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Prefacio

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Pensé que era una broma cruel. Se sentía como si estuviera atrapado en un complot cósmico para arruinar mi felicidad y castigar mis actitudes duras hacia los pastores. Habiendo sido un niño que creció en la iglesia, me tocó ver ir y venir a una gran cantidad de pastores en mis cortos dieciséis años. Se había vuelto fácil para mí juzgarlos injustamente, exagerando sus faltas, ignorando sus sacrificios y pretendiendo que de alguna manera yo sería siempre inmune a sus defectos.

Pero ahí estaba yo, tarde una noche, acostado en mi cama con un sentimiento profundo de que Dios estaba llamándome para ser pastor. ¡Ni siquiera había terminado la preparatoria y ya mi vida estaba arruinada! Por lo menos eso pensaba. En los próximos cinco años, a medida que Dios confirmaba este profundo llamado a través de la guía y afirmación de la iglesia, encontré que mi dilema crecía constantemente. Ahí estaba yo, muy cínico acerca del ministerio pastoral pero convencido que Dios estaba dirigiendo mi vida a esa misma vocación. Empecé a investigar las oportunidades de empleo en el campo de trabajo social, pensando que esta clase de trabajo podría satisfacer esa inclinación interna de entrar en el ministerio.

Mientras consideraba un empleo para trabajar con jóvenes problemáticos, recibí una invitación para ser el pastor de la iglesia Rock Prairie Baptist Church en College Station, Texas. Después de dos semanas de agitación emocional y espiritual, acepté su llamado. La fecha era el 31 de Octubre de 1978, y marcó para mí el principio de una reforma personal de actitud hacia los pastores y el ministerio pastoral. No tardé mucho en darme cuenta lo tan pecaminosamente crítico que había sido. Si esa iglesia me hubiera juzgado con la misma medida que yo había usado, no hubiera durado dos meses. En vez de eso, fueron muy pacientes, cariñosos y amables conmigo. Permitieron que cometiera errores a medida crecía en mi papel de pastor. Por la gracia de Dios sufrieron pacientemente mientras soportaban mis muchas debilidades. Por esta razón, siempre tendré un lugar especial en mi corazón para esa congregación.

Cuando veo hacia atrás a mis calamidades pastorales, me doy cuenta que muchas de ellas se hubieran podido evitar si hubiera recibido y prestado atención a buenos consejos. Aunque es verdad que toda la guía que un pastor necesita para estar preparado “para toda buena obra” se encuentra suficientemente en las Escrituras, no se puede negar el valor de un consejo piadoso de un pastor con experiencia. Dios da maestros a la iglesia y aun aquellos que son llamados a apacentar su rebaño los necesitan. Como Louis McBurney estupendamente lo dijo en el titulo de su libro de 1977, cada pastor necesita un pastor.1

Piense en la influencia de Bernabé en Pablo. Cuando todos estaban escépticos (o espantados) del antiguo perseguidor, Bernabé lo tomó bajo su cuidado, lo presentó ante los lideres de la iglesia y le ayudó a comenzar en el de trabajo del ministerio. (Hechos 9:26-30, 11:25-26). El hombre que iba a ser el principal apóstol de nuestro Señor fue grandemente bendecido al tener a un ministro experimentado que lo aconsejara en el comienzo de su ministerio. Es una lección que Pablo nunca olvidó ya que a su vez invirtió parte de su vida en los pastores que servirían a las generaciones que le seguirían a él. Una porción significativa de esta inversión tomó la forma de cartas. Las cartas de Pablo a Timoteo y a Tito sirven como manuales divinamente inspirados del ministerio pastoral. Aunque Pablo sin duda se dio a sí mismo en ministerio personal a estos hombres, es la preservación de sus cartas a ellos lo que ha servido muy bien a la iglesia a través de la historia.

El escribir cartas es un arte que está muriendo. En nuestros tiempos de mensajes electrónicos y mensajes instantáneos, cada vez menos y menos gente parece tener la paciencia o disposición para componer cartas bien pensadas y significativas. Aun así, tal correspondencia ha sido una bendición para los cristianos de cada generación. Dios consideró apropiado escribir una porción significativa del Nuevo Testamento en forma de cartas. Además, imagínese qué tanto más pobre sería la iglesia sin las cartas del Covenanter Escocés, Samuel Rutherford, las cuales Spurgeon describió como, “la cosa más cercana a la inspiración que se puede encontrar en todos los escritos de meros mortales.”

El traficante de esclavos convertido, John Newton, autor de tan notables himnos como “Sublime Gracia” y “Glorias Mil de Ti se Cuentan”, estimaba las cartas escritas como una gran parte de su llamado ministerial. “Es la voluntad del Señor,” dijo él, “que yo debería hacer más por medio de mis cartas.” A través de la reedición de estas cartas, su trabajo continúa hasta este día.2

Así que, aunque los teléfonos y el Internet han cambiado significativamente la manera típica en que nos comunicamos hoy, creo que las cartas bien escritas todavía pueden ofrecer ánimo y consejo en una forma beneficiosa y duradera. El libro que usted ahora sostiene en sus manos es un esfuerzo para probar esa creencia. Este es un libro de cartas. Son escritas por pastores experimentados y activos, para un pastor joven sin experiencia.

“Timoteo” es un personaje creado. Tiene veinte y seis años, se ha graduado recientemente de un seminario, y ha estado en su primera iglesia por seis meses. El y su esposa, Mary, han estado casados por cuatro años y tienen un hijo de dos años de edad y otro niño en espera. Se le pidió a cada pastor ofrecerle consejo en base a una relación de largo plazo y un interés sincero de verlo tener un buen comienzo.

Los veinte capítulos que siguen reflejan la sabiduría colectiva de más de 480 años de experiencia pastoral. Al momento de escribir, cada colaborador está sirviendo en una iglesia local. Su vocación es el ministerio pastoral. Sus contribuciones han sido hechas dentro y alrededor de la predicación ordinaria, enseñanzas, consejería y las demandas del liderazgo que acompañan el pastorado de una iglesia local. Este hecho da credibilidad a lo que ellos escriben. Aunque las cartas están dirigidas específicamente a pastores jóvenes, el consejo que contienen se aplica a ministros de todas las edades, y la mayoría de los capítulos, a cualquier cristiano serio. Los temas tratados no van dirigidos a distinciones denominacionales y los colaboradores pertenecen a una variedad de trasfondos confesionales y culturales. Mi oración es que los ministros cristianos serán animados a ser más fieles a través de este libro.

Ken Puls y Barb Reisinger han estado muy involucrados en organizar y dirigir los detalles de la publicación. Su paciencia, sugerencias y profesionalismo han hecho del libro algo mucho mejor de lo que hubiera sido sin ellos. Amy Arens, quien ahora es la esposa de su pastor, Jason, me pidió contribuir a una colección de cartas de ánimo que ella le presentaba en su boda hace cinco años, siendo él todavía una estudiante de seminario. Eso plantó la idea en mi mente de un libro como este. Como siempre, mi maravillosa esposa, Donna, me ha animado de incontables maneras a través del largo proceso de finalmente llevar la idea de este libro a publicación.

Por los últimos dieciocho años, ha sido mi gozo y privilegio servir a algunas de las personas más pacientes y amables de la tierra en la iglesia Grace Baptist Church. Su amor por mí ha nutrido mi amor por otros pastores. Me encuentro a mí mismo hoy con una actitud que es exactamente opuesta a lo que albergaba hace veinticinco años. Estoy asombrado que Dios me concediera el privilegio de servir en una iglesia local como pastor. Aquellos pastores que han servido a su generación y terminado bien, son mis héroes. Los que están gozosamente perseverando en el trabajo son mi ejemplo y me animan a hacer lo mismo. Y aquellos que apenas están empezando en el ministerio levantan mi esperanza para el futuro.

John Newton llamo al trabajo del ministro “una pena llena de gozo.” He descubierto que esto es verdad. A veces las penas se agravan por el sentido de soledad que a menudo acompaña a un pastor. Muchos pastores no tienen a un Pablo o Bernabé para que los ayude a navegar en esos tiempos y ayudarlos a obtener una visión fresca de los gozos del ministerio. Espero que este libro provea muchas señales que dirijan a los pastores espirituales a los senderos del gozo pastoral.

Dios puso en la congregación de Grace Baptist Church dos pastores jubilados que han sido una fuente de bendición para mí en innumerables ocasiones. Su consejo, ánimo y apoyo han fortalecido mi mano a través de muchos períodos difíciles. A Ernie Reisinger y Bruce Steward, junto con los miembros de Grace, se dedica este libro con amor.

Reformation Day, 2003

Tom Ascol

Grace Baptist Church

Cape Coral, Florida

Querido Timoteo

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