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Capítulo 2
Ten Cuidado de Ti Mismo

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Conrad Mbewe

Querido Timoteo,

Estoy emocionado por ti, por el inicio de tu nuevo pastorado. Estaba yo pensando mucho acerca de lo que el Señor tiene preparado para ti. Recuerdo hace algunos meses cuando había varias iglesias llamándote para tomar sus pastorados. Estaba muy ansioso por ti porque una elección errónea podía traerte resultados muy costosos. Estoy feliz que al final aceptaste el llamado de la Primera Iglesia Bautista. Humanamente hablando, tienes el perfecto ambiente para alguien que está empezando su pastorado. Durante los pasados seis meses en que has iniciado tu nuevo ministerio, te he mantenido en oración. He orado para que el Señor te dé un ministerio largo y fructífero. Mientras oraba, ha nacido en mi corazón una carga de escribirte unas cuantas palabras de consejo. Si no fuera por el hecho que te conozco hace muchos años, lo que estoy a punto de escribir parecería presuntuoso. Sin embargo, debido a que nos hemos unido tanto en los últimos diez años de conocernos, dudo que lo tomes como ofensa el darte un consejo desde mi corazón en una ocasión como esta. En algunas áreas seré muy personal, sabiendo que tu sobrellevaras mi agudeza en el espíritu de las Escrituras cuando dice que, “Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece” (Proverbios 27:6).

Como he dicho antes, y no titubearé en decirlo de nuevo, tu nivel de talento en el manejo de la Palabra ciertamente está muy por encima de un pastor promedio. Tú madura percepción espiritual, tu entendimiento del campo completo de la doctrina Cristiana, la proyección poderosa de tu voz, tu conocimiento de las Escrituras, tu dicción sin fallas o enmendaduras, todas se conjuntan en un rico banquete cuando tus oidores reciben de tu ministerio. También, tienes la ventaja de tener un amor envidiable por la lectura de libros de tal forma que tu depósito de información siempre se está renovando. Estas circunstancias ciertamente te ayudan mucho en sostener un pastorado efectivo para la edificación del pueblo de Dios en la Primera Iglesia Bautista y aun más allá de sus fronteras.

Aun así, Timoteo, una cabeza llena y una biblioteca completa no son suficientes. El futuro del ministerio pastoral y de predicación de cualquier persona depende de cómo esta se desarrolla, especialmente en su santificación personal. Es por eso que el apóstol Pablo aconsejó a tu tocayo a “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvaras a ti mismo y a los demás” (1 Timoteo 4:16). No hay nada más importante en el ministerio del pastorado que tener cuidado de uno mismo. Hasta Charles Haddon Spurgeon, cuyo libro Discursos a Mis Estudiantes siempre te animo a leer, tituló su primer capitulo, “El Cuidado de si Mismo para el Ministro.”7 Es sólo hasta el segundo capítulo cuando trató el tema, “El Llamado al Ministerio.” Me parece que Spurgeon puso en segundo lugar el orden cronológico para poner en el primero el orden de importancia. El incita a los ministros a asegurarse de que son verdaderamente convertidos, a que mantengan su vitalidad espiritual y que desarrollen un buen carácter.

No tengo el tiempo ahora para tratar con todos los puntos descritos en esa suplica del apóstol Pablo de “tener cuidado de ti mismo y de la doctrina” así que me limitaré en esta carta a lo que concierne a tener cuidado de tu vida. Este cuidado debe ser para toda la vida. Es un cuidado que debe asegurar un desarrollo de tu vida que sea apropiado y no deformado, especialmente en tu vida espiritual. Timoteo, espero que le des la importancia debida a lo que ahora tengo que decirte.

El Cuidado de Ti Mismo debe ser Integral

Cuando el apóstol Pablo exhorta a su joven colega a que tenga cuidado de su vida, no tenía en mente una sola área de la vida. El quería que el joven Timoteo se asegurara un crecimiento integral en todas las áreas de su vida, es decir, lo que comprende su vida espiritual, física, emocional, intelectual y domestica. Te he dicho antes que un predicador no es un espíritu sin cuerpo. Una vez afectado físicamente, su vida espiritual será afectada de igual manera. Por lo tanto, es la responsabilidad de cada predicador asegurarse que toda su humanidad redimida experimente un desarrollo positivo y duradero. Un predicador bien conocido en el Reino Unido fue una vez con el Dr. Martyn Lloyd-Jones para recibir consejo. El se sentía tan espiritualmente seco que estaba considerando seriamente renunciar a su pastorado. Su vida de oración estaba al nivel más bajo. Ya no sentía amor por las almas. Se sentía un completo hipócrita por estar en el ministerio. Cuando el Dr. Martyn Lloyd-Jones escuchó todo lo que este predicador tenia que decir, le dijo que tomara unas vacaciones. El predicador, recordando el evento, dijo que estaba extremamente decepcionado que el Dr. Lloyd-Jones no haya podido darle algo más de consejo excepto el de tomar vacaciones. Pero aun así, por respeto a “el Doctor” las tomó. Su testimonio fue que cuando terminó su tiempo de descanso, ya no necesitó regresar con su consejero. Su celo espiritual regresó. Una vez más, estaba espiritualmente animado. La lección que él aprendió fue simple: Todas las áreas de nuestras vidas están interconectadas. Este hombre había descuidado su descanso físico y emocional, y tuvo un efecto notable en su vida espiritual.

Por tanto, busca el equilibrio en tu vida. La Biblia dice, “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8). No descuides lo que concierne al descanso y ejercicio mientras estás dedicándote a la ardua labor del ministerio. A tu edad esto podría sonar como totalmente innecesario, pero si estás planeando el recorrer una distancia larga entonces, debes correr como un corredor de maratón y no como un velocista de cien metros. El famoso Robert Murray M’Cheyne de Escocia murió el sábado 25 marzo de 1843, a la edad de veintinueve años. Su llanto al morir fue, “Dios me dio un mensaje y un caballo. He matado al caballo. Oh, ¿Que haré con el mensaje?” ¡Una vida balanceada evitará tal dolorosa confesión al final de tu vida!

Ten Cuidado con estas Tres Cosas

Si uno pudiera considerar el trabajo del ministerio como un campo minado, entonces hay tres tipos de minas que han causado la mayor cantidad de victimas: las mujeres, las finanzas, y la fama. Por lo tanto, ten cuidado con estas tres cosas. Muchos hombres buenos han empezado sus ministerios pastorales de forma muy prometedora pero fracasan en llegar lejos porque vuelan en pedazos por causa de una de estas minas. Ya sea que se hayan largado con una mujer extraña, o fueron encontrados en serios escándalos financieros o dejaron que su creciente reputación se les subiera a la cabeza, y como la Biblia dice, “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 y 18:12). Timoteo, te exhorto a ser vigilante con respecto a estos tres asuntos.

¿Por qué muchos hombres buenos han caído en estas áreas? Me parece que ha sido debido al fracaso de no tener cuidado con los pecados del corazón: orgullo, envidia, celos, lujuria, avaricia, ira y pereza. No hay duda del por qué la historia los ha denominado “¡los siete pecados capitales!” Mucho antes que una persona hunda su vida y ministerio visiblemente, él ha permitido que su corazón sea una ciudadela del pecado. Por lo tanto, guarda tu corazón, porque de él mana la vida. O como algunos correctamente lo han dicho, el corazón del ministro es el corazón de su ministerio.

Al principio, tú podrías guardarte del adulterio físico y del fraude. Pero si lentamente permites que tu ministerio sea un escaparate o si permites que tu corazón tenga envidia de los ministerios de otros, entonces no pasara mucho antes de que seas destruido. Si te permites mirar con lujuria a los miembros de la iglesia del sexo opuesto, de nuevo te aseguro que estas peligrosamente acercándote al pantano. Timoteo, estos son los pecados que acabarán con la espiritualidad y el poder de tu ministerio mucho antes de que cualquier pecado se haga visible a tu pueblo. No hay duda de que para mantener tu ministerio vivo y sano año tras año, debes ejercitarte para la piedad.

Aunque Spurgeon se refería específicamente a la primera mina (las mujeres), lo que escribió en su primer discurso en “Discursos a mis Estudiantes” se aplica a todas las demás:

Debe mantenerse diligentemente, el carácter moral más alto. Muchos que están muy bien como simples miembros no están calificados para un cargo en la iglesia. Tengo opiniones muy estrictas en cuanto a los hombres cristianos que han caído en pecados graves; me gozo de que puedan ser verdaderamente convertidos y puedan ser recibidos en la iglesia con una mezcla de cautela y esperanza; pero cuestiono profundamente el que un hombre que ha pecado gravemente deba ser fácilmente regresado al púlpito. Tal como lo comenta John Angell James, “Cuando un predicador de la justicia ha estado en camino de pecadores, no debería nunca abrir nuevamente abrir sus labios en la gran congregación hasta que su arrepentimiento sea tan notorio como su pecado”. Que aquellos que han sido rapados por los hijos de Amón se queden en Jericó hasta que les vuelva a nacer la barba… ¡pero Ay! La barba de la reputación una vez ha sido rapada es difícil que vuelva a crecer. La inmoralidad abierta, en la mayoría de los casos, por muy profundo que sea el arrepentimiento, es una señal fatal de que las gracias ministeriales nunca estuvieron en el carácter del hombre. La esposa del Cesar debe estar más allá de cualquier sospecha, y no debe haber rumores feos sobre inconsistencia ministerial en el pasado, de lo contrario la esperanza de ser usado será escasa. Tales caídos deben ser recibidos en la iglesia como penitentes y pueden ser recibidos al ministerio si Dios los pone allí; mi duda no es esa, sino más bien si Dios alguno vez los puso allí; y mi creencia es que deberíamos de ser bastante lentos en regresar al púlpito a hombres, que habiendo sido probados una vez, han probado tener muy poca gracia para soportar la prueba crucial de la vida ministerial.

Para algunos trabajos no escogemos sino a los fuertes; y cuando Dios nos llama a la labor ministerial deberíamos esforzarnos en conseguir gracia para que seamos fortalecidos y preparados para nuestra posición, y no ser meros novicios llevados por las tentaciones de Satanás, para perjuicio de la iglesia y para nuestra propia ruina. Debemos ser equipados con toda la armadura de Dios, listos para acciones de valor que no se esperan de otros: para nosotros, la negación a si mismo, el olvidarse de sí, la paciencia, la perseverancia, la longanimidad, deben ser virtudes de todos los días, ¿y quien es suficiente para estas cosas? Tenemos necesidad de vivir muy cerca de Dios, si hemos de ser aprobados en nuestra vocación.8

La Cultura de la Vida Interior

Esta ultima declaración de Spurgeon nos da la llave para del cuidado de tu vida. Este cuidado se hace al mantenerse muy cerca de Dios y a través de la cultura de la vida interior. Recuerda que la espiritualidad nunca crece solo de una decisión. Debemos acercarnos a Dios.

Pronto descubrirás, si no lo has hecho ya, que si bien los medios públicos de la gracia (tales como los servicios de la iglesia) serán muy beneficiosos para otros cristianos, nosotros que somos pastores tenemos que depender mucho más en los medios de gracia privados. Esto es porque estamos tantas veces preocupados con los detalles de los servicios de nuestra iglesia que nos perdemos el efecto santificador del mandato: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Por tanto, para nosotros el fruto de la vida interior tendrá que ser en gran medida el fruto de un alma que frecuentemente se retira para la lectura de la Biblia, la oración, la meditación y otros medios privados de gracia.

Tristemente, muchas veces te sorprenderás a ti mismo racionalizado tu falta en estos ejercicios que lavan el alma, usando las tareas como excusa. Y, es cierto, algunas veces esto será inevitable. Pero cuando esto comienza a ocurrir semana tras semana, date cuenta que estas declinando y estas acabando con la vida interior de tu ministerio. Dios nunca quiso que fuera así. ¡Si tu lugar secreto ha estado vacío por algún tiempo, regresa tan pronto como puedas a tus ejercicios devocionales! Es en el lugar secreto de oración donde las verdades del hombre de Dios se vuelven parte de su ser. Es allí donde los asuntos de la gracia se mantienen frescos. Corres peligro si abandonas tu lugar secreto.

Déjame ser sincero contigo Timoteo. Aunque probablemente vas a estar de acuerdo con todo lo que he dicho sobre la necesidad de mantener los ejercicios espirituales para cultivar tu vida interior, pronto descubrirás que será una verdadera batalla el hacerlo año tras año. Esto se debe a la naturaleza caída, la cual aun traemos dentro de nosotros, a pesar de la poderosa experiencia que hemos tenido de la salvación de Dios. Esta naturaleza pelea contra todo aquello por lo que tu hombre renovado espera y anhela.

El gran puritano, John Owen, cuyas obras debes hacer el tiempo para leer trató con este asunto en El Pecado que mora en los Creyentes, que está en el volumen 6 de sus Obras.9 A menudo he vuelto a este libro cuando mi alma ha sido atacada, una experiencia que puede ser descrita como un hijo de la luz caminando en la oscuridad. Él escribió acerca de la aversión que experimentamos hacia aquellos ejercicios que sabemos que debemos practicar por nuestro propio bien espiritual. Casi se puede sentir un gemido en el corazón de Owen cuando anotaba estas palabras. Escribió:

Usualmente esta aversión y aborrecimiento se encontrarán en los afectos. Una lucha secreta se encontrará en ellos sobre los tratos cercanos y cordiales con Dios, a menos que la mano de Dios en su Espíritu sea fuerte sobre su alma. Aun cuando las convicciones, el sentido del deber, una estima verdadera a Dios y la comunión con él, hayan llevado el alma al lugar secreto, aun así si el vigor y poder de la vida espiritual no están constantemente trabajando, existirá un aborrecimiento secreto hacia esa tarea; sí, a veces existirá una violenta inclinación a lo opuesto, de tal forma que el alma preferirá hacer cualquier otra cosa, embarcarse en cualquier distracción, aun resultando en perjuicio para ella, con tal de no aplicarse vigorosamente a aquello por lo que el hombre interior clama. Ya está cansada antes de comenzar, y dice “¿cuándo terminará el trabajo?” En esto Dios y el alma están concernidos; y es una gran conquista hacer lo que debemos hacer, aunque fallamos grandemente en hacerlo.10

Cada vez que leo estas palabras, mis ojos se llenan de lagrimas porque sé a qué se refieren.

Timoteo, estoy preocupado no solo de que cultives tu vida interior ahora, sino que a pesar de la lucha con el pecado que mora en ti, persistas en estas santas tareas hasta el fin. Por tanto, junto con el apóstol Pablo, debo decir:

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo. (1 Timoteo 6:12-14)

No es suficiente con tirar unos cuantos buenos golpes al inicio de la pelea, debes durar hasta el final de la misma. El encargo debe ser guardado sin mancha o arruga “hasta que aparezca nuestro Señor Jesucristo”. En otras palabras, ¡hasta el campanazo final! En el camino, sentirás la inclinación al cansancio y desanimo en mantener esta devoción única y unos estándares altos de santidad personal. Serás tentado a comenzar a jugar en lugares donde los ángeles temen pararse. Ceder a esa tentación es simplemente mantener la apariencia exterior de tu ministerio, pero interiormente habrás perdido el poder y pasión que alguna vez tuviste.

Ten Cuidado de Malas Compañías

Además de la fatiga causada por la lucha con la carne (es decir, la naturaleza caída que aún está dentro de nosotros), la otra fuente de fatiga es la mala influencia de algunos a quienes admiras en la obra del Señor. Por tanto, si has de buscar una devoción dedicada a Dios en un ministerio para toda la vida, debes tener cuidado de las compañías que mantienes en tu vida ministerial. La advertencia del apóstol Pablo aplica tanto al laicado como a los que están en el liderazgo de la iglesia, “No os engañéis: ‘Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres’” (1 Corintios 15:33). La advertencia de Pablo a Timoteo en este aspecto es vital. Le dice:

También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos (2 Timoteo 3:1-5).

Hay hombres allá en el ministerio que responden a esta descripción. Siempre que estás con ellos, terminas con una sensación de suciedad debido a su conversación y actitudes. Te hacen sentir como si tomaras tu Cristianismo y funciones ministeriales muy en serio y debieras bajar tu guardia un poquito. De tales personas huye, Timoteo. ¡Hazlo antes de que su efecto cancerigeno sobre ti se extienda demasiado!

Disciplina en el Trabajo

Entre los “siete pecados capitales” anotados antes, el último que mencioné es la pereza. Quiero mencionar esto debido a que a lo largo de los años he observado tendencias en tu enfoque al trabajo que deben ser atendidas si es que has de conocer un ministerio largo y fructífero en la Primera Iglesia Bautista. Como obviamente sabes, Timoteo, nosotros los pastores no nos reportamos a trabajar de la misma forma que lo hacen nuestras congregaciones. No tenemos supervisores humanos que observen nuestro cumplimiento del tiempo, nuestros plazos o eficiencia, etc. Así que, es fácil para nosotros contentarnos simplemente con preparar nuestros estudios Bíblicos y sermones y hacer unas cuantas visitas en la tarde. Pero, el pueblo de Dios no es tonto. Es solo cuestión de tiempo antes de que nuestro pueblo comience a hacer serias preguntas sobre lo que hacemos durante el día. Déjame, por tanto, ofrecer algunas palabras de consejo.

Establece Horas de Oficina.

Sé que muy probablemente trabajarás desde tu casa, así que para ti y tu esposa María, será una verdadera tentación hacer lo que quieran durante el día. Resiste esto mediante el establecimiento de horas de oficina, en las cuales te ocuparás de cosas relacionadas con la iglesia. Tus ancianos deben darse cuenta que todo lo concerniente a la correspondencia de la iglesia, ministerios, reuniones, y miembros de la misma, sean manejados con tiempo de sobra. Esto no ocurrirá sin la disciplina de mantenerse en la “oficina de la iglesia” (aun si está en tu casa) mientras tus ancianos estén en sus oficinas. Realiza las tareas de familia y personales en tu día libre. Rehúsate a hacerlas en otros días, para que puedas desarrollar el hábito. Por tanto, ayuda a tu esposa a planear sus compras, visitas, etc., de la misma forma que lo hacen las esposas de tus ancianos debido a que ellos tienen trabajos seculares de tiempo completo. Tu familia no debe entrar a tu oficina para conversaciones ligeras mientras tu trabajas. No lo permitas.

Sé Puntual

Si hay un área que ha sido de especial preocupación para mí, ha sido tus fallas en la puntualidad. Casi se puede decir que llegas tarde más veces de las que eres puntual. Para mí, esto es serio y dañará tu ministerio. Cuando los miembros noten que siempre llegas tarde, tendrán una opinión muy baja de tu auto disciplina. Será aun peor para tus ancianos quienes pensarán que no tomas en serio tu trabajo y tus citas. Así que, has lo más que puedas para ser puntual a todas las reuniones de la iglesia y todas tus citas. Si no vas a llegar a la hora exacta, que sea porque llegas más temprano. Es mejor llegar muy temprano que llegar muy tarde.

Planea con Anticipación y Trabaja Duro

Al llamar tu atención hacia esto, simplemente estoy poniendo delante de ti lo que será de valor a largo plazo a un nivel humano. Como pastores, raramente tenemos a alguien mirando encima de nuestro hombre a ver si estamos completando nuestro trabajo. También podemos ofrecer múltiples excusas de por qué algún trabajo se ha quedado sin terminar. Pero, a final de cuentas, es la obra del Señor la que sufre. Y el Señor (quien sí está mirando por encima de nuestro hombro para ver nuestro trabajo) sabe que la falla se debe al descuido. Para evitar esta situación, planea todo tu trabajo en todos sus departamentos. Pon tu año completo delante de ti y divídelo en meses y semanas. Mantén una lista de “pendientes” junto a ti todo el tiempo. Evita confiar en tu memoria. Anota todo y sácalas de la lista cuando las completes. Ten un día a la semana en el que revises tu lista de pendientes, actualizándola y asegurándote que lo urgente y lo importante no se pasen por alto. A su tiempo, todo tu arduo trabajo y tu esmero serán evidentes para todos por su fruto.

Sin menospreciar el lugar de la oración personal y el estudio de la Biblia, estoy seguro que una razón principal por la cual tantos ministerios pastorales terminan son los pobres hábitos de trabajo. Los miembros de la iglesia comienzan a sentir como si le estuvieran pagando a los pastores por trabajar solo los domingos. Si puedes lograr que estos 3 asuntos que he mencionado estén en orden, no creo que caigas en esta categoría. Pero por favor, ¡hazlo ahora!

Déjame terminar con unas pocas palabras mordaces de Richard Baxter en El Pastor Reformado:

No se contenten con estar en un estado de gracia, sino que también tengan cuidado que sus gracias se mantengan en un ejercicio animado y vigoroso, y de que se prediquen a si mismo los sermones que estudian, antes de predicarlos a otros… Cuando sus mentes estén en una disposición santa y celestial, es probable que su pueblo participe de esos frutos… Oh hermanos, por tanto, guarden sus propios corazones: alejen las lujurias y pasiones, y las inclinaciones mundanas: mantengan la vida de fe, amor y celo: manténganse en casa, y permanezcan mucho con Dios. Si no hacen una practica diaria de el examinar sus propios corazones, y dominar la corrupción, y caminar con Dios, si no hacen de esto un trabajo al que atienden constantemente, todo ira mal, y sus oyentes morirán de hambre; o, si tienen un fervor fingido, no pueden esperar una bendición desde lo alto. Sobre todo, manténganse en la oración secreta y en la meditación. De allí sacarán el fuego celestial que encenderá sus sacrificios…11

¡Amen, Baxter, Amen!

Bueno Timoteo, una vez más me regocijo contigo de que Dios haya abierto una puerta para el ministerio. Sabiendo lo serio que eres con las cosas de Dios, sabia que no pasaría mucho tiempo para que eso sucediera. Pero una cosas que también sé, es que no será fácil. Aun así, si el Señor es que el ha abierto esta puerta para ti, la encontrarás gratificante a pesar de la sangre, lagrimas y sudor. Estaré orando por ti para que su Gracia sea encontrada suficiente y para que en no muchos días, la Primera Iglesia Bautista sea un floreciente centro de Cristiandad bíblica. Que el Señor conteste esta oración más allá de lo que podemos pedir o aun pensar. Hasta entonces, cuida de ti mismo. ¡Amen!

Tuyo en los vínculos del evangelio,

Conrad

Pd: Hay unos cuantos libros que me gustaría recomendarte sobre el tema que acabo de tratar. Afortunadamente, todos están aun en circulación. Consíguelos para ti y léelos una y otra vez. Serán un verdadero tónico para tu alma.

1. El Pastor Reformado de Richard Baxter (reimpresión, Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1979). La primera sección de este pequeño y poderoso librito trata de “el cuidado de nosotros mismos” como ministros. Tan solo, esa sección ya es suficiente para comprar el libro. ¡Es un clásico!

2. Las Obras de John Owen, volúmenes 6 y 7 (reimpresión, Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1967, 1965). En estos dos volúmenes, resaltaría el trabajo de Owen sobre “La mortificación del Pecado”, “La Tentación”, “El Pecado que Mora en los Creyentes” y “Mentalidad Espiritual”. Owen era un verdadero médico del alma y un maestro en la teología práctica.

3. El Ministerio Cristiano de Charles Bridges (reimpresión, Edinburgh: The Banner of Truth Trust, 1980). La segunda y tercera sección de este libro tratan con las causas de la ineficiencia ministerial. Es instructivo notar que casi todas ellas se deben a un fallo en cuidar de ti mismo.

Querido Timoteo

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