Читать книгу Modelando el emprendimiento social en México - Группа авторов - Страница 8

Оглавление


Introducción

La historia del emprenimiento social (ES) en México solo puede apreciarse a partir de la evolución del modelo de desarrollo mexicano, es decir, de la lucha por el combate a la pobreza y la desigualdad social a través del tiempo. Ambos males, pobreza y desigualdad, son la fuente de graves problemas sociales en el mundo (Auvinet, 2015). En el caso de Latinoamérica, según la Comisión Económica para América Latina (2016), en los últimos años se ha registrado un aumento en el número de habitantes en condiciones de pobreza y pobreza extrema. En 2014, 28.5% de la población de la región vivía en situación de pobreza (168 millones de habitantes), este porcentaje se incrementó a 29.8% en 2015 (178 millones de habitantes) y a 30.7% en 2016 (186 millones de habitantes). La pobreza extrema creció de 8.2% en 2014 (48 millones de habitantes) a 10% en 2016 (61 millones de habitantes).

En el caso de México, millones de mexicanos permanecen atrapados en un sistema de informalidad que no garantiza el derecho a una vida digna, a ser tratados con igualdad, a tener acceso a la educación o a recibir servicios de salud, lo que conduce a situaciones de pobreza crónica. De acuerdo con el último resultado de medición de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, 2016), 43.6% de la población (que equivale a 53.4 millones de mexicanos) vive en condiciones de pobreza y 7.6% de la población (9.3 millones de mexicanos) vive en condiciones de pobreza extrema.

Si bien el país mantuvo tasas de crecimiento económico sostenidas durante la segunda mitad del siglo XX, este crecimiento ha sido incompatible con la reducción de la pobreza, como en muchos otros países del mundo. Esta realidad llevó a la Organización de la Naciones Unidas (ONU) a crear, en el año 2000, los Objetivos del Desarrollo del Milenio, que además de incluir como principal objetivo el combate a la pobreza, integró otros objetivos en materia de salud, medio ambiente y educación. Años después, tras la Cumbre de Río en 2012 y próximos al término del plazo establecido para los objetivos de desarrollo del Milenio, la ONU definió en 2015 un conjunto de 17 nuevos objetivos, más detallados que los anteriores: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG en inglés). Estos se centran en lograr la erradicación de la pobreza, acabar con el hambre extrema y hacer frente al cambio climático, entre otros problemas mundiales (Naciones Unidas, 2015).

Para entender y dimensionar el impacto que puede generar el ES en el combate a la pobreza y en la mejora de las condiciones de vida de un país, y para lo que nos ocupa en este libro, específicamente México, es importante tener presente hechos relevantes en la construcción y desarrollo de su modelo social. Para ello, este capítulo persigue un doble objetivo: por una parte, destacar importantes acontecimientos políticos, económicos y sociales en la historia moderna del país a partir de la década de los cuarenta, año que da origen al periodo denominado desarrollo estabilizador, también conocido como el “milagro mexicano”, identificando, en una línea en el tiempo, los espacios de participación del sector social en la economía; por otra parte, identificar la aparición de la responsabilidad social empresarial (RSE) definida como el conjunto de acciones que las empresas privadas realizan para mejorar las condiciones de vida, más allá de aquellas estrictamente exigidas por la ley.

El milagro mexicano (1940-1970)

A partir de 1940, en México empezó una etapa llamada el “milagro mexicano”, caracterizada por un crecimiento sostenido que dio lugar al cambio hacia la formación de una nación moderna e industrializada.

Los sexenios presidenciales dirigidos por un partido único tuvieron impacto en la economía, la política y la sociedad, que alcanzó su decadencia durante el sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz, teniendo como resultado movilizaciones sociales reprimidas y el surgimiento de la sociedad mexicana organizada.

El milagro mexicano fue la época de mayor resplandor de la economía mexicana. Este periodo que abarcó tres décadas, de 1940 a 1970, se caracterizó por un crecimiento sostenido de 3% anual del ingreso per cápita y de 7% del PIB (Lustig, 1998), sustentado en el modelo de sustitución de importaciones, que consistió en sustituir los artículos manufacturados de procedencia extranjera para satisfacer el consumo local por artículos de la misma naturaleza fabricados por la industria nacional. El objetivo principal era convertir la actividad industrial en el eje del desarrollo económico. La economía mexicana estuvo basada en el dinamismo del sector industrial.

Durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) se estimuló la iniciativa privada y se incrementó el proceso de modernización del país con el desarrollo de diferentes proyectos ferroviarios y de infraestructura básica (Córdoba, 2009). Durante el sexenio de Miguel Alemán Velasco (1946-1952) se gestó un ambiente de “mexicanización” de la economía, la cual estableció barreras de entrada para las inversiones extranjeras (Cárdenas, 2003). Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) brindó austeridad económica y cuidado al tipo de cambio, lo que permitió la capitalización de las empresas y mantener las tarifas públicas menores a las prevalecientes en el mercado internacional (Turrent, 1999). Adolfo López Mateos (1958-1964) impulsó el proceso de modernización del país con la construcción de aeropuertos, redes telefónicas y vías ferroviarias (Córdoba, 2009).

El sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) fue el último de esta etapa de crecimiento sostenido. La política de desarrollo económico sustentada en la industrialización y modernización del país provocó la migración del campo a la ciudad, lo que llevó a que los mayores conflictos sociales y demandas se trasladaran del ámbito rural al urbano, transformando inclusive la composición geográfica del país; ciudades como Monterrey y Guadalajara se convirtieron en polos de desarrollo que atraían a los habitantes del campo a sus territorios. Mientras México lograba el crecimiento económico deseado, la ciudadanía buscaba crear instituciones que dieran respuesta a las demandas de una población cada vez más urbanizada y a los conflictos sociales que fueron surgiendo (Córdoba, 2009; Knight, 2001).

La sociedad civil se organiza

Estas instituciones, denominadas “organizaciones de la sociedad civil”, asumieron un papel preponderante para promover la participación ciudadana, logrando esfuerzos de vinculación con instituciones políticas. Ello las llevó a ser más protagónicas, particularmente en el ámbito de la ecología, los derechos humanos, la salud y los movimientos ciudadanos. Adquirieron diferentes nombres, tales como organizaciones de la sociedad civil, sector no lucrativo, tercer sector, organizaciones no gubernamentales e, incluso, organizaciones autónomas de promoción social y desarrollo (Brito y García, 1996, citado en Verduzco, 2001). Otros han denominado al tercer sector como el “sector emergente” (Salomon y Anheier, 1996). Sin embargo, David L Sills, en 1968, propuso la siguiente definición “estructural-operacional”:

El sector no lucrativo está formado por asociaciones o agrupaciones que comparten cinco características:

1. Que sean entidades organizadas, es decir, institucionalizadas hasta cierto grado.

2. Que sean privadas, o sea, institucionalmente separadas del gobierno.

3. Que sean entidades autónomas, es decir, con capacidad de controlar sus propias actividades.

4. Que no distribuyan entre sus asociados las ganancias obtenidas a partir de las actividades realizadas.

5. Que en estas entidades se realice actividad voluntaria, es decir, que integren con cierta significación la colaboración ad honorem de los ciudadanos.

Otras consideraciones para las organizaciones de la sociedad civil fue valorarlas en función de si son “progresistas” o de “desarrollo”, o meramente “asistencialistas” (Brito y García, 1996, citado en Verduzco, 2001). Lo que es un hecho y una característica de las organizaciones de la sociedad civil es que se proponen lograr un apoyo solidario al desarrollar actividades que ayuden a promover el bienestar y destinadas a impulsar el desarrollo humano en los campos de la educación, la salud, la cultura, la recreación, el deporte, la religión, la organización social y la política. Una hipótesis creciente del surgimiento organizado de la sociedad civil y una presencia creciente del sector, no solo en México sino en el mundo, podría concretarse en dos vertientes: el adelgazamiento de los gobiernos como consecuencia de las presiones económicas, por una parte y, por la otra, el descontento de la sociedad por los gobiernos y por la política en general.

La fuerte presencia del partido hegemónico en contubernio con el gobierno y un control absoluto de la rectoría del Estado explicaban que el pueblo mexicano viviera inmerso en situaciones autoritarias, heredadas desde los tiempos de la Colonia. Aunada a este ámbito de acción, existió la Iglesia poderosa, pero sometida a un contexto posrevolucionario laico que se fue institucionalizando a medida que se crearon las condiciones de una acelerada industrialización del país.

Estas circunstancias concretas enmarcaron y matizaron el desarrollo del sector de ayuda social acaparado por el Estado, y el hecho de que en esta época las expresiones autónomas de la sociedad civil tuvieran escasa capacidad de maniobra. Aun cuando la sociedad civil estuviera todavía restringida a instancias gubernamentales, la Iglesia fue la única institución importante que contaba con cierta autonomía del gobierno y, valiéndose de esta o de sus organizaciones, se expresaban algunas demandas sociales.

La agenda social: un paso adelante

El conflicto, y acontecimiento, más relevante de la época fue el movimiento estudiantil de 1968, que comenzó como una manifestación realizada por estudiantes de la UNAM y terminó siendo un movimiento social que aglutinó demandas de diferentes sectores sociales, presentadas por el Consejo Nacional de Huelga (Zermeño, 1981). Incluían, entre otras querellas, la democratización del sistema político, la liberación de presos políticos y la destitución de mandos policiales (Guevara Niebla, 1988). Lamentablemente, este movimiento culminó con la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, perpetrada por el gobierno en curso, con el agravante de que, a dos semanas de iniciarse los Juegos Olímpicos de 1968, celebrados en la Ciudad de México, los ojos del mundo estaban puestos en este país.

El movimiento estudiantil fue un catalizador del cambio social, porque alteró las formas corporativas de control que imperaban hasta ese momento. Los actos de represión fueron una demostración del poder del Estado y del uso de la fuerza pública para contener las movilizaciones sociales que aparecieron en el país, pero también dio lugar a una nueva configuración de las demandas de la sociedad que había dejado de pertenecer al sector agrícola, y comenzaron a surgir otros actores sociales vinculados con la ciudadanía, como fueron estudiantes, profesionistas, intelectuales, empleados y empresarios (Guevara Niebla, 1988; Zermeño, 1981).

A raíz de este movimiento, se detona un cambio en la sociedad civil organizada en México en la búsqueda de explicaciones por lo que había acontecido. Los investigadores buscaron una teoría que pudiera dar nombre a lo sucedido y que permitiera comprender los procesos sociales y el involucramiento de nuevos actores sociales en los importantes cambios en la vida cotidiana del país, de las universidades y de la sociedad en general (Reygadas, 2006).

Bornstein y Davis (2010) mencionan a estos nuevos actores, la ciudadanía involucrada, como una consecuencia de problemas sociales más complejos, que han superado las capacidades de los gobiernos y de las organizaciones de ayuda, razón por la cual se entiende que las soluciones contra la pobreza y la desi­gualdad necesitan una nueva estrategia: de “abajo hacia arriba”, en lugar de la solución tradicional basada en la estrategia de “arriba hacia abajo”. En respuesta a esta necesidad de un cambio estratégico, se dieron tres avances importantes en México. Primero, el crecimiento (en número y dispersión geográfica) de las organizaciones sin fines de lucro (OSC),[1] (véanse las tablas 2.1, 2.2 y 2.3). Segundo, un movimiento de responsabilidad corporativo y, tercero, el desarrollo eventual de empresas sociales en México.

Hacia la apertura (1970-2000)

El periodo comprendido entre 1970 y 2000 fue considerado de transición política, económica y social en México. El modelo de desarrollo compartido fue propuesto por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y tenía por objetivo llevar el progreso a todos los sectores sociales. Este modelo se basó en el gasto público como motor del crecimiento económico, con ingresos provenientes del petróleo y la recaudación fiscal. Este impulso económico buscaría la inclusión de todos los grupos sociales (Babb, 2003). Sin embargo, tales ingresos resultaron ser insuficientes para mantener la política de expansión, por lo que se optó por contratar importantes montos de endeudamiento externo como forma de financiamiento del déficit fiscal (Huerta y Chávez, 2005).

La llegada de Echeverría al poder generó el interés en reformar la forma en que se organizaba la educación hasta ese momento. Para ello, creó la Comisión Coordinadora de la Reforma Educativa, cuyo objetivo era diversificar los servicios educativos, aumentar el número de escuelas y reformar los planes de estudio. Esta reforma impulsó el que todos los habitantes del país recibieran educación con las mismas oportunidades (Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, 2006b).

Bajo el gobierno de José López Portillo (1976-1982) se llevó a cabo un diagnóstico de la situación escolar en el nivel básico y se diseñó el Plan Nacional de Educación (PNE). Este plan retomó los intereses que la gestión educativa había tenido durante las primeras décadas del México posrevolucionario, en especial la desarrollada por el cardenismo. Como parte de sus objetivos, destacó la creación del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) en 1979.

Con el objetivo de llevar educación a todos los sectores sociales y de incrementar los niveles de alfabetización, en 1978 el gobierno federal puso en marcha el Programa Nacional a Grupos Marginados y, en 1981, elaboró el Programa Nacional de Alfabetización, además de crear el Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA). De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del INEGI de 1980, estos esfuerzos lograron que más de 80% de la población mayor de 15 años supiera leer y escribir.

La década de los ochenta fue un parteaguas en la historia de México. Significó el cambio en el modelo de desarrollo basado en una economía neoliberal. Este cambio se vio enmarcado por dos acontecimientos claves, uno de corte económico y otro de corte social:

1 El primero tiene sus orígenes en la reforma económica planteada desde 1982 por el presidente Miguel de la Madrid (1982-1988) y concluye con la instauración del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Sin embargo, y a raíz del terremoto de 1985 en la Ciudad de México que dejó más de 10,000 muertes, emergió nuevamente el despertar de la ciudadanía (Charry, 2003; Villalpando y Rosas, 2003). Surgió lo que se llegó a conocer como una “sociedad civil emergente”. Los ciudadanos enfrentaron el desastre con actitudes innovadoras de solidaridad. Las acciones ciudadanas posteriores al 19 de septiembre de 1985 se caracterizaron por rebasar el Plan de Auxilio a la Población en Caso de Desastres de la época e inventar mecanismos de apoyo en un estado de emergencia que desafió las carencias del aparato gubernamental (Monsiváis, 1986).

2 El segundo comienza con la llegada de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) al poder en un ambiente de inconformidad social y la creación de un modelo de asistencia social, orientado a la atención de grupos en situación de pobreza, que termina con la llegada a la presidencia de Vicente Fox Quesada en 2000. El primer candidato proveniente de un partido diferente al partido hegemónico del siglo XX.

Democratización y derechos humanos

En 1988, cuando Salinas inició su mandato, se anunció la puesta en marcha del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) con dos objetivos fundamentales: 1) la provisión de servicios de atención social, la creación de infraestructura y el alivio de la pobreza extrema y, 2) replantear de manera radical la relación entre el Estado mexicano y la sociedad en el marco de la reforma económica (Ontiveros, 2005). Las líneas de acción se enfocaron en el mejoramiento de los niveles de vida, en ampliar las oportunidades de empleo, en la construcción de obras de infraestructura de impacto regional y en la ejecución de programas de desarrollo en regiones específicas (Barajas, 2002).

El proceso de transición democrática, iniciado en 1988, provocó entonces una nueva articulación entre la lucha social y las organizaciones civiles. Los grandes retos fueron la creación de ciudadanos responsables y el fortalecimiento de la participación ciudadana. En esta época, se abrió la lucha social un poco más allá de la lógica de resistencia; se trató de darle un contenido de derechos sociales, económicos, políticos y culturales, además de hacer un frente contra la corrupción, la impunidad, el clientelismo y la simulación (“Las Organizaciones..., 2009, p. 30). En este sentido, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) revistieron una identidad frente a los retos del proceso de democratización del país, desde la transición y la alternancia hasta la consolidación de la democracia, y dieron énfasis a una figura protagónica de la sociedad caracterizada por lo siguiente:

1. Que la sociedad sea un espacio de diversidad de actores cuyo eje toral sea la construcción de los derechos y deberes de la ciudadanía.

2. Que el eje toral de los actores políticos sea la autonomía.

3. Que impulse una cultura en la que los valores democráticos sean una forma de convivencia con la sociedad.

4. Que sea un espacio para conseguir que se respeten los derechos individuales y colectivos.

5. Que pretenda la coordinación de actores en la búsqueda del bien común.

6. Que las leyes y normas se apliquen por igual a todos, sin privilegios y distinciones.

7. Que las leyes de participación ciudadana sirvan para cambiar o proponer políticas públicas (Las Organizaciones…, 2009, p. 30).

Por otra parte, y desde el ámbito del sector productivo del país, el trabajo desarrollado por el Centro Mexicano para la Filantropía, A.C. (CEMEFI A.C.), creado en 1988, fue impulsar un programa de responsabilidad social de la empresa cuyos objetivos eran los siguientes:

Promover la participación del sector privado de forma activa y decidida en proyectos de desarrollo sostenible a través de la Responsabilidad Social Corporativa. Facilitar la ejecución de programas socialmente responsables ofreciendo servicios competitivos para las empresas. Conocer el comportamiento y las tendencias del sector empresarial en materia de responsabilidad social. Vincular a empresas y empresarios con Organizaciones de la Sociedad Civil buscando establecer alianzas sectoriales y relaciones sólidas que generen beneficio mutuo (CEMEFI, s/f).

Entre la lista de asociados se encontraban: Citibank de Méxi­co, Coca Cola de México, Grupo Financiero Banco Bilbao Vizcaya-Bancomer, Hewlett Packard de México, Janssen-Cilag, Shell México, Segunda Mano, Apasco, S.A., Nestlé México, Walmart de México. Estas empresas son subsidiarias nacionales de compañías extranjeras, influidas por la cultura de responsabilidad social que se ha desarrollado en otras latitudes.

Desde 2000, CEMEFI ha organizado con otras organizaciones (Revista Expansión, Unión Social de Empresarios Mexicanos, USEM, Confederación Patronal de la República Mexicana y Desarrollo Empresarial Mexicano), un concurso para reconocer las mejores prácticas de responsabilidad social empresarial, que logran éxito en el negocio con impacto positivo en la sociedad en las áreas de calidad de vida en la empresa, medio ambiente, desarrollo comunitario, conducta empresarial y vinculación con la comunidad.

Las OSC y las empresas sociales en cifras

“Según datos oficiales del Sistema de Información sobre Organización de la Sociedad Civil (SIOS) de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el 51% de las OSC registradas en este sistema fueron fundadas entre los años de 1991 y 2000. Resalta que solo el 6% de las OSC fueron creadas antes de 1950; 16% se establecieron entre 1951 y 1980 y 27% entre 1981 y 1990, lo que demuestra que efectivamente las OSC en México han ido surgiendo en paralelo al proceso de transición democrática” (“Las Organizaciones.... 2009, p. 31). Este crecimiento registrado en el número de OSC se muestra en la tabla 2.1, que rastrea el número de organizaciones fundadas cada década desde 1940 hasta 2000. Aunque el número de OSC continúa creciendo, el desafío de diseminar el crecimiento (y, por lo tanto, el impacto) de las organizaciones en toda la República mexicana sigue siendo un desafío. En la gráfica 2.1 puede observarse que, en 2000, el mayor porcentaje de OSC mantenía sus oficinas en la Ciudad de México (17%), más del doble de la segunda mayor concentración de OSC que estaban ubicadas en el Estado de México, a las que le seguían Jalisco, Nuevo León y Michoacán (con 5%).

Tabla 2.1. Surgimiento de las OSC en México

Año de fundaciónNúmero de organizaciones
1940-194960
1950-1959174
1960-1969254
1970-1979574
1980-19891,208
1990-20003,232

Fuente: Auvinet, 2013, adaptación de Charry, 2002, elaborado a partir del Censo 2000 UAMI-Indesol.

Según una encuesta de Auvinet (2013) que incluyó a 219 emprendedores sociales de 24 estados de la República mexicana, los patrones de crecimiento y concentración de las OSC también son evidentes en las empresas sociales (tabla 2.2). El mismo estudio (Auvinet, 2013) muestra que hay una gran concentración de empresas sociales en la región centro de la República (por ejemplo, en los estados de México, Puebla, Morelos, Veracruz, Querétaro y Jalisco); la mayoría de sus oficinas administrativas se ubican en la Ciudad de México, incluso cuando sus proyectos se centran en otros estados.

Tabla 2.2. Surgimiento de las empresas sociales

Año de fundaciónNúmero de nuevas empresas sociales
1970-19803
1981-19907
1991-200042
2001-2012150

Fuente: Auvinet, 2013.

Podría decirse que estas cifras no solo representan un crecimiento en las propias organizaciones, sino que también indican el inicio de un periodo con mayor prioridad en la necesidad de desarrollar y fortalecer la atención hacia los males sociales (por ejemplo, la pobreza) en México.

Gráfica 2.1. Concentración de OSC en México


Fuente: Auvinet, 2013, adaptación de Charry (2002), elaborado a partir del Censo 2000 UAMI-Indesol.

Consolidación y fortalecimiento

El siglo XXI dio inicio con la llegada a la presidencia de México de Vicente Fox Quesada. La elección representó no solo la alternancia al poder que durante más de setenta años estuvo dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sino la esperanza de generar un cambio en lo económico y lo social.

Uno de los ejes centrales del gobierno de Fox fue impulsar una política social para el combate a la pobreza. Para tal efecto, se creó la Ley General de Desarrollo Social (2004) y la Ley de la Economía Social y Solidaria (2012) que, junto con el Instituto Nacional de Economía Social (INAES), dieron impulso al desarrollo de empresas sociales. La política social partió del proceso de la descentralización que México ha vivido desde la década de los ochenta, con el objetivo de fomentar la participación de las entidades federativas y los municipios en la creación e implementación de programas de desarrollo, con énfasis en aquellos relacionados con grupos vulnerables (Cogco Calderón, Rodríguez Vargas y Pérez Cruz, 2010).

En este esquema de descentralización que se consolida durante la administración de Felipe Calderón (2006-2012), el gobierno federal creó el Programa Sectorial de Desarrollo Social 2007-2012, con el propósito de aplicar estrategias coordinadas y organizadas para dar respuesta a las demandas de la población que se encuentra en alguna situación de marginación o pobreza (Sedesol, 2007). Esto dio lugar a la creación de “redes de política pública” (Maríñez Navarro, 2007), donde se presentan relaciones de interdependencia entre actores que persiguen un fin común.

Este programa sectorial percibe la necesidad de “promover la participación de la sociedad para la generación y fortalecimiento del capital social” (Sedesol, 2007). Desde esta visión, es importante destacar el aspecto de la participación de la sociedad. Durante el gobierno de Calderón, Sedesol operó 24 programas orientados al fomento de la participación comunitaria en zonas que presentan niveles de marginación o pobreza. Uno de los programas, denominado “Programa de Coinversión Social”, tenía por objetivo mejorar la calidad de vida de los pobladores como una iniciativa de corresponsabilidad entre sociedad civil y el Estado. Por un lado, el Estado promueve el fortalecimiento del desarrollo humano sustentable y el fortalecimiento institucional de las OSC, a través del otorgamiento de un recurso económico; y por el otro, las OSC, atendiendo a su objeto social, contribuyen a la mejora de las condiciones de vida de un grupo de personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.

La figura 2.1 representa una línea de tiempo abreviada de los principales eventos discutidos en las secciones anteriores de este capítulo. Si bien el cronograma no es exhaustivo, demuestra claramente la tendencia histórica de las principales actividades políticas y económicas en México en lo que se refiere al ES (mitad inferior de la figura) y algunas actividades internacionales significativas (mitad superior de la figura).

Retos del sector social y el papel de las sociedades cooperativas

Uno de los grandes desafíos en el siglo XXI de las organizaciones de la sociedad civil, incluidas las sociedades cooperativas como una modalidad de aquellas, es dotarse de una mayor solidez institucional y aspirar a niveles más altos de profesionalismo en el ejercicio de sus operaciones. De hacerlo, podrán asumir un papel protagónico en la construcción de una sociedad más justa y más humana. Podrán desempeñar el papel de agentes de cambio y constructoras de ciudadanía.

México sigue enfrentando en la actualidad rezagos en su desarrollo social, con un alto índice de pobreza y marginación en amplios sectores de la población, aunado al hecho de una persistente e injusta distribución de la riqueza. Resulta relevante, por tanto, propiciar un mayor apoyo al cooperativismo en México para que, por medio de una acción colectiva y la unión de esfuerzos, puedan alcanzarse mejores condiciones de vida para sus agremiados.

Figura 2.1. Hechos relevantes para el desarrollo social de México, 1844-2014


Fuente: Moreno, complementada con información de Green Street y EY México, 2018.

Las cooperativas pertenecen a una clasificación especial dentro de las organizaciones de la sociedad civil (ver capítulos 3 y 7 de este libro). Puede considerarse que llegan a ubicarse en el sector de actividad económica perteneciente a la economía solidaria (Guadarrama y Girardo, 2008).

Las cifras oficiales sobre la situación social en México de 2000 a 2010 siguen siendo alarmantes para un sector amplio de la población que vive en condiciones de pobreza y abandono, de modo que la desigualdad es una constante. Este escenario presenta una dicotomía entre crecimiento económico y desarrollo social, lo que vuelve imperativo encontrar soluciones para elevar los niveles de vida de las poblaciones más necesitadas. El cooperativismo es considerado un instrumento de cambio social a favor de la justicia, la libertad y la democracia; se rige por leyes de transparencia, coherencia y rendición de cuentas y es un sistema de organización jurídica cuyo objeto es realizar en forma común un fin social de justicia distributiva y democracia económica.

Las cooperativas proporcionan educación y formación a los socios, directivos y empleados para que puedan contribuir de manera eficaz al desarrollo de la organización. A la vez que se centran en las necesidades de sus socios, trabajan para conseguir el desarrollo sostenible de sus comunidades.

El presidente Manuel Ávila Camacho da su apoyo al cooperativismo con la creación del Banco Nacional de Fomento Cooperativo, en 1941. En los posteriores regímenes del periodo 1946-1976, el movimiento cooperativista se debilita por la falta de apoyo de los gobiernos. Aunque el cooperativismo no recibió apoyo directo del gobierno encabezado por Echeverría, el movimiento cobró ánimo y el número de cooperativas que se registraron superó a las del gobierno de Cárdenas, esto debido al alto índice de desempleo y a la fuerte crisis económica, lo cual obligó a los trabajadores desempleados a buscar alternativas en el trabajo asociado. El presidente López Portillo (1976-1982) apoyó el movimiento al crear la Comisión Intersectorial de Fomento Cooperativo en 1978. No fue sino al final del gobierno de Carlos Salinas de Gortari que se promulga la Ley General de Sociedades Cooperativas (LGSC), publicada en agosto de 1994.

De acuerdo con la Ley General de Sociedades Cooperativas (1994), en su artículo 2:

La sociedad cooperativa es una forma de organización social integrada por personas físicas con base en intereses comunes y en los principios de solidaridad, esfuerzo propio y ayuda mutua, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas, a través de la realización de actividades económicas de producción, distribución y consumo de bienes y servicios.

A pesar de los vaivenes que ha sufrido el movimiento cooperativo en México a través de su historia, una de las formas de reactivación de las economías de los países emergentes es utilizar el cooperativismo para promover su reactivación, aprovechando su experiencia a través del desarrollo del sector social y sus organizaciones. Si se considera que la cooperativa está inmersa en una comunidad con determinadas características socioculturales, su compromiso es identificar las necesidades reales de esa comunidad para que sus objetivos sean compatibles con el sentido de pertenencia, confianza y seguridad de sus socios o agremiados (Inostroza, 1989)

Es en este contexto que destaca la relevancia de este tipo de organizaciones que, aunque han sufrido una serie de limitaciones tanto legales como políticas, constituyen en sí mismas una forma de organización con un amplio sentido social y una alternativa para sectores tradicionalmente marginados, como por ejemplo las mujeres, minorías étnicas y los desempleados.

La descentralización y los procesos de democratización siguen abriendo espacios de participación para el sector social representado por las organizaciones de la sociedad civil, pero deberán demostrar mayor capacidad de injerencia en la elaboración de políticas públicas.

El fortalecimiento institucional es el esfuerzo planificado y realizado de una organización para incrementar su efectividad e impacto social, mejorar su eficiencia, su calidad de gestión y su coherencia organizacional a largo plazo.

En la actualidad, las agencias de cooperación internacional de los países donantes están preocupadas por dos hechos: i) la disminución de los recursos con un acelerado aumento de organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo; ii) la exigencia de una mayor transparencia y fiscalización en el uso de los recursos y la exigencia de generar indicadores de impacto más claros para dar cuenta de la eficacia del uso de los recursos (Revilla, 2012).

Las organizaciones de la sociedad civil constituyen una de las tendencias más importantes de la sociedad contemporánea, integradas por una amplia gama de organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro que están presentes en la vida pública, que expresan los valores de sus miembros y de otros, según consideraciones éticas, culturales, políticas, científicas, religiosas o filantrópicas. Por lo tanto, el término OSC abarca una gran variedad de organizaciones: grupos comunitarios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, grupos indígenas, organizaciones de caridad, organizaciones religiosas, asociaciones profesionales y fundaciones (Banco Mundial, 2018)

Un caso sorprendente del funcionamiento exitoso de una cooperativa lo constituye la organización de Tosepan Titataniske, cuyo significado en náhuatl es “unidos venceremos”, que permitió consolidar una visión de empoderamiento en la construcción de un modelo de desarrollo comunitario sin precedentes.

A modo de reflexión

El presente capítulo pone de manifiesto la importancia y el papel protagónico de las organizaciones de la sociedad civil que han podido participar de manera conjunta con los gobiernos para impulsar el desarrollo de comunidades excluidas y marginadas en diferentes ámbitos de acción social.

La empresa privada ha asumido igualmente la parte que le corresponde, no solo desde la perspectiva de crear valor económico y generar empleos, sino cumpliendo con la responsabilidad social con otros actores, a fin de procurar bienestar a las comunidades que más lo requieren.

El gobierno federal y los gobiernos locales, trabajando con las empresas y la sociedad en general, pueden crear y desarrollar programas de colaboración conjunta a fin de propiciar las condiciones para mejorar lo índices de bienestar de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Esto permitirá a las organizaciones, eventualmente, ejercer influencia en políticas públicas.

TOSEPAN TITATANISKE, COOPERATIVA EXITOSA Y PUJANTE[2]Elaborado por el profesor Raúl Franchi Martínez MoreiraAgosto de 2017En la sierra nororiental de Puebla, donde en 30 municipios habita algo más de medio millón de personas, donde la mayoria de la población (72%) pertenece a los grupos originarios nahua y totonaca, existe un movimiento cooperativo llamado Tosepan Titataniske (Unidos venceremos, en náhuatl) que literalmente ha cambiado la vida de al menos 35,000 familias, formadas en promedio por cinco integrantes, es decir, unas 175,000 personas.
Gracias a Tosepan, la mayoría de los campesinos, cuyo patrimonio se reduce a una hectárea de suelo fértil, en un bosque tropical, ahora siembran distintos cultivos orgánicos. Entre estos, destacan el café y la pimienta, que se dan bien en esa zona en extremo lluviosa, y exportan a Japón, Alemania y Holanda con esquemas de comercio justo.La mitad de esas familias, 16,233 (hasta 2016), tienen una vivienda nueva y aspiran a lograr un hogar sustentable; las casas que se han logrado construir cuentan con una estructura sólida, con servicios sanitarios, electricidad y agua corriente; la búsqueda de sustentabilidad incluye el aspecto alimentario, energético y el reciclaje de agua. Tosepan les da acceso a capacitación, a una cooperativa de ahorro y préstamo, a servicios de salud, escuelas y, sobre todo, les infunde confianza en que unidos y organizados sus integrantes pueden alcanzar incluso los sueños más ambiciosos.
“Desde que nació Tosepan, aprendimos que solo organizados podemos avanzar hacia la construcción de un proyecto de vida buena (buen vivir) para nuestras familias y que eso solo se logra con el trabajo”, dice Aldegundo González Álvarez, uno de los actuales directivos de la cooperativa.La Tosepan Titataniske se formó en 1977; en 2017 cumplió 40 años y la llaman cooperativa madre, porque hace unos años se constituyó la Unión de Cooperativas Tosepan, que agrupa y cobija a ocho entidades con diversos fines complementarios y cuatro programas que atienden asuntos varios. (Anexo 1)
La Tosepan nació entre campesinos del municipio de Cuetzalan; al principio, la formaron habitantes de cinco comunidades y ahora está presente en 430 comunidades o pueblos. Los iniciadores del movimiento fueron en su mayoría indígenas nahuas y algunos totonacos, desesperados y hartos de la explotación y abusos de caciques y acaparadores. En la actualidad, 78% de los afiliados son de origen indígena y el resto, población mestiza.Dos propósitos guían a la Tosepan y a sus filiales desde el comienzo:
• Mejorar la calidad de vida de los socios cooperativistas y de las comunidades donde habitan, para lo que están abiertos a toda innovación agrícola, tecnológica o del tipo que sea, siempre y cuando favorezca la producción de acuerdo con los principios agroecológicos, la alimentación, la salud, la vivienda o la educación.• Mantener su identidad, conservar su lengua, cultura, tradiciones y preservar los recursos de su territorio, de todo lo cual se sienten sumamente orgullosos. “El día que olvidemos nuestras raíces perderemos nuestra identidad”, decía uno de los fundadores.
El poder de los sin poderLas familias indígenas de la zona sembraban, hasta mediados de los años setenta del siglo pasado, maíz, algodón y caña, producción que escasamente alcanzaba para comer todo el año; los pocos excedentes se los compraban unos cuantos acaparadores a precios irrisorios.La situación obligaba a muchos campesinos a dejar sus comunidades para ocuparse como albañiles en las ciudades de Puebla o de México, con el consecuente desarraigo y desajuste familiar. Los que permanecían en la sierra derribaban bosques para abrir tierras de cultivo y potreros, con lo que una zona de vegetación exuberante se estaba convirtiendo en un yermo.
En 1974 llegaron a la zona diez ingenieros agrónomos enviados por el Plan Zacapoaxtla, para enseñar a los campesinos a emplear fertilizantes y semillas, y a cultivar “café de sombra”, una variedad que se da en zonas arboladas. Al reforestar la sierra, podrían cultivar el grano con mejores rendimientos y agregar otros cultivos para apoyar su economía.El Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), les daba anticipos para financiar las cosechas y compraba la mayoría del producto. Aunque los precios no eran muy buenos, mejoró un poco la situación para los agricultores que poco a poco cambiaron sus cultivos por la siembra de café.
Pero padecían otros problemas serios. Pululaban en la zona comerciantes acaparadores, coyotes y usureros, dueños de las tiendas de abarrotes y materiales de construcción, de los camiones y las bodegas; ellos controlaban el mercado del café, la pimienta, las maderas y artesanías. Compraban barato los productos de los campesinos y les vendían caro todo lo que necesitaban; a eso le llaman la “ley del garabato: te venden caro y te compran barato”.Los agricultores conocían la enorme distancia entre el precio que pagaban los consumidores de café y lo que recibía el productor, así que en 1977 empezaron a organizarse para que alguien los representara. Necesitaban hacer acopio de su café en bodegas, financiar el traslado y saltarse a los intermediarios para obtener mejores precios, pero todo ello requería financiamiento.
No faltaban opositores al proyecto, campesinos desconfiados, hartos de ver cómo unos pocos se hacían cada vez más ricos mientras el resto de la población se quedaba en los umbrales de la supervivencia. “Si entramos a eso, vamos a hacer al coyote más gordo”, decían.Ese mismo año surgió otra contrariedad: los comerciantes de Cuetzalan les vendían muy cara el azúcar para consumo doméstico y, además, condicionada a que adquirieran 50 pesos de otros productos. En aquel entonces, a diversos alimentos de primera necesidad el gobierno les asignaba un precio oficial; el precio del azúcar era 2.15 pesos por kilo y ellos debían comprarla a 12.50 pesos.
Inconformes, los campesinos empezaron a reunirse para buscar soluciones, tocaron varias puertas de autoridades, pero al no obtener respuesta, tomaron por la fuerza unas bodegas azucareras de Zacapoaxtla. Hasta entonces la autoridad atendió su demanda y les envió una tonelada de azúcar a un precio justo. Más adelante, reunieron dinero y lograron comprar primero una tonelada de azúcar que vendieron en sus comunidades y, después, con aportaciones de 50 y 100 pesos de los participantes, que empezaron a llamarse a sí mismos cooperativistas, lograron comprar 20 toneladas cada mes y distribuirla a 3 pesos entre sus comunidades.Por ello, a esta época le llaman “dulce comienzo”, aunque la tarea de romper las cadenas de los acaparadores y superar prejuicios de sus vecinos no estuvo exenta de dificultades. Más adelante, al ver resultados positivos, se organizaron para adquirir otros productos básicos y crear pequeñas tiendas cooperativas. “Nos dimos cuenta de que juntos podíamos hacer cosas y que si nos manteníamos unidos, seríamos fuertes”, dice don Luis Márquez Tirado, socio fundador.
El progreso huele a caféCerca de 250 campesinos decidieron formalizar una cooperativa para solucionar sus problemas y la llamaron Tosepan Titataniske. Querían “desarrollar las capacidades y conciencias de los habitantes de la sierra nororiental de Puebla para que puedan ser sujetos de su propio desarrollo”. El entusiasmo creció conforme se unían voces que pedían crear una marca propia de café y vender directamente a las grandes cadenas comerciales e incluso al consumidor.Parecía una utopía enfrentar a los acaparadores locales, a las autoridades nacionales en algunos casos y a los mercados internacionales, pero los impulsó el anhelo de mejorar y conseguir que los jóvenes no se vieran obligados a emigrar a otras regiones en pos de una vida mejor. En 1980, la cooperativa se instituyó legalmente y se fortaleció al lograr el acopio, procesamiento y comercialización de los productos más rentables de la zona: café, pimienta y miel.
Mientras que en la mayor parte del país los bosques retroceden y tienden a desaparecer, en esta región de Puebla el proceso se ha revertido. Los cooperativistas aprendieron a cultivar “cafetales de sombra diversificada” —los árboles protegen el suelo y favorecen el cultivo— y supieron que en condiciones de sombra es posible producir cítricos, caña, hongos, palmas, plantas ornamentales, flores, miel y mucho más.Los árboles fomentan la aparición de ciertos mamíferos y lagartijas que comen insectos y dispersan las semillas, como el mapache, el tlacuache y las ardillas. Más de 220 clases de aves se alimentan de frutos y semillas, y ocho especies de murciélagos chupan el néctar y polinizan las flores.
De esta forma, en lugar de talar árboles había que reforestar. “Para qué queremos potreros, si podemos transformar una hectárea en un vergel con una casita sustentable”, dice Álvaro Aguilar, asesor de la cooperativa. En 40 años, una extensa zona deforestada y destinada a la caña y el tabaco se ha recuperado para cultivar café. En 1950 había 62,240 hectáreas deforestadas. Para 1970 se redujeron a 16,479. En 1991, la deforestación retrocedió a 5,867 hectáreas. En 2009, la Tosepan participó con una decena de organizaciones para constituir el Ordenamiento Territorial Ecológico de Cuetzalan, cuyo cumplimiento es vigilado por un comité (COTIC) con la finalidad de gestionar el territorio desde una perspectiva de sustentabilidad. Anualmente, los viveros de la cooperativa producen un millón de plantas que se destinan a sembrar y reforestar las zonas de cultivo.
La bonanza del café se terminó a fines de la década de los ochenta, cuando se cancelaron los acuerdos económicos de la Organización Internacional del Café y los precios se desplomaron. El gobierno dejó de comprar y otorgar anticipos y anunció la inminente desaparición del Inmecafé. Por si fuera poco, en 1989 se registró una fuerte helada en la sierra que malogró más de la mitad de la producción y dañó muchos cafetales. Los campesinos recuerdan ese año como uno de los más difíciles. “Sin cosecha, sin precio y con los cafetales muertos. No contábamos más que con nuestras propias fuerzas y con la Tosepan”.Con todos estos acontecimientos, aprendieron, entre otras lecciones: que no podían depender de un solo cultivo, hay que prever y diversificar las fuentes de ingreso; que conservar su territorio, cuidar suelo, flora y fauna es vital para su cultura; rescataron enseñanzas de sus abuelos, como la apicultura de abejas meliponas (especie de abejas pequeñitas, originaria de América) en unas ollas de barro y, sobre todo, aprendieron a confiar en sí mismos, en su unión para el trabajo y en sus vecinos cooperativistas.
Tras cada obstáculo, uno o varios logrosEs sorprendente cómo esas comunidades indígenas de Puebla y algunas colindantes del estado de Veracruz han logrado hacer compatibles dos objetivos que suelen presentarse erróneamente como opuestos: conservar su lengua y tradiciones centenarias y, a la vez, abrirse para buscar y adoptar toda innovación y asesoría que pueda serles útil.El café fue y es aún el principal elemento que define las acciones promovidas por la Tosepan Titataniske debido a su importancia en la región. Con distintas asesorías han desarrollado en ese sector mejoras en la producción primaria, módulos de bajo impacto ambiental para la transformación del grano, la certificación internacional como café orgánico y del sello de garantía de Comercio Justo (Fairtrade), cualidades bien valoradas por los consumidores de europeos y japoneses.
Además del café, los cultivos buscan revalorar el ecosistema agrícola y generar las condiciones que permitan avanzar hacia una “agricultura de calidad, amigable con la naturaleza, saludable para los consumidores, económicamente rentable y socialmente justa”.A lo largo de cuatro décadas, con la Tosepan, los campesinos han alcanzado muchos logros:
• En los primeros años fueron pioneros en los modelos de apoyo al consumo rural, con su programa de logística y funcionamiento de una red de abasto comunitario.• Desarrollaron un programa de trabajo para el mantenimiento, rehabilitación y apertura de caminos que de 1984 a 1998 trabajó el mantenimiento de 110 km de terracerías por año y construyó 40 km de carreteras pavimentadas.• Fueron pioneros en comercializar la pimienta de pequeños productores, lo que generó la Unión Nacional de Organizaciones Productoras de Pimienta.
• Promovieron y validaron nuevas técnicas de cultivo para mejorar las cosechas, y crearon un vivero capaz de producir un millón de plantas al año, cafetos, frutales y forestales.• Desarrollaron innovaciones tecnológicas relevantes para beneficio del procesamiento del café y para producir un abono orgánico.• Establecieron un programa de trabajo para la certificación orgánica del café y la pimienta.
• Impulsaron un programa de vivienda sustentable para aprovechar racionalmente los recursos naturales (suelo, agua y energía), con producción de alimentos en el traspatio y transformación de desperdicios agrícolas en abonos orgánicos.• En 1985 recibieron el Premio Nacional Forestal y, en 2001, el Premio Nacional al Mérito Ecológico, Sector Social.
Una estructura democráticaLa necesidad llevó a estas comunidades indígenas a organizarse y a un notable crecimiento cívico. Trabajan continuamente con un sistema de juntas semanales y mensuales para dar seguimiento a lo que cada grupo trae entre manos, y entregan cuentas a los demás cooperativistas. La Tosepan no necesita promoción. Al ver las ventajas que ofrece, las familias piden afiliarse, lo que solo se logra con la aceptación de los cooperativistas de su comunidad.La máxima autoridad de la organización es la Asamblea General de Mesas Directivas. Todas las comunidades se constituyen en cooperativas locales que en sesiones mensuales analizan y discuten los problemas de los socios en sus comunidades. Las representa una mesa directiva (presidente, secretario y tesorero) cuyos miembros asisten a las asambleas generales del último domingo de cada mes.
Allí, en un auditorio construido ex profeso en la “Casa donde se abre el espíritu” (Kaltaixpetaniloyan), se toman acuerdos en función de las demandas de los socios y se estructuran los programas de trabajo. El órgano representativo de todos es el Consejo de Administración, integrado por un secretario, un presidente y un tesorero. Cuenta con un Consejo de Vigilancia (ambos electos por democracia en la asamblea) que supervisa la implementación de los acuerdos tomados en las asambleas.El Consejo de Administración electo en un proceso comunitario es el mismo que representa la Unión de Cooperativas Tosepan, donde los directivos se coordinan con los dirigentes de las nueve cooperativas, que son:
1. Cooperativa Tosepan Titataniske. Producción orgánica. Producción de plantas.2. Cooperativa Tosepan Siuamej. Organización de mujeres con diversos proyectos productivos.3. Cooperativa de ahorro y préstamo Tosepantomin. Ahorro, crédito y seguros de vida.4. Cooperativa Tosepan Tichanchiuaj. Vivienda sustentable.
5. Cooperativa Maseual Xicaulis. Acopio. Transformación. Comercialización.6. Cooperativa Tosepan Kali. Servicios de ecoturismo.7. Cooperativa Tosepan Pajti. Servicio de salud integral.8. Cooperativa Tosepan Ojtatsentekjtinu. Producción, tratamiento y transformación del bambú.
9. Cooperativa Tosepan Pisilnekmej. Producción de miel de abeja melipona.La Unión de Cooperativas Tosepan también agrupa a tres asociaciones civiles.1. Yeknemilis A.C. Asistencia técnica y capacitación.2. Tosepan Limakxtum. Comunicaciones (están gestionando una radio comunitaria).3. Fundación Tosepan A.C. Salud, educación y vivienda.
La capacitación en todos aspectos se considera el corazón de la Tosepan, por eso, desde 1997 sus integrantes soñaron con tener un centro de formación que lograron construir en 2003, con el apoyo de Fomento Social Banamex y el Consejo Nacional de Fomento Educativo, CONAFE. Tiene un auditorio, donde celebran las asambleas, biblioteca, áreas de cómputo y salones con proyector.A través de este Centro de Formación Kaltaixpetaniloyan (La casa donde se abre el espiritu) han formado grupos de promotores responsables de la organización comunitaria, que brindan asistencia técnica a los socios que lo requieren en aspectos de producción orgánica, desarrollo de la mujer, microfinanciamiento y educación. Se trata de cooperativistas relacionados con la Tosepan desde su infancia, que hablan náhuatl, totonaco y español, y gozan de la confianza de sus compañeros; buscan promover capacidades y conciencias para convertirse en sujetos de su propia historia.
“La casa donde se abre el espíritu” logró su encargoSi al inicio los cooperativistas eran casi todos varones, ahora 64% son mujeres. Su participación se incrementó desde que se formó la cooperativa de ahorro y préstamo. Quedó claro que las mujeres son más previsoras y se preocupan más por ahorrar.Se han vuelto más activas y piden o proponen soluciones que faciliten también las tareas domésticas. Antes decían: “Las mujeres no trabajamos, solo hacemos las cosas de la casa”; ahora ya tienen claro que, aunque su trabajo no sea remunerado, sí es trabajo y les da pleno derecho a opinar. Al principio, la cooperativa buscaba la igualdad de oportunidades para ambos sexos; ahora es ya una realidad. En el periodo actual, dos mujeres integran la máxima autoridad de la Tosepan y una de ellas, Paulina Garrido Bonilla, es la presidenta.
En la Tosepan incomoda el concepto y la palabra negocio, les parece que puede corromper su labor. Sus objetivos se enfocan en buscar una vida buena para sus comunidades. Todos los cooperativistas se comprometen a colaborar en dos tipos de trabajos: unos para su comunidad y otros para ayudar a vecinos en dificultades.Entre 2003 y 2004 se impartió un curso referente al desarrollo y aprovechamiento del bambú, que en esa zona de bosque tropical crece de maravilla. Aprendieron a usarlo en las construcciones de mil maneras, junto con piedra caliza, muy abundante en la zona. De hecho, el cultivo y manejo del bambú dio origen a una de las cooperativas.
El predio de la Casa del Saber alberga otras edificaciones. Para promover el ecoturismo, construyeron un hotel con habitaciones individuales y cabañas, un hostal, restaurante y alberca: todo ello da trabajo a 28 personas de la localidad. Tres edificios independientes alojan el jardín de niños (actualmente está en proceso de validación el modelo educativo Tosepan), la primaria y la secundaria. Además de la currícula oficial de la Secretaría de Educación Pública, los niños aprenden, desde pequeños, a hablar y escribir náhuatl y español; aprenden a escuchar y respetar a sus mayores y sus raíces, a cosechar la miel, sembrar el maíz y a reconocer y cuidar el territorio. Hace dos años abrieron también una escuela de música.
La cooperativa de ahorro, préstamo y seguros de vida, la Tosepantomin (dinero de todos para beneficio de todos) es otro caso de éxito. Manejó en 2016, 345 millones de pesos de cerca de 40,000 ahorradores. Ese dinero se presta en la región a quienes solicitan créditos y, además, ayuda a fondear los proyectos de la cooperativa. Se inscribió ya en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, aunque ello ha complicado mucho la dinámica, porque las tasas que ofrecen a los ahorradores y que cobran por los créditos son mejores a las que ofrecen los bancos. Además, implementaron un programa notablemente creativo para fomentar el ahorro entre los niños y llegaron a tener 9,500 niños ahorradores.
Frente a 40 años másEn 1977 los cooperativistas soñaron lo que querían lograr en los siguientes 40 años. Ahora que han cristalizado muchas esperanzas, algunas con creces, decidieron concretar de nuevo sus sueños para las próximas cuatro décadas. Entre sus metas están: lograr que todos los socios tengan un hogar sustentable y satisfagan sus necesidades nutrimentales; fortalecer diferentes áreas de la unión para diversificar los ingresos de cada familia y cuidar y defender su territorio, que en distintos momentos han sentido amenazado.
¿Qué implica un hogar sustentable? Abarca una serie de componentes que se integran y, al considerar que es solo una hectárea, se necesitan maravillas. La siembra del cafetal es el inicio y se complementa con algunos otros productos, como canela, pimienta, mamey, zapote, nuez macadamia, miel, maíz… Habrá también un huerto familiar y otro medicinal. En el traspatio se pueden criar pollos y cerdos para la alimentación familiar. La energía de la casa será solar, contará con sanitario ecológico, captación de agua de lluvia, tratamiento de aguas jabonosas, estufa ahorradora y… todo lo que complemente estas características.Tras un minucioso estudio, científicos amigos de la Tosepan, encontraron más de 150 especies de plantas en la zona y resulta que 57% son alimenticias o medicinales, 92% nativas y 8% introducidas.
La defensa del territorio es preocupación seria para los cooperativistas y todos los pueblos de la zona, porque la Comisión Federal de Electricidad quiere tender una línea de alta tensión para traer energía de otro municipio. Les alarma que esa energía permitiría a una empresa trasnacional explotar varias minas a cielo abierto, lo que dañaría mucho el entorno.Analizan la posibilidad de instalar una planta ensambladora de paneles solares, para lo cual cincuenta jóvenes de la zona se están preparando. Sueñan también con una tienda en línea para vender los productos derivados de sus cultivos, con un centro cultural en Cuetzalan, que podría replicarse en otros municipios de la región, centros donde se conserve la identidad de la Tosepan y se vendan sus productos. Y entre sus sueños incluso está el de fundar una universidad.
Ante los logros de la Tosepan, queda claro que, cuando se plantean los objetivos correctos y hay transparencia, la gente está más dispuesta a cooperar y hacer a un lado el individualismo en pro de la comunidad. En la Tosepan se respira bienestar y un justificado orgullo, porque han sabido dar salida y sacar brillo a los talentos y capacidades de muchos de sus integrantes.
Anexo 1. Organigrama Unión TosepanFuente: Tosepan Titataniske, A.C.

[1]. OSC, siglas de Organización y Organizaciones de la Sociedad Civil.

[2]. Este caso se redactó tomando como base los casos IPADE FE 08 C 01/A y FE 08 C 01/B, elaborados por el profesor Raúl Franchi Martínez Moreira, en febrero de 2008.

Modelando el emprendimiento social en México

Подняться наверх