Читать книгу Quantas o de los burócratas alegres - Germán Ulises Bula Caraballo - Страница 9
Metrocosmética 2
ОглавлениеLa metrocosmética es el esfuerzo que hacen individuos e instituciones para sacar buenos puntajes en indicadores cuantitativos que miden su desempeño, cuando este esfuerzo está desligado de modo total o parcial del desempeño en el campo que, se supone, miden dichos indicadores (Bula, 2012).
¿Cómo es posible, en general, el desajuste entre un indicador y aquello que mide? Para entender esto, es necesario saber qué implica hacer un indicador cuantitativo. Solo se pueden contar instancias de lo mismo: no es viable sumar manzanas y naranjas; si quiero hacer esta operación, debo sumar, más bien, “trozos de fruta”, pero, mediante esta abstracción, he perdido exactitud y bien podría estar hablando de peras. Todo lo contado se debe homogeneizar con anterioridad, se debe tratar como idéntico. Este rasgo definitorio de la operación de contar marca sus límites en lo que hace al saber; no todo saber se puede matematizar. Con base en esto, se ponen de relieve cuatro problemas con la operación de contar:
1. Si bien se suele tener mucho cuidado en el manejo de los números —operaciones estadísticas, modelos matemáticos, etcétera— y se vela por su exactitud e imparcialidad, no existe el mismo rigor con las decisiones que los hacen posibles, es decir, con las abstracciones homogeneizadoras mediante las cuales se decide que los individuos X y Y se deben tratar como miembros de la clase A, como idénticos en los cálculos.
Piénsese en las categorías residuales, por ejemplo, “otros”: en Colombia, dice la estadística, un 92,5 % de las personas son católicas, un 10,8 % son protestantes y el resto se reparte entre no-creyentes y “otras denominaciones”, es decir, en un mismo rubro se pone a los budistas, judíos, islámicos, mormones y cienciólogos, como si fueran iguales (Bowker y Leigh, 2000). No solo eso, se pone en el mismo rubro a los católicos que nunca van a la iglesia, a los que profesan la teología de la liberación, a los que siguen al Opus Dei, a los que usan condón con sentimiento de culpa y a los que lo usan sin remordimiento. La ilusión de exactitud que dan los números hace que las decisiones homogeneizadoras que los producen a menudo no se vigilen de un modo suficiente.
2. Mientras más compleja es una clase de cosa, mayor es la pérdida de información, de detalle, que implica el categorizarla como idéntica a otras (véase Guénon, 2001, pp. 70-73). No hay problema en contar una papa y otra papa como “papas”, pero sí lo hay en tratar a Chile y al Congo, indistintamente, como “economías basadas en el sector primario”. Si un amigo me da a cuidar su pez dorado y lo pierdo, quizás lo puedo resarcir comprando otro pez dorado —un pez dorado es igual a otro pez dorado—; si me da a cuidar a su hijo por una tarde y lo pierdo, no sería válida una operación análoga.
Los problemas de la cuantificación son mayores en la medida en que ascendemos en la escala del ser. Corolario: si a un grupo de personas que antaño no ha sido sometido a procesos cuantitativos de control se le introduce una medida de este tipo, sentirá que se le trata por debajo de su dignidad; piénsese en una universidad en la que, al comienzo de un nuevo semestre, se anuncia a los profesores que se les controlará con tecnología biométrica la cantidad de horas que pasan trabajando en las aulas.
3. El poder predictivo o explicativo de un modelo está limitado por la calidad de la información bruta con que se alimenta; si esta es de baja calidad, también lo será el desempeño del modelo: garbage in, garbage out (Andrade, 2016). Por lo tanto, y siguiendo el punto anterior, mientras más compleja y heterogénea sea la clase de cosas que estoy contando, más inexactos serán mis cálculos. Sin embargo, la sofisticación matemática de los cálculos que se realizan sobre las cantidades producto de dicha abstracción da la impresión de exactitud.
Se dice que un estudiante escolar tiene un promedio de 7,23 —dos puestos decimales: ¡cuánta exactitud!—, pero esta medición homogeneiza cosas tan dispares como su asma no diagnosticada —que afecta su rendimiento en Educación Física—, su capacidad de razonamiento abstracto y su mala nota en Biología, la cual tiene que ver con que es la primera clase de la mañana y, por su fisiología particular, este alumno solo comienza a pensar con claridad después de las 9:00 a. m.
Así, en sentido técnico, hacer cálculos finos y complejos con datos producto de la abstracción es un sinsentido (Beer, 1994); como limpiarse las manos con jabón antibacteriano antes de comer un perro caliente callejero. La operación de contar nos da una idea falsa de con cuánta exactitud conocemos.
4. La ilusión de exactitud que producen los números causa, a su vez, un sesgo en la selección de los datos y modelos para dar cuenta del mundo; se pone un énfasis excesivo en los datos contables y que se prestan a un tratamiento matemático. Krugman (1994) argumenta que la disciplina de la economía abandonó el campo de la economía del desarrollo, a pesar de que este es útil y fértil, principalmente porque no es posible modelar sus ideas matemáticamente. Según un adagio que a veces se le atribuye a Einstein, pero viene de Bruce Cameron (1936): “no todo lo que cuenta se puede contar, ni todo lo contable cuenta”.