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Prólogo

Una educación universitaria

en transición

Desde todo punto de vista, es anacrónico que se siga hablando y escribiendo sobre la existencia de un profesor tradicional o de una educación tradicional. Lo que uno encuentra en las instituciones de educación superior es todo lo contrario: una nueva manera de educar y de ser docente. Tal vez asistimos a los últimos estertores de esos especímenes en acelerada vía de extinción. Ahora lo raro es encontrarse con alguien que ejerza tales roles a la antigua, no exagero si escribo que ya son pieza de museo. Por ello, de acuerdo con Guillermo Londoño, “podría decirse que la idea tan generalizada de una educación tradicional, vertical, descontextualizada y despersonalizada, no siempre constituye el común denominador de lo que ocurre en las aulas universitarias y sus espacios de formación”.

Al mismo tiempo, asistimos a unos tiempos únicos que se caracterizan por la transformación sustancial del país en todos sus campos. Somos una generación de transición, inserta, cual bisagra, entre dos siglos, caracterizada desde hace ya varios años como el paso entre dos épocas. Para el tema que nos ocupa, me parece lúcida la intuición que Esperanza Díaz presenta: “estamos en un momento decisivo de la educación, en especial la universitaria, pues se ha investigado con dedicación y juicio sobre la educación básica y media, pero aún falta sistematizar las experiencias desde la educación superior y para lo superior, de tal manera que consolidemos nuestro saber, sentir y ser pedagógico como docentes universitarios”.

Entonces, somos testigos, como lo es este libro, del nuevo ethos del maestro que ya permea por doquier el acto educativo en la universidad colombiana. Ello ha sido posible, entre otros factores, gracias al influjo de los egresados de las escuelas normales superiores y de las facultades de educación del país, que en las últimas dos décadas han realizado transformaciones profundas en su estilo de formación de maestros. En las normales de hoy es fácil constatar que, además de las clásicas formas de práctica pedagógica e iniciación a la investigación, se cuenta con currículos remozados, con líneas de investigación, proyectos de investigación y colectivos de maestros investigadores que han hecho del saber pedagógico su proyecto de vida intelectual. Ya es la regla en las normales contar con profesores magísteres con experiencia investigativa y con pasión por formar una nueva generación de maestros investigadores. Las facultades de educación no se han quedado atrás en sus cambios, en ellas los ejes curriculares son el saber pedagógico de los maestros, las didácticas generales y específicas, el análisis de la realidad y las competencias investigativas. Además, cuentan con docentes doctores y posdoctores, líneas de investigación, grupos de investigación y proyectos de investigación.

También ha contribuido a ese nuevo ethos el marcado interés del cuerpo profesoral universitario sin formación disciplinar específica en las ciencias de la educación por completar su cualificación en el área pedagógica y didáctica, ya sea mediante la obtención de títulos de maestría en dichas áreas o la participación en todo tipo de especializaciones, diplomados y cursos, ya sean de modalidad presencial o virtual, ofrecidos por las mismas universidades para el mejoramiento continuo de los procesos de enseñanza-aprendizaje de ingenieros, administradores, arquitectos, médicos, etc. Otro elemento significativo lo constituye ese aprendizaje que ha surgido del diálogo espontáneo entre los maestros al intercambiar experiencias sobre los resultados de sus prácticas docentes en la cotidianidad de los pasillos, las cafeterías o las salas de profesores del campus universitario. Al tratar de responder a las nuevas sensibilidades y demandas de las generaciones de jóvenes que se van sucediendo semestre a semestre, los maestros han ido recreando su propia manera de actuar y de educar.

De este mismo torrente de procesos que ha permitido el alumbramiento de un nuevo estilo de docencia universitaria hace parte el I Simposio de Experiencias Docentes de la Universidad de La Salle, realizado en el 2010 como un espacio sistemático para que los profesores teorizaran y socializaran ante sus colegas sus mejores prácticas. Éste ha sido la base del libro Prácticas docentes en el ámbito universitario, que hoy llega a sus manos. En este texto, siguiendo a Libardo Pérez, la experimentación pedagógica es asumida como: “experienciación, ligada a la comprensión, es decir, como conjunto de vivencias e interacciones que, con los máximos niveles de rigor, son leídas en el doble propósito de producir conocimiento pedagógico y usarlo adecuadamente para transformar las realidades educativas estudiadas”.

Cambio de enfoque en la formación

Pero retomemos el hilo de la reflexión inicial. El libro en mención no hubiera sido posible sin las transformaciones que hemos vivido en nuestra historia más reciente. Colombia pasó de ser un país provincial, aldeano, cerrado, enclaustrado y aislado de principios del siglo XX, a uno abierto, internacional, sin fronteras, más educado y con una mentalidad nueva, en su transición al siglo XXI. Éste no es más que un ejemplo cercano, de la casa, que fácilmente podemos constatar, y que se junta a muchos otros que permiten en conjunto radiografiar el cambio como paradigma interpretativo de todos los acontecimientos ocurridos en las últimas décadas.

El cambio, se puede afirmar, es lo único constante que se ha experimentado en ese migrar entre el siglo XX y el XXI. Todo indica que, por lo menos por otras cuantas décadas, éste seguirá raudo con su poder transformador. A quienes por destino histórico nos ha correspondido vivir entre dos siglos, entre dos milenios, nos incumbe como tarea dejarlo fluir, aportando a su curso lo mejor de la herencia del ayer en diálogo fecundo con lo nuevo del hoy y del mañana.

Pero, dentro de estas olas permanentes de cambio, ¿qué le ha pasado a la formación? Vamos a responder lacónicamente: vivimos tiempos de transición, ha mutado su enfoque fundamental. No es labor sencilla identificarlo y comprenderlo, pues se corre el riesgo, dada la corta distancia que nos separa de los acontecimientos, terminar haciendo un análisis sesgado. Sin embargo, es propio de una educación universitaria agenciada con responsabilidad y pertinencia ejercer una reflexión permanente sobre sí misma. Solamente pensar serena y críticamente en medio del torbellino del cambio permite discernir la ruta a seguir.

Intentemos describir ese nuevo enfoque formativo haciendo un ejercicio retrospectivo sobre la pedagogía clásica y la pedagogía interactiva. Rescatemos rápidamente en mirada sintética lo vigente de la pedagogía clásica y caractericemos lo más significativo de la pedagogía interactiva de hoy. Intencionalmente, nos referiremos sólo a lo positivo de cada una. Cometido un tanto riesgoso, pero hagamos el esfuerzo.

Del saber del maestro:

De la pedagogía clásica De la pedagogía interactiva
Dominio del saber acumulado Construcción del conocimiento
Desarrollo de la memoria Investigación formativa (aprender investigando) y formación investigativa (aprender a investigar creando)
Libro de texto y biblioteca Libros, revistas, periódicos en formato digital y bases de datos

Del saber hacer del maestro:

De la pedagogía clásica De la pedagogía interactiva
Argumentación, oralidad y retórica Habilidad en el manejo de la dinámica de grupos
Administración de contenidos y temáticas Diseño de guías, talleres, actividades y experiencias educativas
Trabajo de sana competencia Trabajo cooperativo
Evaluación de conocimientos adquiridos Evaluación de comprensión de conocimientos y de manejo y asimilación de procedimientos
Generación de hábitos y comportamientos disciplinados Generación de hábitos y comportamientos autorregulados

Del saber comunicar del maestro:

De la pedagogía clásica De la pedagogía interactiva
Poder verbal del maestro Poder de la multimedia
Relaciones interpersonales cálidas Relaciones virtuales personalizadas
Clase magistral Clase dialógica
Información seleccionada y pertinente Navegar adecuadamente por las autopistas de la información

Del saber ser del maestro:

De la pedagogía clásicaDe la pedagogía interactiva
Autoridad del maestro frente a sus estudiantesAutoridad de pares (maestro-estudiante)
Responsabilidad y trabajo bien hechoTrabajo en equipo con pares
Maestro modelo-guía a imitarMaestro mediador que inspira

Seguramente podrá haber otros rasgos que ayuden a captar esa metamorfosis profunda por la que hemos transitado, mas los reseñados bastan para ilustrar nuestro propósito. Quien se decida a abordar la lectura del presente libro encontrará unos excelentes ejemplos de aplicación en las veinte experiencias significativas reseñadas. Éstas, en su conjunto, son paradigmáticas del acontecer educativo, pedagógico y didáctico de una universidad que, como la de La Salle, desde siempre se ha empeñado en mantenerse al día en tales dominios.

Prácticas docentes universitarias

Afirmábamos que el presente libro tiene su origen en el I Simposio de Experiencias Docentes de la Universidad de La Salle. Desde el inicio histórico de las universidades, los discípulos aprenden junto a los maestros expertos. El cirujano se forma al lado de cirujanos con larga trayectoria; el arquitecto, con arquitectos que le comparten sus destrezas y saber acumulado. De igual manera, los profesores aprenden a serlo observando e imitando a los mejores colegas. Así, el Simposio fue un espacio de aprendizaje, un espacio para el diálogo entre pares, un espacio de docentes y para docentes, un aporte para construir una comunidad que reflexiona sistemáticamente sobre su práctica, un espacio para que los maestros se piensen a sí mismos y a sus prácticas.

El Simposio fue un espacio para hacer pedagogía desde el mundo cotidiano del aula, un espacio de encuentro interdisciplinar, pues si bien cada disciplina tiene su lenguaje propio –que en cierta medida es desconocido para los no iniciados–, en el evento todos lograron hablar un lenguaje común, el del ejercicio de la docencia universitaria. El Simposio fue una creación colectiva fruto de los maestros más experimentados que comparten generosamente sus vivencias y hacen reflexión pedagógica sobre éstas. Las experiencias presentadas allí, y que hoy hacen parte de este libro, no se pueden replicar, repetir o copiar. Son únicas, sirven de contraste, de inspiración, de desafío. Las experiencias por sí solas no hacen mejores maestros; sólo lo logran si son reflexionadas críticamente, contrastadas con los discursos pedagógicos, traducidas y vertidas en teorías, compartidas y comunicadas, si se les hace seguimiento en el tiempo, en últimas, si nos arriesgamos a experimentar por nosotros mismos siguiendo su camino.

De tales experiencias socializadas en el Simposio y de los capítulos juiciosamente preparados para el libro, fácil es colegir los principales rasgos de ese docente universitario nuevo en el cual hemos estado pensando. En sus prácticas parte de los sueños, las necesidades, la forma de ser de sus estudiantes. Busca dar respuesta a las realidades del país y de los jóvenes. Con la clara conciencia de que ya no es más el centro del proceso educativo, ni él ni los contenidos. Focaliza la enseñanza-aprendizaje en el trabajo de los estudiantes y en su protagonismo. Con prácticas centradas en el aprendizaje de la investigación, desarrolladas fuera del salón de clase, in situ: en las construcciones, los hospitales, las fincas, las cárceles, los túneles, los laboratorios, etc., para que “sepan a qué huele la obra” y “las comunidades sean sus verdaderos profesores”.

Unas prácticas docentes donde el alumno aprende en el aula, pero, sobre todo, aprende en la comunidad, integrando al trabajo del aula los entrenamientos propios de cada profesión, la familia, las entidades públicas y privadas; fomentando la solidaridad del trabajo en equipo, la sensibilidad social y, al mismo tiempo, el aprender divirtiéndose. Un profesional de la docencia que ama su trabajo, ama lo que enseña y ama a sus estudiantes. Con sensibilidad y pasión por la enseñanza, que la hace de corazón. Siempre en colectivo de maestros. Con una pedagogía del amor, donde el cariño que los educadores expresan por sus hijos lo traducen a lo que hacen con sus estudiantes. Y, finalmente, con la magia del aprendizaje, para hacer de cada clase una obra de arte, pues “no existen estudiantes malos para un buen maestro, así como no hay maestros malos para un buen estudiante”.

Una estructura de animación

Desde la creación de la Coordinación de Pedagogía y Didáctica (CPD) por parte del Consejo Superior en el 2009, la Universidad de La Salle dispone de una estrategia válida para el fomento de la actualización y la formación permanente de los docentes. Avizoramos que con el paso de los años, ésta se constituirá en un factor decisivo durante los lustros que restan de transición pedagógica y didáctica hacia una educación universitaria más pertinente al siglo XXI. Un reconocimiento especial a Guillermo Londoño Orozco, quien gracias a sus iniciativas y liderazgo ha sabido timonear el nacimiento de la CPD y en poco tiempo la ha consolidado y posicionado entre las facultades y los departamentos académicos. Este libro y el evento del que es fruto son una muestra cualificada de tal itinerario. También, un agradecimiento a su equipo de colaboradores más cercanos: a Libardo Pérez Díaz, Manuela Gómez Hurtado, Margarita Rendón Fernández y Esperanza Díaz Vargas, quienes con gran espíritu lasallista se impusieron innumerables horas de trabajo adicionales a sus ya de por sí colmadas agendas, y gracias a su generosidad y dedicación sin límites, soñaron, idearon, planearon y llevaron a feliz realización tanto el I Simposio de Experiencias Docentes de la Universidad de La Salle como el libro Prácticas Docentes en el Ámbito Universitario, que hoy ve la luz pública.

El camino promisorio de la CPD ha comenzado a buen ritmo y con paso firme. Quedan para el futuro inmediato de sus nuevas realizaciones la concreción de varias ideas y proyectos, como el Observatorio Docente, el Archivo Pedagógico, el Museo Pedagógico Virtual, los Viajes y Expediciones Pedagógicas, los Laboratorios Pedagógicos de las Unidades Académicas, el Desarrollo Teórico del Enfoque Formativo Lasallista y la Investigación Pedagógica y Didáctica, y tantas otras iniciativas, que si finalmente no se logran llevar a la práctica en plenitud, tal vez sea por la falta de recursos, mas no por la ausencia de ideas.

Como nunca antes en su historia, Colombia requiere de una nueva generación de maestros capaces de crear una pedagogía y una didáctica que quisiera apellidar como “tropical”, es decir, que responda a las generaciones de niños, jóvenes y adultos que vienen de nuestras selvas y ríos, montañas y llanos, con sus problemáticas y necesidades particulares. Una pedagogía que nace del trópico y para las gentes del trópico. Necesitamos de un nuevo relevo generacional de maestros, que sin renunciar a la apropiación de los discursos que nos llegan de otras latitudes, puedan recrear e idear sus propios discursos. Después de doscientos años de vida independiente y de educar generaciones y generaciones de colombianos, preguntémonos al término del año del bicentenario qué nos ha hecho falta para haber logrado hacer de nuestra sociedad una sociedad más educada, y no tan descuadernada como la que tenemos. De pronto, la respuesta sería una pedagogía y didáctica más tropical y menos prestada.

Hermano Fabio Humberto Coronado Padilla, Fsc.

Vicerrector Académico

Universidad de La Salle

Prácticas docentes en el ámbito universitario

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