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La cuestión trans en nuestra época Edit Tendlarz

Introducción

El tema de nuestro libro nos convoca a reflexionar desde la perspectiva del psicoanálisis de la orientación lacaniana, acerca de la variedad de elecciones sexuales que nos atraviesan en el vértigo de lo contemporáneo.

La transexualidad, ¿a qué lógica obedece? ¿De qué manera se sitúa este problema de identidad sexual en relación a los diferentes registros Real, Simbólico e Imaginario, y la sexuación en juego? Poder situar lo heterogéneo y singular de cada trans será una de las maneras de poder trabajar en esta nueva clínica. Ser un hombre, ser una mujer, es ser esa mujer, ese hombre en particular. Tener una conducta adecuada en función de ciertas normas sociales impide que cada quien pueda reconocerse a sí mismo como hombre o como mujer.

Esperamos que con la lectura atenta de cada uno de ustedes se logren elaborar ciertas respuestas que se centren en los casos y su relación con el axioma de estructura que está en el origen de las diferentes soluciones de la ausencia de una relación sexual e incluso motive a seguir interrogando e investigando acerca de lo trans.

Estamos en un mundo que coloca al psicoanálisis frente al desafío de lo contemporáneo. El psicoanalista debe considerar los cambios con que se encuentra en su clínica y estar a la altura de los tiempos que le toca vivir. Al decir de Lacan en Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, “mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”.

Presentación del tema

El sexo para la ciencia está ligado a la reproducción y a la idea de que la relación sexual está programada por el instinto. Este saber instintual difiere notablemente de lo que sostenemos en psicoanálisis ya que tiene una inscripción genética pero no simbólica en tanto no pasa por el lenguaje. Tiene un fin que es la reproducción.

En los años 70 Stoller publicó “Sex and gender “, publicación donde la función de la sexualidad queda ligada a la reproducción. El define la diferencia sexual sosteniendo que existen dos sexos: uno macho y otro hembra, determinados por cromosomas, órganos genitales externos e internos y caracteres sexuales secundarios.

Para Stoller el sexo biológico se divide en dos clases señaladas por rasgos distintivos.

¿Cómo hizo Stoller que leyó a Freud y se interesó por él para conservar sus definiciones biológicas de un sexo ordenado por la reproducción? ¿De qué manera estudió casos de transexuales, enigmáticos para los científicos? ¿Cómo lo hizo sin tener en cuenta el lenguaje?

Lo que hizo fue justamente introducir la noción de género: femenino o masculino siguiendo la lógica de la clase y la dualidad.

Con lo cual Stoller definió el género como independiente del sexo biológico articulándolo a la noción de identidad.

Lo dice de esta forma: “El género es la cantidad de masculinidad o de femineidad que se encuentra en una persona”. Pero, ¿Cómo poder definir estas cantidades? Es decir, la cantidad de masculinidad o femineidad en alguien. Stoller sostiene que se trata de una sustancia cuantificable.

En Stoller, el sexo es cuantificable y la identidad de género comienza a partir del conocimiento y la percepción, ya sea consciente o inconsciente, de que se pertenece a un sexo y no a otro.

La referencia principal de Stoller es entonces la conciencia íntima del sujeto de pertenecer a un sexo y no a otro. El género es la identidad de género y la identidad de género es la conciencia de pertenecer a un sexo.

Esta identidad se construye antes de los tres años considerando que la misma sería asignada por sus padres.

Lacan nos habla de una elección de sexo, de una identificación sexual más que de una identificación sexuada.

En los años 70 Lacan hace un corte entre lo que es el ser humano “Parlêtre” y el animal por fuera del lenguaje.

¿Parlêtre? Es el ser que habla, el ser parlante, es el ser que tiene su ser justamente por el hecho de hablar. Entonces Lacan nos precisa este corte entre el animal, fuera del lenguaje, y el Parletre, dentro del lenguaje.

Para Lacan, el sexo y la diferencia de los sexos están ligados a la lógica aristotélica, es decir a una lógica de clases. Utiliza, lo que él llamó las fórmulas de la sexuación.

En los años 70, Lacan es radical en su formación y sostiene que la relación sexual que la biología escribe en el animal, no existe para los seres parlantes. Esto no quiere decir que no hay acoplamiento entre los sexos humanos.

El acto sexual en los seres humanos no responde como en el campo animal “a cada una su cada uno” donde prima lo instintual sino que responde a algo totalmente distinto.

Y con relación a esto Lacan formula su tesis donde sostiene que el ser parlante ha perdido su relación sexual. Pero justamente lo que sí tiene es un goce privilegiado, que no tienen los animales y es lo que llama muchas veces goce sexual ligado al acto sexual y coordinado a un significante único que es el falo.

Esto nos lleva directamente a preguntarnos sobre lo que es el cuerpo en el ser parlante.

El cuerpo imaginario es en principio una envoltura, en el sentido de una bolsa. Es una imagen llamada “imagen del cuerpo” que figura como una unidad. Cuando el ser parlante se mira al espejo el cuerpo parece uno, esto responde a un momento llamado de unificación que se produce en el estadio del espejo.

La tesis de Lacan, muy precoz en su enseñanza, es lo que le da unidad al cuerpo en ese momento electivo del estadio del espejo donde el sujeto se identifica a una imagen, la imagen de otro, que no es él pero que le da la posibilidad de parecer uno en el espejo.

Esto se vuelve posible a partir de la intervención de un tercero. Este momento del estadio del espejo estructura el cuerpo como forma imaginaria.

En la misma época Lacan afirmaba que no tenemos un cuerpo, sino que nos es otorgado por el lenguaje. El cuerpo simbólico sería esta incorporación del lenguaje en el cuerpo. Y tenemos el cuerpo real, que es en principio el cuerpo que goza. Un goce que no entra en ninguna normalidad. El género que se tiene en la mirada del otro no remite a ninguna naturaleza ni a nada del orden convencional. Es una cuestión de un deseo de ser o no ser, pero también de goce que pone en juego el cuerpo.

A partir de estas primeras nociones y distinciones podremos ir metiéndonos de a poco en el tema que nos convoca: el transexualismo.

Lacan en su seminario “De un discurso que no sería del semblante” comenta el libro de Stoller del que ya hemos hablado “Sexo y género”.

Es un libro que nos interesa por la casuística que aporte sobre el transexualismo e incluso sobre los casos llamados intersexuados que son casos de personas anatómicamente no definidas por razones biológicas.

Stoller parte de que el sexo toma una definición biológica. Sin embargo, los casos de transexuales que dicen ser de un sexo opuesto al anatómico producen escollos en la teoría del clínico. Va a tener sujetos en los cuales el género está de acuerdo con el sexo y otros en los cuales el género difiere del sexo.

Entonces, si bien es cierto que Stoller describe un gran número de casos clínicos muy apasionantes, esta distinción entre género y sexo no es de gran ayuda para nosotros.

Lacan va a seguir un camino diferente. Parte de los dichos de los transexuales, como lo hace Stoller, pero orientándose hacia lo que él denomina en el Seminario 18 el “error común de los transexuales”.

Perspectiva psicoanalítica

Siguiendo la orientación de Francois Ansermet podemos ubicar algunos rasgos que nos orientan en la actualidad de nuestra época. En primer lugar el vértigo que nos producen las modificaciones sobre las diferencias de los sexos que, aunque no es algo nuevo, presentan transformaciones importantes.

La cuestión del origen implica un enigma para cada quien. Un real difícil de subjetivar. ¿Por qué soy yo y no soy otro? ¿Por qué nací en esta época y no en otra? ¿Por qué nací en un cuerpo de mujer y no en otro?

Todas estas y otras cuestiones nos dicen de la arbitrariedad del origen.

Algunos sujetos dicen haber nacido en un cuerpo equivocado. Otros afirman que el cuerpo no es el equivocado. Sin embargo se sienten que pertenecen a otro sexo y no el que sería acorde al cuerpo que tienen.

¿De qué se trata todo eso? Seguimos a Ansermet cuando nos dice: “Esta certeza sorprende, intriga precisamente en la medida en que no interroga al sujeto”. ¿De qué se trata? ¿De una convicción? ¿De una creencia? ¿Una creencia en lo que va a ser posible a partir de tener ese otro sexo que no es el suyo?

Y sin embargo el origen sigue siendo un enigma. Como sostiene Ansermet, en su nuevo posicionamiento frente a la diferencia sexual, lo interesante sería no quedar sometido a un origen que se precipita sobre el sujeto, sino por el contrario, ir hacia un origen reinventado. En estas cuestiones fundamentales se trata de ir, a través de un origen recreado, hacia un nuevo modo de ser en el mundo

Estamos en la práctica del malentendido y tocar la diferencia sexual es tocar la cuestión del lenguaje. Poder interrogar todo lo que sabemos en psicoanálisis y dejarnos enseñar por aquello que el sujeto inventa.

Podríamos sostener que hoy se trata de una práctica a partir de lo que cada sujeto construye. La importancia de estar atentos a esas soluciones, puntualizando que la enseñanza de lo transgénero es una clínica de las soluciones originales de cada quien.

La apuesta central para el psicoanalista es abrirse sin dejarse engañar por el discurso común entrando en la lengua particular de cada uno y siguiendo el camino singular donde cada quien invente su manera de estar en el mundo.

A continuación presentaré una viñeta clínica a fin de mostrar fenómenos que atañen a la transformación de un muchacho en su devenir mujer.

Una viñeta clínica: Un femenino original

La paciente D llega luego de su despido laboral, pidiendo una escucha a su padecimiento que se centraba especialmente en la cuestión que ella consideraba su alejamiento del trabajo como producto de la discriminación.

En el transcurso de las entrevistas despliega el camino que tomó hasta convertirse en trans. En su infancia su madre le dejó el cabello hasta la cintura en respuesta a una promesa hecha a una virgen para que puedan “mudarse de barrio”.

Luego recuerda haber escuchado en palabras de su abuela que la madre deseaba una niña y llegó un varón refiriéndose a la paciente. D lo cuenta con una sonrisa y rápidamente se le caen algunas lágrimas. Cuando se le pregunta qué son esas lágrimas responde rápidamente: “Ahora soy una mujer como quería mamá”.

Apenas asomaba la adolescencia D se convierte en un muchachito gay. Es allí donde comienza su recorrido por la prostitución. Al tiempo prefiere travestirse. Hoy digo trans ya que ella misma dice no ser mujer. Ante mi pregunta por la mujer responde que las mujeres tienen hijos y vagina. Ella no va a desprenderse de su pene. Es de esta manera que si la demanda del Otro lo requiere ella lo puede ofrecer.

Al querer saber cómo fue el proceso de hormonización dice: “Nunca tomé hormonas. La depilación definitiva fue mi solución”. Actualmente va a operarse para tener, al decir de la paciente, “unas buenas lolas” y continúa diciendo “es lo que le gusta a los hombres: tetas y un buen órgano. Para poder ser penetrados por alguien femenino”.

Quiere ser única y lo expresa de esta manera: “Única y bien femenina. Diferente a todas las mujeres con quienes están casados o de novios. Yo tengo mi buen órgano y eso es lo que buscan”.

Esta viñeta ilustra de modo significativo el bricolage que arma D para construir la solución a su nueva identidad. “Una trans. No una mujer” dice cada vez que nos vemos. Es lo que busca todo el tiempo: un imaginario femenino que la sostenga de pie en la vida.

La intervención que surge desde la analista ahora que terminó con el juicio y ya recibió su indemnización es: ¿por qué continuar con las entrevistas? “Te quiero como testigo de mi vida”, es su respuesta.

No es cualquier hombre a quien ella dirige su seducción sino a aquellos heterosexuales comprometidos con una mujer. Eso es lo que le permite ser la única. También será la única como trans en relación a las mujeres. Su modalidad de goce implica claramente una relación centrada en el órgano como medio de satisfacción del Otro.

Ella encarna el objeto que hace gozar al Otro y tiene un saber hacer en relación a eso y además en muchas ocasiones se hace pagar por sus servicios.

D es trans y quiere ser la más femenina. Su preocupación constante es verse femenina acentuando sus formas, su imagen, su atuendo. Exacerba su arreglo y goza de ese mostrarse y exhibir su femineidad. Estudia maquillaje y no sale de su casa si no está bien producida. Incluso se ocupa de que su voz suene muy femenina, toma clases de canto.

Para concluir intentaré acercarles algunas apreciaciones acerca de la viñeta clínica.

Para Lacan ser es un ser hecho de palabras que se oye a través de una enunciación. El ser lacaniano está atado a la palabra proferida. En D nos damos cuenta del alcance de las palabras de los padres sobre los hijos.

Fue su madre quien le dejó el pelo largo haciendo de esa manera que parezca una niña. Su madre deseaba una niña.

El paradigma de la diferencia de sexos en el psicoanálisis conduce a una lógica inconsciente que hace que el sujeto esté marcado por la manera en que fue deseado o rechazado por el Otro. A partir de lo cual podemos sostener que la anatomía de nuestra paciente ha sido reinventada por ella misma a partir de la construcción de ese nuevo cuerpo femenino. Se puede entonces ser un varón anatómicamente hablando e identificarse a una niña, desde que tenemos relación con el Otro.

Son estos acontecimientos de palabra que trazan el camino en el ser y lo conducen a identificarse inconscientemente a lo que se dice de él. La palabra introduce una marca contingente porque es impredecible y singular. La humanización del niño pasa por un deseo no anónimo.

La pregunta que surge es ¿El Otro ha inscrito a D como sujeto? ¿D encontró en el Otro un deseo por él? D rechaza el cuerpo que le tocó en suerte y encuentra una salida, una solución propia, armado de un nuevo cuerpo: el de una “chica muy femenina”.

Bibliografía

Laurent, E., L´envers de la biopolitique. Une Écriture pour la jouissance, Navarin, Le Champ Freudien, París, 2012.

Leguil, C., L´être et le genre. Homme/Femme après Lacan, Ed. Puf, 2018.

Tendlarz, E., “Aperiódico Psicoanalítico, 30, Trans género”, marzo 2018.

Tendlarz, E., “Aperiódico Psicoanalítico, 31, Género y Tras”, abril 2019.

Género, cuerpo y psicoanálisis

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