Читать книгу Pie De Cereza - George Saoulidis - Страница 16

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CAÍDA DOCE

Pickle tragó una vez y caminó hasta él.

Héctor suspiró y dejó caer sus bocetos de armaduras en la mesa. “¿Qué pasa? Tienes ese ceño fruncido sólo cuando las cosas están mal”.

No perdió el tiempo “Necesitamos más dinero”.

“Por supuesto que sí. Siempre necesitamos más dinero”. Se relajó y se recostó en la silla.

“Si, pero hay una forma de que podamos hacer algún dinero”.

“Eso está bien, ¿No es así? Se inclinó hacia adelante e hizo un gesto de “continúa” con su mano. “Vamos a oírlo”.

Pickle golpeó el aire y le mostró un estandarte acerca de un partido de jugger. El equipo que le presentó era más tonto que el suyo: Las Torpes.

Ahogó un resoplido. “Está bien. ¿Qué hay con ellas?”

“Puedes prestarme a mí y a Cherry para un partido. No será mucho, pero será una inyección de efectivo, sin mencionar que ambas descargaremos algo de presión”.

“Seguro, ¿Cómo sabes que necesitan jugadoras?”

“Conozco algunas de las chicas, nos encontramos hace algunos días y nos mantuvimos en contacto. Las Torpes son un equipo chistoso, una marca. Aunque hacen bastante dinero. Ellas son más bien agradables, tan agradable como se puede ser en este negocio. Son buenas personas, pero no son buenas atletas y tienen autognosia (autoconocimiento)”.

Héctor miró mejor al poster digital y al sitio web de las Torpes. “Conócete a ti misma”, él asintió.

“Se lo mencioné de manera casual y todas se emocionaron. Es decir, al prospecto de finalmente ganar un partido con nuestra ayuda”.

Héctor cerró el sitio web y regresó a sus bocetos. “Está bien”.

Pickle hizo una pausa de un segundo “¿Qué, así simplemente?”

“Seguro, háganlo. Prepárenlo. Hagan todos los arreglos. ¿De qué manera más clara puedo decir qué estoy de acuerdo?”

“Pero no puedo prepararlo. Tienes que llamarlos”.

Héctor suspiró y levantó la vista de sus bosquejos de armaduras. “¿Pickle?”

“¿Si?”

“¿Las otras chicas no tienen asistentes?”

“Por supuesto que sí”.

“Entonces coge el teléfono, diles que tú eres mi asistente y reserva el maldito cupo”.

“Pero – pero, podría arruinarlo”.

Héctor alzó los ojos y levantó los bosquejos de nuevo. “Ambos sabemos que eso no es probable”.

Pie De Cereza

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