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CAÍDA TRES

Héctor sabía cuál sería el voto de ella, podía verlo en sus ojos brillando. Lo otro, era un paso mayor así que para comenzar, realmente no era tan emocional. En realidad no sabía cómo funcionaban los patrocinios, así que le hizo una pregunta a Tony y éste respondió enviándole unas instrucciones. Era bastante fácil, muy parecido a un contrato de cadena de bloques como cualquier otro. Lo revisó un par de veces con el guion del lenguaje simplificado de Tony y vio que era correcto. Ninguna cláusula escondida, ninguna trampa legal extraña que pudiera ver. Parecía que estos tipos en realidad querían este trato. Dijo “Joder”, tomó un trago de ouzo y lo aceptó.

Esperó un par de minutos por las confirmaciones y luego revisó las estadísticas de Pickle:

Nombre Patricia Georgiou
Alias Pickle
Fortaleza 2
Velocidad 1
Estrategia 3
Sensualidad 1
Talla de Copa D
Aumentación 22%
Equipo Pies
Posición Ejecutora (Espada y Escudo)
Victorias 4
Derrotas 71
Ingresos 5500
Patrocinador Jugos de Pepinillo Granizados

Mil euros más cada mes, añadidos así como así a su cuenta. Definitivamente podría trabajar con eso, especialmente con todos los gastos ocultos de poseer un equipo. Era una locura, pedían mierda en la que él ni siquiera había pensado. Logos, sitios web, servicios de streaming, gerentes de medios sociales y por contrato estaba obligado a proporcionárselos al torneo de Ciberpink. Los mirones necesitaban un ojo de cerradura para espiar, tú sabes. Tenías que hacerlo lo suficientemente grande y asequible en línea por medio de menús ordenados, desplegables en orden descendiente de lujuria. Afortunadamente, Tony siempre estaba dispuesto a arreglar todo para él. Se había hecho prácticamente indispensable. Héctor ni siquiera sabía dónde estaba alojado el sitio web del equipo, mucho menos trabajar en él. El hombre podía ser insufrible algunas veces, pero era un mago con las computadoras. Y se babeaba sobre el teclado desde que comenzó a estar todo el día alrededor de las atletas Ciberpink. Héctor decidió dejar que el hombre tuviera sus perversiones. Atrasaría algunos pagos por ahora, pero le pagaría su parte justa. Estaba haciendo cosas en las que Héctor ni siquiera había pensado. Había conectado noticias y automatizaciones que Héctor ni siquiera entendía. Todos los fanáticos lujuriosos serían notificados al segundo de la actualización en el patrocinio, pronto pondrían sus órdenes en línea. Las lenguas de los fanáticos en color pepinillo, era algo divertido de imaginar.

Héctor sacudió la cabeza. Ciertamente, un mundo raro para vivir.

Se levantó, miró por la ventana hacia la calle iluminada. La gente aún caminaba a pesar de que las tiendas estaban cerradas a esa hora. Por supuesto, el comercio no se detuvo sólo porque el programa de horario fijado por el gobierno había terminado. Héctor vio al vendedor de drogas usual en la esquina, un muchacho de apenas 17 años, y como era de esperarse, una joven conversando con él para conseguir un toque. Tenía el cabello corto, una buena figura y arrastraba un morral de viaje detrás de ella-

Cherry del coño.

Héctor corrió por las escaleras y salió de la tienda, cruzó la calle y de manera casual dijo, “Hola, Mike”.

“Hola Sr. Troy, ¿Qué pasa?” dijo el joven confundido, mirando alrededor. Ambos sabían que Héctor no era su cliente usual.

“Oh, todo está bien. Oye Cherry, no te había notado”. Héctor se recostó del poste de luz.

Cherry frunció el ceño. “Si viniste hasta aquí a detenerme-“

Héctor levantó una mano, “En realidad déjame detenerte ahí mismo. La verdad, no me importa, pero sí sé que este joven empresario le vende una mercancía de mierda a la gente que es nueva en el vecindario”. Lentamente se volvió hacia Mike para verlo.

Estaba aterrado. “Sr. Troy, yo nunca, honestamente”. Le arrebató el pucho de cocaína de la mano a Cherry y se lo cambió por otro. Volviéndose hacia ella le dijo, “la próxima vez déjame saber que conoces al Sr. Troy, ¿estamos amor?”

Cherry cruzó los brazos y miró hacia un lado. “Cómo sea”.

“¿Estamos listos? Ven al piso de arriba, Patty te ha estado esperando todo el día, estaba preocupada por ti”.

Cherry lo siguió un par de pasos y se detuvo en el pavimento. “¿Qué vas a hacer, darme un sermón? “¿Quitármelo?”

Héctor se volvió hacia ella y puso su mano en alto. “¿Tú tienes, qué, veintidós años? Quiere decir que eres una adulta y no, para ser honesto, preferiría que no uses drogas en mi casa, pero si la alternativa es que te la pases en la calle, drogada en cualquier callejón, entonces sin lugar a dudas, entra. Patty ha estado yendo de aquí para allá todo el día, me está volviendo loco”.

Comenzó a caminar y Cherry permaneció sin moverse.

“Voy a entrar, la puerta está abierta para cuando decidas qué hacer”, dijo Héctor en voz alta mientras se alejaba.

Después de un puchero audible, escuchó el morral que se deslizaba por la calle hacia él.

Pie De Cereza

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