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VIAJEROS ALEMANES ANTERIORES AL SIGLO XVIII

El territorio de la actual Comunitat Valenciana en general nunca fue uno de los preferidos por los viajeros alemanes antes del siglo XIX. Lo habitual era que entraran a España, ya por los Pirineos occidentales (Bayonne, Saint Jean de Luz, Irún) ya por vía marítima. En el primer caso, o bien podían dirigirse hacia el centro y sur, o bien hacia el oeste siguiendo el Camino de Santiago. En el caso de la vía marítima, la entrada era o por el puerto de Barcelona o por el de Alicante para viajeros procedentes de Italia, o por el de Lisboa para los que venían del norte de Alemania, siendo los destinos más usuales el centro y el sur de la península, incluso ya antes de que Madrid se hubiera convertido definitivamente en capital del reino. La entrada por los Pirineos orientales (Perpignan, La Junquera) solo fue elegida en contadas ocasiones, como explica Holger Kürbis en su estudio sobre los viajeros de la Edad Moderna temprana (2004: 110-115). Así pues, y según la apreciación de Dietrich Briesemeister, Valencia y su territorio quedaban relativamente al margen de los circuitos habituales (2008: 75). Una excepción la encontramos en el siglo XV, época en que la ciudad pasaba por su momento más boyante. Los viajeros Hieronymus Münzer y Nikolaus Popplau le dedicaron interesantes descripciones y comentarios. Pero ninguno de ellos puede considerarse como inédito. El texto de Münzer, originariamente escrito en latín, ha sido traducido varias veces al español desde 1924 (Bas Carbonell, 2004: 211) y, curiosamente, ninguna al alemán. Del relato alemán de Popplau se hizo una traducción parcial en 1878 por Felix Rozanski, que está incluida en la breve compilación de Javier Liske (1878: 15-65). Desde entonces no ha vuelto a ser editado en español.

En contraste con estos testimonios de una época de esplendor, apenas tenemos constancia de ningún viajero alemán que haya pasado por la ciudad de Valencia documentando su estancia por escrito. Únicamente Alicante aparece en tres de esas crónicas, y Valencia de manera muy tangencial, como se verá a continuación.

Entre los años 1594 y 1597, el caballero Johann Wilhelm Neumayr von Ramssla (1572-1641) viajó por Italia, España, Francia y los Países Bajos. En 1622, su sobrino Hans Chilian Neumayr von Ramssla publicó su crónica de viaje. En el transcurso de este largo periplo y procedente de Génova, Neumayr desembarcó en Alicante y dedicó a esta ciudad una breve descripción:

Alicante es una pequeña ciudad situada en el Reino de Valencia, a un día de viaje de la capital de dicho Reino, junto a una montaña rocosa cerca del mar. Está rodeada de fuertes murallas y bastiones y su trazado es muy simple, aunque las casas por dentro son algo más bonitas que por fuera. Como el puerto de mar no es amplio y ni siquiera seguro, y además no hay comercio, raras veces recalan allí los barcos.

Cerca de la ciudad hay una alta montaña rocosa sobre la cual se eleva un castillo bien fortificado y guarnecido, que se tiene por inexpugnable. Desde allí se puede ver la ciudad y el mar.

En esta misma zona, a lo largo de la orilla se ven altas torres guardadas por soldados que vigilan la costa para impedir las incursiones de los moros de África, que diariamente merodean por Alicante, Cartagena y otros lugares causando grandes daños (Ramssla, 1622: 388).

Además de la ciudad, los moriscos llamaron poderosamente la atención del viajero, que por lo demás parece bastante desinformado sobre la extensión de los dominios de Fernando el Católico (no hay que olvidar que este viaje tuvo lugar a fines del siglo XVI, mucho después de la muerte del rey y poco antes de la expulsión definitiva de los moriscos en 1609):

En Alicante y alrededores viven muchos moros de los que expulsó de España Ferdinandus [sic] rey de Castilla. Cultivan la tierra con vides, aceite, fruta y otros deliciosos productos, que venden diariamente en la ciudad. No son tan negros como los moros de África. Se dice que todavía se encuentran 300.000 de ellos en España. No se les deja hacerse soldados ni religiosos, y tampoco les está permitido, so pena de castigos corporales, llevar cualquier tipo de armas. Es decir, que son como siervos de la gleba (1622: 388-389).

De Alicante siguió rumbo a Madrid sin pasar por la capital del antiguo Reino de Valencia. Mucho más breve parece haber sido la estancia de Hieronymus Scheidt, que llegó a Alicante más bien por casualidad (Kurbis, 2004: 88) en 1614, de vuelta de su peregrinaje a Jerusalén y a bordo de un buque holandés que regresaba a Ámsterdam. Dado que España no era el destino del viaje, sino solo zona de paso, su descripción es muy superficial, y además contiene un error comprensible teniendo en cuenta esas circunstancias:

Alicante es una ciudad muy agradable situada a la orilla del mar. Está fortificada por un castillo inexpugnable en lo alto de un monte cercano a la ciudad. El rey de España mantiene allí una compañía de soldados. Esta ciudad es muy rica en naranjas, granadas, limones, azúcar, higos y sobre todo vino, que es exportado a todas partes y también a nuestro país. Es la capital de la región de Valencia (Scheidt, 1615: s. p.).

No es este el único error geográfico de Scheidt, que ya antes, a su paso por Barcelona, hace limitar a Cataluña al sur «por Italia» y más tarde, al pasar el estrecho de Gibraltar, afirma que esta ciudad había pertenecido antiguamente a la «región de Valencia».

Años más tarde (de 1633 a 1634), el escribiente en la cancillería imperial de Viena Hieronymus Welsch viajó a España en el séquito del embajador del virrey de Sicilia (Kürbis, 2004: 66). A pesar de haber dejado una voluminosa obra, en numerosos pasajes Welsch da la impresión de no estar relatando su propio viaje, sino proporcionando datos de carácter enciclopédico extraídos de fuentes escritas. Este es el caso de la brevísima descripción de Valencia y Alicante.

Valencia, la capital arzobispal y un importante puerto de mar en este reino, está gobernada por un virrey y es realmente espléndida. Su paisaje es encantador y fértil. Además, tampoco es desdeñable el comercio de la seda y de los buenos paños que se practica allí.

En este reino se encuentra también el famoso puerto de Alicante, con su fortaleza. De allí viene el delicioso vino de Alicante (Welsch, 1658: 232).

Otros viajeros1 dan todavía menos información sobre Valencia, y sus observaciones se limitan a experiencias de viaje de carácter fuertemente estereotipado, como lo son las quejas por el comportamiento de los aduaneros y los comentarios sobre la belleza y la frivolidad de las mujeres (Kürbis, 2004: 73).

Como puede comprobarse, los viajeros de los siglos XVI y XVII apenas dejan testimonios valiosos que contengan información relevante y no transmiten impresiones que vayan más allá de lo ofrecido por los del siglo XV. El verdadero punto de inflexión en la literatura de viaje por Valencia llegará con el siglo XVIII.

BIBLIOGRAFÍA

NEUMAIR VON RAMSSLA, Johann Wilhelm (1622): Reise durch Welschland vnd Hispanien, Leipzig, Große/Jansonius, Ed. Hans Chilian Neumayr von Ramssla.

SCHEIDT, Hieronymus (1615): Kurtze und Warhafftige Beschreibung der Reise... Erfurt, Jacob Singe.

WELSCH, Hieronymus (1658): Warhafftige Reiß-Beschreibung..., Stuttgart, Joh. Andreae Endters.

Literatura secundaria

BAS CARBONELL, Manuel (2004): «Viatgers alemanys per València», en Viatjar per saber. Mobilitat i comunicació a les universitats europees, Universitat de València, pp. 201-236.

BRIESEMEISTER, Dietrich (2008): «Imágenes de Valencia. Antecedentes del imaginario valenciano», en Ch. August Fischer: Cuadro de Valencia (Gemälde von Valencia), coordinado por Berta Raposo Fernández, Valencia, Biblioteca Valenciana, pp. 75-124.

KÜRBIS, Holger (2004): Hispania descripta. Von der Reise zum Bericht. Deutschsprachige Reiseberichte des 16. und 17. Jahrhunderts über Spanien. Ein Beitrag zur Struktur und Funktion der frühneuzeitlichen Reiseliteratur, Frankfurt/Main et al., Peter Lang.

LISKE, Javier (1878): Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII. Colección de Javier Liske, traducidos del original y anotados por F. R., Madrid, Casa editorial de Medina.

1. Se trata del embajador de la Hansa Heinrich Brokes en 1607 y de un anónimo recogido en el compendio Initerarium Hispaniae de Martin Zeiller. Nurnberg, Endters, 1637.

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