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Capítulo 1
Establece Prioridades

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Tom Ascol

Querido Timoteo,

Donna y yo estamos muy emocionados por ti ahora que te vas acoplando a tu nuevo trabajo de pastorado. Es una maravillosa responsabilidad y privilegio el cuidar de las almas del pueblo de Dios. Después de veinticinco años en este ministerio, todavía tiemblo ante la grandeza de la tarea. Espero que no veas como pretencioso si te ofrezco, de un pastor a otro, el consejo de un “veterano”.

Uno de los más grandes y continuos desafíos que enfrento en mi vida como pastor es el mantener un balance apropiado de mis prioridades. Cada pastor tiene varios papeles que tiene que cumplir para permanecer fiel a su llamado. Tú deberás ser estudiante de la Palabra de Dios. Deberás ser un hombre de oración. Deberás cumplir liderazgo en la iglesia. Deberás trabajar duro para predicar y enseñar la Palabra de tal forma que la gente bajo tu cuidado sean continuamente moldeadas a la imagen de Cristo. Deberás hacer obra de evangelista, y deberás dar de ti mismo para trabajar personalmente con cada miembro. Todo esto y más es parte del servicio a Cristo como pastor aprendiz de las almas.

Pero todo pastor es más que un pastor. El es en primerísimo lugar un discípulo. Normalmente también será esposo y padre. En adición a esto, también podría realizar otras responsabilidades relacionadas con el ministerio. ¿Como van a ser realizados todos estos importantes papeles sin sacrificar lo mejor en el altar de lo bueno? Es un desafío desalentador aun bajo las mejores circunstancias.

Una pregunta que a menudo le hago a la gente que aconsejo es esta: “¿Qué es lo que Dios, en orden de prioridades, te ha llamado a ser?” Es una pregunta que pone en claro las cosas porque obliga a una evaluación de la vida basándose en lo que es más importante. De vez en cuando me hago esta pregunta a mi mismo y encuentro que me ayuda a pelear la batalla de balancear mi vida. Te animo a que muy pronto formes el hábito en tu ministerio de detenerte y hacerte esta pregunta todos los días.

Un Cristiano

¿Que es lo que Dios me ha llamado a ser? Primero, él me llama a ser un seguidor sincero y devoto de Jesucristo. Esto es tan básico que es fácil el no apreciarlo y olvidarlo. Un gran peligro en el ministerio es el profesionalismo. Como pronto lo descubrirás, un pastor puede volverse un experto en realizar su trabajo. Como cualquier otra vocación, ciertas habilidades pueden ser desarrolladas y refinadas en el ministerio del evangelio. Un pastor puede convertirse tan competente en su ministerio publico que otros lo considerarían como muy exitoso.

Pero cuando una mentalidad de “profesionalismo” toma el mando de la perspectiva del pastor, su corazón empezará inevitablemente a ser descuidado. Y el corazón es la herramienta principal de cada pastor. Si tú no estás amando a Dios con todo tu corazón porque has descuidado las responsabilidades básicas del discipulado, no importa que tan “exitoso” profesionalmente llegues a ser. En realidad, tu éxito solo será una falsa apariencia.

Spurgeon habla de un pastor que “predicaba tan bien y vivía tan mal, que cuando subía al púlpito todos decían que no debería bajarse de él, y cuando bajaba todos decían que nunca debería subirse de nuevo.”3 Una división así de la vida podría ser aceptable en otras profesiones, pero no es apropiada para un cristianismo real y mucho menos para un ministerio pastoral fiel.

Muchos hombres buenos han tropezado en esto tan básico. De hecho, la galería de pastores caídos es un serio recordatorio de la absoluta necesidad de que tu discipulado cotidiano y personal sea tu prioridad principal. Algunos de los momentos más difíciles de mi ministerio, emocionalmente hablando, han llegado al recibir las noticias de que un hermano más se ha auto-descalificado del pastorado por una caída moral. Tu todavía estas joven en el ministerio, pero no dudes que pronto, tales noticias llegaran a tus puertas también. Hombres que conoces de cerca o por referencias, hombres cuyos dones y privilegios consideras que son muy superiores a los tuyos, serán descubiertos en pecados escandalosos.

¿Como sucede esto? Puedes estar seguro que no pasa de un día para otro. Estos pecados descalificadores siempre tienen un historial. Y en la raíz de ese historial está el descuido de las disciplinas espirituales. Tal como el personaje de nombre Cristiano del escritor Bunyan lo describe, uno de los primeros pasos hacia abajo en el camino de la apostasía llega cuando los reincidentes “abandonan gradualmente sus deberes privados, como la oración intima, refrenar sus lascivias, el estar atentos, afligirse por su pecado, y otros similares.”4

Así que, mi querido joven hermano, guarda tu corazón. Ve a la palabra de Dios en primer lugar como un creyente. Recuerda que antes de ser un pastor eres una oveja. Como pastor tú necesitas las mismas cosas que les encomiendas a otros. Sigue la sabiduría de Robert Murray M’Cheyne quien dijo, “Dios no bendice tanto a los de mucho talento como a los de mucha semejanza a Cristo. Un ministro santo es una terrible arma en las manos de Dios.”5

Pablo les dijo a los diáconos de Efesios, “Tengan, pues cuidado.” Cuando repite la amonestación a Timoteo agrega que el hacer esto es un ingrediente esencial para salvar tanto a él mismo como a sus oidores (Hechos 20:28, 1 Timoteo 4:16). Un pastor debe tener como disciplina prioritaria el leer, meditar y memorizar las Escrituras, por el propio bien de su alma. También debemos orar por el trabajo del espíritu en nuestras vidas. Algo menos que esto es negligencia espiritual.

Un Esposo

Después de ser un cristiano, Dios me ha llamado a mi (y también a ti) a ser un esposo. Igual que tú, he sido bendecido con una esposa fiel y piadosa. Donna y yo tomamos nuestros votos matrimoniales muy en serio, lo cual significa que debo tenerla en una estima superior a la de cualquier otra persona. Después de Jesucristo, ella es mi prioridad principal.

Ser un esposo es una responsabilidad maravillosa. Jesucristo en su relación con la iglesia es nuestro modelo. Ser la cabeza de un hogar es un gran desafío. Una esposa piadosa necesita y desea un liderazgo piadoso por parte de su marido. El llamado a ser un esposo piadoso conlleva el ofrecer ese liderazgo. En cuanto a la manera de relacionarse con su esposa, Cristo llama a un hombre a luchar en contra de dos errores que son opuestos pero igualmente mortales, la pasividad auto-protectora y un autoritarismo egoísta. Un esposo pasivo promueve la frustración en su esposa, ya que ella desea ser guiada, esto podría tentarla a tomar un papel dominante. Un esposo autoritario intimida a su esposa y bien podría ahogar el desarrollo de sus dones espirituales.

En Efesios 5, Pablo deja claro que Jesucristo es nuestro modelo como esposo. Su amor, sacrificio y cuidado por su esposa debe ser el patrón de tu relación con María. Ella necesita estar segura en tu amor. Necesita saber que es más importante para ti que tu reputación o el ejercicio de tus dones públicos.

Puede ser que la esposa de un pastor tenga el papel más difícil de toda la iglesia. Carlos Spurgeon dijo esto con su característica sutileza y cariño dos años antes de su muerte. Hablando en una boda, él dijo:

“Si fuera una joven, y estuviera pensando en casarme, no me casaría con un ministro, porque la posición de esposa de un ministro es muy difícil de cumplir para cualquiera. Las iglesias no dan a los ministros dos salarios, uno para el esposo y el otro para la esposa; pero, en muchos casos, ellos buscan los servicios de la esposa, ya sea que ellos paguen por ello o no.

Se espera que la esposa del ministro sepa también todo acerca de la iglesia, pero en otro sentido se espera que ella no sepa nada; y algunas personas igualmente le echan la culpa en cualquiera de los casos. Sus deberes consisten en estar siempre en casa y atender a su marido y su familia ¡y estar siempre afuera, visitando a gente, y haciendo toda clase de cosas para toda la iglesia! Bueno, por supuesto, que esto es imposible; ella no puede estar disponible para todos, y tampoco puede esperar que los complacerá a todos. Su esposo no puede hacer eso, y pienso que seria muy tonto si tratara de hacerlo; y estoy seguro que así como el esposo no puede complacer a todos, tampoco la esposa puede. Habrá seguramente más de uno que estará disgustado, especialmente si ese alguien había esperado ser la esposa del ministro. Dificultades surgen continuamente hasta en las iglesias mejor reglamentadas; y, como lo dije antes, la posición de esposa de pastor es siempre ardua. Aun así, pienso que si yo fuera una joven cristiana, me casaría con un ministro cristiano si pudiera, porque hay en ello una oportunidad de hacer tanto bien ayudándolo en su servicio a Cristo. Es una gran ayuda para la causa de Dios el mantener al ministro bien organizado para su trabajo. Es el deber de su esposa ver que él no este incomodo en la casa; porque, si todo allí está bien cuidado y con alegría, él podrá dar todos sus pensamientos para la preparación del púlpito; y la mujer piadosa que ayuda así a su esposo a predicar mejor, es también ella misma una predicadora aunque nunca predique en publico, y así ella llega a ser de la manera más excelente, útil para la iglesia de Cristo comprometida al cargo que tiene su marido.”6

La esposa de un pastor ve todos los defectos y fallas de su marido y aun así debe recibir su instrucción continuamente sobre la Palabra de Dios. Ella vive en una pecera. Las expectativas poco realistas de la congregación a menudo pueden agregar gran estrés a su familia. Comentarios descuidados, los cuales podrían o no haber tenido la intención de herir, pueden herirla profundamente. Si, además de estas otras presiones, ella siente que su esposo la está descuidando, la presión puede volverse muy grande de sobrellevar. Como marido, mi responsabilidad y privilegio es asegurarle a mi esposa que ella es más importante para mí que cualquier otra relación humana que yo tenga. He sido llamado a nutrirla y alentarla, ayudarla a cumplir su propio llamado como una mujer de Dios.

Nuestras esposas necesitan tener la confianza que son más importantes para nosotros que nuestro ministerio en la iglesia. Cuando este mensaje se comunica clara y frecuentemente, esas inevitables temporadas de demandas inusualmente altas en la iglesia son más fáciles de soportar.

Un Padre

La tercera cosa que Dios ha hecho de mi es un padre. Donna y yo tenemos seis hijos, así que tengo mucha práctica en cuestiones de paternidad. Si las esposas de los pastores han recibido una preocupación especial, los hijos de los pastores se han vuelto aun más notorios. También a menudo son sacrificados por “causa del ministerio.” Recuerdo estar sentado en mi cuarto de estudio cuando era un joven pastor y escuchar a un pastor jubilado cuyo exitoso ministerio era ampliamente aclamado. El habló acerca de las muchas cosas maravillosas que había experimentado en las iglesias que había servido. Entonces agregó, “Pero pagué un alto precio por mi éxito. Mis hijos no recibieron lo que deberían haber recibido de su padre, y hoy se han desviado del Señor y la iglesia.”

Mientras él lloraba, yo reflexionaba. En ese entonces mi único hijo rondaba los 3 años. La atracción de oportunidades para ministrar y de satisfacer interminables necesidades, estaban tentándome a descuidar a mi familia a causa de “mi ministerio.” Pero Dios, me recordaba que en términos de prioridad, él me llama a ser un padre antes de llamarme ser un pastor. Mis hijos necesitan saber que, después de su madre, ellos son la gente más importante en mi vida. Mi congregación también necesita saberlo.

Un pastor puede fácil aunque involuntariamente, descuidar a sus hijos partiendo de una noción equivocada de que siempre debe estar disponible para ministrar a otros. Bajo las mejores circunstancias siempre habrá algunas interrupciones en la casa de un pastor. El está de guardia las veinticuatro horas del día. Si ocurre una muerte o un accidente trágico que involucre a alguna de los miembros de su iglesia apenas antes de salir de la puerta para llevar a mi hijo a pescar, será necesario cambiar nuestros planes. Se debe esperar este tipo de demandas.

Debido a eso, dos tentaciones ocurren a todo pastor y padre: lo primero es simplemente esperar que su hijo entienda la necesidad del cambio de planes de la misma forma en que el pastor la entiende. Como pastor sé que a veces es necesario interrumpir los planes para ministrar el evangelio de la gracia de Dios a la gente que sufre. Pero, todo lo que mi hijo pequeño entiende, es que él no pudo ir a pescar porque alguien más necesitaba y recibió el tiempo y atención de su papá. Timoteo, cuando esta clase de situación surja, asegúrate de hablar con tu hijo, identifícate con él y busca compensarle de una manera razonable, intencional y oportuna.

La otra tentación es llegar a estar tan abrumado con la culpa porque él tuvo que cambiar sus planes que el pastor permite que su hijo lo manipule a acciones o decisiones que de otra manera no haría. El liderar por la culpa se ha vuelto totalmente común en nuestra cultura, y desafortunadamente los pastores no están inmunes a ello. Pero debo confesar, que es particularmente feo que un pastor se relacione con sus hijos de esta manera. Deliberadamente debemos abrir espacios en nuestras agendas para nuestros niños y respetar esos espacios a conciencia. Cuando sea necesario cambiar estos planes de una forma tal que afecten a tus hijos, se diligente en compensarles ese tiempo.

Un Pastor

La cuarta cosa que Dios ha hecho de mi es un pastor. Este es mi llamado vocacional. Esto es lo que ocupa la mayoría de mí tiempo. Estoy constantemente maravillado que Dios me haya dado el privilegio de servirle de esta manera. Es el llamado vocacional más importante del mundo. Mis responsabilidades como pastor toman prioridad sobre cualquier actividad recreacional o de diversión. Todo lo que representa pastorear el rebaño de Dios, lo cual la Biblia describe de manera completa, es parte de mi obligación. En esto, mis tareas más importantes son trabajar fielmente en el ministerio de la Palabra y en la oración. Te repito, estos no deben ser realizados simplemente a un nivel “profesional.” Más bien, deben ser vistos como parte de mi propia búsqueda de santidad.

Hay soledad inevitable que acompaña el ser pastor. Mucho del trabajo a realizar solo puede ser hecho cuando un hombre está a solas con su Dios. Sin este tiempo íntimo con Dios, el tiempo que se pasa con la gente no será de mucho valor. En la actualidad, hay miles de “ayudas” disponibles para pastores con el propósito de saltarse el duro trabajo que representa el estudio y la oración. Con regularidad y fanfarronería se mercadean sermones “poderosos” y programas “garantizados”. Un hombre con poco de ingenio, aun menos integridad y buenos recursos financieros puede mantenerse bien abastecido de un constante flujo de ese tipo de recursos. Pero él niega su llamado al vivir del trabajo de otros en lugar de hacer por si mismo la obra del ministerio.

Un Ayudador

Además de estos cuatro llamados en mi vida, también estoy involucrado en ayudar en otras causas de valor. Mi trabajo con el ministerio Founder Ministries (la edición del Periódico Founders, otras publicaciones, etc.) y mi participación en conferencias para pastores locales son todos importantes. Tú probablemente no has tenido mucho tiempo para estar muy involucrado todavía en el compañerismo con los pastores locales. Espero que no descuides hacer esto. No es sólo que el compañerismo será bueno para ti (aun cuando no te gusten algunos programas y planes que son promovidos), sino que también necesitas reconocer que Dios te ha dado dones en formas que pueden ser una bendición a tus colegas pastores.

Por ejemplo Timoteo, aprovecha el hecho que Dios te ha dado tanto el amor como la oportunidad de comprar muchos buenos libros. Tú puedes ser una gran bendición a otros pastores (y a sus congregaciones) simplemente buscando y aprovechando las oportunidades de recomendar buenos libros. No asumas que todos están tan familiarizados como tú con comentarios sanos, biografías inspiradoras y buenos textos de teología. Sin ser entrometido, trata de animar la lectura de buenos libros.

No dudes que otras oportunidades más amplias de ministerio vendrán a ti en su tiempo. Espero que estés abierto a ellas y que las veas como maneras en las que puedes ser útil en el gran trabajo del reino. Pero en términos de prioridades te animo a mantenerlas clasificadas bajo las cuatro cosas que anteriormente mencioné. Trato de mantener esto en mente yo mismo, y cuando lo hago, me evito muchos dolores de cabeza y confusión.

Manteniendo el Equilibrio

¿Como funcionan estas prioridades? Bueno, los que me conocen mejor son los que fácilmente pueden testificar que no siempre practico lo que he escrito aquí. Aunque mi deseo e intención es nunca desviarme, he tenido que hacer correcciones repetidamente a la mitad del camino durante los años. Pero eso es lo valioso de tener claramente las prioridades definidas. Proveen un mapa confiable para hacer tales ajustes.

Cada prioridad descansa sobre la que le precede. Es decir, es solo en la medida en que soy fiel a las prioridades más altas que puedo honestamente conectarme con las otras, que son más bajas. Por ejemplo, quiero ser fiel en mi trabajo con los ministerios Founders Ministry. Pero no puedo ser fiel, sin importar su éxito por medio de mis esfuerzos, si hago este trabajo a expensas de mis responsabilidades pastorales en la iglesia, Grace Baptist Church. Si mi labor con Founders u otro ministerio más amplio me impide ser un pastor fiel en la iglesia local en la que sirvo, entonces necesito librarme de esos trabajos más amplios. .

No es necesaria esta labor en otros ministerios para desarrollar mis trabajos pastorales fielmente. Pero, no puedo ser un pastor fiel si descuido las prioridades más altas de cuidar a mi esposa y mis hijos. De hecho, de acuerdo a 1 Timoteo 3:4-5, un hombre es descalificado si ese descuido caracteriza su vida. El debe ser un hombre que “gobierne bien su propia casa, tener sus hijos en sumisión con toda reverencia (por que si un hombre no sabe como gobernar su propia casa, ¿como puede apacentar la iglesia de Dios?).”

Además, no puedo ser un padre fiel si le fallo a mi esposa como esposo. Por lo contrario, una de las mejores cosas que puedo hacer por mis hijos es amar muy bien a su madre. No importa que tan buen padre pueda pensar que soy, si no demuestro un amor como el de Cristo por mi esposa, estoy haciendo un grave perjuicio a mis hijos. Parece que si el enemigo no puede engañar a los padres en descuidar a sus hijos, los tentara para convertir a los hijos en el centro de su atención. Mis hijos tienen que aprender desde temprana edad que su madre tiene el lugar más alto en mis afectos que ellos. Esto no es despreciarlos. Más bien al conocer su lugar en el hogar que Dios ha ordenado, llega a ser un fundamento de seguridad para ellos.

Tal como no puedo ser un ministro verdaderamente útil fuera de mi iglesia local si no estoy siendo un pastor fiel, y no puedo ser un pastor fiel si no estoy siendo un padre responsable, y no puedo ser la clase de padre que debo ser si no amo sinceramente a mi esposa, tampoco puedo ser un esposo fiel si descuido mi relación con Cristo. Como ya he sugerido, todo lo demás se origina esta raíz principal.

Todas estas prioridades se relacionan una con la otra como si fueran los niveles de una pirámide. A cada una le puedo asignar la atención debida, siempre y cuando la mantenga en su lugar apropiado. Pero cuando una prioridad más baja salta por encima de una más alta, entonces estoy llevándome a mi mismo a una vida inestable. Es espiritualmente desastroso el colocar a mi esposa por encima de mi Señor, o a mis hijos por encima de mi esposa o a mi ministerio pastoral por encima de algunos de estos tres. No es menospreciar a la iglesia que sirves el clasificarla como de una importancia menor después de tu devoción a Cristo y a tu familia. Al contrario, la iglesia obtendrá más de lo que necesitan de ti cuando tú ministres con un compromiso deliberado de acuerdo a estas prioridades.

Como mencioné, no siempre mantengo estas prioridades en un balance correcto, pero en mi vida, las he convertido en una meta fija. Al recordar las prioridades de estos llamados, estoy más apto para establecer y mantener el balance de mis obligaciones. Quizás la disciplina más útil para facilitar este equilibrio es aprender a decir, “no.” Spurgeon dijo que para un ministro, ¡aprender a decir “no” tiene más grande valor que el aprender Latín! Tenía razón. Sin importar cuanto trate de hacer el pastor, siempre habrá más. A menudo encuentro cosas muy buenas que están gritando por mi atención, y se deben dejar de hacer para ocuparme en aquello que es mejor. Cuando un pastor tiene que hacer estas difíciles decisiones, debería hacerlas basándose en la prioridad de sus llamados. Entonces puede animarse en saber que ha actuado por fe basado en los deberes que Dios ha puesto en su vida.

Timoteo, oro para que Dios te ayude a comprender firmemente tus prioridades mientras aun eres joven en el ministerio. Dale mis gratos saludos a María y a tu pequeño. Sigue adelante en tu buen trabajo.

En Cristo,

Tom

PS, te recomiendo mucho los siguientes tres libros:

1. Hermanos, No Somos Profesionales, por John Piper (Viladecavalls, España; Editorial CLIE, 2006).

2. The Christian Ministry, [El Ministerio Cristiano], por Charles Bridges (Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1980).

3. Discursos a Mis Estudiantes por Charles H. Spurgeon (N. Bergen, NJ; Publicaciones Aquila, 2014).

Querido Timoteo

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