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DE LA CIENCIA AL «BUSINESS»

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El 20 de julio de 2005, el periódico francés Le Monde publica un artículo que lleva por título «Le premier test de diagnostic de l’autisme va être lancé».23 El periodista que firma el artículo explica que los responsables de la sociedad francesa de biotecnología IntegraGen han anunciado el lanzamiento «a partir de 2006 del primer test genético de diagnóstico del autismo». Añade que se tratará de un home test, es decir, de uso doméstico. Este calificativo se revelará después falso, por haber sufrido una transformación en el trabajo periodístico de la expresión home brew.24 En el comunicado de prensa anterior, IntegraGen afirmaba haber encontrado algunas variaciones del gen PRKCB1 fuertemente asociadas al autismo y anunciaba este hallazgo como base para la «puesta a punto de un test genético sobre el riesgo de autismo».25 Este anuncio prometedor despertó enseguida las sospechas de organizaciones y profesionales del sector por las conclusiones poco convincentes del estudio en que se basaba y por tratarse de una investigación exclusivamente privada, sin lazo alguno con un laboratorio universitario.

En 2012, Bertrand Jordan, biólogo molecular y director de importantes investigaciones del CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) publica un libro crítico con el anuncio de IntegraGen. Señala los intereses económicos dudosos que se esconderían detrás de un estudio del que el resultado sería convincente si este gen (el PRKCB1) estuviera alterado en los niños autistas. Pero el análisis es negativo desde ese punto de vista: «La secuencia codificante (la que se utiliza para sintetizar la proteína correspondiente) no está modificada en los pacientes […] los investigadores de IntegraGen han detectado una región del genoma que parece contener uno o varios genes implicados en la vulnerabilidad del autismo y han identificado —pero de un modo que no es totalmente probatorio— un gen particular. Su conclusión es, lógicamente, muy prudente: Nuestros datos sugieren que este gen podría estar implicado en la etiología del autismo. Estamos aquí muy lejos de un test comercializable en seis meses…».26

El libro de Jordan, nada sospechoso de beneficiar otro abordaje que no sea el conductista, se sirve del anuncio de la comercialización de uno de los primeros test de diagnóstico genético y preventivo del autismo para situar la investigación científica en su justo lugar: «hay que reconocer que la genética camina lentamente, que se enreda en mostrar la evidencia de múltiples loci, cada uno de ellos con una influencia muy reducida, y que a pesar de los anunciados muy mediáticos (como el de IntegraGen en 2005 que proporciona la trama a este libro) estamos todavía muy lejos de poder diagnosticar el autismo con la ayuda de un análisis del ADN […] La genética no lo puede todo, y aunque nuestro destino está en parte inscrito en nuestros genes, la comprensión de este galimatías que es nuestro ADN no ha hecho más que empezar».27 El subtítulo del libro advierte, además, de una peligrosa alianza, la ciencia y el business.

Evidencia científica y autismo

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