

En 1945, cuando Knórosov volvió a clases, durante un corto tiempo e inesperadamente para él, resultó ser compañero de Svetlana Stálina. La elección de la institución de educación superior para la hija, tomada por el caudillo, era bastante sencilla y comprensible: la universidad era la principal en el país y la facultad deseada se encontraba precisamente en frente del Kremlin, a dos minutos de ida a pie de la residencia del jefe de Estado. Todo se mantenía bajo completo control. Sin embargo, la querida hija del caudillo aparecía en clases muy de vez en cuando: todo el tiempo ella se casaba, o daba a luz, o se divorciaba. Además, estar sentada en un pupitre no era una cosa señorial, aunque al público se le informó oficialmente acerca de su pertenencia a la mgu. El profesor de Sarátov Y. F. Yaskin, que en aquellos años era estudiante, recordaba:

«Sobre el hecho de que en la mgu estudiaba con nosotros la hija de Stalin se podía leer incluso en el cartel. Me acuerdo muy bien de que en las escaleras que llevaban al segundo piso del edificio de la Facultad de Historia, en la calle Guertsena, estaba colgado un cartel que decía: «Becarios de Stalin». Allí había cuatro apellidos; entre ellos, estaba Stálina Svetlana. Ella se había graduado de la Facultad de Historia en la cátedra de Historia General y estaba escribiendo su tesis de titulación bajo la asesoría del profesor Zvavich. Luego, un tiempo estudió el doctorado en el Departamento de Marxismo-Leninismo de la mgu, donde su asesor era el profesor Krotov; pero aquí ella no trabajó en su tesis doctoral, y pronto apareció en la cátedra de literatura de la Academia de Ciencias Sociales del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, donde aprobó su tesis relativa a la novela histórica utilizando su educación básica».[3]

La guerra ha terminado…

Pero es muy poco probable que a Yuri le importaran los (debido a su ocio) problemas amorosos de la hija del generalísimo. Es el año 1945. El final de la guerra. El 30 de marzo, por el Decreto del Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, a Valentín Knórosov se le otorga el rango del «director coronel de la Vía y de la Construcción». Posteriormente, lo condecoran con la Orden de la Bandera Roja del Trabajo «por haber realizado las tareas del gobierno y del mando militar relativas a la organización de transportes de las cargas de defensa y de las cargas de la economía nacional en el periodo de la Gran Guerra Patria». Valentín Dmítrievich se preparaba para jubilarse y regresar a Yúzhnoye: ya tenía 65 años, tres guerras y un servicio impecable a la patria, antes y durante la Gran Guerra Patria se demostró esto.

Yuri, después del servicio militar, bastante condicional y por lo tanto ofensivo para él (no importaba si se trataba de la reserva del comandante en jefe), regresó gustosamente a las clases para continuar sus estudios en el merecido tercer curso. Además, por fin había logrado obtener un lugar en la residencia estudiantil de la mgu en la dirección «Stromynka, 32». Probablemente esto se debió al hecho de que después del servicio era necesario estar registrado en algún domicilio e inscrito en el registro militar, lo cual hizo en la oficina de reclutamiento regional Sokolnicheskaya. Yuri fue instalado en la habitación núm. 608. Las habitaciones de la residencia eran muy grandes, pero se parecían más a los cuarteles: en cada uno de los cuartos había 10 estudiantes de diferentes cursos y de diferentes edades. Sin embargo, incluso recibir una cama en tal cuartel en la Moscú de posguerra se consideraba una felicidad increíble. El vecino y fiel amigo de Knórosov durante ese periodo fue Seviyan Vainshtein, que era dos años menor que Yuri. También él se volverá un gran etnógrafo, orientalista y turcólogo, especialista en historia y etnografía de Tuvá y de la cultura de los nómadas de Eurasia. Su destino, como el de Yuri, fue bastante complicado, pero a su manera. Después de la ejecución de su padre y la deportación de su madre en enero de 1938, Seva fue enviado al orfanato. En 1945 pudo ingresar a la sección oriental de la Facultad de Historia de la mgu, y ya en el segundo año había escrito un trabajo titulado «El estudio religioso y filosófico de la secta medieval de los ismailíes», por el cual recibió un premio de la Universidad. Serguei Tolstóv notó al talentoso estudiante y lo llevó a su cátedra de etnografía; en el mismo año lo envió a la expedición por el río Tunguska Pedregosa hacia los ket de Sulomay, como parte de la expedición del Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias, dirigida por B. O. Dolguij.

Este pueblo arcaico, los ket (quetos), ni siquiera pastoreaban alces. El perro era su único animal doméstico. Ellos no conocían las redes de pesca y conseguían el fuego mediante la fricción. En invierno habitaban en vivendas semisubterráneas o semiterrícolas y conservaban un sistema tradicional de parentesco. Por alguna razón, Seva, siendo estudiante practicante, había quedado como jefe del pequeño grupo, que logró recopilar un enorme y único material etnográfico. Además, los participantes del grupo describieron por primera vez el chamanismo de los quetos, que conservaba un impresionante anacronismo de cultos paleolíticos. Sin embargo, al inocente Seviyan no le sorprendió en absoluto cómo conseguían el fuego, sino el hecho de que, incluso en unas condiciones tan severas de supervivencia, a los quetos se les prohibía la caza de cebellina, lo que para ese pueblo diminuto era el principal y casi único ingreso que les permitía sobrevivir. La prohibición de la caza condenaba directamente al pueblo a la extinción. Para ser justos, hay que mencionar que la política de la URSS desde los primeros años del poder soviético, en relación con las minorías nacionales (pueblos indígenas), era igual de eficiente que el modelo canadiense. Por lo mismo, se consideraba como la mejor en la práctica mundial: las cuotas para la educación de todos los niveles, los internados especiales para los niños de familias nómadas, la movilidad social, la liberación del reclutamiento, etcétera. Y de repente… ¡una prohibición de la supervivencia! Seviyan Vainshtein decidió escribir una carta «a la persona principal después de Stalin en el país –Malenkóv». La administración de la mgu reaccionó de inmediato: Seva fue expulsado del Komsomol e incluso le prohibieron asistir a clases. El estratega Tolstóv tuvo que hacer muchos esfuerzos increíbles para lograr que los «de arriba» revisaran oficialmente la situación con los quetos. Los resultados de la revisión le dieron completamente la razón a Seva. ¡Y fue restituido!, tanto en Komsomol como en la Facultad. Además, Tolstóv envió nuevamente a Seva con los quetos. Más adelante, los materiales de la expedición fueron presentados en el Instituto de Etnografía, en el grupo Sever (Norte) de M. G. B. Levin, en la sección de chamanismo. Por orden personal de Tolstóv, el informe de Vainshtein se publicó en Mensajes breves del Instituto de etnografía, en 1950.

Sorprendentemente, según los recuerdos de Aleksandr Plunguyán, el papel de Seva Vainshtein en las relaciones con Knórosov es comparable con el papel de Tolstóv o Tókarev en su vida. Tiempo después, el propio Seviyan Izrailevich Vainshtein se acordaba de aquellos tiempos y decía: «Mi vecino era Yura Knórosov. Él se entregaba por completo a la ciencia, recibía su beca e inmediatamente compraba libros, y luego pedía prestado a todos. Se alimentaba con agua y pan. Se dedicaba al desciframiento de la escritura maya…» Ambos eran verdaderos científicos y ambos eran muy dedicados; por lo tanto, apreciaban mucho estas cualidades en los demás…

Mientras tanto, la vida de todos los estudiantes (o, en dado caso, de casi todos, excepto aquellos que habitaban dentro de los muros del Kremlin), y no solo de los estudiantes de esos tiempos, no era nada fácil. El hambre los perseguía constantemente. Cada uno debía tener sus tarjetas para los productos y para el pan. Sin ellas, según los recuerdos, se podía comprar solamente una masa extraña de soya llamada syrki («quesos»). Algunos estudiantes astutos adquirían en la farmacia el aceite de pescado que se podía recibir únicamente con receta médica. Luego, con este aceite apestoso se freían aquellos syrki incomibles; de lo contrario, era imposible llevarlos a la boca, aun muriendo de hambre. La misma receta para el aceite de pescado se podía presentar en la farmacia varias veces, mientras el papel gris no se desgastara por completo. Por eso era necesario borrar y falsificar constantemente la fecha de emisión de la valiosa receta, que se recibía una sola vez y por puro milagro. Yura Knórosov no solo sabía dibujar a la perfección, sino que también tenía una letra caligráfica. Probablemente desde entonces apreciaba mucho en sus colegas la capacidad de falsificar las firmas. Mucho más tarde, cuando yo necesitaba enviar urgentemente a alguien una carta de poca importancia en su nombre, la firma «Y. Knórosov» la escribía mi hija Anna Ovando, que en aquel entonces era una escolar que también tenía una hermosa letra y capacidades para la pintura. Yuri Valentínovich apreciaba mucho su talento, pero, pensativo, y al parecer sin sombra de humor, también añadía: «La firma es algo fácil. Hay que aprender a falsificar los sellos…» Nosotros nos reíamos de esta «broma», y nunca nos pasó por la cabeza que detrás de esto, como siempre, se ocultaba una cierta verdad que al parecer era bastante severa.

Siendo una persona extraordinaria, ya desde esa época Knórosov causaba un gran impacto en las personas. Según los recuerdos de Mira Gueffen, cuando Yuri aparecía en la cátedra y comenzaba a hablar, el público guardaba silencio inevitablemente. Algunos se sorprendían, otros se reían, pero la mayoría lo escuchaba con mucha curiosidad. El estudiante Knórosov era percibido como un científico independiente hecho y derecho. Así lo percibían tanto los estudiantes como los profesores; principalmente Tókarev y Tolstóv, que desde el principio lo valoraban mucho.

Además, a pesar de que Yuri no hubiera participado en combates, había probado lo peor de la guerra, y por ello los escolares recién graduados lo incluían en el grupo de los estudiantes adultos de cursos mayores que pasaron por la Gran Guerra Patria y eran soldados u oficiales desmovilizados.

¡Qué cosa tan increíble es la memoria! Ella pasa a través del tiempo y como una confesión manifiesta toda la esencia de la persona por más que la persona trate de embellecerla o de justificarla. La misma época, el mismo lugar, los mismos acontecimientos, pero todo se realiza a su manera… Si juzgamos según los recuerdos israelís de una tal psicóloga Alexandra Katáieva, que vivía en la misma residencia en la calle Stromynka aproximadamente en el mismo periodo que Knórosov, las estudiantes se dedicaban únicamente a sus problemas sexuales, combinándolos con la lectura de poemas liberales. Todos los estudiantes, según ella, se dividían en dos grupos: aquellos que «se oponían al régimen» (desde luego, eran buenos) y los que servían al poder soviético (eran malos). «Los buenos» fueron engañados y enviados para ayudar en los hospitales militares, lo cual la autora de estas memorias no pudo perdonarle a las autoridades hasta la mismísima muerte. Está claro que Katáieva pertenecía a los especiales («los elegidos») que inevitablemente se oponían al «régimen sangriento» y de paso, por lo visto siendo mujeres celestialmente hermosas, tenían miedo de los acosos sexuales de parte del ubicuo Lavrentiy Beria. Era simplemente imposible que una chica honrada pudiera evitar acercarse a su casa en Moscú. Además, al parecer todos sabían dónde se encontraba la maldita casa que las atraía como un imán. Y, todavía para darle más colores, se mencionaban unas ratas gordas en la cocina que la autora logró introducir en cañamazo de lucha contra el régimen. Aparentemente, ninguna de las aficiones científicas o grandes pensamientos de aquellos estudiantes de la mgu le interesaron nunca a la gran psicóloga. Y es una lástima, porque de lo contrario probablemente se hubiera acordado del genial Yuri Knórosov, del honesto Seviyan Vainshtein, de Aleksandr Plunguyán, de Anatoly Chernyaev, de Michail Gefter y de muchos otros voluntarios del mifli y la mgu que vivieron la guerra y posteriormente se convirtieron en científicos mundialmente conocidos, y le dieron fama a la ciencia nacional. Pero, por lo visto, como no se opusieron al régimen, debían pertenecer unívocamente a «los malos». En pocas palabras, recurriendo a la terminología profesional de la autora, las memorias mencionadas son un clásico ejemplo de la percepción selectiva en una serie de alteraciones cognitivas…

Después de la desmovilización en 1945, al regresar de la escuela militar y reintegrarse finalmente al tercer año, Knórosov encontró nuevos compañeros. En particular, se hizo buen amigo de Sasha Plunguyán, que era solo dos años más joven, a finales de 1944 había regresado de la evacuación en Yelábuga, donde terminó la escuela secundaria, y luego ingresó en la Universidad de Vorónezh. Con el permiso del decano S. Tolstóv, Sasha Plunguyán pasó de la Universidad de Vorónezh a la mgu. Allí coincidió con Yuri Knórosov en la Facultad de Historia, donde cada uno de ya estaba escogiendo su cátedra y su asesor para trabajar en sus respectivas investigaciones. Según los recuerdos de Plunguyán, la cátedra de historia rusa era «la más numerosa y común».

Los etnógrafos, arqueólogos y anticuarios se diferenciaban por el espíritu de elitismo y hermandad, determinación y motivación, por conocer idiomas, por su autonomía, por los complejos cursos especiales y los seminarios, y también por la composición de los profesores: se iban a este departamento los estudiantes más dotados y más independientes. Las cátedras de etnografía y arqueología se diferenciaban por su peculiar espíritu de cercanía con los profesores: Serguei Pávlovich Tolstóv seleccionaba detalladamente a los estudiantes y los enviaba a expediciones científicas dirigidas por distinguidos científicos. No es casualidad que muchos hayan llegado a ser famosos investigadores. En cuanto a la metodología de la docencia, la cátedra de etnografía no le cedía nada a las cátedras extranjeras.

Según las memorias, Knórosov se destacaba incluso entre los mejores como un estudiante egiptólogo dotado que constantemente hacía preguntas complejas sobre la lengua egipcia a los profesores V.V. Struve y V.I. Avdiev.

Entonces, el conocimiento y la amistad entre Knórosov y Plunguyán habían comenzado precisamente desde la cátedra de etnografía a principios de 1946. En aquel entonces alguno de los compañeros le había contado a Sasha Plunguyán que Yura Knórosov, de la cátedra de etnografía, estudiaba la escritura maya. Plunguyán contestó orgullosamente: «Puedes decirle que este problema ya está resuelto, puedo enseñarle a Knórosov un artículo de Eric Thompson en los trabajos del Instituto Smithsoniano». Es curioso que ya en aquella época la escritura maya no les parecía a los estudiantes algo extraordinario. Muchos estaban al tanto del problema de su desciframiento. En su momento, Serguei Nikoláievich Bíbikov le había regalado a Alexandr este volumen con objetivos educativos: para leer en inglés los artículos de arqueología de los pueblos indígenas. En aquel tiempo, Sasha le daba clases de alemán al hijo de Bíbikov.

Precisamente la pregunta «¿Cómo pudo interesarle a Knórosov la escritura maya viviendo en la URSS?» le ha provocado y sigue provocando un asombro inexplicable a los colegas extranjeros, particularmente de América Latina. Siempre es algo incómodo de explicar que el nivel de la educación universitaria y académica en la URSS fue mucho más alto que en la mayoría de los países del mundo, incluyendo los países «líderes». La causa de esto se encuentra aún en la «revolución cultural» declarada por Lenin en 1917, la cual pudo resolver exitosamente y de inmediato varios problemas importantes relacionados con la construcción del nuevo Estado. Primero, se había acabado con el analfabetismo de prácticamente 60 por ciento de la población de la Rusia prerrevolucionaria. Segundo, mediante un programa de apoyo, en los años más severos se preservaron las viejas escuelas científicas y los grandes científicos nacionales. Tercero, la ciencia obtuvo una potente infusión de fuerzas frescas. Aparte de la plantilla existente de profesores que provenían de la élite intelectual, surgieron los «profesores rojos», de procedencia proletaria o campesina. La educación se abrió para los representantes de todas las clases sociales. Precisamente por eso, en la ciencia se encontraron los descendientes de oficiales rusos como Tolstóv, el pariente de un metropolita e hijo de maestro rural Tókarev, el nieto de actriz y el comerciante, hijo del funcionario público soviético Knórosov, el hijo de un poeta fusilado Gumilióv y el descendiente de un teólogo judío Plunguyán.

Así que, gracias al interés común en la escritura maya en la Facultad de Historia, al día siguiente este estudiante ya había llevado a Yuri Knórosov para que conociera a Aleksandr Plunguyán. Alexandr invitó de inmediato a Yuri a su casa en la calle Semionovskaya, en la zona del metro Elektrozavódskaya, donde le entregó solemnemente el volumen con pasta verde oscuro y dorado que Plunguyán había traído de la ciudad de Yelábuga.

Reuniones del Männerbund secreto

Sasha Plunguyán vivía con sus padres en un pequeño y ordinario apartamento de Moscú. Pero, comparado con la residencia estudiantil, era todo un palacio. La gente en aquellos tiempos de posguerra vivía de forma muy sencilla, sin ningún lujo, pero los amigos de Sasha siempre eran bienvenidos en esta casa. Por eso Yuri visitaba a menudo y con mucho gusto a su amigo. Y lo más importante: se podía hablar sin preocuparse de que alguien más los escuchara. Además, sus encuentros se habían convertido en discusiones secretas sobre los problemas científicos más importantes, y principalmente sobre la futura «teoría del colectivo». Desde luego, no había ningún acuerdo previo y los encuentros nunca se realizaban a una hora determinada, y los muchachos por lo general discutían solo entre ellos.

De estos encuentros «secretos» en el apartamento de Plunguyán se acordaban todos los participantes, incluso quienes nunca estuvieron allí y solo lo supieron por otros. Al principio y durante un largo tiempo, en un «seminario de cocina» bajo el nombre de Grupo de Estudios de Origen de la Cultura, participaron solo dos personas: Yuri y Alexandr. Generalmente, Yuri exponía sus reflexiones sobre algún problema en particular, mientras Alexandr y más tarde otros lo escuchaban con gusto y participaban en las discusiones propuestas. Knórosov había reunido un público pequeño pero fiel ante el cual podía exponer sus ideas. Las reuniones en forma de seminarios que se llevaban a cabo en la cocina habían comenzado en otoño de 1946, y para el verano de 1947 ya se habían terminado por la época de exámenes de fin de año. Además, Yuri se fue a una expedición a Corasmia. En otoño volvieron a reunirse. Al grupo inicial se unió un personaje más: el futuro poeta infantil Valia Bérestov, que había ingresado en la Facultad de Historia en 1946. Él era seis años más joven que Yuri, estaba en un curso menor y, de una manera apasionada que le era propia, admiraba los conocimientos de Yuri. Le parecía que él era un verdadero científico sabio. El interés en Asia Central (Valia había vivido allí durante un tiempo), en la poesía y en la creatividad infantil acercaron a los jóvenes. A Bérestov le interesaban las imágenes creadas por los niños y Knórosov ya pensaba en problemas de la teoría de Haeckel y su aplicación en el desarrollo de la sociedad y la civilización. Ambos fueron muy influidos por un libro publicado en 1933 por el poeta infantil Kornéi Chukovski, titulado De dos a cinco. Estaba dedicado al estudio de la psique de los niños de esta edad y al proceso de cómo aprenden a hablar. En pocas palabras, había mucho de que conversar.

El último que se integró al seminario fue un alumno de noveno año de secundaria con el nombre de Sasha Piatigorsky. Él apareció de una forma bastante casual; Plunguyán lo había encontrado en casa de la esposa de su primo. Así es como él se acuerda de este encuentro:

Era un adolescente excesivamente comunicativo y presuntuoso. Le halagaba conocer a un estudiante universitario y la posibilidad de demostrar su erudición: a veces iba a mi casa, a menudo con su compañero de clase Leontovich. Una vez tuve la imprudencia de contarle acerca de Yura e invitarlo a nuestros encuentros. Después de eso, ya iba sin invitación alguna. Aunque, siendo honesto, se sentaba en silencio y no se entrometía en la conversación.

El propio Piatigorsky describió este encuentro de una forma diferente: supuestamente él había dicho algo acerca del origen de la religión, sobre la que (según sus propias palabras) tenía «el mismo conocimiento que de la lengua sumeria». Entonces, según sus fantasías, Sasha Plunguyán, sabiendo que esta trama le interesaba mucho a Knórosov, dijo: «Venga a mi casa, usted escuchará a Yuri Knórosov. ¡No lo podrá escuchar en ninguna otra parte del mundo!». Es decir, según esta versión, tanto para Knórosov como para Plunguyán fue una suerte increíble escuchar las declaraciones del alumno de secundaria acerca de religión. Es muy difícil creerlo, incluso teniendo mucha imaginación, en especial si tomamos en cuenta que Knórosov no soportaba a los habladores huecos.

En «el seminario de cocina», Yuri, Alexandr, Valentín y el incorporado Piatigorsky se reunían usualmente una vez a la semana. Ellos ya no se llamaban entre sí “compañeros” como era con las muchachas, sino que tenían su propia forma de tratarse. Se dirigían uno al otro ni más ni menos que de «usted» y llamándose mutuamente gentleman. Las discusiones eran sobre los problemas de la historia. No hacían anotaciones de estas reuniones. Solo hay recuerdos de Plunguyán.

Las discusiones se construían usualmente en forma de intercambio de opiniones acerca de un nuevo libro o artículo de un especialista conocido. Para ser más exacto, nuestras discusiones eran una especie de conversaciones en el género de las table-talks de Pushkin. En relación con el estudio de las imágenes paleolíticas y neolíticas, discutíamos activamente el problema general de la evolución del arte visual (la pintura). Yo propuse este tema y Yura estuvo de acuerdo con mucho gusto.

El objeto principal de nuestras discusiones, que se prolongaban durante varias horas, era el problema de la evolución de la categoría de estilo y de sus componentes: el tema, la semántica, la composición de la imagen y sus herramientas. La evolución del estilo la examinábamos en forma de las etapas del desarrollo consecutivo de la imagen sincrética de una sociedad primitiva hasta el arte moderno, pasando por las fases principales: el realismo, el naturalismo, el simbolismo. El contenido principal y el estímulo de cada etapa era excluir de la imagen «excesivos componentes no informativos». En general, la evolución se determinaba por leyes inmanentes que nosotros no discutíamos en aquel entonces.

En el contexto de los problemas del chamanismo nos interesaban en particular las imágenes paleolíticas y neolíticas que reflejaban la mitología y los rituales de los chamanes. Yo trabajé con este problema en Yelábuga. Mi trabajo fue dirigido por Bíbikov y Ravdonikas. Ellos no solamente me proporcionaron la bibliografía correspondiente, sino que también me exigieron que escribiera acerca de todo lo leído y presentara unas conclusiones breves para su evaluación. En aquel momento yo había comenzado a copiar las pinturas rupestres de Carelia, Escandinavia y África del Norte. Le enseñé mi colección a Yura y él cordialmente aprobó mi iniciativa.

Para Knórosov las ideas del fundador de la neurogenética evolutiva nacional Serguei Nikoláievich Davidenkov (1880-1961) adquirieron un gran significado en la formación del concepto de los rituales del chamanismo. Knórosov lo conocía por la monografía Los problemas evolutivos y genéticos en la neuropatología. Este libro se publicó en una edición limitada en 1947, y fue prohibido inmediatamente después de la época de exámenes de la Academia de Ciencias Agrícolas de la Unión Soviética (vaskhnil), en el otoño de 1948. Knórosov literalmente no se separaba de este trabajo y constantemente discutía las ideas de Davidenkov. Le interesaba en particular el papel del «contingente especializado» en el colectivo primitivo como el portador del intelecto y el papel de la mitología y los rituales de los chamanes…

Los recuerdos sobre la vida de posguerra de Yuri Knórosov y sus correspondientes relatos pertenecen a personas diferentes. Cada uno le agregaba sus propias reflexones y conclusiones. Si juntamos todas estas versiones, descartando solo las notoriamente imposibles, obtenemos la historia del estudiante Yura Knórosov. Sin embargo, estos cuentos recuerdan a una especie de leyenda o, a su modo, la «vida de un santo».

En gran medida circulan en internet precisamente los cuentos episódicos inventados por Piatigorsky. Por ejemplo, según estos episodios de los «recuerdos» de Piatigorsky, Knórosov supuestamente declaraba: «¿Qué es la historia? Recuerden, gentlemans, la historia es la historia de la conciencia. Donde no hay conciencia, allí no puede haber ninguna historia. Es un invento de tontos». O: «Si quieres saber algo, entonces la lengua no debe ser un problema. Es suficiente tener un diccionario y una gramática». Más adelante, Piatigorsky le contaba con entusiasmo a Viacheslav Vsevolodovich Ivanov de su «amistad» con Knórosov y de cómo discutían los problemas científicos de Mojenho-Daro con él.

Además, según las palabras de Ivanov, él hablaba de su admiración por el escolar, entusiasmado porque

en Knórosov siempre se sentía la grandeza de la intuición; es decir, podía haber algo que no supiera, pero lo sabía como por encima del conocimiento. Él parecía conocer anticipadamente la respuesta. Otras personas necesitan estudiar durante mucho tiempo, como su lingüística. Él nunca estudió nada sistemáticamente y sabía mucho más que todos nosotros. Es decir, su nivel de penetración intuitiva era muy grande.

Y esta era la única declaración de Piatigorsky sobre Knórosov con la que es difícil no concordar.

En estas circunstancias, solo Plunguyán tiene el derecho de evaluar la veracidad o simplemente la honradez de los cuentos del novelista Piatigorsky. En cuanto a estos cuentos, tiene una actitud más que escéptica. Hay que añadir que los recuerdos de otros contemporáneos y participantes de los acontecimientos del periodo moscovita en la biografía de Knórosov testifican inequívocamente en favor de la posición de Aleksander Márkovich. Más tarde Plunguyán, con su característico sentido del humor, de una manera muy exacta se burla de las fantasías de Piatigorsky acerca de Knórosov:

El alumno de secundaria Piatigorsky en 1945 resulta estar en un grupo que había organizado el alcohólico desmovilizado, el teniente de artillería Knórosov «inolvidable y primer maestro de la vida, verdadero maestro, gran científico» (aunque la verdad es que en la siguiente página él llama a Toporov su «primer maestro real»). Knórosov «conducía conversaciones inolvidables» relativas a «problemas generales de la historia». Trataba continuamente a sus oyentes llamándolos gentlemans. El grupo estaba formado por el propio Piatigorsky, el futuro conocido escritor infantil Valentín Bérestov y un «armenio desconocido». Posteriormente Piatigorsky recordará el nombre, la dirección e incluso la nacionalidad del armenio desconocido: «En la casa, en la cocina de su compañero de facultad Sasha Plunguyán, en el metro Elektrozavodskaya. Ellos tenían un pequeño apartamento en Moscú. Era una familia muy judía… La familia soportaba una existencia soviética precaria; una tal semiintelectualidad. ¿Se acuerda de la cultura de las cocinas? [...] Se terminó cuando Knórosov dijo: «Gentlemans, ya no nos vamos a ver. Es el segundo mes que me vigilan. Y a nosotros también nos van a acusar de organizar un grupo. Ya han arrestado a tres jóvenes de la Facultad de Historia». (Les pido perdón a los lectores, pero en este lugar estoy obligado a hacer un breve comentario. El apartamento era de tres habitaciones; mi madre era una profesora mayor de la Academia de Derecho Militar; mi hermana era doctora en ciencias técnicas. La ascendencia de nuestra familia se manifiesta desde finales del siglo xiv e incluye una serie de científicos, teólogos y escritores conocidos: por ejemplo, mi tatarabuelo fue el primer traductor de Pushkin al yidis; se menciona en la enciclopedia de Brockhaus y Efron.)

Luego, Piatigorsky cuenta que, después de haber trabajado en Moscú, la carrera de Knórosov «de repente empezó a crecer en San Petersburgo, llegó a ser doctor, académico, la persona que descifró la escritura maya» (en realidad Knórosov nunca fue académico). La delicadeza innata que tenía Piatigorsky no permitió interesarse en las circunstancias de su muerte. De acuerdo con textos de Mitrojin, Filonenko, Revzin y otros, el mismo Piatigorsky falleció en su propia casa en Londres, en el cenit de su gloria, rodeado de numerosa familia. En Rusia se creó una sociedad y se estableció una medalla de honor en su nombre (Florensky, Losev, Averintsev y Toporov no tuvieron el privilegio de semejantes honores). En los obituarios lo llaman filósofo y maestro genial, «la voz del Señor».

Sea como fuere, las reuniones secretas en casa de Sasha Plunguyán siguieron constantemente, hasta que Knórosov se fue a vivir a Leningrado a finales de 1948. Antes de su partida, los compañeros decidieron dividir las esferas de sus futuras áreas científicas: a Sasha Plunguyán le tocó la de las artes visuales. En los años siguientes, cada carta suya comenzaba por la pregunta acerca de «qué cosa había hecho cada uno de ellos en cuanto a su parte». Pero las respuestas eran tristes: Valia Bérestov había abandonado la etnografía y se dedicaba a la poesía infantil y Sasha Plunguyán había comenzado a trabajar en la industria aeronáutica. Nadie se acordaba de Piatigorsky, ya que como lo definió después Knórosov, en cuanto al plan científico «ni siquiera tenía algo para robar». Sin embargo, los amigos se encontraron un par de veces ya estando en Leningrado y se intercambiaban cartas constantemente. Plunguyán recibió dos cartas de parte de Knórosov. La primera era una especie de análisis detallado de su informe sobre el trabajo realizado con respuestas a preguntas planteadas. Lamentablemente esta carta de muchas páginas no se conservó: Piatigorsky se la pidió a Plunguyán jurando que la regresaría al día siguiente. Después de esto, ya nunca más apareció. La segunda carta afortunadamente sí se conservó. Hay que añadir que hasta sus últimos días Knórosov tenía el hábito de escribir las cartas con copias. A veces enviaba las copias a varios destinatarios, conservando para sí mismo una de ellas. Muchas de estas copias ahora se encuentran en el archivo de Knórosov en Estados Unidos, que vendió su heredera después de la muerte de Yuri Valentínovich.[4]

Pero en aquel momento, después de haber terminado en la mgu, el «seminario de cocina» no había muerto para nada, sino que siguió funcionando. Más tarde, en Leningrado dicho seminario no solo se realizaba en forma de correspondencia, sino en el formato habitual pero ya con la participación de Lev Nikoláievich Gumilióv, hasta su arresto en 1949.

Tema: ¿los cultos chamánicos o el desciframiento de la escritura maya?

En la universidad, Yuri estaba apasionado por sus estudios; sin embargo, formalmente el objeto de éstos no eran los mayas. En esa época le interesaban sobre todo las prácticas chamánicas, con su nombre oficial: la «religión primitiva», lo cual había predeterminado la asignación de Tókarev como su asesor de tesis. Al mismo tiempo, se inscribió al seminario especial del profesor Tolstóv, llamado «El animismo y el chamanismo de los kazajos». En 1943, Tolstóv aceptó ser el decano de la Facultad, y ocupó el puesto después de Serguei Skazkin. Durante la guerra, y aún un tiempo después, en la universidad faltaban los manuales. Entonces, en calidad de estos, durante la guerra servían las copias de las conferencias escritas a mano. Tener los ejemplares escritos a máquina era todo un lujo. Las conferencias de Tolstóv, Tókarev y otros grandes científicos pasaban de una mano a otra. Algunos se acuerdan de que en aquel entonces muchos profesores dictaban sus conferencias para su propio placer. Por ejemplo, Maxim Grigorievich Levin tenía un brillante curso de antropología calculado para un semestre. Él lo dictó durante todo un año. Le gustaba tanto a él como a sus estudiantes.

Hay que señalar que en los « ruines noventa» (así se llaman ahora los años de esa década, fatales para Rusia), en la Facultad de Historia, de cierta forma esta práctica se vio obligada a revivir. Por acuerdo mutuo con el director de la cátedra del Viejo Mundo, Vasily Ivánovich Kuzischin, yo impartí a los estudiantes (incluso a aquellos que eran de otras universidades) el curso de epigrafía maya sin tener plaza de profesora de la Facultad de Historia y sin recibir ninguna remuneración. En cierto modo esto permitió conservar la escuela de Knórosov. En ese tiempo, al editar el manual Historia de la antigua Roma, Vasili Ivánovich incorporó una parte titulada «Tiempos antiguos del Nuevo Mundo».

Pero en los años de posguerra todo era mucho más complicado; los profesores trabajaban como podían. En el verano de 1946, Tókarev organizó una práctica estudiantil de etnografía en los alrededores de Moscú. La expedición se dirigió al pueblo de Velednikovo, donde Serguei Aleksándrovich rentaba su casa de campo. Estaba muy cerca de Pavlovskaya Sloboda, que se ubica en la región de Istra. Ahora esto se determina como kilómetro18 desde MKAD (el periférico de Moscú), por la autopista Novorizhski. Las primeras memorias oficiales acerca de Pavlovskaya Sloboda aparecen a principios del siglo xvi, pero ahora ha quedado muy poco de la antigüedad: las colonias residenciales «privadas» han terminado con todo. Después de la guerra, cuando en Velednikovo ni siquiera había electricidad, los estudiantes se pasaban todo el verano midiendo las viejas casas, e incluso los graneros y los objetos guardados en las casas… En pocas palabras, los estudiantes tenían verdaderas prácticas.

En septiembre de 1946, comenzaron las clases del cuarto curso, donde estaba Yuri. La derogación de tarjetas en Moscú fue el gran acontecimiento de aquel tiempo. Esto fue a finales del año, el 17 de diciembre. Ese día, desde muy temprano los estudiantes encontraron las mesas cubiertas con sábanas blancas en los largos pasillos altos del primer piso de la Universidad. Ahí estaban entregando dinero. Al principio, con el dinero se podía comprar solamente pan blanco y azúcar; pero esto significaba que la vida estaba mejorando poco a poco… Precisamente en esos días, a Yuri le ofrecieron una cama en la residencia estudiantil; sin embargo, a menudo pasaba las noches en otros sitios, en casas de diferentes compañeros, entre los cuales de preferencia estaba su amigo Genia Troinik. Incluso después, cuando Knórosov ya se había instalado en Leningrado y viajaba a Moscú, él se hospedaba a menudo en casa de Guenia, quien después de la universidad daba clases en una escuela e incluso se había vuelto su director.

Yuri Knórosov nunca daba la impresión de tener buena salud. Ni siquiera tenía 25 años pero se veía… medio encorvado, absolutamente «no combatiente», para nada deportivo. Su forma de caminar daba la sospecha de que tenía los pies bastantes planos; tosía un poco. Pero los ojos… Debajo de las cejas espesas, él tenía los ojos de un color azul profundo que siempre brillaban y embrujaban a sus interlocutores. Y, por supuesto, los ojos atraían a las damas.

A Yuri le encantaba estudiar los cultos chamánicos en la cátedra de etnografía, y al mismo tiempo trataba de entender la escritura maya. Tolstóv y Tókarev estaban muy contentos con este estudiante prometedor; cada uno soñaba con incorporarlo en el desarrollo de sus propios «proyectos», como se diría ahora. A Tolstóv, Knórosov le parecía aceptable en cualquier tipo de temas: fuera chamanismo o estudios americanistas, que era una nueva área apenas creada por él en el Instituto de Etnografía.

Pero Yuri, sobre todo después de haber leído el artículo de Thompson de la colección Smithsoniana, estaba obsesionado con la idea del desciframiento de la escritura maya. En la Facultad de Historia no enseñaban lingüística. Yuri había comenzado a estudiar estas materias por su propia cuenta. No era casualidad que Knórosov conociera el artículo del renombrado mayista alemán Paul Schellhas, titulado «¿El desciframiento de jeroglíficos mayas es un problema sin solución?».[5] El propio Knórosov lo menciona en la entrevista a Tiahoga Ruge en 1996, para la película documental, insistiendo en que no era nada casual y había sucedido todavía en Moscú.

Hay que tomar en cuenta que la Biblioteca Estatal Lenin (la principal biblioteca nacional), con sus enormes fondos, se encontraba en aquellos tiempos muy cerca de la Facultad de Historia, a cinco minutos de camino. La literatura necesaria estaba también en los fondos del Instituto de Etnografía, donde el asesor de Knórosov, Serguei Tókarev, encabezaba el área de estudios americanistas y podía solicitar cualquier publicación necesaria, como se acostumbraba hacer en la Academia de Ciencias. Además, el importante trabajo de Schellhas relativo a mitología y lectura de jeroglíficos con las denominaciones de los dioses mayas (Representation of Deities of the Maya Manuscript), publicado en Estados Unidos en 1904, se volvió a publicar repetidamente.

Pero ¿cómo había llegado la publicación hasta el estudiante? Lo más probable es que el mismo Tókarev se lo diera a Yuri. Precisamente a este tiempo se remonta la historia oficial relativa a la pregunta que posteriormente le hacían siempre a Knórosov: ¿Cómo se había animado a dedicarse al desciframiento maya? Yuri Valentínovich me explicó que todo se decidió prácticamente «en una apuesta».

De cualquier forma, en 1945 llegó a las manos de Knórosov el artículo recién publicado del investigador alemán Paul Schellhas, titulado «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». Según la versión del periodista Agranovski, que tras la famosa defensa publicó su ensayo «Los felices», donde se contaba del descubrimiento de Knórosov, fue Tókarev quien le dio el artículo a Yuri.

—¿Vio? ¿Leyó? –preguntó el profesor Tókarev, agitando la revista extranjera recién recibida.

—No, Serguei Aleksándrovich, no vi –contestó Knórosov.

—¡Mira qué es lo que está escrito aquí!

En la revista había un artículo de un gran lingüista alemán, Paul Schellhas, con un melancólico título: «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». El autor llegó a esta conclusión después de haber gastado 50 años de su vida resolviendo el antiguo enigma. Él escribía que en la escritura maya no había frases, tampoco había formas gramaticales. Sólo había nociones rituales. Todos los intentos de leerlas fueron inútiles... [6]

Luego, el autor narra de un modo pintoresco que Tókarev propuso a Knórosov estudiar a los mayas y Yuri se había quedado pensando e imaginando los años perdidos sin sentido. Y decidió: «¡Aquí está la verdadera obra con la que soñaba!» Y fue ahí cuando Tókarev le ofreció al estudiante: «¿No quiere estudiar eso, Yura? El asunto es sumamente complicado. Pero supongo que Schellhas no tiene razón, y habrá que contestarle y defender el prestigio de la ciencia».[7]

No cabe duda de que entre Tókarev y Knórosov tenía que haber sucedido algún tipo de conversación sobre el desciframiento de la escritura maya. En primer lugar, porque Yuri ya estudiaba a los mayas, y por eso mismo Tókarev le llevó a él, un simple estudiante, el artículo extranjero recién publicado. Es probable que Tókarev quisiera demostrar que este tema ya estaba definitivamente «cerrado». Además, responder a un famoso científico no le tocaba a un estudiante desconocido. Se suponía que, por el estatus, eso le correspondía a un científico realizado, un investigador del instituto académico. Es evidente que Knórosov, quien hacía tiempo ya se había sumergido en los estudios de la escritura maya, tomó las palabras de su asesor como un desafío o estímulo personal: contestaremos a Schellhas y descifraremos la escritura. Entonces, en aquel glorioso 1945, se hizo una especie de apuesta sobre el desciframiento de la escritura maya. Knórosov estaba convencido de que Tókarev no creía en él y que hacía todo solo por hacer rabiar a Tolstóv, a quien «detestaba».

En todo caso, el artículo alemán de alguna manera puso de relieve sus propios planes científicos. Incluso Yuri dejó durante un tiempo los estudios de prácticas chamánicas para responder al desafío de Schellhas: «¿Cómo que este problema no tiene solución? Lo que fue creado por una mente humana tiene que ser entendido por otra mente humana. ¡Desde este punto de vista, no existen problemas que no tengan solución y no pueden existir en ninguna de las áreas de la ciencia!». Esta postura, que mantuvo durante toda su vida, Knórosov la expresó también en 1996, en aquella entrevista para una película mexicana.

No hay duda de que Yuri revisó meticulosamente los catálogos de todas las bibliotecas de Moscú para encontrar la literatura necesaria. Probablemente este era el primer paso para responder al desafío de Schellhas.

Sea como sea, en agosto de 1948, cuando Tókarev escribe un perfil personal de Knórosov para su primer intento de entrar al doctorado él ya menciona un gran avance en el desciframiento de la escritura maya y la traducción de la Relación de las cosas de Yucatán, de fray Diego de Landa.

Los «compañeros» y los gentlemans no estaban para nada sorprendidos de la nueva afición de Knórosov. Existe una especie de personas especiales que pueden tener las ideas más increíbles, y la gente que las rodea muy rápidamente comienza a tomarlas sin ninguna sorpresa; las toman como si se tratara de algo común. La gente solo exclama de admiración por dentro –y espera otro milagro. Están seguros de que esto sucederá indudablemente. Y se sorprenden en el caso de que tal milagro no ocurra. Yuri Knórosov provocaba tal actitud. Sin embargo, hablar de los resultados todavía era temprano. «Nosotros no nos olvidamos de nada, sólo lo posponemos», amaba repetir.

Poema

Todos los testigos de esa época señalan que, inmediatamente después de la guerra, a la mgu llegó una cierta libertad ideológica y un estallido de la creatividad casi incontrolable. Los estudiantes publicaban periódicos murales, revistas escritas a mano, escribían artículos sobre temas actuales o de interés para todos. Los excombatientes de guerra que habían traído la victoria se sentían con el derecho de expresar su opinión en cuanto a los problemas existentes. En cambio, los administradores, que habían quedado en retaguardia, así como los funcionarios del Partido Comunista, no se atrevían ponerlos a su lugar. Al parecer este entusiasmo espiritual «de abajo» en la mgu, que siempre ha sido una ufana vanguardia avanzada de la ideología, reflejaba el espíritu común en el país. Según los recuerdos de Mira Gueffen, los estudiantes comenzaron a publicar una revista escrita a mano en la que participaban poetas y prosistas; incluso agregaron ensayos etnográficos utilizando los materiales de sus propias expediciones.

Por lo visto, tras el ascenso espiritual común en el país, Yura comienza a escribir un poema junto con sus hermanos. Precisamente así es como se ha conservado, con su nombre original: «poema». Al parecer lo escribían reuniéndose en la misma casa del muelle Smolenskaya. La victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria inspiró a los hermanos Knórosov para escribir este poema. Ahora es bastante difícil imaginar de qué manera trabajaban los hermanos con el texto, pero a Yuri le tocaba la parte histórica. Y no solamente la parte histórica, sino también la poética: su hermano Borís apreciaba mucho el talento poético de su hermano menor, al que delegaban un texto consolidado y sus propias ideas. Afortunadamente, no solo se ha conservado el texto del poema, sino incluso las variantes y las correcciones que recopilaron los sobrinos de los Knórosov: Alexandr, Tatiana y Natalia.

El poema comenzaba por el índice, en el cual se puede sentir el aliento de aquellos tiempos lejanos:

Índice:

Parte I

1. Rusia (Patria)

2. Socialismo

3. Europa (Mólotov)

Parte II

4. Enfrentamientos armados (hasta Moscú)

5. Moscú

6. Stalingrado

Parte III

7. Kursk

8. El año 1944

9. Berlín

IV Epílogo

Seguey Karpenko, un gran especialista en la historia de Rusia de tiempos contemporáneos, y Alexey Kilichenkov, el mayor especialista en la historia militar de Rusia del siglo xx, en un mensaje personal, hicieron un comentario muy interesante acerca de la periodización de la guerra propuesta por los hermanos Knórosov:

Es curioso que la periodización de la Gran Guerra Patria propuesta por ellos entrara en conflicto con la periodización oficial estalinista que activamente se inculcaba en los primeros años de posguerra. A diferencia de ella, los Knórosov destacaron los combates fronterizos del verano-otoño de 1941, cuando el Ejército Rojo fue derrotado y hubo grandes pérdidas, como un periodo independiente, y separaron la batalla de Stalingrado y la batalla de Kursk como sucesos сruciales de los cambios fundamentales que hubo durante la guerra. Es decir, ellos se aproximaron mucho más a la periodización moderna que los historiadores y los ideólogos de la última década estalinista. Es probable que ya en aquel entonces tanto los ex combatientes como las personas instruidas que habían pasado la guerra en la retaguardia entendieran de una forma más o menos clara la importancia de los sucesos decisivos tanto de la Gran Guerra Patria como de toda la Segunda Guerra Mundial: las batallas de Stalingrado, Moscú y Kursk.

poema comenzaba con la declaración de amor a la patria:

El silencio abraza los campos,

La niebla en los claros del bosque se levanta

En las tierras bajas del río mediante un velo

La niebla de la mañana se vuelve blanca.

Las hojas de abedules y álamos

Murmuran sin sonido con el amanecer

Como si compartieran un secreto

Sobre los sueños y los misterios de la oscuridad.

Los ríos en forma de una amplia raya

Están cerrados en un semicírculo como si fuera un marco,

Brilla con rocío de plata

El prado no guadañado y floreciente.

Sobre los campos las lejanías se aclaran.

El aire azul está fresco.

Tras las colinas lejanas

Se ha encendido el alba como un plumazo.

Los colores dorados se vuelven más brillantes,

El rayo resplandece: llega el amanecer…

Era junio… era un sábado…

De año pacífico cuarenta y uno…

Sale el sol dorado,

El aire se vuelve más frío y fresco,

La celeste mañana se calienta

Con el esplendor de los rayos del sol.

….

Mira al mundo desde las alturas de un vuelo

¡Que calurosamente estalle una y otra vez

En el corazón ardiente del patriota

El amor puro a la Patria!

Miramos con orgullo comprensible

Las lejanías de nuestras fronteras,

Estando orgullosos de nuestra Poderosa Patria

La cual es inmensa por derecho.

Todo el texto es un himno de alabanza a Rusia. Es increíble pero, aun con todo este patriotismo exagerado, los hermanos Knórosov ni una sola vez llamaron a su patria Unión Soviética. La historia de Rusia es la gloria militar y la laboriosidad del pueblo. Así es como se construye la narración, mediante los principales hitos del buen pasado y el presente de la patria. Recuerdo que una vez me impactó cómo Yuri Valentínovich, cuando apenas nos estábamos conociendo, contaba acerca del combate de defensa de Moscú y admiraba a Zhukov. Pero no me sorprendió el hecho de que le «interesara» este tema, que estaba muy lejos de los indígenas mayas, sino con qué abierto orgullo mi maestro contaba los acontecimientos de principios de 1942, mencionando detalles diminutos. Y sólo muchos años después, al ver las líneas del poema dedicadas a Moscú, entendí su sincero sentimiento de éxtasis.

¡Amada capital, puedes estar orgullosa!

Por primera vez en una batalla mundial

¡La primera página de la victoria

Ha sido inscrita por ti!

Bandera, noticias y reflejos

De tu victoria guían al combate.

La gente simple de todo el planeta

Te llaman la esperanza,

El bastión de la verdad y la defensa.

Truena el rumor popular,

El amor y el orgullo, la gloria

Están fusionados en dos palabras:

¡Stalin y Moscú!

Estas líneas del pasado, que fueron escritas en aquellos tiempos lejanos no por poetas, no para ser publicadas y ni siquiera para público alguno, probablemente ahora a alguien le parezcan bastante ingenuas. Los numerosos y flamantes «demócratas liberales», así como los «disidentes», de acuerdo con los giros de la veleta política, se convencerán a sí mismos de que eso no podría haber pasado. Pero estas líneas las escribieron personas muy inteligentes que pasaron honestamente por la guerra y que amaban a Rusia como la amaron muchas generaciones de Makárov y Knórosov. Nadie puede acusar a los Knórosov de hipócritas o de mimetismo político. Ellos siempre sirvieron a Rusia y al pueblo ruso.

En ebullición de los grandes días

Hubo muchas desgracias,

Cada paso era indudablemente difícil.

¡Pero cada paso era un paso hacia adelante!

En ese entonces el menor de los hermanos, Yuri Knórosov, tenía 25 años. Llaman la atención sus líneas, que expresan algo como un «programa de vida»:

El héroe no vence solo

Los soldados son fuertes por su unión,

El barco vaga sin el compás

Por voluntad del viento y la ola.

Sin conocimientos científicos

La expedición de los valientes

está condenada a la muerte.

Los esclavos no podrán superar a los señores

Mediante los elementos de levantamientos violentos.

Knórosov reflexionó sobre esta idea acerca de la prioridad del conocimiento teórico sistémico ante la práctica desgastante de lanzamientos caóticos durante toda su vida, incluso en el marco de su «teoría del colectivo». No es casual que tuviera una selección de ejemplos de las obras literarias, los cuales servían para demostrar lo siguiente: siempre gana el intelecto y no la fuerza o la habilidad; siempre gana el conocimiento tranquilo y no las acciones histéricas sin objetivo concreto.

Sin embargo, el «deshielo» de la posguerra no duró mucho. A finales de 1948, todas las tuercas ideológicas que estaban aflojadas fueron cuidadosamente atornilladas. Los excombatientes de la guerra estaban bajo control, los culpables y la gente bajo sospecha de librepensamiento fueron castigados. Todo regresó a su lugar. Pero el poema ha quedado como el testimonio de aquel ascenso del patriotismo y el orgullo por el país que siempre fueron inherentes a Knórosov.

Por cierto, el poema refuta completamente las conjeturas liberales y disidentes características de Piatigorsky, quien inventaba mentiras sobre una orientación casi antisoviética en los intereses científicos de Knórosov. Semejantes cuentos se venden mejor en el Occidente, adonde como una rata de barco se dirigió vivamente Piatigorsky. Knórosov nunca tuvo el menor interés en migrar allá, despreciando francamente a todos estos «migrantes por salchichón».[8]

Los Knórosov servían a Rusia tanto en las buenas como en las malas. En 1990, Yuri Valentínovich recortó de algún periódico una imagen (desde luego tenía varias de este tipo) y me la enseñó: en el centro aparecía un oso grande, al cual de todas partes se habían prendido pequeñas bestias con grandes dientes que lo estaban destrozando. Knórosov le dio a cada una de estas bestias asquerosas el nombre de un político de aquel tiempo, comenzando con Gorbachov. Pero en ese entonces, en los primeros años de posguerra, faltaba mucho para llegar a eso…


La expedición de Corasmia. Dhikr en Mazar de Shamun-Nabi

Después de terminar en 1946 el aciago tercer curso universitario, que ya se había alargado, y después del cuarto curso, bastante exitoso, en el verano de 1947 Yuri se fue a hacer prácticas a Asia Central. Ya no se trataba de las prácticas domésticas en los alrededores de Moscú; era una práctica verdadera: la expedición de Corasmia que había organizado Tolstóv todavía antes de la guerra.[9] Inmediatamente después de la guerra, la expedición se reanudó. Le expidieron a Yuri una verdadera identificación, donde por alguna razón la fecha de entrega era posterior a la fecha del comienzo de la expedición. Al parecer, en lugar del rector, la firma se la puso la misma señora E. Manuilskaya que hacía tiempo le había negado el ingreso a la universidad.

Documento de expedición

Ha sido entregada al estudiante de la Universidad Estatal M.V. Lomonósov de Moscú a Knórosov Yuri Valentínovich. El documento testifica que él es enviado a la región de Corasmia para las prácticas laborales desde el 1 de julio hasta el 1 de septiembre de 1946.

Pasaporte XIV-РТ 732982

El rector de mgu - firma ilegible -(profesor I.S. Galkin)

Fecha: 20/VII/1946, Moscú, 9, Calle Mojovaya, 11.

Telefoto К 3-57-65

Ahora ya es bastante complicado reconstruir con detalles los acontecimientos de estas expediciones. Se han conservado los documentos de 1946; inclusive la carta del presidente del consejo regional de Kungrad en idioma karakalpako con la indicación de proporcionar a la expedición etnográfica al guía-intérprete con apellido Berdibaev. La fecha de entrega del documento corresponde a 23.09.1946, lo cual rebasa la fecha de identificación de trabajo de Knórosov.

Por primera vez, a Yuri le tocó formar parte del destacamento dirigido por la etnógrafa de Leningrado Claudia Ivánovna Zadýchnaya, una típica custodia del museo. Una vez Yuri la asustó mucho. Los tiempos eran difíciles, todos acababan de sobrevivir la guerra; por lo tanto, el sentimiento de miedo era muy fuerte y no dejaba incluso a los jóvenes estudiantes. Yuri se comportaba como si se hubiera «caído de la Luna»: no hacía caso a nadie, se dedicaba a hacer lo que le interesaba. Y peor era que le parecían interesantes muchas cosas. En pocas palabras, Zadýchnaya lo trataba con mucho cuidado, esperando cualquier truco del impredecible practicante.

El sistema de la expedición de Corasmia era así: primero todos los estudiantes iban a las excavaciones con Tolstóv; luego, después de las excavaciones se realizaba un trabajo independiente en tres grupos etnográficos. En esta expedición, Yura Knórosov y Mira Gueffen quedaron en el mismo grupo, donde había ocho personas más. Los estudiantes se dirigieron a Uzbekistán en tren, en el vagón coche-cama más barato. Había costado mucho trabajo conseguir los boletos; además, había más pasajeros que lugares, incluso tomando en cuenta los estantes superiores destinados para el equipaje. Dormían por turnos. Algunos estaban acostados; otros estaban parados, esperando su turno. Después de que Yuri cediera modestamente su lugar a alguien, le propuso a Mira… ir a beber cerveza. La chica estaba apenada: ella nunca en su vida había tomado cerveza, ni siquiera la había probado, y respondió: «No creo, me da un poco de miedo…» Knórosov, con mucha autoridad, dijo: «No se preocupe. Yo le enseñaré…»

Así es como había comenzado la expedición. Knórosov, burlándose, llamaba las excavaciones «obras de suelo». Los participantes han conservado unos brillantes recuerdos acerca de la etapa arqueológica y acerca del cortejo de Yuri a Galina Látysheva (futura especialista en historia de Moscú). Galina era amiga de Mira y era como siete años mayor que ella. Es decir, ella era coetánea de Yuri y él la «cortejaba». Según la opinión de la mayoría, lo hacía «de una forma puramente platónica». Yuri acompañaba a las chicas a todas partes. Mira recuerda que las acompañaba «incluso cuando necesitábamos ir al baño. Se nos dificultaba mucho explicárselo. Era más fácil llevarlo con nosotras…» Yuri no era una persona conflictiva, pero Galina le contaba a Mira que ellos a veces podían terminar discutiendo…


Los paseos entre las excavaciones con «el silencioso andar de tigre», al cual se necesitaba acostumbrarse, eran inolvidables. Mira Gueffen los recordaba de una forma pintoresca: «Una vez por la noche vi cómo salió del saco de dormir y acechaba con su paso de tigre al horizonte masculino…» Knórosov realmente tenía una extraña forma de caminar. Mucho después mi esposo, Guillermo Ovando, que logró organizar por primera vez el viaje de Knórosov a Guatemala, lo llamó Pantera Rosa por su forma de caminar. El nombre se lo había dado por analogía con el conocido personaje de las caricaturas. Realmente este andar «de felino» se manifestaba particularmente en Knórosov cuando estaba «en libertad», en algún lugar, en un viaje, cuando se sentía libre y feliz.

En la expedición de Corasmia, Yuri estaba verdaderamente feliz: no solamente se encontraba en Asia Central, sino en su profundo interior; había mazares donde se llevaban a cabo los verdaderos dhikr… Corasmia era un lugar increíble. Allí se entrelazaban las culturas más antiguas; no solo la preislámica, sino también la prezoroástrica. Y todo esto lo podía ver con sus propios ojos. Él se lo contaba a sus «compañeros», quienes escuchaban todo esto con la boca abierta. Como lo recordaba Mira Gueffen, los estudiantes normales eran «más ignorantes que una bota militar», sabían muy pocas cosas fuera de aquel curso que les impartían en la universidad. Yura era una persona completamente independiente en todo. En aquel entonces, en Corasmia Yuri tenía un amigo y fiel ayudante: su compañero de curso Misha Metelkov. Él era mucho mayor que los demás, incluso era mayor que Yura; ya casi tenía 40 años. Por lo tanto, las jovencitas estudiantes lo miraban como un «verdadero anciano». El propio Misha Metelkov estaba muy interesado en tener tal preceptor como Yuri, ya que el tema de su tesis estaba relacionado con los ritos funerarios. Siguiendo la manera de Yuri, sus compañeros de curso le habían propuesto un tema de investigación a Metelkov: «El papel del cementerio en la vida del difunto». Pero Mijaíl ya había vivido su vida y no se enojaba por eso. Es extraño, pero el propio Knórosov y otros inevitablemente mencionaban que Metelkov había vivido poco. Probablemente esto se deba a las heridas recibidas durante la guerra, aunque en esos tiempos no acostumbraba quejarse de ello. La muerte de Metelkov conmovió mucho a todos sus compañeros de curso, quienes se acordaron de Mijaíl durante toda su vida… Knórosov ¡hasta me lo contaba a mí medio siglo después!


Mijaíl Metelkov era un maravilloso fotógrafo e iba tras Yuri literalmente a todas partes fotografiando con placer todo aquello que Yuri observaba durante estas salidas conjuntas. ¡Esto era una verdadera vida! Y le quedaba tan poquito para poder disfrutarla… Pero en aquel momento Metelkov se sentía como una persona subordinada al genio y lo gozaba sinceramente.

No se puede decir que la jefa de la expedición compartiera estos sentimientos. La pobre custodia del museo tenía su propio plan bien ordenado de trabajos etnográficos, oficialmente aprobado: registrar las aldeas y los koljoses (granjas colectivas) enumerados en la lista, describir la vida de los habitantes locales según un esquema determinado.


A Knórosov no le interesaba mucho esta parte obligatoria para dos grupos de la expedición etnográfica. Sin embargo, era bastante curioso e incluso romántico: el grupo de cinco practicantes dirigidos por Tatiana Aleksandrovna Zhdankova rodaba en camión por el delta del río Amu Daria. Los sitios eran muy bellos: se parecían a las selvas tropicales en los valles de los ríos, los bosques de ribera con lianas que entrelazan los árboles: los álamos, los sauces, los tamariscos, los agracejos, los espinos amarillos. Las arboledas alternaban con los prados, con los cañaverales, con las dunas cubiertas con espinas… La población local contaba que aquí, mucho antes de 1930, todavía vivían tigres. En una de las ciudades (antes de que se lo llevara el río Amu Daria) existía un pequeño museo etnográfico en el que incluso se exponía un verdadero tigre de rayas disecado de la región de Amu Daria. Tradicionalmente el tigre del museo, tan viejo que hasta estaba medio calvo, no tenía otros admiradores más que los niños. Una vez, de pronto el personal se dio cuenta de que una gran cantidad de mujeres, que llegaban una por una, comenzaba a visitar. Principalmente eran jóvenes analfabetas de la etnia karakalpak. La cantidad de estas crecía cada vez más, hasta convertirse en multitudes interminables de karakalpak, kazajas, uzbekas y turcomanas. ¡Las mujeres jóvenes iban al museo! O, para ser exactos, se limitaban al vestíbulo, donde se encontraba el tigre con su pelaje gastado. Ellas se acercaban a la figura del tigre… se ponían a cuatro patas, pasaban gateando debajo de la barriga del carnívoro rayado y… se iban del museo sin siquiera entrar a las salas de la exposición principal. El misterio se reveló fácilmente. Resulta que en el pueblo de los karakalpak existían una creencia: si una mujer estéril pasaba debajo de la barriga del tigre, entonces podía quedar embarazada. Como desde hace mucho tiempo no hay tigres en toda la zona porque ya todos están exterminados, a alguien se le pasó por la cabeza la idea genial y bastante simple: arrastrarse debajo de la barriga del tigre disecado. Pues qué se puede decir de las karakalpak analfabetas a mediados del siglo pasado, si las señoras moscovitas del siglo xxi se alineaban en una larga fila para ver la reliquia expuesta –el cinturón de la Virgen– con el mismo objetivo reproductivo… En pocas palabras, en todas partes del mundo los etnógrafos tienen mucho espacio para la investigación.

Sea como sea, los cuentos acerca de los tigres habían despertado la imaginación y asustaban a los practicantes. Era particularmente agradable tener miedo estando sentado por la noche al lado del fuego encendido y escuchando historias interesantes bajo el negro cielo estrellado. Desde luego, el principal narrador era Yura-Sinuhé. Para agradecerle de alguna manera por los maravillosos cuentos, Mira le preparaba su golosina favorita. Se trataba del verdadero batido de huevos. Los huevos se adquirían en algún poblado y Mira los batía con un poco de miel y los ofrecía a Yuri. Luego él comenzaba a narrar…

De hecho, solo Mira lo escuchaba «con la boca abierta», pues Lada Tolstóva, su amiga de infancia e hija de Serguei Pávlovich, se dormía rápidamente acomodándose al lado del fuego, que trataba de iluminar la oscuridad infinita del desierto nocturno. La jefa Tatiana Aleksandrovna usualmente demostraba su descontento con un gesto en los hombros y decía que Yura se dedicaba a hacer cosas que según su punto de vista eran ajenas a la expedición. Los demás no entendían nada y solo demostraban su asombro. Más tarde, a Knórosov también a menudo lo consideraban «loquito». ¡Cómo no! Contaba cosas incomprensibles donde hay matemática, métodos de probabilidad, estadística (¿qué es eso?), filología que no tiene nada que ver con la etnografía…

El chofer de la expedición tenía sus propias ocupaciones: él se dedicaba a la caza. En los alrededores había muchos verracos que los habitantes locales, siendo musulmanes, no podían tocar con sus manos, y por eso incluso a veces pedían a los rusos que cazaran a los verracos que dañaban los campos sembrados.

Yura Knórosov contaba acerca de todo lo que le interesaba: acerca de zoroastrismo, acerca de Shamun-Nabi y acerca de los dhikr; e incluso por primera vez mostraba sus ideas «americanas». Según los recuerdos de Mira Gueffen, estando al lado del fuego ella escuchaba las primeras versiones de aquellas ideas que posteriormente Knórosov presentaría en forma de publicaciones científicas.

En pocas palabras, en aquella expedición de Corasmia a la jefa todo le parecía sencillo y entendible excepto una sola cosa: el estudiante Knórosov con sus búsquedas de los misteriosos dhikr (que, por cierto, estaban prohibidos); pues Yuri no iniciaba a los jefes en sus propias investigaciones: él únicamente compartía sus impresiones con sus amigos cercanos.

Así que el dhikr… Yuri, acompañado por el fiel Mijaíl Metelkov, comenzó a buscar personas que lo pudieran conducir al lugar donde se llevaba a cabo este antiguo, misterioso ritual que estaba desapareciendo de la realidad de la vida soviética. Él estaba firmemente seguro de que observar y describir ese ritual increíble era más importante que estudiar la cultura material tradicional de los uzbekos en la cercana granja colectiva. El guía de los estudiantes resultó ser un señor desmovilizado con una camisa quemada que era un verdadero chamán. Estaba claro que no tendían a introducir a la gente ajena a los dhikr. Mucho menos si se trataba del dhikr femenino. Inclusive se inventaban pruebas, sobre las cuales Yuri contó luego a sus amigos.

El chamán le preguntó:

—¿Por qué viniste? ¿Acaso estás enfermo?

En respuesta, sin pensarlo:

—Estoy enfermo…

—¿Qué te duele?

—Me duele la cabeza…

Finalmente va la pregunta:

—¿Entonces quieres que te cure? Está bien, lo haré.

El hombre se quitó el cinturón militar, lo enrolló alrededor de la cabeza del estudiante y lo apretó ligeramente.

—¿Todavía duele?

—Duele…

Lo apretó más fuerte:

—¿Ahora duele?

En pocas palabras, él apretaba el cinturón hasta que Yuri no aguantó y dijo:

—Ya no me duele.


En aquel entonces Knórosov había pensado que simplemente no le querían dar acceso al dhikr. Pero lo más seguro es que era una especie de prueba, ya que después de todo Yuri logró ir al dhikr y vio muchas cosas…

Pero tampoco está excluido el hecho de que a los karakalpak les había agradado más el adulto Misha Metelkov, pues tenía un revólver, e inmediatamente después de la guerra nadie preguntaba acerca de los permisos para llevar armas. Metelkov disparaba con este revólver a los conejos. Para gran asombro de Yuri, los mismos jeques señalaban en el cementerio: «¡Dispara, ahí está el conejo!» Y Metelkov disparaba. Los conejos se volvían el almuerzo de los jeques.

En la cima de la colina roja y amarilla se alzaba el semidestruido pero todavía majestuoso mausoleo. El edificio parecía ser la continuación de la colina natural. En este cementerio había muchos mausoleos medievales, pero recibió su nombre por la princesa mongola Mazlum-han; por eso, este mausoleo semisubterráneo continuó siendo en el siglo xx el principal santuario para realizar los dhikr.

La hermosa Mazlum-han era la hija del gobernante local. Muchos hombres querían casarse con ella, pero para su desgracia ella se enamoró de un simple albañil. Cuando la muchacha había rechazado a los pretendientes nobles que le pedían su mano, su padre se enojó y anunció que su hija se casaría con aquel quien durante una sola noche pudiera construir un minarete con altura hasta el mismísimo cielo. Ni dudas hay de que el albañil enamorado había logrado cumplir la tarea y por la mañana fue al palacio por su novia prometida. Pero el gobernante como solía ser, engañó al pobre constructor. Entonces él se tiró para abajo desde el minarete que él mismo había construido. Como debía suceder según el guión de la pieza, la princesa Mazlum-han fue tras él. Se cree que los enterraron juntos e instalaron este mausoleo encima de la tumba construida con los ladrillos del minarete, que fue destruido por orden del gobernante.


Knórosov y Metelkov sintieron un escalofrío, pero entraron al edificio con cúpulas derrumbadas. El acabado interno del mausoleo sorprendía: las paredes estaban cubiertas de azulejos de glaseado azul con estampado en forma de moño. Hace siete siglos, la bella Mazlum-han había escrito: «La vida es bella. Es una lástima que sea tan corta».

Después de mediodía, los habitantes de los pueblos vecinos poco a poco comenzaron a reunirse en pequeños grupos y a acercarse al mazar Shamun- Nabi, al largo mausoleo bajo con siete cúpulas y una alta portada. La gente cree que aquí fue enterrado un santo que se llamaba Shamun-Nabi. En cualquier caso, dentro realmente se encontraba una tumba de aproximadamente 25 metros de largo. Se conoce que la construcción del edificio había comenzado a finales del siglo xviii.

Según las leyendas locales, Shamun-Nabi era el predicador en Corasmia cuando los habitantes de estos lugares ni siquiera habían escuchado acerca del islam. Mucho antes de la aparición de Shamun-Nabi, los misioneros Yajiya y Zakariya fueron encarcelados por sus sermones. Luego el futuro santo primero había comenzado a trabajar de barrendero, y su estatus aumentó hasta el de tesorero estatal. Al obtener un importante puesto de trabajo, consiguió la liberación de Yajiya y Zakariya. Él le dio una explicación a su petición: ambos profetas podían servirle al gobernante Geura. Aquel, para comprobar sus poderes divinos, había ordenado que los predicadores encarcelados le devolvieran la vista a su hija ciega y de paso revivieran a unos difuntos. Yajiya y Zakariya pasaron con dignidad las pruebas: se le regresó la visión a su hija; los difuntos resucitaron; así que los predicadores recibieron la libertad merecida. Y Shamun-Nabi comenzó a ser venerado como a un santo, cuyo mausoleo se convirtió en un lugar de adoración.


Después de tocar con su frente el umbral del mazar, como lo exige la tradición, la gente se dirigía a la casa a ver al jeque. Las mujeres le llevaban las tortillas, uvas, melones y melocotones. Después de haber entregado los regalos, se sentaban a lo largo de las paredes en un amplio y bajo sofá.

Tanto a los estudiantes como a los demás se les ofreció el té ya preparado. Sin embargo, no hubo tiempo para entablar una conversación. Casi inmediatamente entró a la casa el chamán o, como lo llamaban aquí, «porján». Después de colgar la pandereta en la pared, él se llevó a tres mujeres. Todos se dirigieron hacia una de las colinas. En la cintura de una de las mujeres enrollaron un cinturón blanco, ella se acostó en la tierra y luego el porján la empujó por la ladera. La mujer rodó, ganando velocidad, hacia abajo, donde la sujetó otro chamán. Ella se levantó tambaleándose un poco. Las demás personas se reían y comentaban algo en voz alta. Después de haber observado la bajada desde la colina, Yuri y Mijaíl regresaron a la casa del jeque. Para este momento ya había más gente: aparecieron los enfermos, incluso personas con fiebre. Las oraciones al lado del mausoleo Shamun-Nabi continuaban. Todos esperaban la tarde.

Con la puesta del sol, el comportamiento del porján se cambió abruptamente. De repente se volvió muy activo: continuamente hacía muecas, bromeaba, tonteaba, hacía varias cosas: o cubría a las mujeres con su abrigo de piel de oveja o se lo ponía al revés. Aplaudía rítmicamente y hacía un peculiar sonido; cuando inhalaba se le podía percibir una sibilancia peculiar, «¡jjjo!»; cuando exhalaba salía un fuerte siseo «¡kshshsh!».

Luego el porján entró a la casa del jeque, se acercó a una mujer anciana llamada Mariyana que estaba sentada en el sofá y continuó aplaudiendo y chisporroteando. Agarró sus manos y comenzó a moverlas de un lado al otro hacia arriba: como si estuviera realizando algunos ejercicios. Sin embargo, no había pasado ni un minuto cuando la mujer, con un gemido, se cayó al piso. El porján la sentó, tomándola por los hombros, y de repente ante su cara reprodujo un sonido parecido al pitido del látigo. La mujer inesperadamente reaccionó y ya tenía una apariencia completamente normal.


Ya había oscurecido por completo. El porján tomó su pandereta y comenzó a probar el sonido. Descontento, sacudió la cabeza y secó la pandereta al lado del fuego. Asegurándose de la sonoridad del instrumento chamánico, lo escondió bajo su bata (khalat) y salió de la casa. Las demás personas también entraron en la oscuridad negra de la noche sureña. La larga procesión cabía con dificultad en los senderos del cementerio. La encabezaba el jeque con una linterna. Todos se dirigían hacia el mazar Mazlum-han, donde debía comenzar el dhikr. Con la puesta del sol comenzó a hacer bastante frío y lloviznó un poco.

Por la noche, el sótano grande se veía de una forma completamente distinta. Solo una linterna colgada sobre la pared luchaba contra la oscuridad espesa; iluminaba la parte central y alrededor se movían las sombras, y debido a todo esto el sótano parecía ser infinito. Era como si los reunidos estuvieran en otra dimensión. El espacio oscuro comenzó a llenarse poco a poco de la gente que llegaba. La mayoría eran mujeres que llevaban muchos niños de todas las edades, incluso a recién nacidos. Cupieron más de cien personas, quienes se acomodaban a lo largo de las paredes en un círculo desnivelado.

Cada uno de los que aparecían en el sótano primero se arrodillaba y luego se sentaba sobre sus talones. Cinco porjanes se acomodaron en medio y formaron un pequeño círculo interno. El mayor de ellos, cuyo nombre era Karím, de aproximadamente unos 50 años, leyó una corta oración.

—¡Omin! –exhaló toda la gente presente junto con él e hizo un gesto peculiar.

Uno de los porjanes comenzó a golpear lentamente la pandereta y prolongó la oración. Las únicas palabras que los estudiantes lograban diferenciar en este sótano eran los nombres Mazlum-han, Shamun-Nabi y otros que los estudiantes extraños no conocían. A menudo se repetía el conjuro:

—¡Algam bashi bismilla!

Mientras tanto, el ritmo de los golpes de pandereta y el ritmo de la canción poco a poco se volvían más rápidos. El porján Karím se levantó y comenzó a caminar lentamente de un lado al otro. Cuando lo hacía, balbuceaba cada vez más fuertemente unos breves sonidos abruptos, parecidos a un ronquido o un gruñido: la exhalación abrupta –kshshsh– se cambiaba por la inhalación ronca.

Comenzó a moverse por todo el círculo inclinando su cuerpo a diferentes lados. Periódicamente agitaba las manos como si quisiera arremangarse.

Otros dos porjanes que estaban parados cerca se tomaron por los hombros y comenzaron a inclinarse rápidamente hacia delante. En cada inclinación escupían un ronquido salvaje:

—¡Jjjo!

Todo esto se realizaba bastante cerca de los espectadores: estos sonidos raros los envolvían, los ponían nerviosos y los embrujaban.


Así pasaron 10 minutos. Finalmente, la persona que fijaba el ritmo dejó la pandereta y se unió a las figuras que estaban retorciendo en éxtasis. Él ponía la palma de la mano en la boca. Por ello su ronquido se volvía todavía más horrible. Entretanto, el porján principal, descalzo, todo de blanco y con un pañuelo blanco puesto en la cabeza, comenzó a correr a lo largo de la gente sentada; miraba fijamente sus caras, como si estuviera buscando algo. Su cara estaba distorsionada por la tensión. Por su piel fluía mucho sudor. Se movía inclinándose fuertemente hacia delante, agitando las manos, y todo esto lo acompañaba con los ronquidos y gruñidos. A veces se quitaba el pañuelo de la cabeza y comenzaba a agitarlo.

Mientras tanto, el otro porján eligió a una muchacha joven en la que se había fijado mientras estaba en la casa del jeque. Nuevamente comenzó a levantar y a bajar las manos de ella, luego puso sus propias palmas en los hombros de la niña y comenzó a balancearla al ritmo de su escalofriante ronquido. Ella comenzó a repetir los movimientos del chamán, como si estuviera embrujada. El porján la puso de pie, se la llevó al centro del círculo y comenzó a girar en el mismo lugar sosteniendo su cuello. Cerca de ellos, el otro porján y un anciano que estaba en estado de éxtasis se pararon uno enfrente del otro y comenzaron a inclinarse hacia delante frecuente y rápidamente, repitiendo el ronco «¡jjjo!» que cada vez se parecía más a un rugido.

Pronto, tanto el anciano como la mujer se quedaron sin fuerzas, cayeron al piso con un fuerte gemido de sufrimiento y felicidad… La chica fue regresada a su lugar. El porján envolvió la cabeza de la joven con sus manos, se inclinó muy cerca dos o tres veces, sopló a su cara completamente inexpresiva un semigruñido-semipitido que parecía un golpe de látigo. Ella de inmediato recuperó la razón.

En aquel momento, el porján mayor se quitó la camisa y comenzó a agitar un hacha que apareció de la nada.

—¡Alla-gu! –gritó él, y con toda su fuerza se golpeó el pecho con el hacha. Parecía que por el golpe hasta las paredes del sótano habían zumbado. ¡Lo volvió a hacer unas 20 veces! Pero esto le parecía poco, y giró el hacha y puso su corte filoso a la mitad de su estómago. Apareció el segundo porján con una enorme almádena en las manos. Lo agitó con todas sus fuerzas y golpeó con ella el hacha puesta contra su estómago. ¡Diez veces mínimo! Sin embargo, se observaba claramente que en su cuerpo no aparecieron las esperadas heridas, ni siquiera moretones comunes. Parecía que su piel ni siquiera se puso roja.

Luego, al círculo llevaron a una chica de 12 años. De repente el porján kazajo se acercó a ella, la agarró, la levantó y con fuerza la tiró al piso de piedra. Él de por si se había comportado de una manera muy brutal: gruñía fieramente, se acercaba a una que otra mujer, las golpeaba con el látigo, las sacaba del círculo sujetándolas por el cuello y tirándolas al piso. ¡Ellas ni siquiera se oponían! Esto ya era demasiado, y el porján principal por lo visto había decidido poner orden: derribó al kazajo incontrolable al piso y, cuando aquel comenzó a levantarse, lo golpeó varias veces con la frente por su entrecejo. Se logró el resultado esperado: el chamán malo se calló y ya no lastimaba a nadie.

Una chica que podía fácilmente entrar en estado de éxtasis todo el tiempo quería entrar en el círculo. Sin ninguna orden, ella giraba, daba vueltas en una sola pierna, abruptamente se doblaba con la exhalación «¡jo!». Poco a poco, cansándose, alzaba las manos y comenzaba a voltearse cada vez más lentamente, exclamando en voz alta: «¡Allah! » o «¡Bismillah!».

Gradualmente su voz clara se volvía un gemido y luego cesaba. La niña se caía de espaldas. Como se sabe, una muchacha puede ser porján pero solo antes de perder la virginidad. Se considera que, en cuanto se vuelve mujer, el espíritu ayudante la abandona.

Cada vez que el porján llevaba a la niña a su lugar, le soplaba con el pitido a la cara y ella de inmediato entraba en razón, para volver al círculo otra vez. Era obvio que el dirigente no planeaba dejarla en paz. Cada vez que ella se encontraba en el círculo, él comenzaba de nuevo a gritar órdenes extrañas:

—¡Unga! ¡Munga! –y la chica obedientemente corría a un lado o al otro… Finalmente cayó toda agotada: la llevaron al lugar donde se encontraban las mujeres y la sentaron en el piso.

El ritual se acabó. Porján se le acercó a Yuri y dijo:

—Tienes tres hermanos, todos regresaron de la guerra, todos ellos están vivos, ni siquiera están heridos… Tu padre está vivo, tu madre está viva…

No se sabe si el chamán contaba al menos con algún tipo de asombro de parte de Yuri. Pero al presuntuoso teórico Knórosov esta profecía le pareció «una completa tontería»: los tres hermanos, aunque llevaban charreteras y tenían que ver con la guerra, no participaron directamente en las operaciones militares. En pocas palabras, según Yuri, el chamán era un mentiroso… Aquel hecho de que el porján hubiera determinado con exactitud la cantidad de hermanos y no se hubiera equivocado en que estaban vivos (aunque, después de la devastadora guerra por la cual había pasado el país, esto era más que increíble) no causó ninguna impresión en Knórosov. Pues, ni modo…

Sin embargo, Knórosov analizó la experiencia de este dhikr en su primer artículo científico, publicado en 1949, por insistencia de Tolstóv, en la revista Sovietskaya Etnografiya (Etnografía Soviética).

Se aproximaba el final de la expedición. Los grupos debían unirse para regresar juntos a casa, a Moscú. Todos esperaban a que Tolstóv regresara de la ruta arqueológica. En aquel entonces todavía no había ferrocarriles que enlazaran Chardzhev y Kungrad, y salieran hacia Astracán. Apenas los habían proyectado y ni siquiera los habían comenzado a construir. Por lo tanto, se necesitaba ir en camiones directamente de Chardzhev, a lo largo de Amu Daria hasta Turkul. Tampoco había carreteras: los camiones iban subiendo polvo directamente por el desierto.

Knórosov y Gueffen pasaron tres días en la ciudad de Nukus, esperando al resto del grupo. Los arqueólogos tenían su propio nombre para Nukus; la llamaban «hoyo-pesadilla». Se podía comer únicamente en dos lugares. Uno de ellos se llamaba Chainaya núm. 1 (cafetería de té), y también había el Restorán núm. 1. En alguna parte de la ciudad también debía estar Chainaya núm. 2, a la que prefirieron no ir. Por eso, Knórosov había decidido llevar a su dama por mejores cervecerías. Mira tenía 18 años y Yuri ya sus 25 bien cumplidos. Por eso la muchacha iba tras de él con la boca abierta. Al principio se dirigían uno al otro de manera formal, tratándose de «usted» pero después pasaron al trato de «tú». Mira Gueffen se acordaba:

Él me dijo: «Nosotros recibimos el dinero. ¿Y usted ha recibido?».

Le dije: «Yo no he recibido».

—Yo sí recibí.

—¿Cuánto?

—Doscientos rublos.

En aquellos tiempos era una cantidad bastante grande de dinero.

—El dinero es estatal –dice.

—Estatal –dije yo.

—Entonces hay que gastarlo porque es estatal.

Con ese dinero íbamos de Chainaya núm. 1 al Restaurante núm. 1. Por primera vez en mi vida yo probé el vino: un madeira horrible de allí; se podía imaginar de qué tipo de vino se trataba…

Así, los jóvenes pasaron el tiempo bebiéndose los 200 rublos estatales. Para esos tiempos era mucho: el tercio de un salario medio. Mira confiaba completamente en Yuri en todo. Antes de eso, ella nunca había tenido dinero estatal y no sabía cómo manejarlo. En la expedición no les pagaban, excepto literalmente algunos kopeks que proporcionaba la universidad. Con eso los practicantes quedaban felices: «Dios mío, trabajamos en una expedición, nos alimentan allí y nos llevan. ¿De qué dinero se puede hablar?». No les pasaba siquiera por la cabeza que por ello se podía recibir además algo de dinero. Se sabe que el subdirector del jefe de la expedición Tolstóv era Mark Orlov. A sus espaldas lo llamaban «el gran estafador», aludiendo a sus impresionantes capacidades organizativas y empresariales, que podían ser comparadas con las de Ostap Bender, símbolo literario de un estafador. Fue Orlov quien había dado los 200 rublos al adulto Knórosov. Eran sus «gastos para el viaje». Sin embargo, no consideró necesario entregarle el dinero a una chica que no pedía nada. ¡Que se sienta feliz por haberla llevado!

Según las palabras de Gueffen, estos mismos 200 rublos fueron heroicamente «ingeridos» en tres días de estancia en Nukus. Pero, lo más importante… ¿Por qué quedó en sus recuerdos esta epopeya increíble? Desde luego por las conversaciones con Knórosov. Él siempre necesitaba un interlocutor y con éxtasis exponía sus planes «americanos», las ideas acerca de su futura «teoría del colectivo», la «teoría de comunicación» y las particularidades del estado alterado de conciencia en las prácticas chamánicas.

En esa época en Asia Central, Yuri hacía planes sobre su vida de investigador y no se preocupaba para nada por las incomodidades momentáneas. Solo había que reunir a todos los miembros de la expedición para llegar hasta Taskent. Y de ahí se necesitaba tomar el tren para ir a Moscú. Gueffen y Knórosov estaban en el mismo vagón e incluso en el mismo compartimento. Nuevamente tuvieron suerte.

Pero inesperadamente (o ¿naturalmente?) resultó que a nadie le quedaba dinero. Incluso ni Orlov tenía porque había gastado su último dinero para comprarles boletos a todos, incluyendo a los jefes, es decir, para Serguei Pávlovich en el «vagón internacional» de lujo. Se pudo alojar a las chicas (a Mira Gueffen y a Galina Latysheva) en un compartimento confortable.

Todos los demás tenían los boletos más baratos con derecho a un colchón, incluyendo al hermano de Tolstóv. Era el pintor Nikolay Pávlovich Tolstóv, que se enojó por tal «injusticia social», según su punto de vista. Obviamente allí mismo se encontraba Yuri, quien estaba como siempre contento por todo y prefería no acordarse de aquellos 200 rublos gastados.

Consecuentemente, como solía pasar, todos anidaban en el compartimento de las chicas. Nadie tenía dinero: Yuri había gastado su dinero, Mira de por sí no tenía nada, y a los jefes ya no les quedaba nada. En las estaciones corrían al andén para comprar con los últimos kopeks un borsch (sopa de remolacha) en un bidoncito y papas cocidas. Compraban la comida para todos los miembros de la expedición, incluyendo al propio Serguei Pávlovich. Luego se reunían en el compartimento de las chicas y con éxtasis comían el borsch. En el tren, el bastante tímido Yuri continuaba sus cortejos platónicos a la brillante y hermosa mujer llamada Galina Latysheva.

El nombre Galina tenía su propio encanto para Knórosov: así se llamaba su hermana, con la cual sintió un peculiar apego durante toda su vida. Seguramente ella era la única persona en la que siempre confió y que siempre quiso. Desde su nacimiento, Galina cuidó a su hermanito menor, seguía sus éxitos, conservaba sus dibujos y libritos infantiles. Él se quedó con Galina en la ocupación alemana. Precisamente a ella le regalaba sus dibujos, le escribía cartas acerca de sus planes y éxitos, le enviaba las publicaciones y hasta las traducciones de poesía azteca y maya…

Defensa de la tesis de maestría

Entonces, queda claro que por lo menos durante los dos últimos cursos de estudios en la Facultad de Historia, Knórosov se centró en el problema de las civilizaciones americanas y el desciframiento de la escritura maya. Lo pensaba mucho; discutía con sus amigos y asesores. Todos estaban al tanto de sus planes. Pero en su mayoría aún no tomaban en serio su afición inesperada. Se puede entender: el quinto curso de estudios para Knórosov, así como sus compañeros, dio paso a la preparación de la tesis, que se titulaba «Mazar de Shamun-Nabi. La versión de Asia Central de la leyenda de Sansón». La tesis se basaba en aquellas propias investigaciones de campo realizadas durante la expedición de Corasmia. La defensa de la tesis tuvo lugar el 10 de abril de 1948. Por lo visto, este también llegó a ser un evento especial. Por supuesto, asistieron todos los «gentlemans» y aquellos que ya habían terminado la universidad, sus compañeros de curso y sus nuevos admiradores, colegas potenciales que aparecían regularmente en la vida de Yuri.

La grandiosa tesis de Knórosov le dará un empujón a Valentín Beréstov, quien muy entusiasmado irá a la expedición de Corasmia en el verano de 1948. En una de las autobiografías, Knórosov indica que participó en la expedición de Corasmia entre 1946 y 1948. Pero es poco probable que lo haya hecho en 1948: a finales de junio entregaban los títulos; además, Knórosov esperaba entrar al doctorado y por lo tanto ya en agosto estaba juntando los documentos… Aunque no se puede descartar que Yuri Knórosov hasta sus últimos días fuera extremadamente exacto en lo que escribía.

Es curioso que Mira Gueffen haya memorizado las palabras exactas de Yura Knórosov, pronunciadas en sus pláticas confidenciales de expedición: «Escribí sobre el chamán y el dhikr de paso, pero el objetivo principal es otro…» ¿Cuál? ¿Se refiere realmente a la escritura maya? Como se supo posteriormente, nada que ver…

Sin embargo, la defensa de la tesis de Knórosov fue un éxito fenomenal. Aparte de la excelente calificación, recibió una recomendación para publicar el texto. Como se mencionó antes, en aquel momento Tolstóv encabezaba la revista Sovietskaya Etnografiya (Etnografía Soviética) e insistió en su publicación. Por lo visto debía haber una recomendación al doctorado aunque de estos acontecimientos se ha conservado solamente el «Perfil personal» firmado por Serguei Tókarev.

Yuri había mandado una carta a sus padres y a su hermana Galina a Yúzhnoye. En medio de la página hay una sola palabra:

Defendí.

Y abajo estaba la fecha y la firma:

Ciudad de Moscú 10 / IV - 1948. Yu. Knórosov.

En Yúzhnoye, al recibir la carta se hizo una verdadera fiesta. ¡Cómo no! El querido Yurochka finalmente se había graduado. Su madre y su hermana Galina invitaron a sus parientes y sirvieron la comida en la mesa larga bajo la sombra de los enormes pinos del jardín de la casa.

El 22 de junio de 1948, por decisión de la Comisión de Exámenes, se le otorgó la calificación de investigador en el área de ciencias históricas, de profesor de la institución de educación superior y de institución de educación superior técnica, así como el grado de maestro de escuela secundaria. Le expidieron el título con el número B №139007.

Es curioso pero, si analizamos el anexo con las calificaciones, Yuri Knórosov para nada era un estudiante sobresaliente: de 43 asignaturas, tenía «4» en tales como introducción al marxismo-leninismo, economía política, materialismo dialéctico e histórico, geografía económica, historia de Grecia y Roma, la segunda parte de historia de Edad Media, historia de la literatura rusa, la tercera parte de nueva historia y hasta introducción a la arqueología. Incluso tenía un «3» en historia de la Edad Media parte 1… Siendo honestos, cualquiera que conociera a Yuri Valentínovich Knórosov no podría creer en la objetividad de estas calificaciones. Mucho menos en historia, que era su vida. El «4» de literatura rusa era de por sí algo increíble: Knórosov podía citar de memoria páginas enteras de las obras de muchos clásicos, desde los antiguos hasta los modernos. Pero, como se sabe, el contenido del anexo del título le interesaba poco a la gente.

En pocas palabras, la guerra ya había quedado atrás, todo estaba mejorando y parecía que la vida finalmente se había volteado hacia Yuri Knórosov con su lado afortunado.


[1] V. М. Béjterev, Trabajos seleccionados de psicología de la personalidad, vol. 2. El estudio objetivo de la personalidad, 2 vols., San Petersburgo, Aleteya, 1999, p. 98.

[2] N. Mitrojin, «De dos conversaciones con Alexandr Moiséevich Piatigorsky», NLO (Nueva Revista Literaria), 101 (2010), pp. 224-246 [https://magazines.gorky.media/nlo/2010/1/iz-dvuh-besed-s-aleksandrom-moiseevichem-pyatigorskim.html].

[3] А. Kolesnik, Crónica de la vida de familia de Stalin [https://libking.ru/books/sci-/sci-history/66909-aleksandr-kolesnik-hronika-zhizni-semi-stalina.html].

[4] Yuri Valentinovich Knórosov Papers, 1945-1998 [https://www.doaks.org/research/library-archives/inventories/ms-pc-001/view].

[5] P. Schellhas, «Die Entzifferung der Mayahieroglyphen: ein unlosbares Problem?», Ethnos, 10 (1945), pp. 44-53.

[6] A. A. Agranovski, Los felices. Ensayos, Moscú, Molodaya Gvardiya (La Joven Guardia), 1958.

[7] Idem.

[8] Esta es una expresión menospreciativa que surgió y quedó en el idioma ruso para referirse a aquella gente hipócrita que abandonaba el país en búsqueda de una vida diferente, pero declarando que eran «víctimas del régimen» y que se habían «salvado de la miseria» lo que en realidad era una mentira porque materialmente vivían mejor que muchos otros.

[9] En 1948, S. P. Tolstóv publicó en la editorial de la mgu los resultados de la expedición y los llamó Antigua Corasmia. La experiencia de la investigación histórico-arqueológica [http://kungrad.com/history/khorezm/oldkhorezm/].

El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov

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