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FERNANDO GAMBOA, MUSEÓGRAFO

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Fernando Gamboa nació en la ciudad de México en 1908 y falleció en un malogrado accidente en la carretera de Pachuca, Estado de Hidalgo, México, 1990.

Fue, sin lugar a dudas, uno de los museógrafos mexicanos más notables del siglo veinte. Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de la capital mexicana, pronto abandonó la práctica pictórica por la gestión cultural y sobre todo la organización de exposiciones de arte mexicano.

Se estrenó como comisario de exposiciones con motivo del Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura (Valencia, 1937), organizando la muestra Cien Años de Grabado Político Mexicano1 que exhibió en Valencia, Madrid y Barcelona.

Fernando Gamboa vino a España con los poetas Carlos Pellicer y Octavio Paz y diversos miembros de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México encabezada por el maestro y escritor José Mancisidor, el novelista Juan de la Cabada, el artista José Chávez Morado, el músico y compositor Silvestre Revueltas, etc.

Colaborador próximo del General Lázaro Cárdenas durante su mandato (1934-40) se inició en la gestión política a través de la organización de la expatriación en 1939 de los refugiados españoles desde Francia a México.2 Una labor que hizo bajo las órdenes del embajador Narciso Bassols y la coordinación diplomática de Gilberto Bosques en Marseille y la ayuda eficaz de su mujer, de origen norteamericano, Susana Steel, más conocida como Susana Gamboa.

Participó en la puesta en marcha de la Sociedad de Arte Moderno,3 que dirigió coordinando diversas exposiciones como la primera muestra de Picasso en México (1944).

Como funcionario del Instituto Nacional de Bellas Artes coordinó diversas muestras internacionales de arte mexicano y exposiciones de José Guadalupe Posada (1944); Manuel Álvarez Bravo (1945); Así es México (1954); Rivera, Tamayo y Zúñiga (Zúrich, 1959), Arte Popular Mexicano (Varsovia, 1961); Exposición de Arte mexicano (París, 1962); Pabellón de México (Osaka, 1970), David Alfaro Siqueiros (Florencia, 1976), etc.

Dirigió desde su fundación el Museo de Arte Moderno de México (1974-81), periodo en el que promovió la revista de Artes Visuales, que dirigió la crítica de arte holandesa Carla Stellweg, creando el primer espacio museográfico dedicado a la fotografía de Manuel Álvarez Bravo.

Fue el primer director del Museo Tamayo (1981) y del Palacio Iturbide de Fomento Cultural Banamex (1983), donde organizó diversas exposiciones sobre los artistas Roberto Montenegro y Juan Cordero y temáticas como El papel moneda en México, etc.

Asistió con Octavio Paz y otros intelectuales mexicanos al Congreso Internacional de Intelectuales y Artistas de Valencia (1987).

Pregunta: ¿Qué relación tuvo usted con el exilio español?

Respuesta: Mis contactos más directos con la ayuda a España en activo y de la emigración fueron en 1939. México se posicionó ante la guerra de España y respondió al gesto de grandeza del General Lázaro Cárdenas (1891-1970) y su comprensión de la causa española. Era un periodo difícil. Nosotros como mexicanos fuimos dando respuestas a las iniciativas de nuestro presidente. Le recuerdo que fue la época de la nacionalización del petróleo, el reparto de tierras entre los campesinos, las campañas de alfabetización, etc. A mí me tocó ocuparme de los miles de refugiados españoles en los campos de concentración de Francia en 1939. La situación de los españoles en Francia era de lo más trágica. Y el tema se agravó con el estallido de la guerra europea y la invasión de Francia por las fuerzas de Adolf Hitler.

P.: ¿Cómo se vincula usted con España?

R.: Yo tenía unos vínculos muy profundos con España a través del arte, mi admiración por Pablo Picasso, la presencia de Diego Rivera en España, etc.

P.: ¿Cómo llega la invitación a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México?

R.: La Alianza de Intelectuales en Defensa de la Cultura envía una invitación a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. Entonces a iniciativa de José Mancisidor, formamos un grupo bastante homogéneo al que se suma el poeta católico Carlos Pellicer y el joven poeta Octavio Paz. El grupo estaba integrado por el músico y compositor Silvestre Revueltas, el pintor José Chávez Morado, el escritor Juan de la Cabada y yo mismo. Nos acompañaban, asimismo, Elena Garro, la mujer de Octavio Paz y Susana Steel mi mujer y María Luisa Vera, maestra. Un grupo homogéneo y a su vez dispar.4

P.: ¿Con qué idea viajaron a España?

R.: A mí me pareció que la mejor idea era llevar un saludo y traernos un testimonio. Así surge la organización de la exposición Un siglo de Grabado Político Mexicano (Madrid, Barcelona y Valencia, 1937) y luego la muestra España en llamas (Ciudad de México, 1937).

P.: ¿En que consistió la muestra mexicana?

R.: Pensé que en plena guerra civil española lo mejor era llevar una exposición de la historia del grabado mexicano que arrancara desde la Nueva España hasta José Guadalupe Posada. Pero hubo otras expresiones muy bellas por parte de Carlos Pellicer, Octavio Paz, Silvestre Revueltas, etc. Octavio Paz había escrito Bajo tu sombra (1937). Carlos Pellicer el poema Peñíscola y Silvestre Revueltas compuesto el Homenaje a García Lorca. Cuando le pregunté a Pellicer qué tenía que ver un poema de amor como Peñíscola con la guerra de España me contestó: «¿Cómo que tiene que ver? ¿No te acuerdas de Peñíscola? Ese lugar maravilloso con el sol mediterráneo. Esa es la belleza eterna y la grandeza de España: su paisaje. Es mi saludo de amor a España y su pueblo».

P.: ¿Y la muestra española?

R.: Al regresar a México formé una exposición titulada España en llamas que documentaba fotográficamente la guerra civil española. Hice además grandes ampliaciones fotográficas. La muestra fue inaugurada por el presidente Lázaro Cárdenas. La hicimos en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes en 1938. En la inauguración el General Lázaro Cárdenas me dijo: «Esta exposición tiene que viajar. Pídame lo que sea necesario. Hablo con los Gobernadores del Estado y la muestra viaja. Es necesario crear Sociedades de Amigos de España».

Y efectivamente la exposición circuló por Querétaro, Guanajuato, Morelia y acompañaron la itinerancia el músico mexicano Silvestre Revueltas y el poeta español León Felipe, entre otras gentes.

P.: ¿Volvió usted a España más tarde?

R.: Así fue, el embajador entonces de la República española en México en nombre del Ministro de Estado, que era Julio Álvarez del Vayo, ante el éxito de la muestra me propuso ser el responsable de la Propaganda de la República española en América Latina. Pedí permiso a Lázaro Cárdenas y adscrito a la Embajada de México regresé a ocuparme de ese tema en España. Me facilitaron un piso en el Ministerio de Estado y así estuve trabajando en Barcelona hasta el final de la guerra. Allí inicié la tarea de reunir una serie de fotografías testimoniales de la guerra civil española para difundirlas, a través de una exposición, por las embajadas de España en América Latina. Esa labor la comencé en septiembre de 1938 y me quedé hasta el final de la guerra, a primeros de 1939.

P.: ¿Cómo se inició la labor de México a favor de los refugiados españoles?

R.: Nosotros por sentimiento de solidaridad iniciamos una política de asilo antes de que oficialmente el Gobierno de México la determinara. De una manera tímida, claro está. Seguimos al gobierno español hasta Figueras. Íbamos Adalberto Tejada,5 embajador de México, Susana Steel y yo. Trabajábamos sin cesar tecleando unos documentos que decía en resumen que el «Portador de la presente, de nacionalidad española, que se dirige a Francia camino de México, se solicita de las autoridades civiles y militares, que le den al interesado todo tipo de facilidades para que pueda cumplir sus objetivos». Creo que repartimos miles de documentos como ese a los refugiados españoles. Luego nos instalamos en el Grand Hotel de Perpignan y seguimos nuestra labor. Yo estaba angustiado con las gentes españolas que había tratado de manera directa y trataba de sacarlos como fuera de los campos de concentración. Había que salvar a todo el mundo pero insistí en sacar a la intelectualidad española que había tratado directamente en el Congreso de Cultura de Valencia y en otras actividades.

P.: ¿Puede contarnos alguna historia en particular?

R.: Desearía recordar la aventura del poeta Emilio Prados. Él tuvo una experiencia terrible. En la que casi enloqueció. Hay que recordar que era un espíritu muy sensible como buen poeta. Él tuvo que atravesar un túnel, en la huida, para evitar que lo capturaran las tropas franquistas. Eso debió ocurrir en Le Perthus. Al correr notó que los zapatos se le pegaban al suelo. Creyó que era lodo y luego descubrió que era sangre. Y eso le produjo una impresión terrible.

P.: ¿Qué labor desarrolló la Embajada de México para sacar a los españoles en los barcos?

R.: A inicios de 1939 el licenciado Narciso Bassols había sido nombrado responsable de la Legación de México en Francia. Enseguida viajó a Perpignan para hacerse cargo del tema. Luego en Marseille estaba Gilberto Bosques. Desde entonces quedé a sus órdenes con el visto bueno del Presidente Lázaro Cárdenas. Desde entonces fui asignado a sacar a los españoles de los campos de concentración en Francia y África del Norte.

P.: ¿Alguna otra organización ayudó a los españoles?

R.: Los españoles recibieron apoyo de todas partes. De hecho en París con el apoyo de los franceses, antes de iniciarse la guerra europea, se crea la Junta de Cultura Española.6 Recuerdo que allí estaban José Bergamín, Eugenio Imaz, Juan Larrea y tantos otros. Yo contacté inmediatamente con todos los partidos políticos –y sugerí que un grupo de vanguardia viajara en barco a México. Por entonces había muchas intrigas en mi país por gentes de derechas contra los republicanos españoles. Era importante que llegara un núcleo de españoles distinguidos. Que México descubriera a esos artistas y escritores. Así fueron llegando el arquitecto Roberto Fernández Balbuena, el músico Rodolfo Halfter, el poeta Emilio Prados, el naturalista Ignacio Bolívar, etc. Allí iban asimismo el pintor y grabador Miguel Prieto, el pintor Antonio Rodríguez Luna, el cartelista y fotomontador José Renau, etc.

P.: México por entonces ya había fundado la Casa de España.

R.: Así fue. Eso fue iniciativa de Alfonso Reyes y Daniel Cossío. Esa Casa de España fue el origen del posterior Colegio de México.7

P.: ¿Conoció a la fotógrafa italiana Tina Modotti?8

R.: Por supuesto. Ella trabajaba en el Socorro Rojo Internacional vi, a Tina Modotti en Valencia en ocasión del Congreso de la Cultura. No la había vuelto a ver desde su expulsión de México en 1930. Yo estuve en los actos de protesta por su expulsión y seguí de cerca su periplo por Ámsterdam, Berlín, Moscú hasta su llegada a España (1936-39).

P.: Ella participó asimismo en la expedición de los Niños de Morelia.

R.: Así fue. El Socorro Rojo Internacional colaboró directamente en esa expedición de ceca de 500 niños españoles acogidos por Lázaro Cárdenas en la ciudad de Morelia (Michoacán, 1937). Hace poco escribí un texto para un libro escrito sobre Tina Modotti. Me refiero al libro de la investigadora norteamericana Mildred Constantine.9 Allí comento cómo la encontré en un pueblo de Cataluña en la retirada de los españoles hacia Francia.

P.: ¿Usted sacó a muchos españoles de los campos de concentración?

R.: Con el coche oficial de la Embajada de México en España, modelo Hispano Suiza, saqué a muchos amigos españoles de los campos de concentración como el de Argelès-sur-Mer, hasta Persignan como si fueran ciudadanos españoles. Entre ellos recuerdo al ingeniero agrónomo José Andrés de Oteyza, abuelo del actual Ministro de Asuntos Exteriores de México. Me lo encontré en un campo de concentración y enseguida lo saqué de allí. ¿Qué hace usted aquí, le dije? Le di una capa y con un documento mexicano lo saqué del campo.

P.: ¿Qué papel jugó Susana Steel en esta historia?

R.: Susana viajó con los españoles en los barcos Sinaia y Mexique. Por cierto que en uno de esos viajes nació una niña y le pusieron de nombre Susana. Es un recuerdo que tengo muy bonito. Y ya en el último barco que salió en 24 de diciembre de 1939 vino con cerca de 500 personas desde el puerto de Le Havre y con destino a Nueva York. Era una expedición que llamé de «integración familiar». Pues en las diversas expediciones anteriores no venían, casi nunca, las familias completas. Siempre faltaba alguien, el abuelo, el marido, la esposa, la hija. Yo les decía, cada vez que salía un barco y el refugiado tenía sus papeles les decía ¡Váyase! No se preocupe de su familia. Le doy la palabra de que los envío más adelante. Logré reunir, en una época muy difícil de gestión con el Gobierno de Vichy, casi 500 personas en el vapor De Gras. Con ellos iba mi esposa, Susana Gamboa –neoyorquina de origen cuyo nombre era Susana Steel– que hablaba con soltura francés e inglés. Ella jugó un papel importante en esas gestiones, sobre todo al llegar al puerto de Nueva York.

P.: ¿Qué ocurrió en Nueva York?

R.: Las gestiones aduaneras fueron odiosas. Primero hicieron bajar a todos los refugiados y los recluyeron en Long Island. Donde tradicionalmente controlaban a los emigrantes. Allí los tuvieron veinticuatro horas. Luego los metieron en un par de vagones y los enviaron hasta Laredo. Vinieron en vagones precintados. Y ese trabajo, Susana, lo hizo con apenas 21 años. Una mujer excepcional.

P.: ¿Y no era mucha responsabilidad para una mujer tan joven?

R.: Sí, pero ni modo, había estado conmigo durante más de un año en plena guerra civil española. Visitado los frentes. Recorrido Madrid, Barcelona y Valencia. Había colaborado en la prensa. Yo creo que estaba preparada para esa y otras tareas tan duras como la expedición de los refugiados a México.

P.: ¿Qué artistas e intelectuales trató usted personalmente?

R.: En Francia tuve oportunidad de conocer a gran parte de la «inteligencia» española de la época que no había tratado en España. Por ejemplo a los redactores y colaboradores de la revista Hora de España (1937-38). En España había conocido a Manuel Altolaguirre, Juan Gil Albert, Sánchez Barbudo, etc. y a Ramón Gaya. En Francia conocí a Pedro Garfias, Juan Rejano, etc.

P.: ¿También al poeta Herrera Petere?

R.: A José Herrera Petere lo conocía antes y viajó a México en uno de los barcos de refugiados españoles. También Ramón Xirau. Los Díez Canedo. Todos ellos venían con sus familias. También José Ignacio Mantecón. Traté mucho a Juan Vicens que se ocupaba de la Propaganda republicana en París.

P.: ¿Con qué organizaciones trabajó usted?

R.: Ese trabajo lo hice en colaboración con los representantes políticos españoles y sus organizaciones de asilo. Me refiero al SERE y al JARE.10

P.: ¿Se hizo alguna gestión para llevar a Picasso a México?

R.: Fui ver a Picasso con Juan Larrea y con Eugenio Imaz. Acudimos su estudio en París. Nos recibió con el corazón compungido y los brazos abiertos. Cordialísimo. En principio estaba dispuesto a colaborar con nosotros y acompañarnos. Esta conversación las tuvimos a inicios de 1939. Cuando tenía que concretarse su traslado se excusó y nos dijo que no podía marcharse. Veía que la guerra europea era inminente. Por entonces creíamos que estallaría al llegar el verano: «Como ustedes saben yo jamás he salido de Francia. Esta es mi segunda patria. Y si salgo y no puedo volver…».

P.: Se sabe que Picasso tuvo una actitud muy solidaria con los refugiados españoles. Por ejemplo su participación –gracias a Juan Larrea– en la exposición en la Casa de la Cultura Española de México en 1940.

R.: También está la exposición de Picasso en la Sociedad de Arte Moderno de México que yo organicé en 1945. La preví, la organicé y la realicé con la ayuda de los museógrafos norteamericanos del Museum of Modern Art. En aquel momento hubo una gran solidaridad de parte de los norteamericanos.11

P.: Por cierto que buena parte de los textos del Catálogo lo escribieron españoles como José Moreno Villa y José Renau.

R.: Era lógico. También escribieron Agustín Lazo y Carlos Mérida. En la primera vez que se presentaba a Pablo Picasso con entidad en México. Eran cerca de cincuenta obras que venían del Museum of Modern Art de Nueva York. Me ayudó mucho el director entonces del MOMA que era amigo mío. También llegaron obras de colecciones privadas y los primeros bocetos del Guernica de Picasso.

P.: Pero usted siguió haciendo exposiciones sobre España.

R.: Así fue, en los años setenta, propicié desde la dirección del Museo de Arte Moderno de México, una gran muestra de arte español.

Mire, en resumen, todos los que estuvimos en la guerra civil española, hemos estado muy atentos al desarrollo histórico del pueblo español. Y en último término no hay que olvidar la figura histórica de Lázaro Cárdenas. Por otra parte la aportación española fue de primer orden. En este caso México no promovió una emigración económica sino una emigración artística e intelectual. Vino lo mejor del pueblo español, gentes que en cualquier país de América Latina hubieran hecho una labor positiva. Esos transterrados hicieron un trabajo muy positivo. En México están enterrados la mitad de los que llegaron. Y dejaron unas familias. La moral del pueblo español que aportaron se define en una línea de conducta intachable. Grandes figuras en todos los campos.

P.: ¿Cuál fue su último proyecto sobre España y México?

R.: Para celebrar la reanudación de las relaciones diplomáticas entre España y México, rotas por cierto desde 1939 a 1977, me llamaron desde la Presidencia de la República para estudiar como íbamos a celebrar ese aniversario. Me llamó el Secretario de Educación –Muñoz Ledo– del gobierno de López Portillo en el mes de diciembre de 1976. Me dijo, más o menos: «Fernando, vamos a reanudar relaciones diplomáticas con España. Hay que pensar qué vamos a hacer para celebrar ese evento histórico». Y dije que la forma más natural, desde el campo en el que yo trabajaba, era un intercambio de grandes exposiciones artísticas entre España y México. No tuve la fortuna de celebrar la exposición de México en España pero sí hice el proyecto. Por otra parte, me tocó el privilegio con Juan José Bremer, de haber sido uno de los primeros mexicanos que fueron a tratar en España un asunto oficial en la reanudación de las relaciones culturales entre ambos países. Me estoy refiriendo al proyecto: Del Greco a Goya y de Picasso a nuestros días (México, 1978).

P.: ¿Qué recuerdos tiene del retorno a España desde 1939?

R.: Recuerdo la cara de sorpresa que puso un paisano de ustedes, entonces Subdirector General de Museos, cuando yo le pedí un cuadro de Juan de Juanes, gran pintor valenciano de otro tiempo. Felipe Garin que así se llamaba, el señor, puso una cara de sorpresa, al ver que conocía la pintura valenciana de aquella época. Recuerdo que me dijo: «¿Pero usted conoce la obra de Juan de Juanes?». Y le contesté: Al menos, yo sí. Y de esta manera trajimos un cuadro de Juan de Juanes. También tuve que hacer la gestión, amistosa y difícil, para que vinieran las Majas de Goya. Los españoles estaban muy reticentes para que viajaran esas obras. La primera parte de la exposición, Del Greco a Goya se hizo en el Palacio de Bellas Artes. La segunda parte De Picasso a nuestros días se hizo en el Museo de Arte Moderno. Vinieron a inaugurar, esta exposición, los Reyes de España.

Entrevista realizada en la ciudad de México en junio de 1982.

1 Un siglo de grabado político mexicano, Ateneo Popular, Valencia, julio, 1937.

2 Desde la Legación de México en Francia se organizaron expediciones de españoles en los barcos Sinaia (1.600 pasajeros), Mexique (2.091 pasajeros), Ipanema (984 pasajeros), Vendamm, Flandre, Nyassa, De Grase, etc. Desde la Embajada de Chile en Francia, a iniciativa del escritor Pablo Neruda, se fletó el vapor Winnipeg. Desde la Embajada de México en Lisboa, enviaron los barcos: Serpa Pinto, Sao Thomé, Quanta y Saint Domingue, etc.

3 La Sociedad de Arte Moderno (1945), fue un espacio privado mexicano dedicado a exposiciones artísticas. Contó con socios fundadores como María Asunsolo, Luis Barragán, Miguel Covarruvias, Justino Fernández, Fernando Gamboa, Alfonso Reyes, Frances Toor, Juan Soriano, etc. El presidente fue Jorge Enciso y la secretaria Susana Gamboa. Organizaron, entre otras muestras, la primera exposición de Picasso en México (1945).

4 Los detalles del viaje de la delegación mexicana al Congreso de Valencia los cuenta Elena Garro en su libro Memorias de España, 1937, Siglo Veintiuno Editores, México, 1992.

5 Sixto-Adalberto Tejeda Olivares (Chicontepec,1883-Ciudad de México, 1960). Militar. Gobernador del Estado de Veracruz (1920-24 y 1928-32). Candidato a la Presidencia de México en 1934. Fue nombrado Embajador de México en Francia (1935-37) y España (1937-39).

6 La Junta de Cultura Española, fue creada en París (13-03-1939). Se ocupó de tareas humanitarias y culturales. Al iniciarse la guerra europea se trasladó a México (1939). Estuvo formada por José Bergamín, Josep Carner y Juan Larrea (Presidencia), Juan M. Aguilar, Roberto Fernández Balbuena, Corpus Barga, Pedro Carrasco, José Gallegos Rocafull, Rodolfo Halfter, Emilio Herrera, Manuel Márquez, Agustín Millares, Tomás Navarro Tomás, Isabel O. Palencia, Pablo Picasso, Agustí Pi i Sunyer, Enrique Rioja, Luis A. Santullano, Ricardo Vinós, Joaquín Xirau (Vocales) y Eugenio Imaz (Secretario). Un grupo de ellos viajaron a México en el vapor holandés Vendamm (1939).

7 La Casa de España en México, centro de investigación y estudio para los transterrados españoles, fue creada por el General Lázaro Cárdenas en 1938, a iniciativa de Daniel Cossío Villegas y Alfonso Reyes. Entre los primeros invitados estuvieron: Álvaro de Albornoz, Jesús Baly Gay, Enrique Díez Canedo, José Gaos, J. Medina Echevarría, José Moreno Villa, María Zambrano, etc.

8 Tina Modotti (Udine, Italia, 1896- Ciudad de México, 1942). Fotógrafa italo-mexicana. Estuvo en la guerra civil española. Fue compañera de Vittorio Vidali. Al retorno a México tuvo contactos con el exilio español y en particular con la escritora Constancia de la Mora.

9 Mildred Constantine: Tina Modotti: A frágil Life, Paddington Press Ltd., 1975. Hay una edición en español: Tina Modotti, una vida frágil, Fondo de Cultura Económica, México, 1979.

10 El gobierno de la República española en el exilio puso en marcha dos organizaciones para ocuparse de los refugiados: el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles promovida por Juan Negrín (1939) y la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles promo-vida por Indalecio Prieto (1939). A esos organismos, una vez llegados a México se sumaron el Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles (CTARE) y la Comisión Administradora del Fondo de Auxilios a los Republicanos Españoles (CAFARE).

11 Varios Autores: Picasso, Catálogo de la exposición de la Sociedad de Arte Moderno, México, 1945 (Textos de Agustín Lazo, Carlos Mérida, José Moreno Villa y José Renau).

Memorias de posguerra

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