Читать книгу Enamorarse: ¿bueno o malo? - Haley F. - Страница 9

Оглавление

2. NOVIA POSESIVA


Segundo día de clases y viernes. Me dirigía hacia la primera clase que ese día tenía. No estaba segura de encontrarme con Jessica, pero de ser así, ella esperaba una respuesta por mi parte. Su propuesta era bastante buena, ya que desde que estaba en la ciudad no había salido de mi cuarto excepto estos dos últimos días y no conocía la ciudad. Y además, también conocería a nuevas personas.

Ya había pasado demasiado tiempo encerrada en casa. Mi corazón aún seguía lastimado, pero cada vez las heridas dolían menos. Era la hora de darle una segunda oportunidad a la humanidad. Esperaba no arrepentirme de esto.

Me senté en una mesa de la última fila y observé a todos los que entraban, pero no veía ningún rostro conocido. Entró el profesor al aula y pensé que estaría sola durante la primera hora. Pero entonces entró Marcos, tropezándose al entrar. Al ver al profesor, se acercó a él y le pidió disculpas por llegar tarde.

Al girarse para coger un asiento que estaba en segunda fila, me vio, sonrió y cambió de ruta para llegar a mi mesa y sentarse a mi lado.

—Hola, chica perdida —me dijo sonriente.

—¿Me llamas así para burlarte de mí? ¿O no te acuerdas de mi nombre? —le pregunte sonriente también.

—¡Cómo no me voy a acordar de tu nombre, Rocío! —Mi cara de incrédula le hizo reír—. Es broma, Marta.

—Oye, ¿conoces a una chica llamada Jessica?

—Sí, claro, somos parte del mismo grupo de amigos. No está en esta clase, si es lo que quieres saber.

—Sí, es que debo responderle a algo. —Me miró curioso, como el día anterior.

—¿Qué te traes con ella? —preguntó mirándome de reojo.

—Solo me ofreció quedar con ella este fin de semana.

—¿Y qué le vas a responder? Lo digo porque esta noche he quedado con ella. Si vienes te presentaré a mi novia. —Me quedé unos segundos pensativa en los cuales él me miraba atentamente, esperando una respuesta.

—Le voy a decir que sí.

—Bien.

—Shhhhh —nos calló el profesor.

Me dirigía hacia la salida acompañada de Jessica. En todo el día, solo había dado dos clases; supuse que eso cambiaría una vez fuera lunes. Todavía nos costaba a todos acostumbrarnos a la rutina.

—Entonces, ¿eso es un sí? —dijo ilusionada tras decirle que me gustó su propuesta.

—Sí. —En ese momento me abrazó muy efusivamente—. Oye, ¿quiénes van a ir a parte de Marcos y su novia?

—Te lo ha dicho él, ¿no? —Sin esperar una respuesta siguió hablando—: Veamos, viene mi pareja...

—No será una quedada de solo parejitas felices, ¿no? No quiero ser la que toque el violín de fondo. Además, sonaría fatal, ya que no tengo experiencia ninguna. —Ella rio al escuchar eso.

—No, también va una chica que se llama Olivia. Es una chica rubia, de ojos azules... —Se paró en la entrada del instituto, me miró a la cara y dijo en voz baja—: y hetero. No te ilusiones.

—¿De qué hablas? —le pregunté nerviosa.

—Marta, no intentes ocultarlo. Tengo buen ojo para estas cosas. No me engañas.

—Me has pillado. Pero, de todos modos, no estoy yo para relaciones ahora mismo.

—Vaya, ¿corazón roto? —Iba a responderle cuando alguien tiró de su brazo haciendo que se girara y cuando me di cuenta, Jessica se estaba besando con otra chica. Ella se separó bruscamente y le dijo algo cabreada—: Oye, estaba hablando con alguien, ¿no te has dado cuenta?

—¿No te alegras de ver a tu novia? —contestó la otra chica.

—Mejor me voy, no quiero interrumpir —dije a sabiendas de que sobraba en esa escena.

—No tie...

—Tranquila, ya nos veremos —la corté mientras le dedicaba una sonrisa dulce y pude sentir cómo la mirada airada de la otra chica me traspasaba la piel. Me giré y caminé hasta mi casa.

Me había puesto unos vaqueros rasgados azules y una sudadera roja abierta que dejaba ver una camiseta negra en la que se leía en letras blancas: «Just be happy». Estaba saliendo por la puerta de mi casa cuando recibí un mensaje en el móvil:

«¿Estás segura de que puedes ir sola?», escribió Jessica. «Sí, no te preocupes», le respondí yo.

«Vale, nos vemos», contestó Jessica.

«:P», finalicé yo.

Cuando llegué a la plaza en la que habíamos quedado, vi a Jessica acompañada de la chica que nos había interrumpido en la salida y a una chica rubia, que seguramente sería Olivia. Cuando estaba un poco más cerca, Jessica hizo el movimiento para ir hacia mí, pero su novia le agarró la muñeca, impidiéndole llegar hasta mí y suspiró mientras rodaba los ojos.

—Hola —dije intentando sonar lo más amable que pude.

—Hola —respondió Jessica—. Déjame que te presente, Marta. Esta es Carla, mi novia. —Me acerqué como para darle dos besos, pero la mirada asesina que me dirigió me hizo retroceder y finalmente le di la mano—. Y esta es Olivia. —Esta vez fue ella la que se acercó y me dio un abrazo.

—Mira quiénes vienen por fin —dijo Olivia tras separarse de mí, me giré y pude ver a Marcos abrazado a una chica pelirroja.

—Así que tú eres la chica nueva —dijo la chica que se acababa de incorporar—. Yo soy Daniela, pero puedes llamarme Dani.

—Encantada —dije a la vez que le daba dos besos.

—Bueno, ¿entramos en la discoteca o nos quedamos aquí toda la noche? —dijo Marcos ansioso.

Nos dirigimos a una discoteca que nada más entrar se podía confirmar que era bastante popular. Todos seguimos a Olivia y esta nos llevó a una mesa sobre la que reposaba un cartel de «RESERVADO», y estaba rodeada de asientos acolchados. Yo la miré asombrada de que pudiera conseguir unos buenos asientos aun con ese aforo.

—Mi cuñada es la hija del dueño y de vez en cuando nos da una mesa —explicó Olivia ante mi mirada—. Tengo suerte de caerle bien.

—Guay —respondí.

Un par de copas después, Jessica decidió volver a hablar del tema que habíamos dejado a medias horas antes.

—Bueno, ¿y quién es la chica que te rompió el corazón? —me preguntó al oído—. Si no te importa contarlo, claro.

—Era mi mejor amiga desde hacía mucho tiempo. —Ella torció el gesto como si supiera lo que iba a contarle—. Me enamoré y se lo confesé después de tres años. Dijo que no quería volver a verme. —Se me quebró la voz y ella posó una mano sobre mi hombro—. Luego, un oportuno trabajo de mi padre me dio la oportunidad de cambiar de lugar.

—Pasé por algo parecido, solo que yo no se lo confe...

—Acompáñame al baño —nos interrumpió, otra vez, su novia.

—Pero, ¿no ves cuando estoy hablando con alguien? No te vas a perder de aquí al baño.

Carla le lanzó una mirada cabreada a su novia y ella se volvió para mirarme, se le notaba muy angustiada con la situación. Yo le sonreí y le asentí. Y ella se levantó y se fue con Carla al baño.

—¿Qué le pasa a esa tía? —susurré sin intención de que alguien lo escuchara, pero Olivia me miró.

—Es una novia muy posesiva, todos le hemos dicho a Jessi que la deje. Pero siempre se niega, aunque no creo que pueda durar mucho más con ella.

—Vaya... —contesté apenada por Jessica.

—Sip. —Se acercó más a mí y me dijo con cautela—: Oye, ¿te gusta Jessi? —Me separé bruscamente y la miré perpleja.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué lo crees?

—No sé.

—Pero... ¿tanto se me nota que soy lesbiana? —dije elevando el volumen más de lo que quería haciendo partícipes de la conversación a Marcos y a Daniela.

—No sé qué es, pero es como si llevaras escrito en la frente: «Soy gay». —Daniela fue la primera en hablar.

—¿Qué, no sabes lo que es? Tienes un collar con la letra lambda1 y encima es morada. Si pretendías fingir que no lo eras, deberías haberle puesto más empeño —dijo Olivia y todos los presentes empezamos a reír.

—Voy a por una copa, ¿quieres otra? —dijo Marcos tras una pausa, observando mi vaso vacío.

—Sí, voy contigo —dije levantándome y luego le seguí hacia la barra lentamente, pues a él le costaba hacerse paso entre la multitud.

Cuando conseguimos llegar, pedimos las dos copas y esperamos hasta que terminaran de hacerlas. En un movimiento casual, dirigí mi mirada hacia la pista y, sin ni siquiera darme cuenta de lo que hacía, me centré en una chica que estaba de espaldas junto con un grupo de chicos. Era morena, de pelo largo, y en ese instante levantó su mano para darle un trago a su vaso. Gracias a que llevaba el chaleco subido hasta el codo, fui capaz de ver que tenía un tatuaje en la muñeca, aunque no fui capaz de distinguir qué era.

Un golpe en el brazo me hizo reaccionar y cuando miré a Marcos, estaba tendiéndome mi copa. La cogí y volvimos a la mesa.

—Oye, lo siento por no haber podido hablar bien —me dijo mientras me abrazaba en la puerta de la discoteca a modo de despedida. Hacía mucho que el tiempo no se me pasaba tan rápido como aquella noche—. Es que, a veces, Carla se pone muy pesada y...

—No hace falta que me des explicaciones, es tu novia —dije tras separarme de ella—. Mira, no es que tenga experiencia con las relaciones. Pero no creo que sea una buena relación si todos los días entre ustedes son como el de hoy. No quiero parecer entrometida, solo digo que debes saber cuándo parar cuando la felicidad que te produce estar con alguien es inferior a los quebraderos de cabeza que te provoca. —Miré hacia su espalda y vi a una Carla asesinándome con la mirada—. Anda, vete o va a descubrir una forma de matar con la mirada —le dije y empecé a andar en dirección contraria para ir a mi casa.

______________________

1 La letra lambda (λ) es un símbolo de la homosexualidad. Y el color morado junto con el rosa son los colores más utilizados para representar la misma.

Enamorarse: ¿bueno o malo?

Подняться наверх