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Contemplando el paisaje de mi terraza con mis gafas de sol, me ando preguntando si hago lo correcto por los demás o tengo que hacer algo por mí. En la planta baja se puede escuchar a mi amorosa madre riéndose por mensajes que le llegan de su móvil, mi hermano lo escucho en mi cabeza repitiendo como un mantra lo que va a escribir para su amigo, por correo.

Mi padre trabaja como guardia en una fábrica de laboratorios, lamentablemente se encuentra con nosotros, en el patio con su manguera automática, ruidosa e insoportable lavando el piso y las plantas. Masajeándome las patillas, haciendo nudos graciosos pienso en el mundo que me espera ahí afuera. A mi perro lo puedo ver cabeza abajo en la puerta de calle, ladrando como loco a los perros vecinos. –YA ESTOY HARTO – exclamo para mis adentros agitándome los ojos de rabia e indignación, solo se me ocurre salir, pero uno se pregunta ¿a dónde puedo ir? mucha confusión rueda por mí. Familia, amigos, yo.

Se me ocurre salir con mi hermano, siempre unidos hablamos de nuestros problemas que pasamos en casa y lo que le pasa en su trabajo.

—Ya no se que le puedo decir, siempre se toma el día.

—Tranquilo, lo que puedes hacer es cambiarte de sector.

Cada vez que se me sale esa idea, él me mira con una cara de enfado, entiendo que no quiera y siempre me repite lo mismo:

—NO. Ya sabes que no es la solución.

Ronda por mi cabeza esa respuesta de enfado, solo trato de ayudar, no es tan difícil –TRANQUILIZATE ALEX – la voz de mi conciencia me grita, tiene razón no puedo seguir así, tengo que poner un freno a las cosas.

Cada noche a la hora de dormir, pienso como es estar con la persona que me daría su amor, con quien podría contar, cuidarme cuando lloro, hacerme sentir como un rey. ¿Dónde estás amor de mi vida? Aunque no soy nada romántico, cuando era muy chico escribía mis propios poemas en secreto. La mujer de mis sueños: es pelirroja, con los labios pintados de rojo escarlata, hasta su manicura es del mismo color, en su cuello cuelga un collar que dice (LOVE).

No lo sé, pero mi cuerpo arde en llamas, el miembro se me levanta de sorpresa y se me mueve de arriba para abajo, ella saca su látigo de tiras de uno de sus profundos bolsillos.

—Así será cada vez que sueñes conmigo.

—Claro, ama.

Me preparo para el primer latigazo, no puedo moverme estoy atado a una cama, con cadenas bien firmes. A penas el látigo suena cuando toca mis pechos, grito.

—Cállate o la próxima será más fuerte – me ordena, pero a la vez suena como una amenaza.

Ya al segundo golpe, me despierto de sorpresa todo traspirado, el corazón me bombea más y más fuerte, me masajeo los ojos, no entiendo porque estoy llorando si fue placentero nunca en la vida tuve un sueño erótico y a la vez excitante. Me voy a la cocina a servirme un vaso de agua, pero donde lo estoy bebiendo no me da inspiración, abro la puerta del patio y subo a la terraza a ver las estrellas, bebiendo lo que queda del agua.

Estudio mi último año de secundaria en el instituto Resal. Es un colegio bastante exigente, los últimos cuatro años no se cómo hice para levantar tales notas, pero a la vez me siento feliz de poder conocer a dos de mis amigos: Eva y Ventura. Estas últimas clases del mes, vinieron profesores y alumnos de universidades prestigiosas y en mi caso puedo decir superficial, por ahora no me interesa seguir estudiando, a penas puedo con mi trabajo en la cafetería Starbucks, gracias a un tío pude entrar, ya hace un año que trabajo ahí. Aprendí mucho de las maquinas y ya me sale hacer el capuchino expreso.

Cuando ya era la hora de irse, Eva y Ventura salen conmigo. Somos de ir a la plaza que está al fondo del centro. Damos un par de vueltas, y pasamos a una cafetería que está enfrente del parque.

—¿Qué les sirvo? –

Nos pregunta una chica joven y bonita.

—Un café con leche y dos Coca–Colas

Hace el pedido Eva.

Mientras mis amigos hablan de sus notas y sus proyectos para el futuro. Miro por la ventana. No lo sé, pero siempre tuve curiosidad por lo verde y por los colores que me atraen, pero en ese momento veo algo que me nubla, es una ardiente mujer no más de treinta. Pienso que puedo estar equivocado. No puedo parar de mirarla, la baba se me cae, tengo todo el uniforme babeado, pero no me importa, sigo observando a esa sexy mujer, ella saca de la cartera de Prada, un diseño excelente, un cigarrillo y un encendedor, pestañea dos veces al fumar. Un chasqueo de dedos interrumpe mi fantasía, es Ventura con sus ojos señalándome las botellas.

Al terminar nuestro segundo desayuno, cada uno parte a su hogar, sigo pensando en todo el viaje, mirando el paisaje a esa candente mujer, ojala me hubiese mirado, sería el toque final de mi fantasía. Mis ojos se están cerrando, será mejor dormir unos quince minutos. Aún faltan ocho estaciones.

Al llegar a mi casa, estoy solo, veo si está todo correcto, gas apagado, ropa seca en el balde y luces encendidas, perfecto, puedo descansar. Lo bueno de hoy, es que Fito mi querido dálmata se lo llevaron con sus amigos al parque, ya me lo imagino jugando con ellos, remolcándose en el pasto con la pelota de tenis. Tengo hambre, voy a la cocina a prepararme un sándwich de pollo con un toque de aceite y un vaso de Coca – Cola light.

Termino de merendar y me pongo a estudiar para los exámenes finales, son la semana que viene y lo peor es que son tres exámenes, voy a terminar rendido. – Vamos tu puedes – exige la voz de mi conciencia, es cierto, a pesar que tengo veinte años y sé muy bien que la edad es un numero, nunca estuve tan seguro de seguir la voz de mi conciencia. Mi abuelo tenía razón, tengo que hacerle caso, aún no olvido la última conversación que tuvimos a solas antes de que partiera.

—Siempre fuiste fuerte, mi querido niño. Nunca te voy a olvidar y nunca olvides de escuchar a tu conciencia. Ella te guiara como tu ángel de la guarda. Prométeme que seguirás mi consejo.

—Lo prometo.

Fueron mis últimas palabras llorando, ya no podía sentir su pulso, murió frente mis ojos. Cada dos meses, un domingo paso por el cementerio a darle unas rosa y contarle como ando, siempre lo hago en secreto, no quiero lidiar con las frases siguientes de mis padres – DEJA DE IR AL CEMENTERIO, NO TE HACE BIEN. ¿Cuándo VAS APRENDER? – esa última pregunta me la hago siempre con ellos, se que son mis ¡PADRES! Los quiero, ya llega un punto que debo darme cuenta que si ves que nadie te ayuda para sentirte bien, te ayudas a ti mismo, eres la única persona que puede hacerte sentir bien, entre otras personas.

Tú te tienes a ti mismo para pelear con tus fantasmas del pasado.

A la semana siguiente me voy a trabajar, esta vez entro temprano. No siempre es así, pero como hoy no había clases mi jefe me ha recomendado el turno mañana.

Es cierto de lo que dicen, a la mañana hay muchos clientes reclamando y a la vez pidiendo que se les atienda sabiendo que estamos súper ocupados, mis compañeros no sé cómo hacen para aguantarlos, por mí, los hundo en un mar profundo.

Limpiando las tazas, llega Nico, su cara me dice todo, necesita ayuda con la gentuza. –Dios ayúdame con esta gente insoportable – digo para mis adentros, sacándome los guantes caminando y tirándolos a la parte de arriba del la máquina de exprés, me quedo paralizado un buen rato. ¡Hay no! Es la chica de mis sueños, la misma chica que vi por la ventana ese día.

¿Por qué ahora, porque en este momento? Me acerco con mirada falsa, no me gusta ser falso y nunca lo fui, espero que funcione, siendo mi primera vez.

No entiendo nada, mi mente es un abismo de preguntas sin respuestas. ¿Qué demonios querrá? ¿Sabrá mi nombre?

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarla? – tranquilo y sereno

—Buenos días, quiero una lagrima con poca azúcar y dos panecillos calientes, con queso frito.

¡Bueno! me parece que esta mujer tiene bastante hambre, por su figura puede que sea una modelo. La veo como de treinta, ni más ni menos.

—Enseguida, señora.

Voy todo apresurado hacer otros pedidos, creo que le caí bien de entrada, espero que tengamos algo en común –Estas trabajando – me grita la voz de mi conciencia, no le hago caso, esta es mi oportunidad de presentarme. Ella se apareció en mis sueños, puedo reconocer su aspecto físico fácilmente.

Pongo todo el pedido en la bandeja, en mi mente hago un mantra para conservar el equilibrio, no quiero parecer un tonto enfrente de ella.

Le gusta mirar el paisaje. Tengo que averiguar más.

—Me tomare el descanso ahora, cúbreme Nico.

—BIEN.

Con cuidado, entrego todo a su mesa, no deja de observarme, mi corazón esta latiendo con fuerza – TIRATE ENCIMA– dice mi corazón.

—Gracias.

—Es un placer, nuestro trabajo es que… el cliente se sienta cómodo con todo, hasta el asiento de cuero que está usted sentada.

Esboza una sonrisa y a la vez una risita, no puedo parar de ocultar también mi risa y nos reímos al mismo tiempo.

—Rachel.

—Alex Verdson.

No puedo creer que me haya dicho su nombre.

¿Cuántos secretos habrá en esta conversación?

Pasión de Lágrimas

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