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El coste de la Covid-19 no debe empobrecer a las personas

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Vijay Prashad y Srećko Horvat

Srećko: A día de hoy, la India y el Reino Unido están confinados. Los Juegos Olímpicos que deberían haberse celebrado en Tokio se han pospuesto hasta el próximo año. Hemos visto cómo llegaban médicos cubanos a Italia y médicos chinos a Serbia para combatir la Covid-19. Además de suponer un bello gesto de solidaridad, este hecho también plantea preguntas sobre el futuro de la geopolítica, algunas de las cuales espero poder abordar con usted en esta conversación, Vijay.

Vijay: Como dice, el Gobierno de la India les ha pedido a mil cuatrocientos millones de personas que se confinen, y es posible que mil millones no puedan hacerlo. Esta es una de las paradojas de estos tiempos. Los que no viven en barrios pobres pueden sentir claustrofobia al entrar en su casa y cerrar la puerta, pero la mayoría del planeta lo habitan jornaleros, personas que dependen de un sueldo diario y, a menos que cambiemos el sistema, acabarán aniquiladas, no solo por este virus, sino por los muchos virus que añaden presión en sus vidas.

Srećko: Cuando miro Twitter, veo a mucha gente en Europa que se queja del confinamiento, pero desde la perspectiva de la gente que vive en la India, en Asia, en Sudamérica, esto es un auténtico lujo y un privilegio. Cuando las autoridades dan las instrucciones a la población para que se confine, no hablan de vivienda ni de las medidas que se deben implementar antes de que alguien pueda confinarse.

Vijay: Sí, pero tampoco exageremos el privilegio de los europeos o los estadounidenses. El año pasado, la Reserva Federal de Estados Unidos hizo un estudio sobre las familias y resultó que el 40 % de las familias estadounidenses no puede hacer frente a una contingencia de cuatrocientos dólares o más.4 Eurostat cuenta con un estudio similar que muestra que uno de cada tres europeos no puede hacer frente a gastos imprevistos.5 Es evidente que este confinamiento es una emergencia económica. La gente no tiene dinero para pagar el alquiler o la hipoteca, para pagar las pruebas del virus o para comer unos pocos días o semanas, dependiendo del tamaño de la familia. Estamos en medio de una crisis provocada por el capitalismo —su coyuntura viene marcada por la Covid-19—. En cierto sentido, este virus ha derribado un sistema que está enfermo desde hace mucho tiempo. Y creo que esto ha sorprendido a mucha gente. A muchos les ha impactado la incapacidad de sus Gobiernos para cuidar de ellos en tiempos de crisis y comienzan a cuestionarse sus promesas, las de los medios de comunicación corporativos y las de instituciones docentes. Todas parecen ahora vacías.

Srećko: En muchos países europeos, una década de austeridad ha arruinado la infraestructura pública tan necesaria en esta situación de crisis. Sin embargo, en vez de limitarnos a analizar la situación y resaltar lo que tiene de malo, también debemos ofrecer propuestas concretas sobre lo que se puede hacer. Usted, Vijay, ha trabajado en este tema, junto con sus colegas y diferentes organizaciones, y al final ha presentado dieciséis puntos muy concretos que sirven de guía sobre lo que se puede hacer en esta pandemia global. ¿Podría dar más detalles?

Vijay: Para ponerle en contexto, la Asamblea Internacional de los Pueblos es una plataforma compuesta por unas setecientas organizaciones de más de ochenta países. Y desde el Instituto Tricontinental de Investigación Social hemos trabajado en colaboración con la Asamblea para aportar lo que creemos que es un plan muy racional.6 En parte, la intención de elaborar esta agenda era demostrar que no podemos hacer las cosas de manera fragmentada, un confinamiento aquí, otra cosa allá. A nadie le inspira confianza ver a personajes estrafalarios como Boris Johnson diciendo un día una cosa y otro día otra. Por eso quisimos articular este plan de dieciséis puntos. La segunda consideración que quiero hacer antes de entrar en materia es que una de las mayores victorias del neoliberalismo, esa filosofía que el capitalismo ha estado fomentando durante casi un siglo, es sugerir que el Estado y las instituciones estatales son autoritarias o problemáticas, y que es el sector privado, y no el Estado, quien debe actuar, y si el Estado está involucrado de alguna manera, entonces el sector privado debe acompañarlo. La austeridad que venimos experimentando es en realidad el resultado de un vacío ideológico que ha intentado destruir no solo las instituciones estatales, sino también el concepto de Estado. Según esto, está bien tener una fuerza policial y militar, pero no está tan bien disponer de un sistema de salud público. En Camino de servidumbre, lo que Friedrich Hayek argumenta, básicamente, es que el camino hacia la creación de instituciones estatales conduce al gulag. En contraste, ahora estamos viendo que son los países que cuentan con instituciones estatales sólidas, ya sea China o Corea del Sur, los que consiguen combatir la Covid-19 de forma efectiva. Otro ejemplo es el pequeño estado de Kerala, en la India, con una población de 35 millones de habitantes. Kerala ha creado y mantenido unas instituciones estatales en contra de la enorme presión de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional, que les dice: «¡Acabad con vuestro Estado!». Así pues, este análisis que acabo de hacer nos conduce a defender la importancia de las instituciones públicas, llámese Estado o no. La Covid-19 no es la última pandemia. Es el inicio de una nueva época. Además de impulsar la salud pública, también tenemos que aumentar el control público de las compañías farmacéuticas, que, hoy por hoy, se dedican sobre todo a las enfermedades de los ricos y no cuentan con incentivos para invertir en la experimentación de los potenciales problemas sanitarios públicos. Cuando elaboramos los dieciséis puntos, incidimos directamente en la necesidad de más instituciones públicas y de más presión sobre los Gobiernos desde abajo. Ahora mismo, los titulares dicen: «España nacionaliza los hospitales», pero no creo que estén nacionalizando nada; es una tomadura de pelo. Sin embargo, la pregunta más importante es: si los países pueden nacionalizar los hospitales e implementar las llamadas «políticas socialistas» en tiempos de emergencia, ¿por qué no lo hacen en tiempos de «normalidad»? Esta es parte de la demanda que la población tiene que hacer desde abajo. El otro punto que quiero comentar es el referente a las rentas. En los últimos treinta años, debido a los grandes beneficios por productividad y la derivación de la producción hacia los países con salarios bajos, hemos visto un desempleo estructural y un subempleo o empleo «precario» a gran escala. A nivel global, cada vez más gente, centenares de millones, se ve incapaz de conseguir un trabajo a jornada completa. Durante mucho tiempo, sobre la mesa hemos tenido la noción de renta básica universal, gracias a la cual las familias y los individuos reciben cierta cantidad de dinero por parte del Gobierno. Esto, además de otras demandas como el salario mínimo y los programas laborales con financiación gubernamental, vuelve a estar en la agenda. Sin embargo, lo que suele ocurrir en una crisis es que la clase capitalista aprovecha la situación en su propio beneficio y los movimientos sociales se pasan por alto. Reconozco que esto se debe, en parte, a que nuestros movimientos no son suficientemente fuertes. Tenemos que volver a incluir nuestras peticiones en la agenda y reorientar la labor de nuestros movimientos. Por ejemplo, la clase capitalista ha utilizado el concepto de renta básica universal de un modo muy distorsionado. En vez de invertir en el bienestar social o en escuelas públicas, educación, sanidad, parques y transportes, proponen darle a todo el mundo una cantidad en efectivo y privatizar todos estos servicios, de modo que los usuarios tengan que pagar por ellos. La renta básica universal no debería ser un sustituto de los servicios públicos, sino un complemento. La gente preguntará: «¿Y cómo lo financiaréis?». Mira, en 2016 se estimó que en los paraísos fiscales había colocados unos 36 billones de dólares.7 Por lo tanto, otro aspecto a destacar es el control del capital para obligar a mantenerlo en la jurisdicción fiscal correspondiente. Lo que necesitamos es una fiscalidad sólida y no ir dándole las gracias a Bill Gates por su donación para la investigación de la Covid-19, lo que deberíamos hacer es reclamarle sus impuestos. Lo que necesitamos no es la filantropía de los multimillonarios, sino sus impuestos. La sociedad ya dispone de suficientes recursos: billones destinados a defensa y billones que van a parar a los paraísos fiscales. Esto es lo que necesitamos para conseguir una sociedad decente y más igualitaria, y no este tipo de sociedad criminal en la que un virus es capaz de paralizarnos a todos.

Srećko: Déjeme volver sobre la cuestión del Estado y el papel de las instituciones fiscales en la actualidad, sobre la que usted ha desarrollado una propuesta muy interesante y concreta. La pandemia actual está obligando hasta a los partidarios del neoliberalismo a reconsiderar la importancia del Estado. Esta situación evidencia la necesidad de una cooperación transnacional y grandes proyectos de infraestructuras, y quisiera compartir con usted una idea que parecía absolutamente fuera de lugar hace pocos años: es la propuesta de Frederic Jameson en American Utopia, y consiste en la utilización del ejército estadounidense como una institución que se emancipa, una institución que ayuda a la población en vez de librar guerras por el petróleo.

Vijay: Ya tenemos el ejemplo de un ejército que no va a la guerra, sino que va a curar, y es el ejército cubano. Cuba ha producido un ejército de médicos, enfermeras y personal sanitario sin los cuales el ébola no se habría contenido. El Gobierno de Estados Unidos se atribuye el mérito de haber enviado personal, pero fueron los cubanos los que estuvieron en primera línea junto a los médicos africanos en la lucha contra el ébola. Hoy, los médicos cubanos vuelven a estar en primera línea. Cuando Jair Bolsonaro subió al poder en Brasil, una de las primeras cosas que hizo fue echarlos, tal y como lo hizo Jeanine Áñez cuando tomó el poder en Bolivia tras el golpe de Estado. Ahora, los brasileños están pidiendo que vuelvan porque saben que Cuba ha empleado su superávit no para formar un enorme ejército que bombardee a la gente, sino un ejército de médicos y personal sanitario. También hay un debate sobre si China hizo lo suficiente cuando apareció la Covid-19. He estado hablando con personas de allí sobre la secuencia de acontecimientos antes de que informaran a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y, a mi parecer, no ocultaron nada. Todo sucedió muy deprisa: el 27 de diciembre tomaron muestras de un paciente y se confirmó que tenía un nuevo tipo de virus, y para el 3 de enero ya habían informado a la OMS. La administración Trump intenta aprovechar con fines geopolíticos el hecho de que el virus aparentemente surgió en Wuhan, pero la verdad es que son los chinos los que están enviando asistencia médica y suministros a países de todo el mundo, ya sea Italia, Serbia o Grecia. Y son los médicos rusos los que han ido a Venezuela. Los venezolanos solicitaron del Fondo Monetario Internacional cinco mil millones de dólares para financiar la maquinaria necesaria para hacer frente a la Covid-19, y el FMI, que había anunciado que disponía de un billón de dólares para ayudar a sus miembros, se lo negó al momento.8 Es lo mismo que cuando Washington le negó a Venezuela los médicos que les enviaron los rusos. Ahora estamos en una época diferente en la que es posible ver quién es despiadado y qué Estados se están desplomando, por un lado, y qué Estados intentan ser decentes en la escena mundial.

Srećko: la Covid-19 también es una muestra de lo rápido que el mundo está cambiando geopolíticamente, en el sentido de que esos Estados que respondieron de forma irresponsable a nivel nacional también son egoístas a nivel internacional. Naciones como Irán siguen estando sancionadas por Estados Unidos en vez de recibir asistencia. Y la respuesta de Europa, el fracaso de algunos países para asistir a sus vecinos como Italia y España, demuestra a las claras la falta de cualquier tipo de visión geopolítica dentro de la Unión Europea. Déjeme preguntarle por uno de sus dieciséis puntos, el que hace referencia a la suspensión del dólar como la divisa internacional. ¿Podría explicar qué idea yace tras su petición a las Naciones Unidas para solicitar una nueva moneda de cambio internacional?

Vijay: Es un tema muy complicado, pero el resumen va en dos sentidos. En realidad, la cuestión no es solo el dólar, sino el sistema financiero denominado en dólares, o lo que llamamos el «complejo dólar-Wall Street». Más de la mitad del comercio mundial se denomina en esta moneda. Para que un país como Irán pueda comerciar con otro país, digamos la India, se ve obligado a formalizar la transacción en dólares y utilizar un sistema digital financiero ubicado en la Unión Europea llamado SWIFT. Irán no puede tener una relación independiente con otros países, ha de pasar por Estados Unidos y Europa. En este sentido, no disponemos de un sistema financiero internacional, sino dominado por el Atlántico Norte. Este sistema financiero en el que todo se denomina en referencia al dólar tiene que quedar superado porque está permitiendo que Estados Unidos tenga un poder económico extraterritorial inmediato; puede imprimir dinero sin temor a la inflación porque ese dinero se usa fuera de sus fronteras y su jurisdicción. La rupia india, por ejemplo, no se usa fuera de la India, pero se ve constreñida por su valor frente al dólar. Nuestra propuesta pretende reabrir el tema de la divisa internacional, que es un debate muy viejo. Por ejemplo, ¿por qué debe Libia tener dólares en su banco central? ¿Por qué no puede tener una moneda internacional? Si Libia quiere negociar con Italia, ¿por qué tiene que convertir su moneda en dólares y después en euros? ¿Por qué no puede negociar directamente y denominar su transacción en su propia lengua, su propia moneda?

Srećko: Claro, ¿por qué no? Antes de que Gaddafi fuera derrocado por la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton, así como Nicolas Sarkozy, ¿qué quiso introducir? Una divisa panafricana. Y eso suponía un gran problema por culpa del control ejercido por el Banco de Francia en África Occidental.

Vijay: Sí, en la mayoría de los países francófonos todavía se usa el franco y Gaddafi propuso a África como divisa, lo que no deja de ser una idea sorprendente. ¿Por qué no puede haber divisas continentales? De hecho, el movimiento bolivariano liderado por Hugo Chávez en Sudamérica sugirió la idea de una divisa continental, que en un inició se concibió como una divisa digital para que las transacciones entre Brasil y Venezuela, por ejemplo, no tuvieran que depender del dólar. En realidad se trata de una pequeña demanda en medio de un gran debate pendiente sobre la naturaleza de la soberanía de porciones del mundo por parte del complejo dólar-Wall Street. El Instituto de Finanzas Internacionales informó que desde finales de enero casi 68 000 millones de dólares huyeron del Sur Global hacia el Norte. A medida que crece la incertidumbre, los llamados «mercados emergentes» están padeciendo enormes pérdidas. Ahora la gente se preocupa por lo que pasará con Wall Street y la bolsa de Londres, pero ¿qué ocurre con los países que tienen que hacer frente a enormes deudas denominadas en dólares y que no les condonan? Una de nuestras principales demandas tiene que ser la indulgencia de las deudas para que todas queden derogadas, desde ahora mismo. Empecemos por ahí.

Srećko: Históricamente, como muestra David Graeber en relación con los desastres que han ido sucediendo en Egipto, la condonación de la deuda habría sido el primer paso hacia un nuevo comienzo social.9 Ofrecería a los pobres al menos una oportunidad de volver a participar en la vida social y económica. No obstante, ¿cómo es posible implementar medidas como la condonación de la deuda, el control del capital, la suspensión del dólar o el impuesto sobre la riqueza en ausencia de algún tipo de Gobierno global que quiera actuar en este sentido?

Vijay: En estos momentos, no estoy a favor de un Gobierno global; es imposible. Por ejemplo, las Naciones Unidas están relativamente paralizadas en la actualidad. Ayer, el secretario general de la ONU, y creo que fue acertado, llamó al cese de todas las guerras debido a la pandemia de Covid-19 que nos está afectando.10 Fue una declaración muy importante, pero nadie se la toma en serio. Lo que necesitamos a muy corto plazo es luchar para que los países sean más soberanos de sus propias economías y por ello necesitamos más localismos. Por ejemplo, me gustaría que un país de África Occidental como Senegal fuera soberano de su economía y no estuviera subordinado al franco francés. Me gustaría que la Unión Africana fuese mucho más activa en el continente. Mi primera sugerencia a los Gobiernos sería que implementaran el control del capital para impedir que todo ese «dinero caliente» entre y salga de sus países. De este modo, los ricos no podrían escaparse con su patrimonio y tendrían que pagar impuestos. Una idea común es que si se cobran impuestos a los ricos, la actividad económica se paraliza. Déjame preguntarte una cosa: en estas dos últimas semanas, a medida que el confinamiento se ha ido extendiendo, la actividad económica se ha ido frenando, ¿correcto? Y ¿por qué ha cesado? Pues porque la mano de obra ha desaparecido. Esta crisis está probando la concepción marxista que afirma que es la mano de obra la que crea valor, no el dinero. Si la clase trabajadora se ve empujada a una huelga general impuesta por el Estado, el capitalismo al completo se estremece. Es una demostración de que si los Estados implementan el control del capital y el cobro de impuestos a los ricos, la actividad económica no se detiene. No se detiene porque la clase trabajadora no se detiene. El dinero obtenido a través de gravar con impuestos a los ricos puede emplearse de forma productiva para crear instituciones públicas en esas sociedades, por ejemplo. No buscamos un Gobierno global, sino reforzar la soberanía de las regiones. La Unión Africana y el proyecto bolivariano en Sudamérica deberían crecer, y la unidad surasiática debería tener lugar. ¿Cómo se explica que Europa, que supuestamente está a favor de la unidad, siempre ataque el intento de unidad de otros pueblos? Cuando los bolivarianos intentaron crear un proyecto en América del Sur, los europeos se unieron a Estados Unidos para socavarlo, tal y como hicieron con el proyecto de la Unión Africana. Lo que es bueno para unos debería ser bueno para otros.

Srećko: Hace poco que Hungría recibió de China diez aviones cargados con mascarillas, guantes y otro equipamiento médico. ¿Piensa que es un signo de que las conexiones de Viktor Orbán con China han tenido éxito donde la Unión Europea ha fallado?

Vijay: Esta es una pregunta para Orbán y el Gobierno chino, pero ya hemos visto cómo China se ofrecía para enviar suministros a cualquier país —sin segundas intenciones, que yo sepa—. No ha empezado por preguntar: «¿Eres un país que se ha mostrado en favor de China?» para ofrecer su ayuda en función de la respuesta. Anunció de forma clara que ofrecería ayuda a cualquier país que lo solicitase. China e India, por ejemplo, no tienen una relación demasiado estrecha. China se afana en su Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), y la India se ha unido a Estados Unidos en la estrategia del Indo-Pacífico, que la administración Trump desarrolló para contrarrestar el proyecto chino. Pues aun así, el Gobierno de Pekín ha ofrecido enviar suministros a la India. No estoy convencido de que estas acciones estén motivadas del todo por razones políticas. Es posible que China lo vea como una oportunidad de «poder blando», pero no creo que se reduzca a eso. No soy de los que piensan que todo ocurre de forma interesada. Me parece que China está aceptando que se trata de una pandemia y, después de haber sido capaz de gestionar la Covid-19 de puertas adentro, ahora se ofrecen para enviar sus equipamientos sobrantes adonde sea.

Srećko: Ha mencionado la Iniciativa de la Franja y la Ruta y pienso que mucha gente se preguntará qué ocurrirá con esta «Nueva Ruta de la Seda». ¿Cómo cree que la pandemia de Covid-19 impactará en los proyectos de infraestructura internacionales de China en las próximas décadas?

Vijay: Esta pregunta es muy importante. En primer lugar, quisiera decir que pienso que la administración Trump se comporta de un modo extremadamente racista cuando lo etiqueta de «virus chino». Es racista porque esconde la naturaleza del virus. La gripe española no empezó en España. Se llama así porque eran tiempos de guerra y, a diferencia de otros países, en España no había censura, así que los medios de comunicación pudieron cubrir el brote de gripe. Parece ser que esta gripe comenzó en Kansas, en un establecimiento militar, mediante la transmisión de un pollo a un humano, pero no la llamamos la «gripe americana» y decimos que Estados Unidos debería pagar los daños. De toda la gente que murió en la epidemia de 1918-1919, el 70 % eran indios —¿debería ahora reclamar la India daños y perjuicios a Estados Unidos? Es ridículo, esto no funciona así. El cólera provino de mi estado natal, Bengala Occidental, en la India, donde se descubrió en 1817. Ese cólera duró hasta 1923, un ciclo de cien años. En aquel tiempo, lo llamaban el «cólera asiático», en el mismo tono racista de Trump. En la década de 1830, los franceses aprobaron una resolución en el parlamento declarando que el cólera no les afectaría porque eran blancos y democráticos, en tanto que la enfermedad era un problema asiático y de autoritarismo. Por supuesto, devastó París y diezmó a la población. Los virus pueden surgir en cualquier lugar y más nos vale tener una visión mucho más humana sobre esta cuestión.

Sin embargo, no deja de ser cierto que este intento de etiquetar la Covid-19 de «virus chino» puede dañar a China a corto plazo. Cuando China dice: «Vamos a construir un tren de alta velocidad que irá directo hasta Turquía», hay quien puede pensar «Vamos a replantearnos este tema porque ¿de verdad queremos que los virus lleguen así de rápidos desde China hasta Italia?». A corto plazo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se verá afectada a consecuencia de esta barrera ideológica, pero, seamos sinceros, ¿dónde está la competencia? La estrategia del Indo-Pacífico que el Gobierno estadounidense está impulsando carece de fondos suficientes porque no hay fondos estatales que puedan suscribir el desafío de Estados Unidos a la IFR. Al crear esta infraestructura, lo que China hace es buscar nuevos mercados. Se trata de un nuevo orden internacional y es evidente que tiene su propio interés, pero muchos de los países en los que está invirtiendo no tienen la capacidad de aportar fondos para crear su propia infraestructura. Así pues, sí, habrá un efecto a corto plazo sobre la IFR, pero con el tiempo volverá a ponerse en marcha.

Srećko: Además de la gripe española y el cólera también está la peste negra. Si pienso en ella, me parece que su perspectiva teórica a largo plazo es muy provechosa. La peste también «vino desde» China a través de la Ruta de la Seda y tardó unos diez años en llegar a Europa, a Venecia y, sobre todo, a las ciudades mediterráneas. Sin embargo, en realidad no «vino desde» China en el sentido de que, aunque se originara en China geográficamente, fue una consecuencia del ataque del imperio mongol años antes. Los mongoles crearon los cimientos para la expansión de la plaga. Del mismo modo que hoy la «Nueva Ruta de la Seda» está asentando los cimientos para la circulación del virus, en aquel tiempo, los guerreros y los comerciantes mongoles estaban trayendo la plaga a Europa. Me fascina hasta qué punto, tal y como dijo Hegel, si hay algo que aprendemos de la historia es que no aprendemos nada de la historia. Estas comparaciones históricas demuestran que necesitamos una perspectiva a largo plazo que mire hacia el futuro. La situación actual es mala y será peor en los próximos meses, pero tenemos que empezar desde ahora a construir el mundo después de la Covid-19, el mundo que llegará dentro de uno o dos años. Insto a todo el mundo a leer los dieciséis puntos presentados por el Instituto Tricontinental y la Asamblea Internacional de los Pueblos. Volviendo al tema de Europa, una pregunta que mucha gente se hace es si Italia dejará la Unión Europea o el euro después de la pandemia.

Vijay: Esto nos devuelve a la pregunta «¿Qué es la Unión Europea?». Con lo cual quiero decir: ¿Qué es una «unión» en primer lugar? ¿Qué es una comunidad de pueblos? Si los países europeos son incapaces de ayudarse mutuamente en tiempos de crisis, ¿qué sentido tiene formar parte de un mismo marco normativo? Esta es la pregunta que los italianos pueden llegar a plantearle a Bruselas cualquier día. Grecia también lo podría haber planteado en estos términos tras la crisis financiera de 2008, de hecho, Yanis Varoufakis lo hizo siendo ministro de economía. Si la Unión no va a negociar con una actitud humana y solidaria entonces ¿qué sentido tiene que Grecia forme parte de la eurozona? En mi opinión, la pregunta que hay que hacer en cualquier tipo de unión, ya formes parte de un proceso comunitario, una unidad de naciones o una unidad dentro de una nación, es: «¿Para qué sirve nuestra unión?». Cada país se ha de preguntar: «¿Para qué sirve el Estado?». Si estas instituciones no nos ayudan en tiempos de crisis, entonces ¿por qué hemos de formar parte de ellas? Creo que esta es una pregunta muy importante. Desde países como Italia, la auténtica pregunta para Europa es: «¿Dónde estabais en los tiempos de la crisis?».

Srećko: Por desgracia, estamos viendo que el rol de muchas instituciones en tiempos de crisis refleja lo que Carl Schmitt describió como «el estado de excepción». Basta con mirar a Hungría para ver cómo aprovechan la situación aquellos para quienes esta crisis se presenta como un sueño hecho realidad. Esta es una perspectiva, pero hay otra, más esperanzadora, y es la que estamos intentando desarrollar. Dejemos Europa de lado unos instantes para adentrarnos en la situación en la India. ¿De qué modo puede el Gobierno de Modi salir beneficiado de esta crisis, dado que hizo oídos sordos a las masivas protestas que hubo contra él antes de la pandemia de Covid-19? ¿Ha habido muchas movilizaciones por parte de las pequeñas estructuras cooperativas para combatir la pandemia?

Vijay: Es difícil decir cómo saldrá beneficiada la administración Modi, pero una cosa que debemos tener en cuenta es que Modi sabe ser popular. Fue muy absurdo el domingo cuando le dijo a la gente que saliera a la calle e hiciera ruido para dar las gracias al personal médico. ¿Qué sentido tiene si, como Gobierno, no estás abasteciendo al personal sanitario con los suministros que necesita? Me parece un tipo de política demagógica muy peligrosa. Los que están en primera línea de la crisis necesitan el apoyo del Gobierno, necesitan guantes, mascarillas y todo tipo de equipamiento. El Gobierno tiene que dejar de producir basura y empezar a producir estos productos. Tienen que cambiar las líneas de producción, como lo hizo China —y por eso dispone de una enorme cantidad de material sanitario que puede suministrar a otros—. Para mí, el Gobierno de Modi es inútil, pero sabe manipular la opinión pública de un modo muy hábil. Por lo que respecta a la segunda pregunta, mi colega Subin Dennis y yo acabamos de publicar un artículo sobre la respuesta del Gobierno de izquierdas en Kerala ante la Covid-19.11 Promueve eslóganes como «romper la cadena» y «aislamiento físico, pero unidad social». La actuación pública ha sido determinante. Lo que hay en un estado como Kerala, con sus 35 millones de habitantes, es una población altamente organizada y educada con un porcentaje de alfabetización de casi el 100 % y que cuenta con unos sólidos sindicatos, organizaciones de mujeres y cooperativas. Hay una cooperativa femenina de nombre Kudumbashree que cuenta con 4,5 millones de miembros. La gente está muy comprometida y organizada, y esto significa que la actuación pública es inmediata. Cuando el Gobierno anunció las medidas que iba a tomar para frenar la expansión de la Covid-19, los sindicatos se movilizaron al momento para ir a las paradas de autobuses y colocar lavamanos con desinfectantes. No lo hizo el Gobierno, lo hicieron los sindicatos. Kudumbashree comenzó a fabricar mascarillas a gran escala. Lo que quiero destacar es que el relativo desmembramiento de las instituciones sociales de nuestros países es equiparable al desmembramiento del Estado y son parte de ello. En líneas generales, los sindicatos han desaparecido. El hecho de pertenecer a una organización es crucial para crear una sociedad humana, pero la gente se está individualizando. Como ha comentado antes, usted entra a formar parte de las redes sociales y la gente se está quejando de su aislamiento en sus casas. Si formaran parte de alguna organización social, encontrarían el modo de unirse y hacer algo productivo para su sociedad. En Kerala, gran parte de la población son jornaleros. ¿Cómo les haces llegar algo como «romper la cadena»? ¿Cómo consigues que las zonas donde viven sean higiénicas? Pues con una buena organización y poniéndoles unos lavamanos al aire libre, trayéndoles desinfectante e incidiendo sobre la importancia de mantener la distancia. La actuación pública es básica, pero no puede existir en una sociedad donde la organización social brilla por su ausencia. Tenemos que crear instituciones sociales junto a las instituciones públicas.

Srećko: Entiendo el papel de la tecnología del mismo modo. Lo que ha demostrado la crisis de la Covid-19 es que a pesar del distanciamiento existe más cooperación social que nunca. Está claro que ya no podemos sacar nuestras políticas a la calle, pero es una ocasión fantástica para unirnos en línea. Le estoy muy agradecido por esta visión que propone no centrada en Occidente y, volviendo al tema del internacionalismo de Cuba, me pregunto cómo le respondería a un crítico que argumentase que Cuba solo está enviando sus médicos al extranjero para ganar divisas con las que comerciar.

Vijay: Se lo planteo de esta manera: me tomaría en serio a ese crítico si viera médicos alemanes, estadounidenses, canadienses o británicos ir a sitios como Italia, pongamos por caso. Si viéramos viajar a médicos de estos países privilegiados entonces podríamos hacernos preguntas como: «¿Está Cuba metida en esto por las divisas?». Tan solo pensarlo ya es una consideración notable. Hemos visto a los médicos cubanos ir a África Occidental, a Sierra Leona y otros lugares durante la crisis del ébola. Uno de ellos se contagió, volvió a Cuba, se curó, escribió sobre el caso y regresó para hacer trabajo de campo. Pienso que es muy deshonesto decir que estos médicos son meros instrumentos del cambio de divisas. Les diría a los conservadores políticos que mantienen esta perspectiva: «Vale, ¿por qué no vais a primera línea y ayudáis a la gente?». ¿A qué se debe que solo estemos viendo a médicos socialistas prestando ayuda? Creo recordar que fue a principios de febrero cuando el Partido Comunista de China dijo que todos los miembros del partido tenían que ser trabajadores de primera línea en la crisis de la Covid-19. Un gran número de médicos militantes estuvieron en primera línea en Wuhan. Cuando circuló el vídeo en el que el personal sanitario se quitaba las mascarillas, se les podía ver con pines del Partido Comunista. Se les dijo: «El motivo de que os hayáis unido al Partido Comunista es servir al pueblo». No querían médicos que no fueran comunistas en primera línea a menos que ellos mismos lo solicitaran. Para los que estaban en el partido, era una obligación, y me descubro ante este tipo de motivación. Les diría a los conservadores: «Veamos cómo vuestros médicos viajan por todo el mundo y se meten en las chabolas a vacunar a la gente». No los veo haciéndolo y, por lo tanto, no me tomaría en serio la pregunta.

Srećko: Creo que Cuba, aparte de mostrar lo que es la auténtica solidaridad, es inteligente a la hora de enviar médicos porque, cuando la Covid-19 golpee el país, habrán ganado experiencia para hacerle frente. Es lo que los Estados y los médicos europeos podrían haber hecho. La responsabilidad es de los Estados, no de la comunidad sanitaria. De hecho, podemos ver las terribles condiciones a las que se enfrentan los médicos por toda Europa. En España, muchos están infectados y, en Francia, la policía está machacando al personal médico en sus protestas. Hace años que los Gobiernos europeos están deteriorando sus condiciones laborales, privatizando hospitales e implementado la austeridad, y ahora el personal sanitario está luchando en primera línea. Para mí, ellos son los héroes, junto con los basureros, los vendedores y todos los que están al frente.

Vijay: En el último boletín informativo de Tricontinental había una frase que decía: «Prefiero un planeta de enfermeras a un planeta de banqueros». Esta es una batalla de ideas y agradecería mucho que la gente leyera las propuestas en la web de la Tricontinental. No solo se trata de establecer una plataforma y mirarla. Queremos organizar una campaña, mantener la presión y profundizar para que todo el mundo comprenda la situación. Queremos volver a plantear la pregunta: «¿En qué consiste el programa de actuación para un país?». Me alegró mucho ver ayer, en medio de la crueldad que están sufriendo —lo último fue la negativa del Fondo Monetario Internacional a concederles los fondos que pedían—, al Gobierno venezolano decir que pagará todos los salarios hasta diciembre de 2020. Dijo que toda la atención médica se mantendría y que los alquileres y las facturas de los servicios básicos quedarán totalmente prohibidos. Se trata de una economía que está padeciendo una crisis muy seria, y, aún así, el Gobierno antepone las personas a la economía. Esta es una parte de la batalla de ideas y hay mucho que aprender de estos ejemplos.

Conversación mantenida el 24 de marzo de 2020

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