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Ana Herón

Ana Héron (Andalucía, 1988) es periodista y escritora. Ha publicado el cronicario Verano sin vacaciones y el libro de artista estampado con técnicas de grabado Lo inhabitable. Con su voz pone en valor lo cotidiano, lo común y busca y encuentra el surrealismo intrínseco en lo ordinario, la magia que pasa desapercibida, eclipsada por el ritmo tecnológico de nuestras vidas cada vez más monitorizadas. Escribe cuentos al momento con la máquina de escribir de su madre, colabora en El Topo y no se separa de su cuaderno ni de su cámara de fotos.

Buscar, no encontrar

A doscientos metros gire a la derecha y continúe por la calle Cobra.

Andrea va siguiendo las indicaciones de la voz inerte que sale por su teléfono. Sin levantar los ojos de la pantalla, sus pasos intentan seguir la línea de puntos azules que se traza en el mapa, como si tuviera que completar un camino de monedas para poder pasar a un nivel sorpresivo.

Andrea gira a la derecha.

Continúe por la calle Cobra.

Andrea continúa.

A veinte metros encontrará su destino a la izquierda.

«¿Mi destino? Si yo solo estoy buscando a un tío», piensa.

veinte metros. veinte pasos. Los cuenta. Gira la cabeza a su izquierda y su mirada se cruza con la del hombre que había visto hace un rato en una foto. Lo mira bien. Mantiene la distancia. No le gusta. Él intenta acercarse.

Es sábado. Son las doce del mediodía y la calle está llena de turistas. El desconocido de la foto los esquiva, como puede, intentando llegar hasta ella. Andrea se ha quitado de en medio aprovechando la bomba de humo que formaba una excursión de jubilados en frente del monumento dedicado a la colonización de América.

El desconocido la pierde. Andrea se dirige a paso ligero hacia una callejuela donde poder darle esquinazo. No le gusta. Lo ha visto y no le ha gustado nada. Lo ve perseguirla de lejos, parece que no se ha enterado.

El tipo busca su rastro en la pantalla del móvil.

Manténgase a la derecha a ritmo rápido hasta llegar a su destino.

El desconocido sigue la indicación que le llevará hasta la desconocida que ansía. Mantiene el ritmo ligero y se tropieza con una monja. Andrea gira la cabeza, ve el trompicón. La monja lo mantiene unos segundos ocupado entre aspavientos, hábitos y excusas. Intenta deshacerse del móvil dándoselo a un adolescente con el que se cruza. «Toma, te lo regalo». El chico no tiene ningún interés en quedarse con su teléfono. «¿En serio?». Continúa su paso ligero, pasa por la plaza central y se acerca a la fuente donde una pareja pide un deseo lanzando dos monedas de bronce al agua estancada.

Andrea tira su móvil y sigue caminando en dirección a casa.

El tipo llega a la fuente. La busca. Se mete, se moja. Rescata el móvil sin conexión.

Ha llegado a su destino.

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