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ОглавлениеLa ambulancia se instala en mi casa, el doctor con acento gallego ya de entrada me cae muy bien, me revisa con cuidado como si estuviera revisando a un recién nacido, no le doy muchos detalles, porque no recuerdo nada. Me dice que me suba a la ambulancia y después llamaran a mis padres.
—No quiero que lo sepan.
—Señor Verdson, es importante, que lo sepan.
—De acurdo, pero necesito que sea solo eso, porque hay más de que contarle. Lo que voy a mostrarle es personal.
El doctor me mira como si le mostraría un muerto en mi habitación, vamos con cuidado subiendo por escaleras. Muestro las prendas.
—Necesito que subas ya a la ambulancia urgente.
Lo obedezco, y nos vamos lo más rápido al hospital.
Después de varios estudios, me entero que fui víctima de violación. Casi me desmayo. No podía respirar y los doctores me mandaron a una habitación.
Acostado en la camilla, miro el techo y no puedo entender todo lo que pasó. No les di mucha información a los doctores, solo que fui a correr por un asunto familiar triste.
No me importa si me creyeron o no, solo sé que me dijeron que hasta el día de mañana me quede. Ellos me dieron unos ibuprofenos para el dolor de cabeza y me tuvieron que cocer porque al parecer, estaba un poco abierta la herida.
Llegue a mi casa con una horrible cara. No pude dormir en toda la noche en el hospital. Menos podre dormir ahora en mi casa, es todo complicado.
No puedo recordar nada, solo pienso en el momento del que fui golpeado, lo demás está todo borroso, quiero acordarme, pero solo consigo más dolor del que tengo. –Sera mejor que no hagas fuerza con la cabeza, ni de chiste. – Acostado en la cama mirando el techo, siento que estoy mirando las estrellas. Es mejor pensar en eso que en algo horrible. –Lo más horrible pasó y tus padres están llorando en la planta baja. – La voz de mi conciencia me está molestando bastante, le grito para mis adentros a ver si con eso se calla.
En estos momentos intento cerrar los ojos. Sueño con la graduación. Ese fue un hermoso momento, con el birrete y un uniforme de color rojo carmesí, parecía que estábamos usando una sotana que usan los curas, con solo pensar en ese vestuario una risita se me sale de los labios.
Tampoco puedo olvidar las fotos de mis amigos, o del curso cuando a veces éramos un equipo. Nos reíamos, tomábamos y nos abríamos cuando sentíamos que era la oportunidad de conocernos un poco más.
El sueño cambia en un santiamén, ahora me veo a mi mismo corriendo en el día en que todo pasó. Sí, Me estoy viendo de pies a cabeza, me conozco. Lo único que puedo notar, es una persona encapuchada con un pequeño fierro que levanta hacia mi cabeza.
Me despierto de golpe, voy corriendo al baño y miro a la persona reflejada toda sudada y con rabia de romperlo todo. La cara lo dice todo. Puedo sentir dentro de mí, ira, dolor etc. Rompo el espejo de un solo puñetazo, caigo al piso tratando de arrancarme los pelos. Pero se interrumpe todo, mi madre abre y al solo verme todo destruido llora con migo y me abraza. Hacía mucho que no sentía un amor tan fuerte como el de mi madre.
Después de varias semanas de reposo, vuelvo al trabajo. Ninguno de mis compañeros sabe nada. Ni deben saberlo, no son muy confiables. No hay muchos clientes hoy, me alegra saber que mi jefe está de vacaciones, hubo momentos que no me arrepentía tirarle una taza bien caliente de té.
Puedo decir que su esposa, Diana, es mejor que él. Sabe entender a todos los hombres y por supuesto mujeres de la empresa.
Como me gustaría con mis compañeros echar a su esposo y quedarnos con ella. Con solo pensarlo una risa se brota.
El día de hoy no pudo ser más cansador, después de mi descanso hubo muchos trabajadores de todo tipo. (Abogados, empresarios, viejas chusmas, niños insoportables, etc.) A veces me pregunto cómo mis compañeros pueden ser tan tontos en no decir lo que sienten, por ejemplo si los molestan con el tema del café o porque no se apuran. Nunca en la vida hay que ser sumiso, yo con gusto les diría de todo y me importa un bledo si quieren echarme, encontrare algo mejor.
Llego a mi casa muerto, ya parezco un zombi en las calles con la espalda reclinada y mis brazos balaceándose.
Mi madre al parecer está en la cocina hablando con alguien. No reconozco su voz así que me acerco con cuidado. Al revisar con cautela por la cerradura veo a una mujer, pelirroja y con una chaqueta bien negra con incrustaciones doradas que le caen a su alrededor. ¡Hay no! La voz de mi conciencia acepta la respuesta.
Si es Rachel.
Martes 23 de Enero del 2018.
No puede ser. ¿Cómo sabe donde vivo?
Desde que la conozco nunca dije mi dirección. Todo esto me da malas vibras, tengo que hablar con ella, antes que vuelva a encontrarse con mamá.
Es muy peligroso que mi propia madre sea muy amiga de ella.
Nadie debe saber de lo nuestro, maldita puta. Siento que ahora quiero matarla, pero la sigo amando, además la última vez que estuve en su casa, su nuevo método sadomasoquista me hizo querer más.
Después de una semana, me decido a ir a su casa.
Ojala que no mienta. Puedo decir que cuando quiero puedo ser un poco ingenuo. Al llegar toco el timbre, me sorprende que la propia Rachel me haya abierto.
—Quiero saber la verdad Rachel. ¿Cómo sabes donde vivo?
Ella se queda quieta mirándome con ira, no le hice nada para que me haga esto, no se a que juega, pero no voy a caer en sus juegos. Su lengua masajea sus labios pintados de rojo sangre, sus ojos no se apartan de los míos. Una erección empieza alargarse, no puedo contenerla.
—Rachel enserio, quiero hablar.
Levanta el dedo índice apoyándolo cerca de sus labios, haciendo la señal de que haga silencio. Se empieza a desabrochar la blusa azul marino. Una vez sola en corpiño levanta su copa de vino y se la tira en sus pechos, inclina su cabeza mirando el techo. Por mi parte me muerdo el labio, estoy excitado, mi erección esta completa, me quito los zapatos, los pantalones y la camisa.
Me tiro encima de ella. Le arranco despacio la falda y las bragas. Empiezo a lamer.
La penetro con fuerza, ella gime, me araña la espalda, ahogo el dolor y meto mi boca en la suya mordiéndole los labios. Empiezo a morderle el labio inferior tirándolo hacia mí.
Le chupo los pulgares de los pies, mordiéndole despacio, empieza a gritar.
Tomo la botella y le tiro todo lo que queda en los pechos, chupo uno por uno, mordiendo las puntas.
Saco un preservativo de los bolsillos que están a lado mío.
Penetro con más fuerza, sujetándole el flequillo.
—Ah.
Gime.
Estoy satisfecho por el desprecio que acabo de darle.
Me despierto sobresaltado, sigo en su casa. Esta vez estoy en su cama, pero solo. Me levanto, la ropa está en una silla.
Rachel está en la cocina, pero con otra clase de prenda, lleva una musculosa rosa y pantalones deportivos.
—Veo que estás leyendo el diario.
No responde, sigue leyendo las páginas de moda.
—Escucha Rachel, quiero hablar.
—¿Qué pasa Alex?
La veo un poco enojada.
—Sabes de lo que quiero hablar.
—Dime qué quieres.
—Te vi en mi casa. Estabas hablando con mi madre.
Rachel cierra con fuerza el diario y lo guarda en el cajón.
—Fui a tu casa a verte. Tu madre me dijo que estabas trabajando, le dije que era solo una amiga del trabajo.
Me dejo entrar y empezamos hablar. Una de las partes era de ti, me conto sobre lo que te pasó.
Se levanta de la banqueta y me abraza con toda sus fuerzas.
Es muy extraño, me cuenta de lo que estaba haciendo adentro de mi casa, pero no me cuenta como sabe mi domicilio.
—¿Cómo sabes mis datos?
—No fue tan difícil, pregunté en tu trabajo.
Tu jefe me dijo el domicilio. Tengo mis encantos nene.
Genial. Mi propio jefe le da información a desconocida. Seguramente si su mujer estuviese en esos momentos le daría con el sartén caliente.
La conversación quedo así. Siento que fue como un baldazo de agua fría. Termino de desayunar y me dirijo a casa.
La semana siguiente estando haciendo yoga en mi habitación, tocan a la puerta. Mis padres entran, tenemos una conversación un poco seria.
—Tu padre y yo pensamos que lo mejor es que estés lejos un tiempo.
¿Dónde?
—Mamá tiene razón, pasaron muchas cosas. No quiero ser específico, pero tú sabes a que me refiero.
Ahora entiendo, quieren que me aleje para poder encontrarme conmigo mismo.
—Acepto lo que me dicen. ¿Puedo invitar a alguien?
—Por supuesto hijo –Dice mi madre al borde de llorar.
Toma una de mis mejillas y la acaricia con la yema de los dedos.
Casi lloro también por ese momento tan tierno que hace mucho no tuve.
Cuando tenía cuatro años ella siempre me cantaba con mi querido abuelito, esos tiempos eran tan tiernos.
Después de una larga charla, mis padres hablaron con mis amigos –Eva y Ventura –mis mejores amigos, lo mejor es que –Nos vamos a Villa Gesell–
Hay boliches, una hermosa playa, lindos restaurantes etc. Sigo con el Yoga, la música es tan relajante que se escucha el sonido del mar y del los animales.
Miércoles 24 de Enero del 2018.
Me alegro mucho de poder viajar con mis amigos, siempre quise hacerlo, pero una parte de mi no podía por miedo a perder a mi familia. Pero siento que ahora es un excelente momento para poder descansar y conocer gente nueva, estoy un poco ansioso y la mano ahora me está temblando.
Mamá consiguió una extensión, aunque no quería nada de ellos para poder independizarme.
Después una mini discusión, acepté la tarjeta y de paso nos abrazamos. Creo que ahora nuestra relación está volviendo a crecer. Quiero que siga así. Por otra parte como me dijo una vez Rachel –Divierte, que la pasen excelente–
Tengo que divertirme y estar el mayor tiempo con mis amigos.
Llegó el día. Los tres estamos en la terminal esperando el micro. Lo malo de estas empresas es que siempre no cumplen horarios, tardan como una hora o peor dos horas máximo.
Una vez dentro, estamos delante de todo, gracias a la familia de Eva que trabaja en la empresa.
El viaje fue demasiado largo. Hubo bastante tráfico y paradas para los choferes. Pero al final llegamos muy bien, una vez saliendo conseguimos las valijas.
La casa de playa es hermosa. Un living con paredes de madera, una cocina azul mar, el piso de arriba hay tres habitaciones, en la planta baja hay dos baños.
La primera noche fue espectacular. Terminamos de ordenar y después fuimos hacer las compras para las dos semanas que nos quedamos. A la noche fuimos a un bar del centro a festejar por nuestra llegada.
Estos días no puedo olvidarme de Rachel. En estos momentos estamos en la playa y cada mujer pelirroja que miro me hace recordarla.
No entendiendo, fui víctima de violación, Rachel sabe donde vivo y lo peor –conoce a mi madre –Esto es demasiado.
Eva se fue al mar mientras Ventura y yo estamos armando la carpa. Al terminar, Ventura se mete al agua y yo me quedo cuidado las cosas y tostándome un poco. La temperatura está muy alta, por suerte tengo puestas mis gafas de sol de color rojo.
Saco del bolso de tela mis auriculares y mi MP3, contiene música de Yoga y canciones de solistas. Me decido en poner una pieza clásica del opera (Madama Butterfly) Una pieza hermosa que mi padre me llevó un fin de semana lluvioso. Erala primera obra de ópera que vi y me enamore de su historia.
Me despierto y noto que mi cara está llena de lágrimas, seguramente habrá sido la música. Aunque debo decir que estuve soñando que perdía a mi Rachel.
El sueño era confuso. Estaba con ella mirándonos en un hermoso paisaje y de repente mis amigos aparecen.
—Nosotros o ella.
—Ustedes.
Rachel va desapareciendo en unos arbustos gigantes de color rojo sangre. Empieza a llover. Con el corazón roto caigo de rodilla.
Mis amigos se ponen también de rodillas, lloran conmigo, abrazándome.
Eva me acaricia el pelo con suavidad, mientras que Ventura me dice en el oído –No es la indicada–
Vuelvo a la realidad cuando Eva chasquea los dedos.
—¿Te encuentras bien?
—Sí, no te preocupes. Solo estaba escuchando una pieza.
—Ah.
—Estoy bien Eva.
—Bueno, si tú lo dices. ¿A propósito que clase de música?
—Nada menos que la mejor pieza de amor. MADAME Butterfly
Que sorprendida.
—Guau, nunca supe que te gustaba la opera.
—Solo esa pieza.