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CAPÍTULO 3: El reflejo de las primeras heridas

DICIEMBRE DE 2003

Una noche, tras una discusión con mamá en la que Joaquín intervino, mi padre lo golpeó, pero mi hermano se defendió devolviéndole un golpe y comenzaron a pegarse, papá era más fuerte y lo golpeó tanto que Joaquín tenía un corte en la ceja y su cara estaba ensangrentada, yo lo intenté defender al golpear a mi padre con el palo de la escoba y funcionó porque él dejó de golpearlo, me miró con odio antes de ir hacia las habitaciones y yo abracé a Joaquín.

Mi padre entró a la habitación de mis hermanos y tiró la ropa de Joaquín afuera y lo echó de la casa, mamá intentó impedir que Joaquín se fuera, pero no pudo; recuerdo que él antes de irse me miró a los ojos y me dijo: “Sé fuerte, Micaela”.

Mi mamá salía de la habitación para ir a trabajar, pero solo a medio tiempo y luego volvía a encerrarse, yo sabía que a llorar, porque en ocasiones entraba por la ventana para abrazarla mientras ella lloraba.

Camila era quien ahora asumía como madre, ella nos cuidaba a Gastón y a mí, era ella quien en ocasiones nos ponía las reglas, y siempre que podíamos evitábamos a papá, que ahora ya no siempre estaba en la casa, pero cada vez que estaba era el circo de maltratos, insultos, amenazas.

AGOSTO DE 2007

Una tarde Camila recibió una llamada desde el hospital, habían internado a mamá y tenían que operarla, ella organizó para que nos quedáramos Gastón y yo en la casa de la mamá de una amiga suya, ya que ella iría a cuidar a mamá. Los familiares de mi mamá vivían lejos y ellos no estaban al tanto de la situación de mis padres, tenían idea, pero no dimensionaban el problema en sí, fue ahí, cuando me di cuenta de que las apariencias son una mierda, que, en nombre de un matrimonio, las personas son capaces de tapar cosas atroces y fingir afuera que está todo bien mientras que adentro de la casa se vive un infierno.

Estábamos saliendo de la casa con nuestras mochilas cuando llegó papá.

—Ahora que su madre muere olvídense de volver a mi casa.

-Mamá no se va a morir —gritó Gastón y lo empujó, papá intentó golpearlo, pero Camila se paró frente a él, tras atajar su mano en el aire, la cara de sorpresa que mi padre tenía no se me borra de la mente.

—Con o sin mamá, ellos me tienen a mí y no voy a permitir que nos vuelvas a maltratar, ya no.

Él se soltó de su mano y antes de entrar a la casa volvió a decir:

—Ojalá que su madre se muera en la cirugía.

Estuvimos casi un mes en la casa de la señora Claudia, porque mi mamá sufrió complicaciones en la cirugía y tuvo que permanecer más tiempo internada. Gastón y yo la volvimos a ver después de ese tiempo cuando fuimos por primera vez al hospital, ella estaba en una cama con suero y tenía un drenaje que salía de cerca de su tórax, estaba muy pálida, más flaca y Camila a su lado parecía mucho mayor y apenas tenía 18 años, se la veía muy cansada.

Pocos días después que mamá salió de alta recuerdo que Camila y la señora Claudia se ausentaron una mañana y no fuimos a la escuela para quedarnos con mamá, cuando mi hermana llegó nos reunió a Gastón y a mí, nos dijo que volveríamos a la casa con él, que volveríamos a la casa de nuestros padres, pero que no nos preocupáramos porque “todo iba a estar bien”; yo no lo creía porque estar en el mismo lugar que él no era tener calma, no era estar bien.

Durante una semana tuvimos que volver a escuchar los gritos, amenazas y golpes en las paredes y puertas, hasta que una tarde llegó la policía. Camila lo había denunciado, la señora Claudia le dio la idea y la acompañó a hacer la denuncia, ahí me enteré que hay un procedimiento que se llama extradición de hogar o algo así, que básicamente consistía en que papá abandonara la casa, además, tenía orden de alejamiento.

Mi mamá se enojó con Camila por actuar sin su consentimiento y fue la primera vez que sentí que ya no la reconocía, ¿cómo era que ella, nuestra madre, ahora parecía que lo defendía de cierta forma a él? Pero sin importar la opinión de mamá, Camila fue la primera en ser citada a declarar, luego mamá tuvo que acompañarnos a Gastón y a mí por ser menores, él tenía 13 y yo 12 años, además, de que estuvo presente una psicóloga junto al “defensor de menores” al momento de la declaración y pasamos de a uno, primero Gastón y por último yo. Meses más tarde debimos rectificar lo declarado nuevamente.

Fue un año difícil en cierta manera, pero por lo menos él ya no podría seguir haciéndonos daño psicológico, pues así definieron que era, aunque a Gastón lo había golpeado en varias ocasiones y a Joaquín mientras estuvo en la casa también, para mí era violencia física y psicológica.

Mamá había vuelto a trabajar en el hospital por las mañanas. Camila empezó a trabajar en una librería por las mañanas y comenzó la carrera de Secretariado Jurídico. Por mi parte, a diferencia de Gastón que había repetido el año anterior y por lo tanto ahora empezábamos el año en el mismo curso, yo utilizaba el estudio para no pensar en nada y también para que mamá y Camila estén orgullosas.

Pero yo había tenido problemas de conducta el año anterior y, si bien hacía tiempo que evitaba meterme en problemas en la escuela para no generarles disgustos, en ocasiones, ante los comentarios y chismes que había de la separación de mis padres yo reaccionaba verbalmente, ya fuera levantando la voz o insultando. Una tarde estaba en la biblioteca de la escuela con Gastón cuando un compañero se burló de que nuestros padres se separaron y dijo que era porque mamá le había sido infiel, mi hermano se enojó y pedí que se calmara, pero el otro chico no se callaba y se sumó otro más, yo ni siquiera sabía sus nombres, pero sí que mencionaban que no éramos hermanos y que mamá era una puta. Al escuchar eso yo hice mal en no apartar a Gastón que se abalanzó sobre uno de los chicos, bueno, yo lo ayudé golpeando al otro, por lo que recibimos sanciones y prácticamente nos iban a expulsar, pero nos “perdonaron la vida” dándonos el pase, por lo que Camila, que ahora era nuestra tutora, se vio obligada a cambiarnos de escuela. Pero se enojó enormemente, nos aclaró que éramos grandes para esas estupideces, que los comentarios estarían siempre, pero no eran ciertos y por lo tanto no quería más problemas, esa vez descubrí que podía tener carácter fuerte, también, con nosotros.

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