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Conclusiones y agenda de investigación

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En este capítulo exploramos las razones que dan cuenta de la permanencia en el poder del presidente Correa durante la última década. Contrariamente al argumento que señala que la emergencia y consolidación de la izquierda en Ecuador tiene que ver con un cambio en el posicionamiento ideológico de los votantes, planteamos que la bonanza económica que tuvo el país durante los últimos diez años explica de mejor forma el surgimiento de dicho fenómeno político. En otras palabras, evidenciamos que el electorado no apoya a Rafael Correa porque se asuma de izquierda sino por la gran cantidad de recursos económicos que tuvo el país y que sirvieron para que el gobierno mejorara la inversión pública y determinados beneficios sociales. Visto desde la perspectiva del giro a la izquierda en América Latina, lo que en este capítulo resaltamos es que, al menos en el caso ecuatoriano, este cambio está subordinado a la bonanza económica. Luego, sin recursos económicos, es menos probable que la gente siga votando a la izquierda.

A partir de dicho hallazgo empírico, en la segunda parte del capítulo presentamos varios indicios que harían pensar que la gran cantidad de recursos económicos estatales es la variable que explica el mantenimiento de Rafael Correa y su movimiento político Alianza País en la cúspide de la vida política ecuatoriana. En primer lugar, recurrimos a un contrafáctico para evidenciar que los problemas económicos del país han afectado la popularidad del presidente y que, como consecuencia de ello, su movimiento político decidió autoimponerse a la prohibición de que Rafael Correa sea candidato en 2017. En términos contrafácticos nuestro argumento fue que si el estado de la economía no se hubiera deteriorado, la aceptación ciudadana del presidente Correa seguiría siendo elevada y, por tanto, las reformas constitucionales realizadas a finales de 2015 hubieran viabilizado su reelección inmediata.

Por otro lado, planteamos una comparación entre los resultados de las elecciones seccionales de 2009 y 2014 para de allí inferir que la estrepitosa caída de Alianza País en el último proceso electoral tiene que ver con el deterioro de la situación económica del país. Por tanto, en la medida en que la bonanza estuvo presente los resultados electorales del movimiento oficialista fueron exitosos mientras que, a medida que los problemas económicos empezaron a aparecer, las lealtades del votante fueron en descenso. Desde luego, el análisis presentado debe tener presente el hecho de que el calendario electoral de 2009 estableció la elección concurrente de presidente y autoridades seccionales, lo que pudo generar un efecto de “arrastre” de votos del presidente Correa hacia sus candidatos. Más allá de lo expuesto, consideramos que el indicio presentado permite pensar que el voto económico prevalece al voto ideológico.

Finalmente, a partir de los hallazgos que en este capítulo ofrecemos hay una serie de inquietudes que pueden servir para una agenda de investigación futura. En primer lugar, la viabilidad de algunos proyectos políticos de izquierda parece estar vinculada directamente a la existencia de recursos económicos que puedan movilizar el aparato estatal y sobre esta base generar presidentes imperiales (Basabe-Serrano, 2017). Una vez que esa fuente de ingresos desaparece o disminuye de manera considerable el modelo estatista se tambalea y muestra rápidamente sus debilidades. Ecuador y Venezuela son dos casos empíricos que dan cuenta de este razonamiento. Asimismo, en ambos países no solo se ha recuperado el Estado sino que sobre tal discurso se eliminó cualquier iniciativa desde el sector privado. A diferencia de Bolivia que parece haber asumido la mutua interacción entre estos dos sectores de mejor forma, el caso de Ecuador aquí expuesto ha evidenciado que el modelo económico propuesto por el presidente Correa no tiene asidero sino en escenarios en los que la caja fiscal es robusta.

En ese plano, si bien el referente empírico que utilizamos en este capítulo para valorar el apoyo electoral es el precio del barril del petróleo, ello no debe llevar a la confusión de que allí se encuentra la mayor explicación del deterioro de la economía ecuatoriana. Aunque la afluencia de recursos provenientes de la venta del hidrocarburo citado es esencial, la ausencia de interacción entre el sector público y privado y la justipreciación de uno y otro en términos macro tiene un peso decisivo para entender las dificultades que ahora afronta la economía ecuatoriana. Desafortunadamente, la oferta del presidente Correa de dejar de lado la dependencia del petróleo ha sido uno de los grandes incumplimientos de la década en la que el país estuvo bajo el gobierno de la “Revolución Ciudadana”. De hecho, el excesivo gasto público anclado a los altos precios del petróleo en la actualidad conspira no solo contra la estabilidad económica del Ecuador sino también, y paradójicamente, contra la futura supervivencia política del propio Rafael Correa y de su agrupación política.

De hecho, la hegemonía del movimiento Alianza País empezó a resquebrajarse en el último proceso electoral. Por primera vez, después de la elección de Rafael Correa en 2009, la contienda presidencial presentó un ballotage y el candidato oficialista Lenín Moreno alcanzó la presidencia con una diferencia de apenas 2.3% de los votos válidos. Por otro lado, la representación legislativa del oficialista Alianza País descendió de 52.30% de curules en 2013 a 39.07% en 2017. En el plano económico, a las pocas semanas de gobierno el presidente Moreno anunció la existencia de serios problemas en la caja fiscal y la necesidad inminente de modificar el modelo estatista desarrollado durante la última década.

Por último, los cambios en lo económico que ha anunciado el gobierno, sumados a una reducción de la intolerancia política que caracterizó a las administraciones de Rafael Correa, han derivado en que la principal oposición al presidente Moreno provenga de las propias filas del movimiento oficialista y del exmandatario, ahora residente en Bélgica. Así, la ausencia de recursos económicos para sostener el modelo económico de la década pasada y los constantes escándalos de corrupción que envuelven al vicepresidente Jorge Glas y a varios ministros del anterior gobierno dan algunas señales en torno a las dificultades que tendrá en el mediano plazo Alianza País para sobrevivir políticamente. Respecto al expresidente Correa, la posibilidad de una consulta popular que impida su posible candidatura a la reelección constituiría el evento decisivo que marque el desplome de una estructura política anclada en el caudillismo y la distribución clientelar de recursos públicos.

¿Fin del giro a la izquierda en América Latina?

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