Читать книгу Cuando se me empañaron las gafas - Irene Romero - Страница 7

Оглавление

Cuento de hadas



Desde pequeñas, las chicas al menos, soñamos con nuestro propio cuento, con ser las princesas de nuestros respectivos reinos, que nos vamos a casar con esos príncipes y vamos a ser felices y comer perdices.

Pero a medida que vas creciendo, ves ese ideal cada día más lejos, te das cuenta de que el reino está destruido y eres la única que lo puede salvar, pero ni así eres capaz de restaurar todo ese caos; te das cuenta de que no existen los príncipes, que son todo sapos y te preguntas si algún día conocerás a alguien que sea príncipe de verdad.

Es triste ver como aún seguimos esperando a que alguien nos salve del caos que sufrimos nosotras, las princesas, que de princesas nada, solemos ser la madrastra de Cenicienta..., ni siquiera nos damos cuenta de eso, solo vemos que queremos a alguien que nos quiera y sobre todo que nos salve.

Tampoco nos damos cuenta que el cuento aún no ha terminado de escribirse, que estamos al principio, pero es tan triste ese principio que daríamos el resto de nuestra vida por solo un minuto con nuestro príncipe. El de verdad.

Con nuestro amor. Ese que nos va a salvar de dragones, hermanastras, manzanas envenenadas...

Solo por ser feliz un minuto daríamos el resto de nuestro cuento.

Cuando se me empañaron las gafas

Подняться наверх