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La bonanza económica como factor explicativo del auge de Rafael Correa

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Como señalamos al inicio de este capítulo, nuestro interés es desentrañar las variables que explican el apoyo electoral que ha permitido la permanencia de Rafael Correa en el poder luego de los procesos de 2009 y 2013. La primera y más obvia explicación es que los electores giraron ideológicamente hacia la izquierda al ser interpelados por una plataforma proselitista orientada en esa dirección. Nuestro argumento al respecto es que dicha conjetura es errónea y la reflejamos en la hipótesis nula que plantea que el electorado no se encuentra ideológicamente ubicado hacia la izquierda, por lo que ese no es un factor explicativo del apoyo electoral al presidente Correa. Para dar cuenta de este argumento, en primer lugar evidenciamos la posición ideológica del presidente Correa para posteriormente identificar la trayectoria asumida por el votante común del Ecuador a lo largo de los últimos años. A partir de las dos mediciones damos cuenta de la existencia de indicios empíricos suficientes que apoyan la hipótesis nula que planteamos.

Más allá de las propias declaraciones del presidente Correa sobre su pertenencia al socialismo del siglo XXI, hay un consenso en la literatura que estudia el denominado giro a la izquierda que lo incluye en el grupo de jefes de Estado que están dentro de esa tendencia (Stoessel, 2014). Sin embargo, hay que reconocer también que existen diferentes tipos de izquierda y presidentes alineados ideológicamente en esa dirección. De hecho, Rafael Correa junto con Hugo Chávez y Evo Morales estarían dentro del grupo de gobiernos a los que Castañeda (2006: 29) describe como de izquierda “nacionalista, estridente y cerrada”. Otro segmento de presidentes, como Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, Tabaré Vázquez y Luiz Inácio Lula da Silva, se incluirían en los que el propio Castañeda denomina “modernos, abiertos y reformistas”. Finalmente, tanto para Castañeda como para otros autores, los gobiernos del matrimonio Kirch­ner-Fernández se ubicarían en un punto intermedio entre los dos grupos ya mencionados (Weyland, 2009; Moreira, Raus y Gómez 2008).

Respecto a la ubicación ideológica del electorado presentamos evidencia empírica que, desde dos perspectivas distintas, da cuenta de que históricamente el votante ecuatoriano de izquierda ha sido y sigue siendo ampliamente minoritario. En primer lugar se presenta el apoyo legislativo alcanzado por los partidos de izquierda desde el retorno a la democracia. Para el efecto recurrimos a información proporcionada por el Consejo Nacional Electoral del Ecuador. Posteriormente nos detenemos en el análisis de la autoubicación ideológica de la ciudadanía, tomando como referente empírico los resultados de las encuestas de opinión diseñadas por el Proyecto Latinoamericano de Opinión Pública (LAPOP, por sus siglas en inglés). Aunque la serie temporal disponible para observar el segundo referente empírico es de menor alcance, en conjunto dan cuenta de la validez de nuestra intuición. La gráfica 3 representa el porcentaje de asientos alcanzados en la legislatura por los partidos de izquierda entre 1979 y 2007. En la medición están agregados los partidos Frente Amplio de Izquierda (FADI), Movimiento Popular Democrático (MPD), Partido Socialista Ecuatoriano (PSE) y Pachacutick (PCK).3

Excluyendo a los gobiernos de Rafael Correa, el promedio de curules obtenidos por los partidos de izquierda fue de 10.75%, mientras que su representación más baja está en el primer periodo luego del retorno a la democracia (2.89%). La mayor bancada de las izquierdas corresponde al periodo 2003-2007 que es aquel en el que se dio la alianza de gobierno entre el indigenista PCK y el Partido Sociedad Patriótica (PSP) del expresidente Gutiérrez (20%). Por otro lado, las dos barras del extremo derecho corresponden a la representación legislativa del movimiento oficialista Alianza País (AP) durante los gobiernos de Rafael Correa.4 Como se puede observar, las diferencias entre la votación tradicional de la izquierda y la de la AP en los periodos previos dan algunas pistas adicionales para la discusión de la hipótesis nula.

Gráfica 3. Representación legislativa de los partidos de izquierda en Ecuador


La explicación más obvia que se puede plantear es que la votación de la Alianza País corresponde efectivamente a un giro ideológico del electorado hacia la izquierda. Sin embargo, aquello implica asumir algunos hechos que son difícilmente aceptables. El primero es que las preferencias de los electores pueden cambiar de forma tan drástica como lo evidencia la gráfica 3. Aunque los actores modifican tanto la intensidad de sus preferencias como el orden lexicográfico en que se presentan, resulta menos creíble que lo hagan de forma tan abrupta en ausencia de eventos que generen un cambio trascendental entre las alternativas disponibles. En efecto, cambios drásticos en las preferencias de los electores son más probables cuando se pasa de un régimen dictatorial a un proceso de democratización o cuando se toman decisiones inmediatamente después del cese de una guerra civil, por ejemplo. En el caso ecuatoriano, si bien hay variaciones entre el escenario previo a 2006 y el que se analiza, estos no fueron lo suficientemente dramáticos como para generar un cambio tan fuerte en la posición ideológica del electorado.

El segundo hecho que hace poco creíble una fuerte variación en las preferencias del electorado y que se relaciona con el previamente discutido es que el apoyo histórico a las izquierdas desde 1979 no tiene una tendencia al alza sino que, por el contrario, se ha mantenido estable alrededor de 10%. Como señalamos, incluso el punto más alto de apoyo legislativo a las izquierdas, en el periodo 2003-2007 (20%), debe ser tomado con cautela, pues corresponde a la presentación de listas conjuntas de candidatos entre el indigenista PCK y la agrupación política del candidato y luego presidente Lucio Gutiérrez (PSP). Por tanto, asumir que las preferencias del electorado variaron drásticamente hacia la izquierda a partir del primer gobierno del presidente Correa dan cuenta de una hipótesis poco sostenible empíricamente y que, por el contrario, abre espacios a explicaciones alternas de dicho fenómeno político.

Las dudas señaladas respecto al cambio brusco en las preferencias ideológicas del electorado ecuatoriano se reafirman con los datos obtenidos de las encuestas realizadas por la Universidad de Vanderbilt a través del Latin American Public Opinion Proyect (LAPOP). En efecto, la gráfica 4 representa la media de las respuestas otorgadas por la ciudadanía frente a la pregunta que solicita ubicarse ideológicamente en un espectro que va de “1”, que corresponde a extrema izquierda y que termina en “10”, que corresponde a extrema derecha. Como consta en la gráfica 4, el votante común ecuatoriano se ha mantenido, al menos desde 2004 hasta la fecha, prácticamente en la misma posición, que corresponde al centro del espacio ideológico. Esta tendencia tiene una ligera variación recién en el año 2014, esto es, luego de las elecciones presidenciales de 2013, las últimas en las que intervino Rafael Correa como candidato. Acorde a los datos presentados, a partir de 2014 hay un ligero giro hacia la izquierda en el autoposicionamiento del electorado ecuatoriano.

Gráfica 4. Ubicación ideológica promedio en Ecuador (2004-2014)


El hallazgo empírico que discutimos es coherente con la argumentación desarrollada en los párrafos anteriores y da cuenta de que ante la ausencia de un electorado ideológicamente orientado hacia la izquierda la votación masiva otorgada a Rafael Correa en sus distintas campañas electorales se explica por otro tipo de variables. Por tanto, en esta parte argumentamos a favor de nuestra conjetura positiva en la que planteamos que la bonanza económica que vivió el país durante la última década explica, al menos parcialmente, el apoyo electoral mantenido por el presidente Correa.

Puesto que Ecuador es un país que fue y sigue siendo altamente dependiente del petróleo para organizar sus finanzas públicas (Fontaine, 2002), consideramos el precio promedio anual de dicho hidrocarburo como aproximación empírica del estado de la economía nacional. Al respecto, la gráfica 5 presenta el trayecto asumido por este indicador entre 1979 y 2016. Como se observa, 1998 (14.39 dólares) y 1986 (15.04 dólares) son los años en los que el petróleo se situó en los precios más bajos y corresponden a los gobiernos de los presidentes Jamil Mahuad y León Febres Cordero. Por otro lado, los mayores precios se fijaron en 2008 (99.06 dólares) y 2013 (97.98 dólares) que corresponden al segundo y tercer periodo de gobierno de Rafael Correa, respectivamente.

Gráfica 5. Precio promedio anual del petróleo (1979-2016)


Dado que la información proporcionada da cuenta de que los mayores ingresos del Ecuador se concentraron precisamente durante los gobiernos del presidente Correa, allí puede existir un indicio de causalidad respecto al apoyo electoral que ha permitido su permanencia en el poder por alrededor de diez años. En otras palabras, el argumento que planteamos es que la prosperidad económica del país, más que el posicionamiento ideológico, explicaría el éxito electoral y la consiguiente permanencia del proyecto político liderado por Rafael Correa. Una implicación que resulta de este razonamiento es que, a medida que los recursos económicos de la caja fiscal empezaron a decrecer, tal cual sucede a partir de 2014, la hegemonía del presidente Correa también entró en una fase de debilitamiento.

Dos hechos giran en torno a la validez del argumento expuesto. El primero se refiere al vínculo existente entre la decisión presidencial de no postularse a la reelección en las elecciones de febrero de 2017 y la exteriorización de los problemas estructurales de su modelo económico a raíz del vertiginoso descenso del precio internacional del petróleo durante 2015 y 2016 (48.66 y 33.18 dólares, respectivamente). El segundo hecho tiene que ver con el vertiginoso descenso de los espacios alcanzados por el movimiento oficialista Alianza País en las elecciones seccionales —alcaldes municipales y prefectos provinciales— celebradas en febrero de 2014 en comparación con los resultados reportados para similares comicios en 2009. Para explicar la primera situación recurrimos al análisis contrafáctico (“qué habría pasado si”), mientras que para la segunda planteamos una descripción comparativa del número de alcaldías y prefecturas alcanzadas por el movimiento oficialista en las dos elecciones mencionadas.

El argumento contrafáctico que sostenemos es que si los precios internacionales del petróleo no hubieran descendido, el modelo económico del presidente Correa se mantendría en buenas condiciones y su candidatura a la reelección en 2017 habría sido un acontecimiento dado. De hecho, si ese hubiera sido el escenario político, las probabilidades de que el presidente Correa alcanzara la reelección hubieran sido altas. Al respecto, la evidencia empírica existente para América Latina y también la que se reporta para el caso de Estados Unidos da cuenta de que los presidentes en funciones que optan por la reelección son prácticamente invencibles (Penfold et al., 2014). Este habría sido el razonamiento que llevó al presidente Correa a presentar en diciembre de 2014 un paquete de enmiendas constitucionales que, en el fondo, buscaba viabilizar la reelección indefinida de todas las autoridades de elección popular, incluida la suya. En la época el país vivía aún la bonanza económica producida por los altos precios internacionales del barril de petróleo (93.25 dólares).

Desafortunadamente para los intereses del presidente Correa, el año 2015 llegó con la caída estrepitosa de los precios del petróleo (48.66 dólares), el consiguiente incremento de la conflictividad social, en especial por temas redistributivos, aunque también por otras demandas y reclamos de diversos sectores, y el descenso en la aceptación ciudadana de su gestión. En medio de dicho escenario, inédito para el presidente Correa desde su llegada al gobierno, para diciembre de 2015 la Asamblea Nacional decidió aprobar las enmiendas constitucionales ya mencionadas, aunque agregando una disposición transitoria que impide a los funcionarios con dos periodos seguidos en el cargo optar por la reelección en 2017.5 Siendo una legislatura controlada en sus dos terceras partes por el presidente Correa y su agrupación política es poco creíble que tal restricción constitucional se haya incluido por otras razones que no sean el descenso en el apoyo popular al jefe de Estado.

A partir de la información proporcionada por la firma Cedatos, la gráfica 6 representa la aprobación promedio anual del presidente Correa a partir de 2007. Como se observa, los altos niveles de aprobación presidencial tienden a decrecer en 2015 y son aún menores en mayo de 2016, que es el último dato incluido en este análisis. Si comparamos el comportamiento tanto del precio internacional del petróleo como de la aprobación presidencial, ambas mediciones siguen la misma trayectoria, lo que daría sustento a la hipótesis que planteamos. Esta intuición se confirma al realizar un análisis de correlación. En efecto, existe una correlación positiva y significativa entre las dos variables, tal cual consta en el reporte que incluimos en el anexo 1. Aunque el análisis de estadística descriptiva mencionado no plantea abiertamente la idea de causalidad, al menos es un indicio en torno a la viabilidad del vínculo entre las dos variables mencionadas.

Gráfica 6. Aceptación del presidente (2007-2016)


Asumiendo las bondades y limitaciones del análisis contrafáctico (Fearon, 1991), lo que sostenemos en esta parte es que si la bonanza económica se hubiera mantenido, el apoyo electoral al presidente Rafael Correa habría sido como en los años anteriores y su posibilidad de reelección en 2017 sería altamente probable. Aunque existen otras variables que seguramente inciden sobre el apoyo electoral al presidente Correa —incluyendo las atribuibles a su propia personalidad— y a la permanencia de su proyecto político, lo que hemos tratado de evidenciar es que no son variables relacionadas con la ideología del elector las que han conducido a la hegemonía de Rafael Correa. A la par, las pruebas empíricas ofrecidas nos permiten señalar que existen serias presunciones de que el voto favorable al presidente Correa y a la permanencia del movimiento oficialista Alianza País tiene relación con el estado de la economía nacional.

Como señalamos en párrafos anteriores, un segundo elemento de juicio que da cuenta de la vinculación existente entre la situación de la economía nacional y el apoyo al presidente Correa y su denominada “Revolución Ciudadana” se encuentra en el análisis de las elecciones seccionales de 2009 y 2014. En efecto, durante las elecciones de 2009, cuando los ingresos por el alto precio del barril de petróleo florecían, el movimiento oficialista Alianza País alcanzó una importante representación en términos de alcaldías municipales y prefecturas provinciales. De hecho, dos de las tres ciudades más importantes del país, Quito y Cuenca, tuvieron alcaldes pertenecientes al movimiento del presidente Correa. No obstante, en 2014, cuando la economía del país ingresó en un proceso de recesión, los resultados electorales siguieron la misma trayectoria. Alianza País no solo perdió las alcaldías de Quito y Cuenca sino que también redujo su campo de influencia en otras ciudades del país.

La gráfica 7 presenta los porcentajes de alcaldías por organización política en las elecciones de 2009 y 2014. Tanto en esta gráfica como en la siguiente diferenciamos entre las candidaturas ganadoras presentadas individualmente por cada partido político y aquellas que resultan de alianzas. Asumimos dicha decisión metodológica, pues de esta manera es posible observar de forma más clara el potencial electoral autónomo de cada organización partidista. Como se puede observar, los rendimientos electorales del movimiento oficialista Alianza País se redujeron para 2014 en alrededor de 14 puntos porcentuales respecto a 2009 (33% a 19%), lo que deja entrever el mayor decrecimiento de esta agrupación política respecto a otras que participaron en ambos procesos. Desde luego, hay que tener presente que para 2009 el calendario electoral fue concurrente para la designación de presidente y gobiernos seccionales. Esta circunstancia es clave pues el caudal de votos generados por la candidatura a la reelección del presidente Correa podría haber beneficiado la elección de alcaldes oficialistas.

Gráfica 7. Porcentaje de alcaldías por organizaciones políticas (2009 y 2014)


Gráfica 8. Porcentaje de prefecturas por organizaciones políticas (2009 y 2014)


Un razonamiento similar se puede plantear al analizar los resultados de las elecciones a prefectos provinciales durante los dos procesos ya mencionados y que se encuentran expresados en la gráfica 8. En 2009 Alianza País obtiene casi la mitad de las 21 prefecturas en disputa (43%), mientras que para las elecciones de 2014 su representación en este nivel subnacional desciende drásticamente en 17 puntos porcentuales (43 a 26%). Aunque en este caso también opera la aclaración relacionada con la concurrencia del calendario electoral para la elección de presidente y prefectos provinciales en 2009, si se observan en conjunto los resultados presentados con el análisis contrafáctico previo existen varios indicios de que la fortaleza tanto del presidente Correa como de su proyecto político estuvo anclada a los momentos de bonanza económica que Ecuador vivió durante buena parte de la última década.

¿Fin del giro a la izquierda en América Latina?

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