Читать книгу Pasión de Lágrimas - J. N. Woolf - Страница 6

2

Оглавление

Estoy en la estación de tren, rumbo a casa. Aún estoy recordando todo lo que la señora Rachel y yo halamos.

—¿Así que estás terminando el colegio?

—Sí. Es el último año. Quiero terminarlo, más con mis amigos que entre los tres siempre nos ayudamos.

—Me parece correcto, la amistad une.

—Gracias, escucha tengo que volver al trabajo. Quisiera seguir, pero mi jefe es un tonto y no entiende cuando hablo.

—Ha sido un placer.

En ese momento se levanta, me deja una propina grande y un papelito.

Estando en casa, estoy acostado con los auriculares, escuchando música de yoga, mis compañeros del colegio me lo recomendaron cuando me veían durmiéndome en las clases. Dios, ese día nunca se va a borrar.

Entro a un hermoso sueño, está todo oscuro. Solo puedo ver en cada esquina velas afrodisíacas. Es una habitación elegante, veo que en el techo hay un espejo enorme. A mi derecha veo que hay un estante de látigos de tiras, a mi izquierda herramienta extrañas que no puedo diferenciarlas.

Quiero levantarme, pero veo que mis brazos están atados, no solo eso, estoy desnudo acostado en una cama matrimonial, apoyado en sabanas de satén. Miro para arriba. Lo que me tiene atado es una bufanda de seda blanca, esto es una tortura, pero a la vez no puedo negar que se siente rico.

Aspiro tranquilo, pero en un momento se escucha música agresiva, no conozco el cantante pero puedo asegurar que es de rock. Unos tacones resuenan en el piso, es de madera por lo que puedo notar. Una figura de mujer se acerca, vestida sensualmente de policía. Su cara me resulta familiar.

—Rachel –

Grito.

—Hola Alex, vamos a divertirnos.

En su mano izquierda posee un látigo de tiras. Mis piernas se mueven, pero ella al notar lo que hago, me da un fuerte latigazo en los genitales.

—Aaaggg –

Me retuerzo de dolor, santo dios esto duele bastante, es peor que una patada.

—Deja de moverte, ese azote era una advertencia.

Ya veo, lo que le gusta a esta bruja es jugar rudo. Entiendo todo. Tendré que jugar, total es un sueño, no es real.

Después de un buen rato de azotes, ella tira el látigo, se desnuda enfrente de mí. Se apoya en mi cuerpo y a la vez se levanta.

Jadeo, ella se mueve gozando a gritos hasta que un momento eyaculo. Doy un último respiro.

El sueño fue perfecto, pero a la vez me pregunto ¿Por qué acabé tan rápido? soy hombre, debería de seguir, siento unas cosquillas dentro. No doy importancia a la gente, ellos que van a saber de sueños eróticos. Estando en la estación de tren, veo ese hermoso paisaje hipnotizándome, como chocolate a su dueño.

Dentro del tren rumbo para el trabajo, saco del bolso mí querido diario.

Miércoles 29 de Noviembre del 2017.

Estoy soñando todo el tiempo con esa hermosa mujer, ahora se como se llama, sé que no es coincidencia que me la haya encontrado en el trabajo, ni que me haya dado su nombre.

Tengo que averiguar sobre el papel que me dio antes de partir, lo tengo guardado en el bolsillo del saco, pero tengo miedo de saber que hay. Sí, tengo miedo. Me puedo describir como un tonto e inmaduro, pero es lo que ciento, no lo pienso negar, tengo que averiguar más sobre ella.

Me pica la curiosidad, aún falta para mi descanso y estoy atendiendo a insoportables clientes que no saben que elegir, me desespero, pongo la mente en blanco un rato largo, pero no me sirve. Unos aplausos interrumpen mi tranquilidad y quien más puede ser que mi jefe.

—¿Que anda pasando con esos cafés?

—Enseguida.

—No te pago para eso Verdson, que no vuelva a pasar.

—No señor.

Llegó mi descanso. Hoy tengo suerte, diez minutos más. Estando en el parque, a dos cuadras de mi trabajo, saco el papel de Rachel. Estoy algo nervioso, no sé si pueda con esto. Me dio su número de teléfono, guau. Si que tiene una gran confianza.

Saco el móvil del bolsillo de mis vaqueros, la llamo.

—Hola.

Hasta su voz en el teléfono es sexy.

—Hola Rachel, soy Alex, gracias por darme tu número.

—Fue un placer, te veo confiable.

Me prepuso seguir hablando a la noche en su casa, le dije que sí. Estaría allí a las diez y media. Al volver al trabajo no hay tanta gente para atender, tomo un respiro.

Tengo que estudiar para los exámenes finales, son en tres días y aún no toco ningún libro. Voy enseguida al living, agarro el libro de biología, es la que tengo que aprobar. La ultima vez me he sacado un cinco, debió a ver sido un seis, con solo pensarlo me da una rabia, soy pésimo con todo lo que tiene que ver con las células, tengo que estudiar diez páginas y ver a Rachel en cuatro horas, me ruborizo, pongo los ojos en blanco.

Después de estar media hora estudiando, veo el reloj. Aún hay tiempo para descansar, veré un poco de tele. Un rato viéndola, Fito se aparece sentado y con cara manipuladora, dios, tengo que sacarlo, ciento de veces lo saco, a veces me gustaría que ayudasen.

Es de noche, no hay nadie en el parque, solo gente corriendo por un camino floral, trotando de aquí para allá. Saco la pelota de tenis de la bolsa y la tiro lo más lejos que puedo, me encanta ver a Fito correr, es tan veloz, hasta me gusta escuchar su chapa que cuelga.

Ya es casi la hora de encontrarme con ella, me baño, me afeito y me pongo algo de gel, casi nunca lo uso, no me parece correcto para el pelo, tengo mis propios trucos para que me brille. Solo a veces me pongo productos de mi madre.

Ya estando listo, lo que falta es evadir a la familia. Por suerte mi hermano se ha quedado a dormir en la casa de amigos de trabajo. Papá está todavía trabajando, ya debe estar saliendo, Fito está en su cama durmiendo plácidamente, me pregunto qué sueños tienen los perros.

—¿A dónde vas?

Maldita sea.

—Voy a lo de Ventura, hay cosas de las que tenemos que hablar.

—¿Ha esta hora?

¡Huy! Pero que pesada y que desconfiada, el día que aprenda, me hago monje.

—Sí, mamá. Puede que me quede a dormir.

—Muy bien, hijo.

Salgo a toda velocidad para la estación de tren, reviso el reloj. Aún tengo tiempo, si tomo el que está viniendo sería muy temprano, me decido a tomar otro, total cada cinco minutos llegan.

Reviso el móvil, lo uso en ocasiones para disimular, la estación está un poco llena, tengo un mensaje de Eva.

*Hola Alex, me encantaría que te pasaras mañana por mi casa.*

*Así podremos estudiar para biología.*

El mensaje me llega al corazón. Ella siempre tan demostrativa, por eso somos los mejores amigos junto con Ventura.

El tren está llegando, perfecto, más rápido en lo que debía. Estando dentro me pongo a escuchar música, solo son ocho estaciones. Tengo que caminar cinco cuadras.

No sé si llamarla, estoy un poco excitado por verla, al diablo la llamo.

—Hola.

Como siempre esa vos seductora.

—Hola Rachel, quería avisarte que estoy llegando.

—Ok, cariño no te preocupes confió en ti, ya te lo dije.

—Lo sé, dentro de un rato nos vemos, saludos.

Uf. Que tenso me puse, es tan difícil hablar con esta mujer, que con solo escucharla me derrito con tanta facilidad. Será mejor que siga con mi música, falta la mitad del viaje.

La estación está media oscura, no tengo miedo, ya estoy acostumbrado a estos pasadizos oscuros. Cruzo por un puente nada agradable, solo puedo notar una silueta caminando frente mío, no le doy importancia, solo es un chico un poco asustado, se nota que no le gusta la oscuridad, por dentro me da lástima.

Toco el timbre y me abre una mujer pequeña y robusta.

—Debes de ser Alex, pasa.

Guau, nunca pensé que iba de ser tan fácil entrar a una casa. Ya de entrada la señora me cae muy bien, me señala un sofá color blanco, el diseño de cuero es maravilloso.

—¿le gustaría Coca, agua o café?

—Un vaso de Coca–Cola.

—Enseguida.

Rachel baja con un vestido de terciopelo rojo escarlata, casi se me cae el vaso. Por suerte no pasa. Sus zapatos negros son de un tacón tan alto, que me cuesta poder cerrar mi boca.

Se sienta en el respaldo del sofá cruzando las piernas, sonríe fríamente, me sorprende que no me esté hablando. Mi mente está pasando por un lago de preguntas. ¿Me quedo? ¿Me voy? El tema es que no lo quiero hacer. Soy maduro para mantener una relación de este nivel, a demás esta mujer me sedujo en sueños y después apareció en mi trabajo, soy consciente que no fue casualidad o cosas del destino como siempre ando diciendo. Pero lo mejor va hacer seguirle el juego, si veo que algo no está bien y no funciona me voy, será lo mejor.

Pasa por un gran salón sin hablarme, no entiendo nada. Aparece después con un pote de frutillas y dos copas de sidra. –Tranquilo Alex – me dice la vos de mi conciencia.

Intento mirar por otro lado, pero ella me agarra suavemente de la mandíbula, aprieta feroz mente hasta poner su boca en la mía. Me entrego de pasión y lujuria, nos acostamos en el piso. De repente le arranco feroz mente la prenda. Le chupo un pezón.

Me agarra del pelo hasta jalarlo, como hace un jinete con su yegua. Me tira al suelo, saca con ferocidad mis vaqueros y mis calzones, empieza a chuparme el miembro, gimo.

Aaah, No puedo parar de gritar, mis uñas se clavan en la alfombra.

Nos detenemos por un rato, saco de los pantalones que están desparramados en el suelo un preservativo, suerte que vengo preparado.

Rachel aprovecha el momento y me ayuda a ponérmelo, su lengua viperina acaricia mis labios.

—Quiero que ese pene este dentro.

—Yo también.

Le saco su falda negra con cuidado y sus bragas, me saco también la camisa, la penetro. Jadea, mientras me muevo para arriba con fuerza, también empiezo a jadiar.

—Ay nena, como me calientas.

No responde, le empiezo acariciar los pechos, se los aprieto con fuerza, los estoy empezado a chupar, hasta que acabamos.

Me volteo hacia mi derecha, contemplamos por un buen rato el techo, como si estuviéramos en la playa.

Me despierto sobresaltado, siento que tengo toda la ropa desgarrada. Rachel sigue dormida. Su maquillaje sigue perfecto, me alegro que este bien, tengo que admitir que estuve asustado, no se puede comparar un sueño con la realidad, aunque debo admitir que en los sueños el sexo es más duro.

Tomo dos frutillas, están riquísimas, las bajo con un sorbo de sidra, también esta riquísima. No puedo quedarme, la levanto con cuidado y la apoyo en el sofá. Le voy quitando los zapatos.

Voy al piso de arriba buscando desesperado el baño, gracias a dios lo encuentro, era la primera puerta del pasillo. Estando dentro me miro en el espejo un poco frustrado, despeinado y bañado en sudor. Tomo sorbos de agua y de paso me arreglo el pelo.

Un largo rato secándome y sin parar de ver el reflejo de la persona que está frente a mí. Siento que se me caen las lágrimas, no sé si es de pasión o de dolor, quiero estar con ella, pero no me estoy sintiendo incómodo.

Al estar en la planta baja, reviso el salón. Sigue dormida.

Tomo de la mesita de luz una lapicera y en el cajón saco un anotador.

Me encantó nuestra noche.

La mañana siguiente chequeo la agenda, tengo anotado entre paréntesis una tarea importante (volver a retomar taekwondo)

Si. La decisión es fuerte y apasionada, quiero volver.

Antes de ir a clases, paso por el gimnasio.

De paso pago la cuota para empezar.

—Hola Alex, me alegro que vuelvas.

Siempre tan simpático, espero que sea así en las clases.

—También me alegra volver a verlo.

Un año que deje de entrenar, todo por un inconveniente absurdo.

Me da para firmar los papeles de inscripción, mi corazón late de emoción, conoceré gente nueva.

Eva me viene abrazar con mucha alegría, Ventura me saluda dándome la mano agitándola con fuerza.

—Alex, ¿Por qué no respondiste?

Hay no.

—Tienes razón, estaba en otro planeta, lo siento. Acepto la invitación.

—Me alegro, no hay drama. Ventura tu también estas invitado.

—Gracias, amiga.

Los tres amigos siempre juntos, nunca podre olvidar cuando el día del amigo, en el primer año, les regale una pulsera de cada color.

La de Eva verde, la de Ventura roja y la mía es azul.

Pasión de Lágrimas

Подняться наверх