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El concepto de república

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Cualquier reflexión sobre la emergencia de la república y de la opinión pública republicana se inscribe en un campo de estudio que, a nivel internacional, ha producido importantes derroteros teóricos que han tenido un impacto importante en la historiografía hispanoamericana y colombiana en particular. Si partimos de los atributos de la república señalados por Pocock,17 debemos coincidir en que buena parte de nuestra historiografía ha formulado estos referentes para estudiar a la república o, por lo menos, para entenderla en una periodicidad que confirma su carácter problemático.18 Varios historiadores colombianos, estudiando las publicaciones periódicas y los textos constitucionales han identificado como “república”, democracia o sistema de representación política, entre otros apelativos, al tipo de régimen que se instauró a comienzos de siglo XIX.19

Para Gilberto Loaiza este concepto también ha resultado fundamental en su obra, pues defiende la tesis de que a comienzos del siglo XIX coinciden las aspiraciones por mantener una hegemonía religiosa católica, un proyecto de democracia representativa y el predominio de la cultura letrada en el espacio público. En una gran parte de su producción historiográfica establece que dicho predominio se extendió hasta bien entrado el siglo XIX. En este punto, no sobra citar la réplica de Aristides Ramos a la historiografía por su excesivo énfasis en el criollismo ilustrado dispuesto a defender sus lugares de privilegio. De su reflexión, aunque detenida en el período colonial, se desprende que los criollos no desarrollaron discursos y prácticas políticas de oposición al imperio español; antes bien, trataron de conservar intactas sus aspiraciones burocráticas y, en esa medida, defendieron siempre su condición de “españoles americanos” y no de “criollos”, como solían identificarlos los peninsulares. Dice Ramos: “esta condición particular de los criollos en América fue lo que les restó inventiva en sus procesos de afirmación política, por el profundo “iberocentrismo” en que enmarcaron sus acciones”.20 Margarita Garrido, por su parte, entiende que las contiendas por el sentido en una república son permanentes, ellas hacen parte de un marco discursivo común, hegemónico y en constante recomposición. Admite también la autora, la importancia de los momentos de crisis para que ese marco discursivo termine dislocándose, de ahí que se produzcan cambios de significado, combinaciones de lenguajes y experiencias. En las repúblicas decimonónicas, las combinaciones de lenguaje enunciadas por la autora fueron: privilegios y derechos; cabildos abiertos y soberanía popular; Dios, rey y pueblo; pueblo y ejército; honor, vecindad y ciudadanía; justicia, igualdad y clasificaciones sociales.21

En este volumen, Loaiza se integra a este debate en el contexto de la historiografía colombiana, aunque no presenta discusiones explícitas que le ayuden al lector a establecer los contornos de sus divergencias y convergencias con las obras y autores pertinentes. De allí que la lectura del libro deje interrogantes como el carácter del faccionalismo que en este libro resulta central porque se define como el detonante de la transformación en el concepto de opinión pública. Loaiza enfatiza en el tránsito de una retórica centrada en la palabra de los hombres de letras a una retórica facciosa que atestigua las rivalidades políticas. También explica los esfuerzos de cada gobierno de turno por asegurar el orden. Pero en este período, el faccionalismo presenta fracturas profundas que combaten en una u otra orilla por la primacía de la constitución o por el lugar de la guerra en la definición de la república. En el caso de la Nueva Granada, la oposición entre bolivarianos y santanderistas o entre santanderistas y ministeriales después, remite a una realidad más compleja que es necesario estudiar. Queda la pregunta de cómo funciona esta complejidad en relación a Hispanoamérica en general en un marco comparativo como el que despliega este libro.

En su conjunto, el esfuerzo de análisis que ofrece este volumen deja planteadas una serie de rutas de reflexión que, presentadas en el marco de una lectura comparativa a nivel de los procesos hispanoamericanos de la primera parte del siglo XIX, aportan indicios importantes para expandir la reflexión tanto teórica como metodológica en el campo de la nueva historia de los lenguajes políticos. Con seguridad, sus reflexiones alimentarán el debate en el ámbito historiográfico nacional, pero también, en tanto compilan una serie de ideas y conclusiones que el autor ha publicado ya en diferentes artículos, constituye una herramienta útil en la docencia universitaria.

María Eugenia Chaves Maldonado

Profesora titular en dedicación exclusiva del

Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias

Humanas y Económicas de la Universidad Nacional

de Colombia, Sede Medellín

Ph.D. en Historia

Marta Cecilia Ospina Echeverri

Profesora titular del Departamento de Historia de

la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la

Universidad de Antioquia

Dra. en Historia

1. Su lectura, en este punto, parece cercana a la discusión ya clásica de Benedict Anderson sobre las condiciones bajo las cuales la nación pudo ser imaginada en el tránsito del siglo XVIII al XIX; es interesante constatar que otro de los intereses del autor en este campo ha sido justamente, reconocer la importancia de la novela como una condición que permite la emergencia de la nación. Véase Gilberto Loaiza, “La nación en novelas (Ensayo histórico sobre las novelas Manuela y María. Colombia, segunda mitad del siglo XIX)” en La nación imaginada. Ensayos sobre los proyectos de nación en Colombia y América Latina en el siglo XIX, comp. Humberto Quiceno (Cali: Universidad del Valle, 2015), 131-175.

2. Gilberto Loaiza Cano, El lenguaje político de la república. Aproximación a una historia comparada de la prensa y la opinión pública en la América española, 1767-1830 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 2020), 200.

3. Loaiza, El lenguaje político de la república, 198.

4. Véase, entre otros, Noemi Goldman, ed., Lenguaje y revolución. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata, 1780-1850 (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008); Javier Fernández Sebastián, dir., Diccionario político y social del mundo iberoamericano, 11 vols. (Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2009 y 2014); Francisco Ortega y Alexander Chaparro, eds., Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos XVIII y XIX (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales-CES, University of Helsinki, 2012); Gilberto Loaiza, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación. Colombia, 1820-1886 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011).

5. Cfr. Elías Palti, La invención de una legitimidad. Razón y retórica en el pensamiento mexicano del siglo XIX (Un estudio sobre las formas del discurso político) (México: Fondo de Cultura Económica, 2005) y Elías Palti, El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2007). Palti ha retomado su reflexión en el tercer capítulo de su último libro, véase Elías Palti, Una Arqueología de lo político. Regímenes de poder desde el siglo XVII (México: Fondo de Cultura Económica, 2018).

6. Palti estudia en este sentido a Fernández de Lizardi como el ejemplo de este publicista individual en México; Loaiza opina que en la Nueva Granada fue Antonio Nariño.

7. Ver sobre esta idea: Gilberto Loaiza, Poder Letrado. Ensayos sobre historia intelectual de Colombia. Siglos XIX y XX (Cali: Universidad del Valle, 2014), 65-70.

8. Aristóteles, Retórica, traducción y notas de Alberto Bernabé (Madrid: Alianza, 2007), 194-195.

9. John Pocock, El momento maquiavélico (Madrid: Tecnos, 2008), 147.

10. Palti, La invención de una legitimidad, 51.

11. Palti. La invención de una legitimidad, 56.

12. Pocock, El momento maquiavélico, 146.

13. François-Xavier Guerra, “Voces del pueblo. Redes de comunicación y orígenes de la opinión en el mundo hispano (1808-1814)”, en Figuras de la modernidad: Hispanoamérica, siglo XIX-XX, François-Xavier Guerra (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2012), 158.

14. Guerra, “Voces del pueblo”, 162.

15. François-Xavier Guerra, Modernidad e independencias (México: Fondo de Cultura Económica, 1997), 228, 236.

16. Ana Cristina Araújo, “Opinión pública. Portugal”, en Diccionario político y social del mundo iberoamericano. La era de las revoluciones, 1750-1850, dir. Javier Fernández Sebastián (Madrid: Fundación Carolina, 2009), 1092. Algo similar argumenta Rosanvallon en su estudio sobre la Revolución Francesa. Pero en este caso, lo que se concibe como opinión pública debe ser tomado como una fuerza de presión sobre el gobierno. Ver: Pierre Rosanvallon, La democracia inconclusa. Historia de la soberanía del pueblo en Francia (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2006), 318.

17. Estas características serían: a) su carácter temporal, que la distingue de un sistema o una ideología, y que la hacen dependiente de las circunstancias que la condenan a la inestabilidad; b) su particularidad en establecer la elegibilidad periódica del gobernante y la división y especialización de poderes, lo que la diferencia de otros regímenes; c) su apuesta por la separación entre lo político y el orden natural y d) la reafirmación de la soberanía y, por ende, de su autonomía. Pocock, El momento maquiavélico, 141, 142.

18. Valga citar a algunos historiadores que han abordado la república neogranadina de comienzos del siglo XIX. Jorge Conde Calderón, Buscando la nación: Ciudadanía, clase y tensión social en el Caribe colombiano, 1821-1855 (Medellín: La Carreta histórica, 2009); Franz Henzel, “La República y sus formas: la República apostólica, católica y romana de principios de siglo (1821-1862)”, en El Nuevo Reino de Granada y sus provincias: Crisis de la Independencia y experiencias republicanas, eds. Aristides Ramos, Óscar Saldarriaga y Radamiro Gaviria (Bogotá: Universidad del Rosario, 2009), 206-230; Hans-Joachim König, En el camino de la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del Estado y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856 (Bogotá: Banco de la República, 1994); Annick Lempérière, “De la república corporativa a la nación moderna”, en Inventando la nación, coords. François-Xavier Guerra y Antonio Annino (México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 316-346; Annick Lempérière, Entre Dios y el Rey: la república (México: Fondo de Cultura Económica, 2013); Georges Lomné, “De la ‘República’ y otras repúblicas: la regeneración de un concepto”, en Diccionario político y social del mundo iberoamericano, dir. Javier Fernández Sebastián (Madrid: Iberconceptos, 2009), 1253-1269.

19. En este punto es necesario mencionar la discusión que propone Isidro Vanegas frente a las apreciaciones que los neogranadinos tenían sobre las formas de gobierno, incluida la república, y sobre el régimen que se impuso. Pues, si bien antes de 1808 estas fueron expuestas en los periódicos de la época para ilustrar sobre sus diferencias, después de la crisis monárquica, como lo expresa el autor, lo que se registra es el triunfo de una “democracia representativa”. Ver Isidro Vanegas, La revolución neogranadina (Bogotá: Plural editores, 2013), 221-224.

20. Aristides Ramos Peñuela, “Criollos: configuración de una mentalidad”, en El Nuevo Reino de Granada y sus provincias: crisis de independencia y experiencias republicanas, eds. Aristides Ramos et al. (Bogotá: Universidad del Rosario, 2009), 19. Ver también, Oscar Almario, “Los negros en la independencia de la Nueva Granada”, en Indios, negros y mestizos en la independencia, ed. Heraclio Bonilla (Bogotá: Planeta, 2010), 23.

21. Margarita Garrido, “Nueva Granada entre el orden colonial y el republicano”, en Las independencias hispanoamericanas: Interpretaciones 200 años después, coord. Marco Palacios (Bogotá: Norma, 2009), 94. Una tesis similar, relacionada con derechos y privilegios, fue expuesta por Beatriz Rojas en su investigación sobre la Nueva España. Ver: Beatriz Rojas, Cuerpo político y pluralidad de derechos (México: Instituto Mora, 2007), 16-17.

El lenguaje político de la república

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