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Introducción

La vida no es como en las películas

Después de charlar con amigas y compañeras de trabajo muchas veces, me preguntaron si había pensado escribir sobre mi experiencia personal y profesional. Se me hacía difícil imaginar qué parte de mi relato les atraía, qué parte consideraban novedosa y por qué tendría valor para ser compartido con otras personas. Hasta que, viendo una serie en televisión, lo comprendí.

La actriz Glenn Close era la protagonista. Sobra decir que me encanta esta actriz y que admiro en ella casi todo, y especialmente que, a su edad —en Hollywood parece que la edad para las mujeres avanza todavía más rápido incluso que en el resto del planeta— siga interpretando magníficos papeles. Glenn Close en Daños y perjuicios es una abogada —Patty Hewes— de mucho prestigio. Su poder y su éxito son posibles porque es una malísima persona, con una falta total de empatía, escrúpulos y valores. Una y otra vez se nos muestra que el triunfo profesional está totalmente reñido con una vida plena y por supuesto con tener una familia. Patty Hewes tiene una pupila joven, Ellen Parsons, que a lo largo de la serie lucha entre triunfar profesionalmente o llevar una vida personal. Las dos son magníficas abogadas, elegantísimas, y se admiran tanto como se odian mutuamente. Y sin hacer spoiler de la serie, su mensaje es muy claro. Patty Hewes pierde la poca familia que tenía y está sola, lo que le permite triunfar en su vida profesional. Ellen Parsons se ve forzada a abandonar la carrera profesional para tener finalmente pareja y una hija.

Querida lectora o lector, la vida no es como en las películas. No tenemos que decidir si queremos ser Patty Hewes o Ellen Parsons. En este libro te contaré mi experiencia y te mostraré cómo, en la mayoría de las ocasiones, manejar mi vida fue mucho más fácil de lo que había previsto. Y probablemente se debió a que no consideré necesario escoger entre el desarrollo profesional y el personal. Opté, en cambio, por que uno se enriqueciera del otro.

Con la esperanza de ganar tu confianza para que nos sea más fácil entablar una conversación honesta, permíteme que te presente algunas pinceladas de mi vida, el entorno en el que nací y en el que me he de­sarrollado.

Nací en Barcelona en 1960, en el seno de una familia acomodada y religiosa. Eso en parte explicaría que mis padres tuvieran catorce hijos. Tengo cuatro hermanas y nueve hermanos, yo soy la octava y la segunda hija. Las relaciones entre hermanos imagino que no se diferencian por el hecho de tratarse de una familia numerosa o no, porque, aunque seamos muchos, hay un vínculo personal con cada uno, no con el grupo. Podría decir que las nuestras en general siempre fueron buenas y que mis hermanas y algunos de mis hermanos son de las personas que más han contado en mi vida. Pertenecer a una familia numerosa significó estar siempre rodeada de gente y también que el orden, el respeto y la autoridad marcaran la relación con mis progenitores. Mis padres consideraron que la educación era lo más importante que nos podían ofrecer, y curiosamente fue solo en ese ámbito en el que los hijos y las hijas fuimos tratados por igual, sin aplicar ninguna diferencia de género.

Estudié en un colegio religioso en Barcelona y cursé el bachillerato en París, donde me sentí independiente y libre por primera vez en mi vida. Al regresar, tomé mi primera decisión como adulta: dónde estudiar COU. En 1984 terminé la carera en Esade y tuve la oportunidad de estudiar seis meses en la Universidad de Nueva York en un programa de intercambio entre ambas universidades. Vivir en esa ciudad dos años marcó mi vida para siempre. Después de varios empleos, me contrató una gran agencia de publicidad, donde descubrí un mundo profesional en el que sentí que podía crecer, desarrollarme y, por qué no, pasármelo bien al mismo tiempo. Años después, en 1994, creé mi empresa, Singular, con el objetivo de ofrecer un buen servicio de atención al consumidor, que en ese momento escaseaba o no se le daba la importancia que yo pensaba que tenía

Me casé ese mismo año con Ildefonso, a quien había conocido en la agencia. Antes de enamorarnos ya habíamos aprendido a trabajar, a discutir y a reír juntos. Esa experiencia común y similar en el entorno laboral ha sido muy importante en nuestra relación. Mi marido me ha apoyado sin fisuras a lo largo de toda mi carrera como verás en estas páginas. En 1995 nació nuestra hija Laura y dos años después nuestro hijo Óscar.

La empresa que creé fue creciendo, y una multinacional alemana, Sellbytel adquirió años después la mayoría. Recientemente fue comprada por Webhelp, otra multinacional, esta vez francesa. Presido la compañía en España, y contamos en nuestro país con un equipo de más de cuatro mil personas.

Me parecía importante esta introducción antes de compartir mis experiencias contigo.

Hace unos años leí el libro de Sheryl Sandberg, Lean In (en castellano traducido como Vayamos adelante). Me encantó porque por primera vez me vi reflejada en el relato de su experiencia profesional. Muchas de las cosas que contaba ¡me habían pasado a mí! Me sorprendió leer una crítica muy negativa sobre el libro, en la que se decía que Sandberg representaba a un número muy reducido de mujeres y que su experiencia no era generalizable. Tal vez no a su nivel, pero ya somos muchas las mujeres que hemos desarrollado carreras en distintas profesiones, alcanzado cargos de dirección, y buscamos los modelos de liderazgo que nos sean más afines. Quizás no representemos todavía un porcentaje relevante, pero confío que, con un poco más de impulso y con modelos que nos ayuden, abriremos la puerta a muchas más. Y este libro trata de eso, de empujar un poco esa puerta para ti.

Todo lo que aprendí de mis hijos y no me enseñaron en la escuela de negocios

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