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CARTA DE LUISA París, 2 de noviembre de 2004

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Queridísima Giovanna:

Gracias por dedicarnos este escrito lleno de poesía, de sinceridad y de esperanza. Está claro que tu lugar estará siempre entre todos los recuerdos que tienes de la luz, de los olores, de la gente, de todo lo que conociste desde que naciste. Todo lo que viviste y viste, lo que te formó una personalidad durante tu infancia y adolescencia. Es muy normal que te cueste desprenderte de ciertos lazos. Tienes la suerte de contar con los dos retratos que te pintó papá, en los que has quedado inmóvil, silenciosa, tal como eras en aquellos momentos. Igual que Manuel y yo, que Jaime Valle-Inclán o Carlo Coccioli: quedaremos siempre tal como «éramos» en ese preciso momento.

Por supuesto, todos hemos cambiado, ya no tenemos la misma mirada ni la misma sonrisa, pero todo lo que éramos sigue aún dentro de nosotros.

Nos alegra mucho saber que valoras tanto todos esos recuerdos, saber que ya no tienes miedo del pasado y que hemos quedado siempre dentro de tus sentimientos. No dudamos de que cada día nos dedicas tus pensamientos. Sabemos que nunca nos has dejado de querer, y hemos escuchado el «grito» que nos envías. Comprendemos que has cambiado, que te acercas más a la madurez, a la aceptación de la vida vivida y de la que vendrá. Tú eres la primera que debe creer en el cambio, y si tú crees en él, nosotros también creeremos.

Gracias una vez más por pensar en nosotros con tanto afecto.

Muchos besos,

PAPÁ y MAMÁ

Aferrada a la vida

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