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Capítulo 4
Ama a Tu Rebaño

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Ted Christman

Querido Timoteo,

¡Saludos cordiales en nombre de nuestro Salvador! Fue maravilloso recibir tu última carta. Dianne y yo nos regocijamos de escuchar como el Señor te está estableciendo, no solamente como parte de la comunidad, sino especialmente en medio de tu propio pueblo. En nuestra intercesión familiar, un tema frecuente es que tu utilidad a las almas de los hombres crezca y crezca. Anímate en saber que en algunas ocasiones el Señor haya ensanchado nuestros corazones en relación a tus necesidades en una manera tal, que solo pudo ser expresada por medio de lágrimas y quebrantamiento. ¡Ojalá que estos corazones, a menudo fríos, distraídos y errantes, siempre fueran tiernos y sensibles!

Por favor exprésale a María nuestra más profundo cariño. Ella es en verdad una esposa amada y fiel compañera. A menudo pensamos en nuestros primeros años en el ministerio y los peculiares desafíos que estos traen a la (a veces) solitaria vida de la esposa de un pastor. Por favor asegúrale que frecuentemente oramos por ella y que la amamos.

Timoteo, quiero agradecerte por compartir la breve historia de tu iglesia, la encontré en realidad interesante. Estoy especialmente agradecido por tu evaluación espiritual de la congregación. Sé que la tarea te llevó tiempo, pero este es un ejercicio al que necesitas dedicarte continuamente. Te ayudará a discernir la dirección de Dios para el presente y futuro de tu ministerio. Por mi parte, el saber algo sobre la condición de tu rebaño me ayuda considerablemente a darte el consejo requerido.

Me pediste que compartiera algunas ideas sobre el amar a tu rebaño. Accedo alegremente ya que es una preocupación como la de Cristo y muy noble. Al mismo tiempo, procedo con humildad ya que estoy dolorosamente consciente sobre mi propia deficiencia en amar a las ovejas como debería. De hecho, te agradezco tanto a ti como al Señor por tu solicitud. Me ha forzado a reconsiderar todo este asunto de amar a tus ovejas de forma tal que ha sido beneficiosa para mi alma y ministerio. Que el Señor me ayude a seguir iluminando nuestras mentes y a avivar la llama del afecto en nuestros corazones.

Lo que estoy por compartir contigo es el resultado de una personal lluvia de ideas. Sencillamente me senté junto con una libreta de papel y comencé a registrar cada pensamiento sobre el tema que venia a mi mente. Obviamente, esos pensamientos fueron a menudo aleatorios y diversos. Algunos de ellos me parecieron principales mientras que otros fueron claramente secundarios. Más pronto de lo que pensé tenia una hoja llena de ideas y consideraciones, todas relacionadas de alguna manera con el amar a tu rebaño. Inmediatamente, el desafío fue qué hacer con tantos detalles. Mi solución fue el organizarlas en categorías lógicas y después ordenarlas de forma razonable para presentarlas. Probablemente estoy sufriendo de esa común enfermedad ministerial conocida como “Predicacionus Homileticus Aguda”, pero tú eres un pastor y probablemente tienes un poco de este mismo mal. Solo puedo pedirte que amablemente soportes mi bosquejo. ¡Por lo menos no he agregado un poema!

Al pensar en el tema general del amar a tu rebaño, me pareció razonable el hacer y contestar 5 preguntas. De forma resumida, son estas: 1)¿Por qué es necesario?, 2) ¿Qué aspecto tiene?, 3)¿Qué es lo que debe vencerse?, 4) ¿A quién se debe parecer?, 5) ¿Dónde están sus recursos?

Ama a Tu Rebaño, ¿Por Qué es necesario?

Permíteme comenzar con la primera pregunta, “¿por qué es necesario?”. Timoteo, estoy convencido que amas a tus ovejas. Es evidente en lo que haces por ellas e incluso en como hablas de ellas. No obstante, es bueno para nosotros el pensar frecuentemente en cómo podríamos mejorar aun más en este amor. Déjame darte algunas cuestiones a considerar.

Desde el punto de vista negativo, debe decirse que si no amamos a nuestros rebaños, esto es la prueba indudable de que Dios el Padre no nos entregó como pastores a Su rebaño. Ni tampoco fue el Señor ascendido Jesucristo, el que nos dio como don a la Iglesia. Las Escrituras son bien claras en este aspecto. Dios dijo, a su Pueblo del Antiguo Pacto: “Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con conocimiento y con inteligencia. ( Jeremías 3:15). No necesito convencerte, que el tener un corazón según el de Dios significa (entre otras cosas) tener un corazón que ama. La implicación de no tener un corazón que ama es obvia.

Ya que los pastores son el “don” de Dios para la Iglesia (Efesios 4:11), es igualmente impensable que él daría pastores que no amen a Sus ovejas. El mismo Salvador que amó a los suyos hasta el fin ( Juan 13:1) le implanta una porción de su ADN espiritual al corazón de cada verdadero pastor.

Aun más, si no amamos a nuestros rebaños, seremos absolutamente incapaces de cumplir cualquiera de nuestras responsabilidades con la motivación correcta. Todo lo que hagamos se hará descuidadamente y como la labor mecánica de un mero profesionista. Estoy seguro que ya aprendiste, durante tu breve pastorado que el preparar sermones bien estudiados, predicar con sinceridad y pasión, interceder fervientemente por cada una de tus ovejas, ejercer un genuino cuidado sobre ellas, darle un liderazgo valeroso a los diáconos y a la congregación, etc… ¡todo esto es un trabajo pesado y agotador! ¿Cómo deben sentirse esas mismas tareas para aquel ministro que en realidad no tiene un amor dado por Dios para su pueblo? Seguramente, su trabajo es por lo menos ordinario y está destinado a volverse abiertamente irritante. Esta es quizá la razón principal por la cual muchos ministros experimentan agotamiento, renuncian al ministerio y terminan vendiendo seguros de vida.

Pero, hablando positivamente, el tener al menos una pizca del corazón de Dios provee energía espontánea y motiva al pastor a continuar con sus responsabilidades. Al amar a sus ovejas, él anhela ayudarlas a entender la Palabra de Dios la cual incrementa la fe, santifica, guía, consuela y transforma la vida. Por tanto, estudia arduamente para preparar sus sermones y los entrega con una porción de sinceridad y pasión.

Al amar a sus ovejas y anhelar su crecimiento en la gracia así como su paz y gozo en el Señor, el pastor fervientemente lleva sus nombres al lugar santo en el pectoral de su intercesión sacerdotal. Allí, derrama su corazón por ellos. No puede hacer menos que esto.

El pastor que ama, también se asegura que conoce la condición de sus almas visitando sus hogares y preguntando por su salud espiritual. Los ama demasiado para conversar con vagas generalidades. Se halla a si mismo obligado a preguntar preguntas difíciles, aquellas que tienen el potencial de avergonzar. Anhela saber cosas tales como la regularidad de sus oraciones, su progreso en la gracia y la intimidad de su caminar con Dios. Está profundamente interesado en su adoración familiar, la condición de su matrimonio y de si en verdad se están beneficiando de los medios públicos de gracia. Él desea conocer la mejor forma de orar por ellos. Sin embargo, estas cuestiones prácticas, no son meramente para el rebaño como grupo. También le conciernen a cada oveja individualmente, incluyendo a los solteros (tan frecuentemente descuidados) quienes luchan con sus propios desafíos. Timoteo, esté seguro de esto, este tipo de interés debe estar firmemente enraizado en el suelo del amor.

Un pastor que ama también entiende lo importante que es el que sus ovejas estén convencidas de su amor por ellas. Esto les permitirá atender más rápidamente sus exhortaciones tanto privadas como públicas. J.C. Ryle dijo: “Una vez estás convencido que un hombre te ama, escucharás alegremente cualquier cosa que te diga.”14 Richard Baxter lo puso de esta forma, “Cuando la gente mira que los amas sin falsedad, entonces escucharán cualquier cosa que les digas y cargarán con cualquier cosa que pongas sobre ellas.”15 Este convencimiento del amor de su pastor también les permitirá someterse dulcemente a su liderazgo. Ellos saben que su pastor les ama, saben que en su mente solo está el bien de ellos. Mi querido hermano, confirma tu amor a tu Pueblo de forma pública y privada, frecuentemente, no solo por medio de tu ministerio fiel y valeroso, sino también por medio de tus palabras afectuosas. A menudo, ellos deberían verte mirarlos cara a cara y escucharte decir, “En verdad los amo en Cristo, estoy agradecido que sean parte de esta congregación.”

Ama a Tu Rebaño, ¿Qué Aspecto Tiene?

Mi segunda pregunta es, ¿qué aspecto tiene? Hasta cierto punto, ya contesté esta pregunta. Al tratar de demostrar cómo el amar motiva y le da energía a nuestra labor ministerial, hice referencia a la preparación diligente del sermón, predicación apasionada, intercesión ferviente, supervisión cuidadosa y liderazgo valeroso. Allí donde no se encuentran estos elementos, no puede haber amor verdadero por el rebaño. Por otro lado, es evidente que donde sí se encuentra dicho amor, se manifestará por medio de estas responsabilidades. En otras palabras, el retrato de un pastor que ama siempre debe pintarse con los brillantes colores de la diligencia, la pasión, el fervor, el cuidado y el valor.

Hay tonos adicionales y atractivos que igualmente deben contribuir al encantador retrato de un pastor que ama. Estos conciernen no tanto a sus funciones ministeriales como a su actitud y conducta: la manera en que se conduce a si mismo y se relaciona con sus ovejas. Estos colores primarios son la humildad y la cordialidad.

Para verdaderamente amar a nuestros rebaños de una forma semejante a Cristo, debemos ser hombres de humildad genuina, “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Entre otras cosas, la gracia de la humildad nos hará accesibles. Nuestro querido salvador siempre estaba accesible. Los maestros en Israel como Nicodemo, orgullosos fariseos como Simón, recolectores de impuestos y pecadores, ricos y pobres, educados y no educados, aun niños pequeños, encontraron que el Señor era accesible y acogedor. ¡Qué triste es que tantos miembros sean tan aprensivos de buscar una audiencia con su ministro! En algunos casos, se debe a su propia timidez y pobres costumbres sociales, pero a menudo la reticencia se debe a que se percibe al pastor como lejano: “Es muy difícil hablar con él… parece que está muy ocupado para hablar conmigo… me hace sentir que tiene peces mayores que yo de los que ocuparse… siento que su mente no está en realidad concentrada en mi.” Estas son conclusiones descorazonadoras que ningún miembro de la congregación debería alcanzar. En cuanto al tema de miembros de la iglesia que visitan a su pastor, John Stott dice simplemente, “mientras más hablen con él en su estudio en días de semana, mejor les hablará desde el púlpito los domingos”.16

Refiriéndose a pastores que proyectan una clase de superioridad santificada, Spurgeon le dijo una vez a sus estudiantes, “Ese es el articulo que estoy desaprobando, esa terrible rigidez ministerial. Si alguna vez has incurrido en ella, te aconsejaría fuertemente que vayas y ‘te laves en el Jordan siete veces’ y que lo saques de ti, cada partícula de ella.” 17 En el mismo discurso, el famoso pastor Londinense siguió diciendo, “tiren sus zancos hermanos, y caminen con sus pies; echen a un lado su eclesiastismo y vístanse con la verdad.”18

Estas bellas virtudes de la humildad, mansedumbre y accesibilidad deberían brillar especialmente cuando nuestras ovejas vienen a aconsejarnos o aun a corregirnos. Hermano, un pastor que verdaderamente ama, puede reconocer delante de sus ovejas que se ha equivocado, quizás aun que ha pecado. Aun si nuestro Pastor Principal nunca se equivocó ni pecó, para que seamos como Él en humildad, debemos ser capaces de ser criticados constructivamente. A largo plazo, ganamos mucha más confianza de nuestra gente en poder humillarnos delante de ellos que en insistir siempre que tenemos la razón. Muchas veces hemos admirado el valor de Priscila y Aquila por haber tomado aparte a Apolo para explicarle “con más exactitud el camino de Dios” (Hechos 18:26). ¿Qué tan frecuentemente estimamos al elocuente predicador por ser lo suficientemente manso para ser afilado por una pareja de laicos?

Otra virtud esencial para el pastor es la cordialidad. Amar a nuestras ovejas requiere que siempre proyectemos y mostremos una amabilidad genuina y compasión sacerdotal. Deben saber y sentir que en el momento en que descargan sus almas (ya sea durante la confesión de un pecado grave, la admisión de frialdad espiritual, la revelación de un matrimonio emproblemado o el angustiante relato de la muerte de un ser amado), aquel a quien han acudido buscando ayuda y guianza, está interesado genuinamente. Deben sentir el mismo interés si llegan a compartir la feliz noticia de un compromiso o un embarazo.

Timoteo, déjame repetir. Tus ovejas deben saber y sentir, más allá de cualquier duda, que tú eres amable, gentil, amistoso, que estás interesado, concentrado y eres cordial. Si ellos dudan la realidad de estas virtudes, inevitablemente dudarán de tu amor. Si dudan de tu amor, tu efectividad ministerial estará virtualmente paralizada.

Mientras concluyo la respuesta a mi segunda pregunta, escucha una vez más el consejo de Charles Spurgeon. Él dijo:

Un hombre debe tener un corazón grande, si ha de tener una congregación grande. Cuando un hombre tiene un corazón grande y lleno de amor, los hombres van a él tal como los barcos a un puerto, y se sienten en paz cuando se anclan bajo la cobertura de su amistad. Tal hombre es cordial en privado, tanto como en público; su vida no es fría o dudosa, sino que es tan cordial como tu chimenea.19

Ama a Tu Rebaño, ¿Qué es lo que debe vencerse?

Como probablemente has descubierto, el amar a tu rebaño no siempre es fácil. A veces, puede ser bastante difícil. Este es un fenómeno que necesitamos entender. Mientras más conscientes estemos de las fuerzas que se oponen a un amor desinteresado y pastoral, más triunfaremos en vencerlas.

Me parece a mí que hay enemigos internos y externos que se levantan en oposición al tipo de amor pastoral que debemos poseer. Esas “fuerzas guerrilleras” en nuestro interior se apoyan en el pecado que mora en nosotros: parcialidad, egoísmo, pereza, orgullo, etc. Tú puedes imaginarte cómo se manifiesta nuestro egoísmo. ¡Las maneras de hacerlo son prácticamente ilimitadas!. Un día de trabajo duro ha terminado. Tú y María han planeado una salida, una pequeña escapada. La niñera para tus hijos está preparada. Todo parece estar listo cuando el teléfono suena. Timoteo, tu puedas finalizar la historia. Podría ser un problema matrimonial o cientos de otras cosas. El punto es que muchas veces el asunto es suficientemente serio como para que tú, con amor, hagas tus planes a un lado y atiendas a las ovejas que están balando. Solo el amor de Cristo evita el resentimiento, conquista la carne y hace amablemente el sacrificio. El tiempo y el espacio no me permitirán comentar la forma en que la pereza, el cansancio, el desanimo, el resentimiento, el orgullo y la superficialidad también lanzan sus destructivas granadas. Todo lo que puedo decir, hermano, es que debemos hacer guerra continua contra estos y otros pecados residuales que buscan capturar y aprisionar a nuestro amor.

También hay enemigos del exterior: la tiranía potencial de las responsabilidades administrativas, el acelerado ritmo de la vida, interrupciones inesperadas, etc. Agrégale a estas fuerzas opositoras, aquellas ovejas que son difíciles, molestas, criticonas, impacientes y difíciles de complacer y que parece que demandan tanto de nuestro precioso tiempo. Tratamos de lidiar con las circunstancias de la vida por medio de la asignación de prioridades y la administración de nuestro tiempo pero aun así estas distracciones inevitables se ponen en el camino y obstaculizan el amor que queremos mostrar. El desafío más difícil es: ¿cómo amar a aquellos que no inspiran amor? Dios, sabiamente, ha puesto algunos de ellos en cada congregación. A pesar de que son agotadores y algunas veces frustrantes para nosotros, son preciosos para el Salvador. Son los MDG de nuestro rebaño, esos “medios de gracia” diseñados para hacernos a nosotros más piadosos. Quizás has escuchado el dicho: “vivir allá arriba con los santos que amo… ¡Oh, eso será la gloria!, pero vivir abajo con los santos que conozco, ¡eso es otra historia!” Amar a esas ovejas solo puede hacerse por medio del amor que nuestro Pastor tiene por nosotros. ¡Para tener una fuerza así, debemos acudir al Fuerte! Este pensamiento le da una transición natural a mi cuarta pregunta.

Ama a Tu Rebaño, ¿A Quién debe Parecerse?

Cuando pensamos en la calidad del amor pastoral que deseamos, se levanta una pregunta lógica, ¿a quién debe parecerse? Afortunadamente, no necesitamos buscar la respuesta por mucho tiempo. El ejemplo definitivo de amor pastoral es sin ninguna duda el Señor Jesucristo.

El apóstol Pablo habló repetidamente del amor de Cristo. En Efesios 3:19 lo describió como aquello que “sobrepasa todo conocimiento”. Quizás la característica principal y más asombrosa de este amor incomprensible sea su entrega de si mismo. En esa misma epístola a los Efesios, el apóstol dijo a continuación, “así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25). En Gálatas 2:20, Pablo habló en términos muy personales y afectuosos. Él dijo “El hijo de Dios el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” En referencia a su propia bondad como pastor, el Señor Jesús dijo, “el buen pastor su vida da por las ovejas.” (Juan 10:11). Nuevamente, al reflexionar en la calidad de Su amor, el Salvador aseguró claramente, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13).

Querido amigo, si el acto de mayor semejanza a Cristo que un esposo puede hacer por su esposa es entregarse por ella, entonces seguramente el acto de mayor semejanza a Cristo que podemos hacer por nuestras ovejas es entregarnos por ellos. La esencia del amor que necesitamos emular es el sacrificio. El “amante” perfecto es nuestro precioso salvador. A medida ejercemos nuestros ministerios y nos esforzamos por asemejarnos más a Él, “contemplando como en un espejo” la gloria de nuestro Señor, seremos transformados en su misma imagen (2ª Cor. 3:18). Nosotros y nuestro amor, serán más semejantes a Él y a Su amor. Si por la bondad de Dios, nuestros ministerios son extensos, encontraremos miles de formas de entregar la vida por nuestro rebaño, a menudo hasta el punto del cansancio hasta el mismo día de nuestra muerte.

Otra virtud crítica ejemplificada en el carácter de nuestro Señor es la paciencia. Cada vez que leo los evangelios, me sorprende ver con cuanta gracia soportó la incredulidad, ignorancia, torpeza , ingratitud y orgullo de Sus discípulos. En una ocasión le tuvo que decir a los doce, “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido? ( Juan 14:9). En otra ocasión, dijo “¡Insensatos y tardos de corazón para creer! (Lucas 24:25). Frecuentemente lo escuchamos lamentarse “Hombre de poca fe” (Mateo 14:31). En la misma víspera de Su crucifixión, cuando Su corazón estaba abrumado con la visión del abandono divino, Sus débiles, incrédulos y apagados discípulos hasta se enzarzaron en una disputa “sobre quién de ellos sería el mayor.” (Lucas 22:24), ¿cómo respondió aquel a quien debemos parecernos? Siempre, siempre, siempre con la amabilidad y compostura de la paciencia. Timoteo, nuestros discípulos no son diferentes a los del Señor. Ellos, al igual que sus pastores, también luchan con la incredulidad, ignorancia, torpeza, ingratitud y orgullo. Nuestra tarea es ayudarlos a salir de esos pecados con un amor paciente que sea semejante al de nuestro Salvador.

Ama a Tu Rebaño, ¿Dónde Están sus Recursos?

Querido hermano, llego ahora a mi ultima pregunta, “¿Dónde están sus recursos? Cuando meditas en la necesidad de amar a tu rebaño, el aspecto que esto tiene, qué debe vencerse y a quién debe parecerse, seguramente al igual que yo te sentirás abrumado. Al contemplar estas cosas, nos encontramos clamando junto con el apóstol Pablo “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (2 Corintios 2:16). Claro que la respuesta es ¡nadie! Sin embargo, el mismo apóstol, unos pocos versículos después nos señala a la verdadera esperanza. Nos dice “nuestra capacidad proviene de Dios” (2 Corintios 3:5). La responsabilidad de amar a nuestras ovejas de una forma agradable al Señor es trascendental. Algunas veces, hasta parece imposible. Pero el hecho es que todos los recursos necesarios para tan difícil tarea están disponibles fácilmente. Se encontrarán en el Dios trino de la Escritura. Simplemente debemos correr a Su Palabra y a su trono.

En cuanto a Su Palabra, continuamente debemos escudriñar sus sagradas paginas buscando dirección y guía en cuanto a como debemos amar al rebaño. Allí encontraremos para nuestra instrucción una abundancia de preceptos, principios y ejemplos especialmente en las palabras y obras del Salvador. La vida y ministerio del apóstol Pablo también está llena de útil consejo. El libro de Hechos y las epístolas revelan mucho sobre el corazón de un pastor que ama. Se ha dicho, en referencia a los decretos morales de Dios, “La ley es los ojos del amor, sin ella, el amor es ciego”. Lo mismo es verdad en cuanto al amor pastoral. Sin los ojos de la Escritura, su amor es ciego. Tú y yo no tenemos el derecho de amar a las ovejas de Cristo a la manera en que nosotros pensamos que deberían ser amadas. Somos responsables de amarlas de la manera en que el Pastor Principal lo requiere.

Además de postrarnos a Su Palabra, debemos también continuamente postrarnos delante de Su Trono. Allí podemos ejercer la prospera ocupación de mendigar. Como bien lo sabes, en el Reino de Dios, los mendigos se vuelven ricos.

Timoteo, antes mencioné al Dios trino. Esto es lo que tenía en mente. Dios el Padre da pastores según su corazón ( Jeremías 3:15). El hijo exaltado de Dios le da pastores a la iglesia (Efesios 4:11). Dios el Espíritu Santo forma “supervisores” (Hechos 20:28). Simplemente necesitamos postrarnos delante del trono de gracia de este Dios y rogar a la correspondiente Persona de la Trinidad para que nos moldee como la persona que debemos ser. Aquel que da y forma a los pastores, puede hacer de ellos mejores pastores, es decir, que amen más. Delante de su Trono de Gracia debemos frecuentemente presentar una causa santa. Debemos implorar, “Oh Dios, quiero un corazón como el Tuyo para que pueda amar mejor a Tus ovejas. ¡Te pido que me hagas como Tú! ¿Cómo podrías negarme esta petición?” ¡Seguramente al Señor le agradarán tales oraciones! John Piper describe de forma vivida a la oración como “la unión de causas primarias y secundarias”. Él prosigue a describirla como el “empalme de nuestro pobre cable con el relámpago del cielo”.20 Pudiendo pues recurrir a tal infinito poder, estemos siempre rogando ferviente y frecuentemente por esa gracia.

Hermano, te agradezco tu paciencia en leer esta carta que es más larga de lo normal. Rápidamente admito que apenas he arañado en la superficie. También estoy dolorosamente consciente de mis propios fallos en amar a mis ovejas como debería. Este pecado de omisión es por mi parte, un asunto que confieso frecuentemente. Ahora que concluyo Timoteo, por favor recuerda a quién le pertenecen nuestras ovejas. Digo “nuestras ovejas” pero en realidad no son nuestras. Pertenecen a Aquel a quien tenemos el privilegio de servir, el Pastor Principal. Esta es apenas una razón más por lo cual nunca nunca debemos parecer “tener Señorío” sobre ellas (1ª Pedro 5:3). Más bien, teniendo la mayor cantidad posible de amor, debemos imitar al Señor, de quien se dice que “Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas.” (Isaías 40:11).

Que el Señor derrame abundantemente sobre nuestras indignas almas medidas cada vez mayores de su amor por las ovejas. Por favor haz un pacto conmigo para pedirle al Señor más de este don maravilloso. Timoteo, si puedes recibir una ultima y breve exhortación viniendo de un padre espiritual, recibe humildemente esta. ¡Ama a tu rebaño!. Baxter dice, “mira de sentir un tierno amor en tu pecho, y deja que la gente lo siente en tu hablar y lo vea en tu actuar. Deja que vean que estás dispuesto a sacrificar y ser sacrificado por ellos.”21

Dale nuestros más afectuosos saludos a Mary y asegúrale nuestras oraciones por su embarazo y la llegada de otro hijo sano. A medida nos envíes noticias ocasionales, continuaremos intercediendo por la bendición de Dios sobre tu iglesia. Humildemente te pido que en la misma forma, recuerdes el ministerio de la iglesia Heritage. Hasta que nos escribamos nuevamente “Jehová te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz”. (Números 6:24-26).

Sinceramente, tu consiervo en el evangelio,

Pastor Te d

Pd: Me preguntaste sobre libros que podrían ser útiles en el tema de amar a tu rebaño. Te recomiendo fuertemente estos títulos:

1. Discursos a Mis Estudiantes, por Charles H. Spurgeon (N. Bergen, NJ: Publicaciones Aquila, 2014).

2. El Pastor Renovado, por Richard Baxter (Edinburgo: The Banner of Truth Trust, 2009).

3. Facetas del Predicador, por John R. W. Stott (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 1985).

Querido Timoteo

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