Читать книгу Tres Comedias Modernas en un acto y en prosa - Heliodoro Criado y Baca - Страница 13
ESCENA VI
Оглавлениеdon atilano y francisco, que pasa á la sala
Atilano.—¡Inhumano, grosero! ¡Sacamuelas!
Si siempre fué un adoquín, desde chico. ¡Y pensaba yo
pedirle diez duros!... ¡Cualquiera le pide nada á ese
hombre!
Francisco.—¡Don Atilano! ¿Todavía está usted 5
aquí?
Atilano.—¡Todavía!
Francisco.—¿Qué le pasa á usted?
Atilano.—¿Qué ha de pasarme? Que tu amo es el
tío más soez de la tierra. 10
Francisco.—Eso ya lo sabía yo.
Atilano.—Me ha recibido de la manera más descortés,
y al decirle que me encontraba sin medios y que
mi hija necesitaba sacarse una muela, ¿sabes lo que ha
dicho? 15
Francisco.—¡Qué sé yo!
Atilano.—Que los jueves tiene consulta para los
pobres; así, en seco. (Afligido. De pronto y con ira.) ¡Me han dado intenciones de saltarle dos muelas de una bofetada! 20 Francisco.—Pues á mí me ha despedido por haberle dejado pasar á usted. Atilano.—¿De veras? Francisco.—Ahora mismo me ha dicho que busque casa. 25 Atilano.—Hombre, cuánto siento haberte perjudicado... Francisco.—No señor, no; si me despide cada dos ó tres días; tiene un genio insufrible; pero ya no le sufro más, ahora va de veras y me largo. ¡Que lo aguante su abuela! Siempre está furioso. Atilano.—¡Parece mentira, ganando tanto 5 dinero!... Francisco.—¿Dinero? Eso no lo sabe usted bien. Esta casa es una romería. Días hay en que saca más de quinientas pesetas. Atilano.—¡Qué barbaridad! 10 Francisco.—Si por cualquiera cosa lleva un dineral. Y cada vez más gente. Atilano.—Sí, ¿eh? Francisco.—Desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde esta sala está llena de señoras y de caballeros... 15 Y cada uno dos duros, ó cuatro ó diez; conque eche usted la cuenta. Atilano.—¡Qué suerte! ¡Un hombre tan bruto! Francisco.—¿Y tacaño? Es de lo que no hay. Con decirle á usted que para todo ese trabajo no quiere 20 un ayudante. ¡Nada! Todo para él. Es así. (Cerrando el puño.) Y figúrese usted si le convendría tener quien le ayudase; un día como hoy, por ejemplo, que necesita ausentarse para hacer una operación en El Escorial, pues pierde aquí todo ese dinero... y los 25 enfermos se van disgustados... Atilano.—Naturalmente. Francisco.—Hoy se marcharán Dios sabe cuántos... (De pronto, como asaltado por una idea feliz.) ¡Caracoles! 30 Atilano.—¿Qué? Francisco.—¡Caracoles! Atilano.—Ya lo he oído; caracoles. Francisco.—¿Quiere usted vengarse de ese tío grosero? Atilano.—No deseo otra cosa. Desde que me dijo 5 aquello de los jueves, tengo las tripas como una devanadera. Francisco.—Pues hay un medio de que usted y yo nos venguemos de sus groserías, ganándonos quince ó veinte duros. (Muy alegre.) 10 Atilano.—¿Qué dices? Francisco.—Él no volverá hasta la noche, y tenemos todo el día por nuestro. Atilano.—¿Para qué? Francisco.—Para recibir á los pacientes que vengan. 15 Usted espera ahí dentro, muy serio y muy grave, como sustituto del señor Raigón... Atilano.—Pero, hombre, si yo no sé sacar muelas... Francisco.—Ni hace falta. Á la mayoría de los que vienen les pone un algodoncito empapado en un 20 elixir y cocaína. Yo estoy enterado de todo esto. Una mechita, enjuáguese usted.—¡Dos duros!—¿Á ver cómo va eso? Perfectamente. Siga usted con lo mismo. ¡Dos duros!—Abra usted la boca. Hay inflamación; no debe operarse: ¡dos duros!—¡Y así, un jubileo 25 y venga guita! Atilano.—¡Francisco, por Dios!... (Dudando, pero deseoso de aceptar.) Francisco.—No sea usted tonto. Usted no ha de volver por aquí... 30 Atilano.—¿Yo? En mi vida. Francisco.—Y yo me voy mañana, conque... Atilano.—Paquito, que me comprometes... (Como antes.) Francisco.—Vamos al comedor; tomará usted una copita de Pedro Jiménez para animarse. 5 Atilano.—¡Frasquito! Francisco.—Que nos sacamos lo menos veinte duros y nos los repartimos como buenos hermanos... Atilano.—¡Diez duros! ¡La felicidad! Francisco.—Yo le indicaré á usted lo que debe 10 hacer. Andando, que ya sube alguien... Atilano.—¡Frasquito! ¡Frasquito!... (Dudando y resolviéndose de pronto.) Andando. (Vanse.)