Читать книгу Quantas o de los burócratas alegres - Germán Ulises Bula Caraballo - Страница 18

Delirio

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Pequeños indicios de competitividad insana se notan en el instante mismo en que seguimos la (falsa) creencia de que es posible conquistar altas metas sin intervención o ayuda de los demás. A menudo, esta creencia afecta a las personas cuyas actividades son objeto de cuantificación según parámetros e indicadores de productividad, eficiencia, rendimiento, impacto. Desde deportistas hasta educadores, el componente de competitividad mina la vida afectiva con cargas insanas de verticalidad.

Esta locura tiene nombre: paranoia, diría Zoja (2013), e ingredientes explosivos: tendencia a la sospecha infundada y granítica, renuncia a los hechos, necesidad imparable de ensalzamiento, soledad. Los asuntos que conllevan malestares anímicos no son más que las pesadillas y obsesiones de quienes pierden el sentido de lo comunitario por dedicarse al problema de hacerse más y más competitivos, más y más ganadores. Es la tragedia de los fuertes, pero obstinados, de los reactivos, para quienes solo existe una empresa con valor y un único motivo de acción: conquistar, vencer, obtener réditos, triunfar. Hay que insistir en que el carácter de quien compite por la vía de razonamientos así no sabe decir más que “solo yo debo ganar”, “los mayores puntajes deben ser míos”, “el prestigio me corresponde y es solo mío; quien lo quiera, se ha de convertir en mi rival”. “Estoy solo”, última cosa esta que no se debe olvidar, puesto que “el culto de la fuerza pone en competencia con todos y aumenta el aislamiento” (Zoja, 2013, p. 16); lo cual lleva a la desconfianza, “que se autoalimenta, es un círculo vicioso” (p. 16).

Todo muy pomposo. Todo muy viril. Muy contrario a las características necesarias para las actividades en que la asociación y la compañía se requieren o buscan: introspección, curiosidad, sensibilidad, gusto por los vínculos y lazos, afecto, familiaridad, cordialidad, buenos modos. En la competencia con los demás están presentes otros rasgos: ansiedad, perturbación, incertidumbre, instinto defensivo, afinidad a la burla —que no es igual a la risa—, gusto por el escarnio, lógica simplificadora, agrado por los rankings, por la élite. Ivy league. Así, se puede decir que en la situación de competencia los requerimientos para el triunfo exacerban las luchas y la búsqueda de demostración de fuerza, además del culto por la victoria:

Quantas o de los burócratas alegres

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