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CAPÍTULO 2: Los espejos aumentan

DICIEMBRE DE 2017

Estaban frente a mí los docentes del tribunal y cuando el titular de la mesa se puso de pie y dijo:

—Muy bien, Vogel, puede pasar. —Sonreí levemente, salí al pasillo y vi la cara de expectativa de los demás estudiantes.

—¿Y? —preguntaron, yo sonreí y cuando salió una de las docentes y me pasó mi planilla.

—Felicidades —dijo, y varios compañeros me felicitaron también, me había recibido de docente; agradecí el gesto de mis compañeros, aunque yo nunca entablé una relación profunda con ninguno de ellos, siempre estuvieron ahí.

Salía del edificio sintiendo que me saqué una gran carga de encima, pero en el fondo no estaba muy contenta, había cumplido una meta, pero no podía hacer aflorar las emociones positivas de ese momento, era como si el vacío fuera lo único que había, respiré hondo y pensé “LO LOGRASTE”.

Cuando salí a la vereda vi a algunos compañeros y a Paula esperándome sonriente con un cartel; no sé por qué creí que me salvaría del “bautismo profesional” como lo llamó ella, la abracé antes de sentir que me llenaban de harina, yerba, huevo, en fin, una mezcla de no sé bien qué tipo de “productos” o “ingredientes”. Me saqué fotos con mis compañeros más allegados que estaban ahí con Paula, ella era mi amiga y estaba acompañándome como siempre, aunque sabía que no se presentó a su sede, ella estaba estudiando Gastronomía.

—Muchas gracias —dije emocionada y sonreí, en eso sentí que me agarraban la mano, giré y vi sonreír a Julio.

—Felicidades, amor —dijo antes de abrazarme, yo correspondí al abrazo y vi por encima de su hombre a Paula mirándome, estaba seria.

En realidad no esperaba que Julio estuviese ahí, habíamos discutido esa mañana y si bien él sabía que rendía mi último final, no esperaba que fuera, nuestra relación estaba colgando de un hilo, habíamos tenido muchos altibajos las últimas semanas, pero aun así, estaba ahí; eso me tomó por sorpresa, era un gran gesto, pero en el fondo sentía la tensión y la incertidumbre.

Él se ofreció para llevarme con su moto hasta mi departamento, pero le dije que iba a ir caminando con Paula, hizo un gesto contrariado antes de besarme y volver a abrazarme y decirme al oído:

—¿Ya tenés planes para hoy?

—Sí —respondí, aunque en realidad era mentira, porque si bien agradecía su presencia, yo esa noche no quería estar con él.

Él me miró a los ojos antes de besarme otra vez, en el fondo yo sentía que esa era nuestra despedida y me dolió, pero no quería pensar en eso ese día y le di otro beso una vez que él subió a la moto, y luego se fue. Yo saludé a los demás compañeros que seguían esperando por los siguientes egresados y luego emprendí mi camino acompañada por Paula.

Mi departamento quedaba a 8 cuadras, por lo que mucha gente me vio andar toda llena de esa mezcla que me habían tirado y me parecía muy gracioso ver la cara que ponían y escuchar a Paula decir “es que se recibió”, a mí no me importaba lo que pensaran los demás y solo sonreía.

—Gracias, Paula —dije; ella me miró—, por todo. —De nada, vas a tardar bastante en la ducha nomás —dijo antes de comenzar a reír, aunque ella también estaba algo enharinada.

-Siento que me saqué una mochila de encima —dije antes de gritar—¡Me recibí!, carajo, me recibí.

Me sorprendí al darme cuenta de lo que había hecho, pero las emociones habían empezado a aflorar, estaba contenta.

Cuando pasaba la calle hacia mi departamento con Paula vi que me estaban esperando con un cartel Camila con mi sobrino, Gastón, mi mamá y Joaquín. Camila me abrazó y comenzó a llorar de emoción y yo igual, me felicitaban y luego saludaban a Paula que se iba a ir, ella me abrazó. —¿Por qué no te quedás? —le pregunté.

—Mañana organizamos algo, sí. Ahora disfrutá con tu familia. —Me dio un beso en la mejilla y cruzó la calle.

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