Читать книгу Tres Comedias Modernas en un acto y en prosa - Heliodoro Criado y Baca - Страница 9

ESCENA II

Оглавление

Índice

francisco. luego don atilano

Francisco.—¡Pero qué tío más insoportable! Ya

estoy deseando perderlo de vista. ¡Qué palabrotas y 5

qué modales, y qué...! Vamos, hombre, que no es

para mi genio.


Atilano (Asomando la cabeza).—¿Se puede? Francisco.—¡Don Atilano! Atilano.—¡Francisco! ¡Tú en esta casa! 10 Francisco.—Estoy sirviendo aquí hace tres meses. Atilano.—Ya supe por tus compañeros que te habían dejado cesante. Francisco.—Suprimieron dos ordenanzas y me tocó la china. 15 Atilano.—¡Cuánto me alegro! Francisco.—Hombre... Atilano.—De que estés aquí. Francisco.—¡Ah! ¿Y usted sigue lo mismo? Atilano.—Peor. 20 Francisco.—¿Y yendo al Ministerio todos los días? Atilano.—Sin faltar uno. Allí me siento en el banco de la paciencia para saber cuando salen el señor ministro ó el señor subsecretario, y darles un avance. 25 Ahora confío en que me repondrán pronto, porque el nuevo subsecretario... ¿Tú no le conoces? Francisco.—No, señor; fué nombrado después de quedar yo cesante. Atilano.—Pues me ha recibido ya tres veces y ha estado conmigo muy afectuoso... Francisco.—¿Sí, eh? 5 Atilano.—Es muy amable y muy simpático. Y yo, ya lo sabes, sigo la máxima del pobre porfiado... Erre que erre. Francisco.—Lo que es á paciencia no hay quien le gane á usted.10 Atilano.—¿Verdad que no? Las horas que me has visto pasar en aquella portería, junto á la estufa, fumando un cigarrillo y otro cigarrillo... Y á propósito de cigarrillos... (Francisco echa mano como si fuera don Atilano á darle uno.) No; iba á preguntarte si 15 tienes uno, porque me he venido sin ellos. Francisco.—Tome usted un susini. (Se lo da.) Atilano.—Gracias. ¿Me das una cerillita? Francisco.—Sí, señor. Atilano.—Gracias. 20 Francisco.—Por lo visto sigue usted á la cuarta pregunta. Atilano.—No, hijo mío; ya he llegado á la quinta. Francisco.—Pero siempre de buen humor. Atilano.—Es lo único que tengo bueno. 25 Francisco.—Mucho nos hacía usted reir á todos con las cosas que nos contaba... Atilano.—No se pasa mal el rato en aquella portería, no. Te aseguro que en cuanto me empleen, casi, casi, voy á echarla de menos. Aquel entrar y salir de 30 gente... Diputados, senadores, periodistas, pretendientes, señoras... de todas clases... ¡Qué maremagnum! Y los ordenanzas sin cesar de traer y llevar vasos de agua con azucarillo. ¡Cuidado con lo que beben los empleados públicos! Parece que no comen más que bacalao. Francisco.—¡Ja, ja! ¡Qué cosas tiene don Atilano! 5 Atilano.—Son observaciones de cesante crónico... Francisco.—¿Y qué le trae á usted por aquí? Atilano.—Pues... necesito ver al señor Raigón. Francisco.—Hoy es imposible. Atilano.—¿Cómo? 10 Francisco.—Me ha dado orden de decir á todo el que venga que está enfermo y que no recibe, porque tiene que salir y no volverá hasta la noche. Atilano.—No importa; vas á pasarle recado. Francisco.—¡Quiá, no, señor! Me lo ha prohibido, 15 y tiene un genio que ya, ya. Atilano.—A mí me recibe inmediatamente. Somos amigos de la niñez y hace que no nos vemos muchos años. Francisco.—Dispense usted; pero la orden ha sido terminante. 20 Atilano.—Vamos, Francisquito, sé amable; hazme ese favor. Necesito con urgencia hablarle dos minutos. Francisco.—No puedo. Atilano.—Pero, hombre, tú que me has hecho tantas veces ver al ministro, nada menos que á su excelencia, 25 vas á negarte ahora... Francisco.—No me atrevo, la verdad. Atilano.—Yo te aseguro que no te regaña, que me recibe al momento. ¡Pues poquito gusto que tendrá en verme! Anda, pásale recado. 30 Francisco.—Mire usted que va á ser inútil. Atilano.—No lo creas. Anda, Frasquito, anda. Ya sabes; Atilano Fuentesaúco; acuérdate de los garbanzos. Francisco.—Bueno, le complaceré á usted. (Vase por el foro.) 5

Tres Comedias Modernas en un acto y en prosa

Подняться наверх