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Mis misiones con los ángeles

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Ser misionero de los ángeles tiene su encanto, porque uno conoce a mucha gente, muchas situaciones de vida que sorprenden y, a la vez, es apasionante el terreno del servicio. Uno puede pasar de mucha adrenalina a un capítulo dramático, a veces se presentan capítulos tiernos, hermosos, donde más que misión uno aprende con las vivencias de otros. En estas misiones con los ángeles va uno descubriendo que todo lo que ha vivido desde niño, pasando por la adolescencia y la madurez, son herramientas fundamentales para poder inspirar a las personas que atraviesan por una zona de turbulencia.

En las misiones aprendemos a discernir profundamente, a observar los detalles de la persona que nos van a permitir dar un consejo fundamental y, tal vez, el talento que más desarrollamos es la intuición, ese algo que nos dice interiormente que hay que hablar en determinada forma o que debes ser muy enfático en un tema. En lo personal, pienso que eso que llamamos intuición en el mundo de las misiones con nuestros ángeles, son los susurros o gritos que ellos nos trasmiten y que llegan a nuestra mente en forma clara y nítida y que se expresan en forma transcendental.

Otro tema que hay que aprender a manejar en el mundo de las misiones, es el tono de voz con el que hablamos. No se puede utilizar un tono parejo de la comunicación, porque estamos perdiendo una oportunidad de darle valor a un tema o a un concepto. Los tonos son maravillosos, puedes hablar en un tono alegre para despertar empatía con la persona que recibe la misión, o un tono profundo y reflexivo, o un tono sutil: en fin, de la manera que tú le das un tono diferente a tu voz en la comunicación, logras impactar y llevar el mensaje.

Entrar en misiones con los ángeles es estar abierto a muchas vivencias desconocidas, pero que te las entregan para que tú ayudes a las personas a encontrar el camino perdido y hacerles ver que lo que ellos piensan que es malo, simplemente es una experiencia que tienen que vivir para crecer en su camino hacia Dios.

A veces estoy en misión y no me he dado cuenta porque todo sucede de una manera sorprendente, donde uno resulta involucrado y conectado, para luego descubrir que esa es una misión. Cuando estás en misiones no debes tomar partido de la situación, no debes dejar involucrarte emocionalmente, ni debes sufrir. Simplemente, tú eres un instrumento de Dios, junto al ángel, para llegar al alma de esa persona.

Cuando estás en misión, es importante que la persona te pida de viva voz que te entrega una misión para que la trabajes con los ángeles, esto te permite ver el grado de compromiso que la persona tiene en la misión y su credibilidad en el tema de Dios y los ángeles. Es muy importante que tú te muestres como un ser cotidiano y no como un milagrero o mago. Tú eres un misionero de los ángeles y vas a actuar en el rol de ser un ángel.

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