Читать книгу La pelota no siempre al 10 (ni al 23) - German Castaños - Страница 13
LA MIRADA DE MARCELO ROFFÉ
ОглавлениеEl segundo capítulo se llama “Scottie Pippen”. A la altura de la situación, se consolida como uno de los mejores jugadores de la NBA. Al comienzo de la carrera de Jordan, una lesión en su pie genera desconfianza. También se va a ver cómo negoció un contrato bajo, tal vez por apuro, tal vez por necesidad. El dueño del equipo les ofrecía contratos de mucha duración, pero no muy altos, para dar cierta estabilidad y seguridad de cobro.
Es muy interesante el tema de Scottie Pippen. Es un buen dos, tal vez el que Messi nunca tuvo en la Selección, pero sí en el Barcelona con Iniesta o Xavi. Pippen, sin embargo, no logró ser número uno. “Si no se da de terminar mi carrera en Chicago, tendré que buscar otro equipo”, dice Scottie Pippen, “soy uno de los mejores jugadores de la historia”, declara a la prensa (si lo sos, no lo decís; si lo decís, sos inseguro), “sé cuánto valgo para este deporte”, y añade: “mi momento llegará”. Pese a su sueldo bajo, finalizó su carrera con 111 millones de dólares gracias a lo que pudo ganar luego de irse de los Bulls. Esto en la serie no está.
Segundo de los Bulls en puntos, minutos jugados, el primero en asistencias, en robos, el sexto en salarios y el 122 de la NBA. Su juego no condice con su paga. Pippen era subvalorado.
“Jamás tuve otra sociedad como la de Pippen; era un placer jugar con él”, dice Michael. Cuando hablan de Michael deberían hablar de Scottie. “Cuando dicen que gané todos estos títulos, no los hubiera ganado sin Scottie; por eso fue el mejor compañero de todos los tiempos”. La importancia del trabajo en equipo para lograr objetivos y brillar el talento.
Phil define a Pippen como un líder en cancha (aunque en un momento debió enviarlo al psicólogo deportivo debido a su ira excesiva).
Nació en un pueblo de tres mil quinientos habitantes. Sus padres, de bajos recursos, eran muy fuertes y salían adelante como sea. Tenía un aro en el patio de la casa de la abuela, era de tierra la cancha. El padre, debido a un derrame cerebral, quedó postrado en una silla de ruedas para siempre. El hermano sufrió un accidente (se le cayó un compañero encima) y quedó paralítico en una clase de Educación Física. El básquet le permitía salir de la casa y jugar, aunque sea solo.
Empezó como utilero y, en 1987, lo eligieron en el draft desde la Universidad de Arkansas, cuando Scottie tenía veintiún años. Fue seleccionado por otro equipo y luego negociado con los Bulls en el draft gracias a la gestión de Jerry Krause.
Michael era mejor que cualquier otra estrella de cualquier deporte, no era un tipo común, con el que salías a almorzar, era distinto. En mi primer año me regaló un juego de palos de golf; es un buen gesto regalarle eso a un novato.
Cuenta Scottie, y agrega entre risas: “Me quería conquistar para quedarse con todo mi dinero”.
En el año 1991, Pippen firmó por siete años por 18 millones de dólares. Optó por un contrato largo, en lugar de uno bueno. Según cuenta, “tenía que asegurarme de que mi familia estuviera cubierta”. “Si hubiera sido más astuto, hubiera ganado al menos nueve o diez veces más que eso”, dice MJ.
Mi experiencia me dice que no es fácil con una firma pasar de clase baja a clase alta (se ve mucho en el fútbol y el boxeo). Tenés que estar preparado para el éxito. Y estar bien rodeado. Y saber escuchar. Si eso a Pippen le dio tranquilidad interior, hay que respetárselo. El dinero es solo un sustituto. El hermano de Scottie cuenta que él se ocupó de sus padres, les construyó una casa y les enviaba dinero todos los meses.
Luego de una lesión en el tobillo, Scottie decide operarse. Le preguntan a Phil Jackson si debía haberse operado al final de la temporada, dijo que sí, y a la pregunta de si Scottie lo había hecho a propósito (el operarse al inicio de la temporada) respondió que no. Agrega Phil Jackson que es muy importante entender las motivaciones de los jugadores. Scottie necesitaba hacer eso para sentir que le hacía justicia a su salario. PJ les dijo a los jugadores: “Vamos a sobrevivir y vamos a salir adelante”. Ese es el arte de seducir y liderar, adelantándose a los problemas. Phil logró fortalecerlos mental y anímicamente durante la ausencia de Scottie por su operación (y tuvo compasión con él, sabía que no era diplomático).
Sin Pippen, MJ se hizo cargo del liderazgo del plantel. Jordan explica que los rivales los veían más débiles sin Scottie, y no podían dejar ese flanco tan débil. Eso lo impulsaba a que salieran a ganar. Se convirtió en un líder que, si tenía que decirte “vete, no te necesitamos, si sientes la presión, vete”, lo decía sin problema. Esto me recuerda a una frase que vi en la serie Formula 1 (Drive to survive); si estás en la cocina y sentís el fuego, sentís el calor, sentís la presión, salí de la cocina. En este caso agregaría: “O trabajá con un psicólogo deportivo para soportarla”.
Luego de perder cuatro partidos seguidos contra LA Clippers, el peor equipo de la liga, Jordan seguía esperando que alguien más lo ayudara. Tuvo que anotar 49 puntos para que ganaran su primer partido en la temporada. MJ quedó agotado física y mentalmente.
“Si tengo que ganar solo, lo haré”; otra frase polémica para un líder. “Me vuelvo loco cuando no puedo”, pero esto no es tenis, es básquet, juego de equipo. Ojo, Michael. Ojo. A veces se le escapaba el ego.
Medio capítulo sobre Scottie, pero luego vuelve a MJ, quien dice: “El carácter competitivo y todo lo que aprendí fue desde niño”. Vamos a 1968, Carolina del Norte (Wilmington): “Mis padres nos dieron todas las oportunidades para triunfar en la vida”. El padre trabajaba en General Electric y la madre era empleada bancaria. Vivian en Wilmington, donde trataban de abrir su propio camino, “éramos una familia fuerte, nos criaron en un entorno fuerte”, cuenta el hermano de Michael, “si te voltean te tienes que parar, siempre debes dar lo mejor de ti y tratar de ganar; odiábamos perder”, dice el hermano.
Su padre y yo tratamos de enseñarles: ‘no esperen que nadie les regale nada, ustedes son fuertes e inteligentes, salgan a trabajar’. Tenían cinco años y los dos trabajábamos; a veces nos preocupábamos por dejar a los niños en casa, entonces se nos ocurrió mandarlos a practicar deportes. Los dejábamos en menores o en el gimnasio y así participaban en la comunidad. (Madre de Jordan)
“Nuestros padres querían que tuviésemos cosas por hacer. Aprender más sobre la vida; había mucho racismo en Carolina del Norte”, cuenta MJ, y continúa: “de niño, yo sabía dónde no quería estar. Quería salir gracias a mi excelencia, mi motivación era ser alguien fuera de Wilmington, el deporte fue la vida, el puente”.
El padre cuenta que competían mucho entre los dos hermanos, que Larry era el mejor en básquet. Los presionaba mucho. Si sentía que no estaban dando lo mejor, los presionaba más. Eso impulsó mucho a MJ, porque Larry ya era muy bueno. Siguiendo los modelos de padres para armar y para desarmar del libro Mi hijo el campeón: las presiones de los padres y el entorno, los padres de MJ eran equilibrados y acompañaban. Líderes que formar líderes y que escasean en el deporte. Líderes que acompañan y te hacen mejor.
“No estaría aquí de no ser por la rivalidad con mi hermano”, dice Michael, “cuando terminas a los golpes con alguien que adoras... Eso es por todas las pasiones. Siempre sentí que competía con Larry por la atención de mi padre”, finaliza Jordan.
“Ve con tu mamá, nunca vas a llegar a nada”, le decía el padre, y Michael sufría porque no encontraba esa aprobación. Eso lo hizo cada vez más decidido para ser tan bueno como el hermano, o incluso mejor. No entró en el equipo de la escuela en segundo año, sentía que no le caía bien al entrenador. Su madre le dijo: “Si lo deseas tanto, esfuérzate en el verano”. Y eso hizo ese verano: se concentró, practicaba todo el día y no soltaba el balón. El padre dice: “Si quieres lo mejor de Michael, dile que no puede, se lo toma como un desafío personal solo para desmentirte”. De ahí parece que nacieron sus automotivaciones personales. Lo que hizo Michael entre segundo y tercer año fue tremendo; en gran parte, ese cambio se basa en el crecimiento de su cuerpo.
En su ingreso a los Bulls, MJ logró llevar por segunda vez consecutiva a su equipo a los Playoffs. Pero se fracturaría el pie. Estaba muy triste porque jamás se lesionaba. Tenía que estar fuera entre seis y doce semanas; esa fractura nunca se suelda. Hasta entonces no había faltado a ningún partido en la escuela, universidad y NBA. De repente, se pierde 64 partidos. No hacía nada, solo podía mirar desde el banco. Fueron sus padres a Chicago: “Era imposible dejarlo en ese momento”, dice la madre. En mi experiencia con lesionados graves, el entorno social es clave para una buena rehabilitación, además de los buenos profesionales médicos y la mentalidad ganadora y optimista del lesionado. Todo esto estaba. Por eso fue más sencillo.
Se fue a la universidad y se recuperó allí sin decir nada, y volvió con su pierna lesionada más fuerte que la sana.
“Tenía un 10 % de riesgo de volver a lesionarme, y en ese caso sería el fin de mi carrera. Todos pensaban en lo negativo, y yo veía el vaso medio lleno”, dice MJ. Para el dueño, no valía la pena que se arriesgara, ya que no iba a ganar el campeonato. Sin embargo, Michael no lo veía así: “no jugar es una actitud de perdedor”. Pudo negociar jugar algunos minutos por partido. Siete minutos cada medio tiempo con un cronómetro, lo cual no le gustaba nada.
Empezaron a ganar y se abrió la posibilidad de los Playoffs. Llega un partido decisivo con Indiana Pacers en Indiana.; necesitaban ganar y le advierten al entonces entrenador: “Si lo pones un segundo más, te echamos”. Agrega Michael sobre ese partido: “En esos 14 minutos fui una fiera”. Estaban en posición de ganar. De repente, se le acababa el tiempo y estaba muy enojado: “Uno juega para ganar”, dice Jordan. Le pedía al entrenador que lo dejara jugar, faltaban solamente 13 segundos, y este le responde: “No puedo ponerte. Si te pongo, me echan”, y esto alimentó la teoría de que no querían llegar a los Playoffs. Paxson encesta el último tiro y los Bulls logran la victoria sin Jordan, por 109 a 108. Dejaron a Jerry Krause fuera del vestuario porque creían que violaba el aspecto más básico del deporte y la manera de vivir que tenía Michael, “dar todo y buscar ganar”. A partir de ese día, la relación de Michael con la dirigencia quedó muy resentida, y eso nunca se solucionó.
Cuando le levantaron el límite de tiempo fue como soltar a un perro salvaje. Intentaban contenerlo, pero es imposible contener a los grandes. Los Celtics ganaron el partido 123 a 104. Jordan fue el mejor del partido con 49 puntos y 4 rebotes. Luego de ese partido, Michael jugó al golf contra un rival y se estuvieron cargando y fastidiando. Dice Michael que luego de eso le comentó: “Dile a tu amigo que mañana tendré algo para él”. Otro fenómeno de automotivación: si no la tenía, la fabricaba; necesitaba el desafío, tal cual había hecho el padre con él desde la infancia, y así lo hizo tan fuerte.
Larry Bird dice que no salía de su asombro por cómo jugó ese partido, y Michael Jordan dice: “No paré nunca”. Encestó 63 puntos récord de la NBA. Iban 131 a 131, les tocó el último tiro a los Celtics y lograron la victoria. Finalmente, 135 a 131, pero Jordan se lució.
Larry Bird declaró: “Nunca había visto algo así y nunca lo volveré a ver. Era Dios disfrazado de Michael Jordan. Nunca vi a nadie jugar como él, incluyo a todos”. Magic Johnson dice: “Es el jugador más talentoso de la NBA”. El elogio de los grandes, los dos que más conocían el básquet de la NBA. Magic agrega: “Solo necesitaba los compañeros adecuados”. Por eso nos preguntamos, a sabiendas de que el básquet no es el fútbol y que cada jugador es más decisivo, si Messi tuvo o no tuvo en la Selección a los jugadores adecuados, que no siempre son los mejores… Al año siguiente, Jerry Krause incluye en el equipo a Horace Grant y Scottie Pippen, los compañeros adecuados, y cambió la formación del equipo. “Siempre voy a reconocerle a Jerry Krause el haber armado un equipo que encajaba. Uno de los traspasos claves fue cambiar a Oakley”.
De allí salta a 1997, cuando Scottie Pippen seguía con problemas en su tobillo. “Cualquiera puede irse”, declara Jerry Krause. Pero el dueño le bajó el pulgar. Scottie se quedó y dijo: “Me sentía ofendido, aunque sé que nadie es irremplazable, y opté por la actitud de no respetarlo”. Scottie se pasó de la raya; intercambio de insultos, lo empezó a maltratar abiertamente, en el autobús, no lo respetaba, y eso hizo quedar peor a Scottie que a Jerry. Phil cuenta que tuvo que pedir calma. Había mucho rencor entre Jerry y Scottie, quien dijo que se iba a ir. Michael plantea que Scottie había sido egoísta, se preocupaba por él mismo. Scottie se justificaba que tenía que hacer lo mejor para él, demostrando que nunca fue bueno para negociar y que la toma de decisiones dentro de la cancha era casi siempre impecable y, fuera de esta, casi todo lo contrario…