Читать книгу Aprendiendo a enseñar - Graciela Edith Ruiz Díaz - Страница 6

Agradecimientos

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Para poder “hacer” primero tuve que “ser”, existir, y eso le debo a la unión de mis padres, Humberto y María, a quienes agradezco haberme brindado el don de la vida y guiarme por un sendero de trabajo y entereza, ante lo bueno y no tan bueno que nos presenta el camino, acompañada en el trayecto por mis hermanos, José Luis, Humberto (hijo) alias “Tito” y Sonia, de quienes también aprendí distintos aspectos del “paisaje” de la vida.

Pero esta obra no sería posible sin la colaboración, apoyo, empuje y paciencia dispensada por mis hijos en todo el trayecto de sus existencias, aprendiendo juntos a recorrer distintos senderos, algunos de los cuales hubieran sido más difíciles transitar sin el aporte de sus sabidurías; por eso, Alejandro Rodrigo y Adra Sofía se merecen todo lo que pueda dejar de legado, dado que en todo ello, hay reflejo de sus presencias.

Y en esos senderos de la vida, se presentan situaciones, pero también personas que hacen que las alegrías sean más grandes, los proyectos más fructíferos y que las penas se desvanezcan casi por completo, me alientan en cada idea y me calman cuando algo no sale según el plan.

Una de esas personas es Silvia Mariel, mi amiga desde la escuela, lugar donde se producen lazos verdaderos. Nosotras somos un ejemplo de ello.

En la misma escala, otra amiga, Carol Andrea, quien no solo me ayudó en momentos difíciles de un tramo del camino, sino que me brindó y sigue brindando su amistad incondicional.

Otras personas con esas características son mi tía Sara y mi prima Sandra, siempre presentes en mi vida.

Y párrafo aparte para mis cuñadas, Karina y Alicia, quienes llegaron a mí a través de mis hermanos pero se convirtieron en hermanas de la vida, más unidas aún por sus únicas hijas mujeres que son mis ahijadas: María Sol y Tatiana, dos seres de luz.

Personas que, sin que medie un lazo más que el afectivo, han confiado en mí: los padres de mis alumnos. Pero sobre todo, el grupo de padres que me ha inspirado a escribir este libro, al solicitar en tercer grado (año 2018) que continúe con sus hijos (luego de haber concluido el primer ciclo), hasta sexto grado.

Y por supuesto, a los héroes de esta historia, mis alumnos, con quienes hemos crecido juntos en una etapa de nuestras vidas y espero continuemos juntos a lo largo del camino, como lo sigo haciendo con otros alumnos, que hasta la fecha, me visitan, me consultan, envían mensajes.

Por último, a mis colegas. Este libro fue gestado como medio de contacto, confiando en que servirá de apoyo para que otros colegas puedan alimentar las ideas aquí planteadas, criticarlas, reformularlas, adaptarlas, compartirlas, y de éste modo, ayudarnos a crecer mutuamente.

A todos ellos ¡GRACIAS!

Aprendiendo a enseñar

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