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Salas de cine

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El arribo de otra época tuvo lugar con la construcción del Teatro Cartagena, inaugurado el 3 de julio de 1941 por los hermanos Lequerica y Don Enrique Mathieu, cerebro de esa sociedad. Tuvo aire acondicionado y máquinas importadas que eran lo último en sonido y proyección. No obstante, el público cartagenero le tenía, entonces, miedo al aire acondicionado, y se tapaba la boca y las narices cuando salía de cada función. Este era el principal teatro, el número uno en recaudación y venta de boletería en todo el país, constituyó en ese entonces un fracaso, y los Lequerica lo cedieron a cambio de acciones, a Cineco. Y entró en escena Rafael Pinzón Riveros, un cachaco que vendía artículos para hombres en la calle primera de Badillo y que había trabajado en cine, en Bogotá, con el Capi Nieto, padre de don Víctor —otro pionero del cine, en lo que a distribución se refiere— así como también fue subgerente y programador de los Di Doménico Hermanos, quienes vendieron a Cine Colombia el Teatro Olimpia y los otros de su cadena de teatros. Pinzón principió a abrir teatros al aire libre en los barrios de Cartagena, y aparece otro pionero, el Gran Abel Monsalve Capozzi, quien inauguró más teatros de barrio y la fundación del Circuito Velda.

En este contexto, también se evoca La Serrezuela3, en el barrio de San Diego. El periodista Libardo Muñoz escribe para el catálogo del Festival de Cine del año de 1993, que era un lugar donde, por mucho tiempo, se presentaron funciones de cine. Era el circo-teatro o el circo, a secas, entre los cinéfilos, quienes iban a sus vespertinas o a sus funciones en la noche. En este escenario se celebró, en el año 1966, la versión número VII del Festival. La película ganadora de la India Catalina fue la japonesa La condición humana (Ningen no joken I, Mazaki Kobayashi, 1959), un drama que se desarrolla durante la II Guerra mundial.

Muchas otras salas de cine en Cartagena de Indias son solo un grato recuerdo: El Padilla, Colonial, España, Atenas y Don Blas. Pero, de recuerdos cinematográficos, están las calles de la Arenosa: en Barranquilla, los inolvidables cines de la calle de las Vacas o la Treinta; el teatro San Roke (con k), el Salón Boyacá, el Rialto, el Dorado, el teatro Tropical y el cine Mogador. Algunos de ellos, este cronista visitó cuando era muy niño, llevado de la mano por mi padre o por don Segundo González —un español que vivió al frente de mi casa en Barranquilla, quien fue compadre de mis padres.

Breve historia de los cineastas del Caribe colombiano

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