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ОглавлениеCapítulo 2. El cine de Marta Rodríguez y Jorge Silva: ¡Contra la historia oficial!
El hombre colonizado que escribe para su pueblo, cuando utiliza el pasado debe hacerlo con la intención de abrir el futuro, de invitar a la acción, de fundar la esperanza.
Frantz Fanon, Los condenados de la tierra.
La obra cinematográfica que la antropóloga visual Marta Rodríguez y el fotógrafo Jorge Silva produjeron y codirigieron, en las décadas del 60 y 70 del siglo XX, así como los trabajos que después de la muerte de Jorge Silva ha realizado Marta Rodríguez en compañía de Fernando Restrepo y Lucas Silva, ha sido objeto de numerosas muestras retrospectivas y homenajes recientes, en los que se ha destacado el aporte de los realizadores a la consolidación del documental reflexivo en Colombia, al igual que su trabajo de registro, documentación y archivo de memorias populares y luchas sociales de campesinos e indígenas.1 Su trabajo ha sido bastante abordado en Colombia y Latinoamérica por quienes se interesan en las representaciones del mundo indígena a través del audiovisual, en el método etnográfico que emplearon en la realización de sus documentales y en el proceso de transferencia de medios que impulsaron en las comunidades donde filmaron.2 Así mismo, ha sido abordado por los estudiosos de las relaciones entre cine y política, planteadas por el movimiento Nuevo Cine Latinoamericano en las décadas del 60 y 70 del siglo XX, en el que Silva y Rodríguez se destacaron como los representantes colombianos más visibles de esa corriente cinematográfica, caracterizada por su vinculación tanto con movimientos políticos de izquierda y los procesos de liberación del tercer mundo inspirados en la Revolución cubana, como con la búsqueda de lenguajes y contenidos que contribuyeran a la transformación social, política y cultural de América Latina, y a la denuncia, visibilización y análisis de los problemas sociales de dicha región.3 En la cinematografía colombiana, junto con los documentales producidos por Diego León Giraldo, Carlos Mayolo, Carlos Álvarez, entre otros, los de Marta Rodríguez y Jorge Silva se han catalogado dentro de una corriente llamada cine político marginal, que representó una ideología de disidencia en el cine nacional de las décadas del 60 y 70, comprometida con la denuncia de las problemáticas sociales de los sectores excluidos y altamente imbuida de las expectativas de cambio social revolucionario que caracterizaron aquella época.4