Читать книгу El Último Tinigua - Hugo Mantilla Trejos - Страница 11

Cuánto olvido te han dado

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Quiero expresar en un lenguaje claro

todo el dolor por lo que está en olvido,

y pienso que las aves de otros días

dejaron para siempre el albo nido.

Cuánta belleza encierran tus senderos

imperioso Vichada, y has sufrido,

el desengaño de los promeseros

que a tí tanto te ofrecen

y no han cumplido.

Fíjate que tus aguas cristalinas

como un cántaro roto, está vacío.

¿Por qué tantas riquezas siendo tuyas,

para tierras ignotas se te han ido?

Tú que sufres callada y cabizbaja,

entre camas de roca y de granito,

a ti te miran como ver a un pobre,

como ver un ladrón, ver un proscrito.

Quisiera preguntarte: ¿qué ha pasado

con tus montes, tus caños y tus ríos?

¿Qué se hicieron los peces en tus aguas,

y tus selvas con árboles sombríos?

Estás enferma… tu mal es muy agudo

tus problemas son muchos y sabidos:

no tienes carreteras y tus males

son tan agudos que producen frío.

¿Qué pasa con tu sangre tan castiza?

¿Por qué no se le atiende a nuestros indios?

Se atribula mi mente y mil recuerdos

llegan pasitroteros a mi oído.

El indio es una raza sin amparo,

se le mira indefenso como a un niño,

es solamente un semoviente enfermo

y las hembras la presa del sadismo.

Los hombres que dejaron la montaña,

que abrieron pica e hicieron su bohío,

se marginaron por hacer más patria

y están cansados y echados al olvido.

El llanero que puebla tus sabanas

que tiene sus ganados y sus críos,

son víctimas señor del atropello,

del hurto, la amenaza, el vandalismo.

Pero todo no puede ser tristeza:

hay esperanza porque aquí en tus hijos,

bulle el ancestro del lancero en ristre

que habrá de rescatar lo que ha perdido.

Bien me atrevo a decir que éstos, mis brazos,

brazos trabajadores y curtidos,

listos están a defender tu nombre

por verte grande como tu sol mismo.

El Último Tinigua

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