Читать книгу Porno feminista - Группа авторов - Страница 11
Оглавление5. Mi década decadente: diez años creando y debatiendo porno para mujeres
ms. naughty, también conocida como Louise Lush, es una escritora, editora, bloguera, emprendedora y cineasta apasionada del género erótico para mujeres. Es una de las directoras de ForTheGirls.com, un sitio web de pago con contenido para adultos, además de directora de muchos otros sitios web eróticos orientados a las mujeres heterosexuales. Su ficción erótica ha aparecido en Best Women’s Erotica y sus cortos eróticos se han proyectado en numerosos festivales de cine internacionales. Tres de ellos han recibido nominaciones a los Feminist Porn Awards. Vive con su marido en una pequeña ciudad australiana, rodeada de fundamentalistas cristianos.
Todavía recuerdo el día en que compré mi primera revista porno. Fue en 1993, yo tenía veinte años y estaba a salvo a más de cuatrocientos kilómetros de mi ciudad natal. Entré en el puesto de periódicos, y con vértigo en el estómago compré Australian Women’s Forum (awf), la nueva y excitante revista que mostraba fotos de hombres desnudos. El cajero no me dio una bolsa de papel marrón, así que tuve que enrollarla y salir corriendo hacia el coche.
Me la llevé a casa y devoré sus contenidos. Me encantaba el hecho de que esta revista no contuviese moda o dietas, solo sexo y feminismo. La sección de cartas era especialmente emocionante, llena de arrebatadoras y a veces embarazosas historias reales sobre sexo. Mi novio de entonces (hoy mi marido) y yo siempre teníamos relaciones sexuales maravillosas cada vez que yo compraba awf.
No era el primer porno que había visto, por supuesto. De niña me había fascinado la muy mal escondida colección de revistas de mi padre, con ejemplares de Penthouse y Mayfair. Eran deliciosamente pícaras, pero confusas. No tenía ni idea de lo que era un orgasmo o el semen, y no había visto un pene en mi vida. Aun así, dos cosas me quedaron claras. Primero, me gustaba el porno. Era grosero. Yo sabía que no debía mirarlo; que si me pillaban, me metería en un buen follón. Segundo, me quedó claro que los ligueros y las medias eran la encarnación de lo sexy. No podía esperar a ponerme unos cuando fuera mayor.
La compra de awf supuso la primera vez en la que reconocí abiertamente mi amor por el porno. Después de años de miradas furtivas y momentos robados, finalmente di el paso y lo pedí para mí misma. Aunque esa primera vez estaba aterrorizada, fui capaz de encontrar el valor de comprarlo porque awf era diferente. No era una revista para viejos verdes escondida en la parte trasera de la tienda. Era, en cambio, fresca, atrevida y descarada. Era feminista.
Comprar awf aquel día acabó cambiándome la vida. Me llevó a mi carrera como pornógrafa feminista.
Me decidí a crear porno para mujeres.56 Quería replicar la filosofía positiva, empoderada y orientada a la mujer que había visto en awf. Quería crear porno que yo disfrutara, y quería compartir ese porno con otras mujeres cachondas.
Por supuesto, esa no era mi única motivación. Lo hice para ganar dinero, como el resto del mundo. El porno era una veta rica en el 2000, una mina de oro que ofrecía dinero fácil y diversión a cualquiera que quisiera aprender. A pesar de eso, opté por la menos conocida y menos rentable opción de dirigirme a las mujeres heterosexuales; en ese momento, un mercado desconocido y desechado.
Lo que pasaba era que a mí me gustaba el porno pero no me gustaba cómo se comercializaba la mayor parte del mismo. Odiaba la manera en la que se me ignoraba como espectadora. Siempre estaba dirigido a hombres y les hablaba solo a ellos. Se concentraba en las prácticas sexuales que le gustaban al hombre, y no parecía importarle el proporcionar a la mujer una parte igualitaria del placer. Las fotos y películas cortan a los hombres del plano, concentrándose solo en el cuerpo de la mujer. Los tíos a menudo no son atractivos e incluso parecen repulsivos o detestables. Había muy poco romanticismo, juego previo, o cunnilingus, que eran las cosas que yo quería ver. Las mujeres siempre se dejaban los zapatos puestos y miraban directamente a la cámara mientras se las follaban. Las escenas acababan siempre con una corrida en la cara, y yo no quería ver eso: pensaba que era degradante y además un poco tonto. A menudo la mujer se arrodillaba con cara de cierto dolor, intentando mirar con adoración al hombre mientras él le salpicaba semen en el ojo. La cámara nunca mostraba la cara del hombre durante el orgasmo, cosa que a mí me parecía una farsa. Las caras de los hombres son bellas en ese instante.
Sencillamente, me gustaba el porno y al mismo tiempo no me gustaba: una reacción que sabía que otras mujeres también experimentaban. Quería cambiar eso. Quería hacer que el porno fuera mejor. Todavía lo deseo.
Para mí, hacer porno para mujeres era un acto feminista. No me creía la sabiduría dworkinesca de que todo el porno era malvado y que el porno inherentemente odiaba a las mujeres, porque esa filosofía no reflejaba cómo me sentía personalmente sobre el mismo. Sabía que el porno no era perfecto, pero eso no quería decir que tuviera que descartarlo por completo. Razonaba al respecto conmigo misma y me decía que sería mejor cambiarlo, hacerlo más positivo, que incluyera la perspectiva de una mujer en el proceso. Si las mujeres tenían su propio porno y reconocían sus experiencias y deseos, probablemente la balanza se equilibraría un poco. Para mí, hacer mi propio porno era una solución positiva a una pregunta difícil.
Comencé por adquirir licencias para las imágenes de otros fotógrafos de contenidos para adultos, y a crear pequeños sitios web que enlazaban a sitios de pago con programas de afiliados. Era más barato y más fácil comprar fotos existentes que intentar hacer las mías (especialmente dadas las leyes de censura en Australia). Navegaba por las colecciones de fotos de hombres desnudos, hechas para un público gay, y simplemente elegía a los que me parecía que tenían buena pinta, quitando las fotos de «culo abierto» y cualquier otra foto que pareciera estereotípicamente «gay». Estaba intentando vender la fantasía de un chico desnudo guapo y hetero (y por tanto, alcanzable). Al final, no importaba mucho si eran de verdad gays o no, siempre que fueran guapos.
Y que la tuvieran dura. Poder ver erecciones era importante porque llevaban mucho tiempo escondidas de la vista. Los tíos de awf estaban fláccidos, en cumplimiento de las leyes de censura. De hecho, una vez el editor me dijo que usaban un transportador de ángulos para medir el «ángulo de colgado» y asegurarse de que la revista pasara la inspección. Internet era diferente. Ofrecía un hermoso nivel de libertad, y no había normativas gubernamentales que declarasen que una polla dura era «obscena». Para mí, poder publicar fotos de erecciones era un acto subversivo y feminista. La desnudez masculina era todavía muy escasa en las películas y la televisión tradicionales, a pesar de que la desnudez femenina era común. El pene era terreno vedado, un último bastión de secretismo, una reserva final del poder masculino. Internet me permitió descorrer la cortina y mostrar la polla en toda su gloria.
A la hora de elegir fotos de sexo (y en este caso me refiero a parejas heterosexuales) busqué las imágenes que me ponían a mí. A menudo elegí colecciones que tenían más besos, más contacto visual y cunnilingus, o las que se centraran en ambos miembros de la pareja por igual, y en los que la mujer no mirara a cámara. Intenté encontrar imágenes que mostraran placer femenino y sexo con aspecto realista (a diferencia de las posiciones deliberadamente extremas e incómodas, tipo «gonzo»). Las colecciones que cumplían estas características eran muy escasas e infrecuentes. A veces me pasaba días navegando por sitios web con estos contenidos intentando encontrar la colección apropiada.
Me integré en una comunidad de webmasters, en su mayoría estadounidenses, que vivían de hacer y promocionar porno. Nos encontrábamos en foros y en canales de irc, y debatíamos nuevas ideas sobre cómo comercializar nuestro porno. La comunidad era predominantemente masculina y a menudo desagradable y sexista. Ser una webmaster mujer era inusual: intentar promocionar el porno entre mujeres se consideraba a menudo una pérdida de tiempo.
En cualquier caso, sí que éramos unas pocas y nos unimos en nuestro propio foro, el Women’s Erotica Network (wen), compuesto por unas veinte personas. Allí hablábamos de nuestro «nicho» particular y de cuál sería la mejor manera de promocionar nuestro producto, además de otras cuestiones más filosóficas sobre lo que estábamos haciendo.
Todas en wen creíamos en el porno para mujeres. Éramos capitalistas, sí, pero también queríamos cambiar el mundo. Había muchas cosas del porno que no nos gustaban, muchas cosas que queríamos hacer de forma diferente. No siempre estábamos de acuerdo con los demás pero eso también contribuía a hacerlo divertido.
Esencialmente nos estábamos inventando sobre la marcha el concepto de porno para mujeres. No teníamos gran cosa en la que basarnos; como guía, solo teníamos las películas de Candida Royalle y los desplegables masculinos de Playgirl, además de nuestras propias ideas de lo que era sexy. A menudo nos preguntábamos «qué quieren las mujeres» y acordábamos que no había una única cosa que quisieran todas las mujeres. También sabíamos que era probable que las mujeres tuvieran gustos diferentes según el día.
En cualquier caso, sabíamos lo que vendía. El porno de parejas heterosexual, tanto el romántico como el «porno duro de buen gusto» vendía bien, así como los hombres atractivos desnudos y la ficción erótica. Estos tres tipos de contenidos acabaron cristalizando juntos y se convirtieron en el modelo de referencia del porno para mujeres y lo que muchas personas asocian con él.
Pero esto no era todo. Nos diversificábamos, cada uno a nuestra manera. Yo tenía pequeños sitios web con bdsm, dominación femenina, fantasías bisexuales hombre-hombre-mujer, porno de disfraces, sexo anal y pegging, además de sitios sobre besos y sobre cunnilingus. Recuerdo una conversación en la que anhelábamos un día futuro en el que el porno para mujeres tuviera tantos «nichos» (fetiches) como el porno tradicional. El problema residía en que éramos muy pocos los que lo hacíamos y en el resto de la comunidad de contenidos para adultos no se nos apoyaba mucho. Hubo muchas veces en las que sacábamos el tema del porno para mujeres en los principales foros y se nos descartaba de primeras. «Las mujeres no compran porno» era la respuesta habitual. «Las mujeres no son visuales».
He oído la frase «las mujeres no son visuales» innumerables veces durante esta década. Es una idea que se originó con las investigaciones de los años cincuenta del doctor Alfred Kinsey, y que se ha incrustado en nuestra cultura como si fuera una verdad biológica. Investigaciones más recientes han demostrado lo equivocado que estaba Kinsey al respecto. Hay un estudio citado muy frecuentemente, que llevó a cabo el doctor Michael Bailey en la universidad Northwestern en 2001, que descubrió que las mujeres se excitan con una amplia variedad de imágenes eróticas, a diferencia de los hombres que estaban más centrados en una imaginería sexual alineada con su propia orientación sexual.57 En 2004, los investigadores de la facultad de medicina de Stanford descubrieron que las mujeres se excitan por completo al cabo de dos minutos de ver una película sexualmente explícita: eso es más rápido que la media de los hombres.58 De forma similar, en 2006 los investigadores de la universidad McGill utilizaron un escáner térmico para medir los niveles de excitación de hombres y mujeres mientras veían películas para adultos. Concluyeron que no había ninguna diferencia entre hombres y mujeres en el tiempo necesario para excitarse.59
Yo sabía que a las mujeres les excitaba el porno y tenía estadísticas para demostrarlo. Los críticos me preguntaban qué aspecto tenía el porno para mujeres. Repetidas veces argumenté que las corridas en la cara no eran atractivas para la mujer; que las mujeres querían más romance, besos, intimidad y realismo. Debo admitir que hay veces en las que me puse normativa con respecto a qué tipo de contenido constituía porno para mujeres. Resultaba más fácil hablar de hombres desnudos y parejas sensuales que meterse en disquisiciones filosóficas respecto a «qué quieren las mujeres». Aun así, a menudo lo hice lo mejor que pude para explicar que el porno para las mujeres trataba sobre de la audiencia y la perspectiva, no sobre las prácticas sexuales representadas. En 2003, escribí: «Mi definición de buen porno para mujeres incluye representaciones del sexo en las que el placer de la mujer es lo más importante. Tiene que tratar sobre la experiencia del sexo de ella, el placer de ella, y el orgasmo de ella. Todo lo demás es solo fachada».
La investigación de Ellen Laan en 1994 en la Universidad de Ámsterdam fue especialmente útil para resumir por qué estaba haciendo porno para mujeres. Laan estudió si las respuestas subjetivas de las mujeres al porno eran diferentes de sus reacciones físicas: para ello, les mostraba a sus sujetos diferentes tipos de porno, incluyendo la película orientada a las mujeres Urban Heat, de Candida Royalle. Descubrió que a pesar de que su excitación física era constante, la «experiencia subjetiva de la excitación sexual era significativamente mayor durante la película hecha por una mujer. La película hecha por un hombre evocaba más sentimientos de vergüenza, culpa y aversión»60. Yo quería ofrecer todas las cosas buenas sin ninguna parte de vergüenza, culpa ni aversión.
En 2003 me uní con una compañera webmistress, Jane, y empezamos nuestro propio sitio web de suscripciones ForTheGirls.com. Recopilé todas las historias y artículos que había escrito y uní mi colección de fotos con la de Jane. Nuestro sitio se creó con la intención de ser una ventanilla única para las mujeres que quisieran disfrutar contenidos eróticos en un lugar orientado a la mujer. Seguimos con la exitosa fórmula de tíos buenos mezclados con parejas hetero y algo de variedad erótica. Además, ofrecíamos una amplia variedad de material de lectura, que incluía artículos de fondo, entrevistas, reseñas, consejos y ficción erótica, de modo que nuestros suscriptores pudieran decir que «solo se habían suscrito por los artículos». El sitio ha crecido sin cesar desde entonces.
En 2004 creé una lista de enlaces y empecé a escribir el blog con mi pseudónimo Ms. Naughty para hacer la crónica de los nuevos desarrollos en porno para mujeres, incluyendo nuevos sitios web, libros, revistas y películas dirigidas a las mujeres. Cineastas como Estelle Joseph, Erika Lust y Petra Joy crearon sus primeras películas hechas específicamente para mujeres, añadiendo más miembros al género creado por Candida Royalle, Marianna Beck, Tristan Taormino y Maria Beatty. Había cada vez más sitios de contenidos para adultos orientados a las mujeres heterosexuales, incluyendo ocho de los principales sitios de pago. La revista independiente Sweet Action se lanzó con mucha fanfarria, y un grupo de mujeres estaba desarrollando un canal de televisión por cable llamado Inpulse. Me parecía formar parte de algo grande, algo que cambiaría la cara del porno, y que el cambio estaba a la vuelta de la esquina.
La realidad no era tan maravillosa. En conjunto, la industria de contenidos para adultos todavía no aceptaba la idea de que las mujeres eran algo más que un mercado minúsculo.
Y sin embargo, las estadísticas contaban otra historia. En 2001, una encuesta de la msnbc descubrió que una de cada ocho mujeres usaba su ordenador del trabajo para acceder a contenido pornográfico.61 En 2003, Nielsen NetRatings informó que alrededor del 28 % de los consumidores de porno eran mujeres.62 Ese mismo año, una encuesta de la revista en línea Today’s Christian Woman reveló que el 34 % de sus (buenas, respetables, cristianas) lectoras femeninas había disfrutado voluntariamente del porno. En 2007, Nielsen informó que una de cada tres mujeres australianas había consumido porno en los tres primeros meses de ese año63 y que trece millones de mujeres estadounidenses había consumido porno en solo un mes.64
Durante mis numerosos debates en foros me encontré a mujeres webmasters que se oponían al concepto de porno para mujeres. «Las mierdas emocionales no les gustan a todas las mujeres», escribió una webmistress que se llamaba Jackie. «Soy igual de dura que cualquier tío, y puedo estar todo el día viendo películas de metesaca y de gaping anal y de gangbangs y de lo que sea. No necesito que hagan un porno aparte para mí».
Mi respuesta original a esa crítica concreta del porno para mujeres fue de frustración. «Si te gusta todo eso, bien por ti. Hay toneladas de eso ya hecho: ve y disfrútalo. Pero estamos intentando hacer algo para las mujeres a las que no les gusta ese tipo de porno. ¿Por qué quieres negarles eso?».
Eso era lo que estaba intentando hacer desde el principio: porno para mujeres como yo, mujeres a las que no les gustaban los números de circo, los clichés, la estupidez y la misoginia que eran tan comunes en el porno tradicional. Quería hacer algo diferente, algo inclusivo. Y pensé que muchas mujeres sentían lo mismo que yo. Caray, las ventas lo decían.
Pero ese era el tema. Admito que estaba viendo solo una parte de la realidad.
Durante el transcurso de muchas conversaciones en línea y artículos en blogs, he discutido a fondo con otras personas el nebuloso tema del porno para mujeres y lo he hecho lo mejor que he podido para estar abierta a ideas y críticas.
He visto la queja de Jackie repetirse muchas veces desde esos primeros días, y reconozco que es un argumento legítimo. «Porno para mujeres» es una expresión problemática porque es muy general, e implica que solo hay un tipo de porno que excita a todas las mujeres. Esto, por supuesto, es falso. Los gustos eróticos de las mujeres son tan amplios y diversos como los de los hombres.
Para algunas personas, el término se ha vuelto normativo. Muchas de ellas han concluido que solo equivale a porno «blando» romántico y lo encuentran cuestionable porque —al menos, en su caso— encarna la presunción de que las mujeres son demasiado débiles para manejar las «cosas duras».
También existe el argumento de que la expresión «porno para mujeres» no tiene sentido porque asume cosas sobre las mujeres en sí: sobre todo, que son heterosexuales, cis, blancas y de clase media. El concepto de crear porno desde una perspectiva femenina es difícil porque no todas las perspectivas femeninas son iguales. Las experiencias sexuales de las mujeres queer, lesbianas y trans no encajan necesariamente dentro de la casilla de porno para mujeres, al menos en los términos en los que se entiende popularmente.
Como paladín del porno para mujeres durante doce años, originalmente me era difícil admitir este tipo de crítica. Aún quiero defender la frase, porque significa mucho para mí: es mi deseo y motivación para crear un tipo mejor de porno para mujeres como yo, que no estamos representadas en el porno tradicional. Y aun así sé que a mucha gente le disgusta. Es problemático, y en algunos casos, desmotivador. No es necesariamente la mejor etiqueta para el contenido para adultos que busca satisfacer a las mujeres.
¿Deberíamos sustituir el término «porno para mujeres»? Y si es así, ¿con qué lo reemplazamos?
Antes de llegar a ese punto, quizá deberíamos preguntarnos si siquiera necesitamos atender a las mujeres por separado. A fin de cuentas, estamos en el año 2013. El porno es omnipresente en internet y fácilmente accesible, y atiende a todos los fetiches y fantasías imaginables. Toda una generación de mujeres jóvenes ha crecido con material sexualmente explícito disponible con solo tocar un botón: para ellas, un viaje nervioso a una tienda a comprar físicamente una revista guarra es un cuento con los tonos sepia del pasado. Sus gustos probablemente se han modelado con el porno que han visto y quizá ellas no sienten la «vergüenza, culpa y aversión» de las participantes del estudio de Laan en 1994. Hay muchas consumidoras femeninas de porno que están perfectamente felices con lo que ya hay.
Y sin embargo, la pornografía de hoy no es especialmente acogedora para las mujeres. La mayor parte está orientada principalmente a hombres heterosexuales o gays; el lenguaje que tiene les habla todavía a ellos, y tanto las perspectivas masculinas como los caminos masculinos al placer son aún los prioritarios. Lenguaje y actitudes sexistas y racistas se han hecho habituales en muchas películas y sitios web de porno tradicional. También existe una preocupación continuada sobre la producción ética de porno, y sobre si a los intérpretes se les paga y se les trata bien. Este último tema es algo que he visto que las mujeres identifican como problema y que les impide disfrutar del porno.
Así que pienso que sigue existiendo la necesidad de identificar material para adultos con el que las mujeres puedan sentirse cómodas, que no busque excluirlas o que no les haga sentirse mal cuando lo consuman.
Es más, debería señalar aquí que el deseo de ver porno positivo y ético no es una preocupación exclusivamente femenina. Una gran cantidad de hombres también la comparte (y este es otro problema con la frase «porno para mujeres»).
Así que, si queremos identificar este tipo de porno positivo e inclusivo, ¿cuál es la etiqueta apropiada que debemos aplicarle? Esto es un problema para las mujeres hetero que buscan excitarse. Incluso hoy, es difícil encontrar contenidos eróticos que encajen. Las mujeres hetero se quejan de que no pueden encontrar buen porno. Las mujeres están todavía fuera. Todas las cajas de los dvd de contenidos para adultos heterosexuales muestran solo fotos de mujeres, no de hombres. Si buscas «porno» en internet aparecen cientos de sitios web tradicionales, la mayor parte de los cuales hablan de «soltar tu corrida» y «tu polla» en vez de «tu clítoris». Los premios avn tienen una categoría de sexo oral en la que solo compiten películas sobre mamadas. La inmensa mayoría de las películas para adultos todavía enfocan a la mujer y cortan al hombre, dejándolo fuera de plano. Y la mayor parte de ellas acaban con el orgasmo masculino, a menudo sin preocuparse de que salga un orgasmo femenino.
Por eso todavía empleo el término «porno para mujeres», a pesar de que sea estereotípico, que dé cosas por sentadas, que sea problemático y que para algunas personas sea completamente erróneo. Todavía lo uso porque es reconocible y ayuda a que las mujeres deseosas de excitarse me encuentren en internet.
Si una mujer escribe la frase en Google, puedo ofrecerle una amplia gama de sitios web incluyendo mi blog y lista de enlaces, o mi sitio web Porn Movies for Women o mi lista alternativa Quirky Sex. Y después intento ayudarles a encontrar lo que quieren, sea sexo romántico heterosexual o bondage japonés kinky, o fucking machines o la última película de sexo violento de Tristan Taormino. Lo que ofrezco puede que no sea perfecto para esa internauta, pero espero que esté un poco más cerca de encontrar lo que busca.
Y si resulta que lo que quieren es ForTheGirls.com o uno de mis otros sitios web de suscripciones o alguno de mis cortos, eso también está bien. Al fin y al cabo, soy una malvada pornógrafa capitalista.
El capitalismo es una parte importante de todo esto. Aunque el material erótico puede hacerse por motivos puramente artísticos, el porno se hace principalmente para obtener beneficios. Las fuerzas del mercado entran en juego y tienden a dar forma a qué tipo de material se produce. Dado que las mujeres son solo un tercio del mercado, el porno todavía se centra en consumidores masculinos. Y cuando hablamos de porno orientado a mujeres heterosexuales, hay todavía demanda de lo que se considera contenido «estereotípico». Todavía me gano bien la vida ofreciendo mi marca particular de porno para mujeres que incluyen eso que Jackie llamó «mierdas emocionales». Todavía me gusta y sé que a muchas otras mujeres (y hombres) hetero también.
Quizá llegará el día en el que la pornografía en conjunto se traslade a un territorio mejor, cuando las representaciones del sexo no vengan automáticamente cargadas de sexismo, racismo, estereotipos sin sentido o negatividad, como sucede ahora tan a menudo. Estoy deseando que llegue ese día. Es lo que esperaba que sucediese cuando empecé. Cuando eso ocurra, las distinciones entre «porno para mujeres» y «porno feminista» serán de verdad totalmente irrelevantes, porque todos los géneros, sexualidades, experiencias, perspectivas, fetiches y deseos tendrán un lugar igual en la mesa.
Mientras tanto, seguiré haciendo mi propio tipo de porno, una única voz femenina ofreciendo mi visión del erotismo, reflejando mis propios gustos y visión estética. No todo el mundo se sentirá igualmente atraído pero espero que algunas personas se sientan excitadas y felices con él. En el fondo, pienso que eso es de lo que en realidad va el feminismo.
56. En este ensayo se emplea a menudo la palabra «mujer» y la mayor parte de las veces me refiero a las mujeres heterosexuales cisgénero, que han sido siempre mi mercado objetivo.
57. Jaclyn Bertner y Matt Donnely, «Someone’s Getting Turned on For Science», Daily Northwestern, 29 de noviembre de 2001, http://www.dailynorthwestern.com/daily/ issues/2001/11/29/nyou/m-bailey.shtml.
58. Mary Lake Polan et al., «Female Sexual Arousal: A Behavioral Analysis», Fertility and Sterility 80, nº 6 (diciembre de 2003), pp. 1480–87.
59. Tuuli M. Kukkonen et al., «Thermography as a Physiological Measure of Sexual Arousal in Both Men and Women», The Journal of Sexual Medicine 4, nº 1 (enero 2007), p. 93.
60. Ellen Laan et al., «Women’s Sexual and Emotional Responses to Male- and Female-Produced Erotica», Archives of Sexual Behavior 23, nº 2 (1994), pp. 153–69.
61. «msnbc Cybersex Survey 2000», msnbc.com, http://www.msnbc.com/ news/596354.asp (la página ha sido retirada del sitio web).
62. Mark O’Keefe, «Women Account for Hefty Portion of Web Porn Viewing», Newhouse News Service, 31 de octubre, 2003, http://www.newhouse.com/archive/okeefe103103.html (la página ha sido retirada del sitio web).
63. Adele Horin, «One in Three Porn Viewers are Women», Sydney Morning Herald, 26 de mayo, 2007, http://www.smh.com.au/news/national/one-in-three-porn-viewers- are-women/2007/05/25/1179601669066.html.
64. Citado por Violet Blue, «Are More Women ok With Watching Porn?», cnn, 24 de julio, 2009, http://articles.cnn.com/2009-07-24/living/o.women.watching.porn_1_arousal-candida-royalle-explicit-sexual-imagery?_s=pm:living. Cabe señalar que los informes originales de Nielsen NetRatings han sido eliminados del sitio web de NetRatings. Nielsen muestra ahora reticencias a asociarse con datos que se refieran a sitios para adultos. En cualquier caso, un portavoz de Nielsen me ha asegurado que las estadísticas son correctas.