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Capítulo 4

SEMIÓTICA, LINGÜÍSTICA Y PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

Temas del capítulo

El signo lingüístico: significante y significado • Signos, señales y símbolos • Semiosis, semiótica y ciencia • Semiótica, lingüística y psicología del lenguaje • Psicolingüística: perspectiva diacrónica

En este capítulo nos referiremos a los signos en general -y a los del lenguaje verbal, en particular- mencionando áreas del conocimiento que se valen de ellos y sin los cuales no podrían existir. Nos ocuparemos de algunas cuestiones de semiótica, relacionando posteriormente esta ciencia con la lingüística y la psicología del lenguaje.

La gran variedad de "términos sígnicos" -señal, índice o indicio, símbolo, signo, ícono, síntoma y otros- suele generar cierta confusión, lo que obedece a que se-miólogos, psicólogos, lingüistas y filósofos los entienden y definen a veces de manera diferente. Presentaremos algunas de las clasificaciones más conocidas a fin de que el educador, tanto de aula regular como especialista, se forme una visión general, complementando sus conocimientos sobre el tema. Todo ello debe constituir parte necesariamente de la "base conceptual" que le permitirá fundamentar mejor sus responsabilidades pedagógicas y psicopedagógicas.

EL SIGNO LINGÜÍSTICO: SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO

Todo lenguaje es un sistema de signos. En el caso específico del lenguaje verbal, este está constituido por signos lingüísticos (básicamente, palabras) en los que, como ya lo había hecho notar Saussure, hay dos aspectos inseparables: significante y significado, conocidos también como expresión y contenido:

• El SIGNIFICANTE o EXPRESIÓN es la imagen acústica o gráfica que re-presenta o "está en lugar de" aquello a que hace referencia el signo.

• El SIGNIFICADO o CONTENIDO es el concepto o idea re-presentado por la imagen acústica o gráfica.

La palabra "pizarrón" (o encerado), en sus formas escrita o hablada, y el dibujo correspondiente, en los ejemplos que siguen, constituyen el significante. El concepto o idea acerca de lo que es un pizarrón,1 el significado.


Nótese que los dos primeros significantes son lingüísticos. El tercero, de carácter icónico, ya que tiene semejanza física directa con lo designado, es no verbal. Se podría también representar la idea de lo que es un pizarrón por medio de gestos: ello constituiría otro significante no verbal.

Como lo hacen notar Liberman, Shankweiler y Liberman (1989), hay una diferencia crítica entre el lenguaje verbal, exclusivo del ser humano, y todas las otras formas naturales de comunicación (gestos, expresiones corporales, etc.): en todos los sistemas no lingüísticos, los significados se relacionan con signos que difieren holística o globalmente entre sí. La consecuencia inevitable es que el número de significados que puede comunicarse está limitado por la cantidad de señales holísticamente diferentes que el organismo puede producir y percibir, número que es relativamente pequeño.

En el lenguaje verbal, en cambio, los significados no son transmitidos por señales que difieren globalmente, sino más bien por palabras, es decir, por signos que difieren entre sí en su estructura interna. Tal estructura está constituida por un pequeño número de elementos fonológicos sin significado, regidos por un sistema combinatorio altamente especializado e inagotable en posibilidades: con pequeñas modificaciones en dicha estructura se pueden estar creando siempre palabras nuevas que, pese a su semejanza física, pueden referir -por las características del signo lingüístico- a realidades muy diferentes entre sí. Véase, por ejemplo, las palabras: pase, pese, pise, pose, puse. El cambio en una sola letra produce modificaciones sustanciales de significado (y se dan, en este ejemplo, algunos casos de homonimia).

Esto nos lleva a explicar que en los signos las relaciones significante-significado pueden ser de diferente naturaleza.

Por ejemplo, es un hecho conocido que existe una relación natural entre "humo" y "fuego" cuando se afirma que "el humo es signo de fuego". Un signo icónico, como el dibujo del pizarrón más arriba o la maqueta de una casa, tienen un parecido físico con lo representado, dándose una relación analógica o de similitud.

En el signo lingüístico, en cambio, la relación entre significante y significado no es natural ni analógica. Reúne dos características importantes:

1. Es una relación convencional, es decir, fruto de acuerdo o de convención.

Para la mayoría de las palabras de una lengua es muy difícil determinar cuándo o cómo se llegó a inventarlas para que representaran determinadas ideas o conceptos. Resulta más fácil, en cambio, cuando se trata de neologismos o palabras y expresiones nuevas (que se suelen basar en palabras o expresiones conocidas). La jerga computacional es rica en ejemplos de palabras relativamente nuevas (formatear, inicializar, e-mail, blog, twitter) destinadas por convención o acuerdo para representar determinadas nociones.

2. Es arbitraria, es decir, no necesaria. No hay una relación natural, interna, entre significante y significado. Lo que llamamos pizarrón o encerado podría denominarse (y ello, de hecho, ocurre) de otras maneras y no se vería afectado el significado o concepto al que se alude.

Esto queda de manifiesto al comparar lo que ocurre en las diversas lenguas: un mismo significado o contenido tiene en cada una de ellas un significante o imagen acústica (y gráfica o escrita) diferente.

Flor, fleur, fiore, flower; mujer, femme, donna, woman, etc. corresponden a imágenes acústicas y gráficas diferentes, pero aluden, respectivamente, a un mismo concepto.

Las palabras tren y locomotora, la primera muy corta y la segunda larga, aluden a objetos físicos con un tamaño justamente inverso: un tren es mucho más largo que una locomotora. Esto podría desconcertar a un niño que está en etapas iniciales de la lectura y escritura. Una representación icónica, a diferencia de una de tipo lingüístico, respetaría con fidelidad ese aspecto.

La homonimia,2 en que a formas idénticas corresponden significados muy diversos (río, papel, tomo, canto, planta...) también da cuenta de la arbitrariedad de la relación significante-significado (o expresión-contenido) en los signos lingüísticos: un mismo significante puede corresponder a dos o más significados diversos. Analicemos, por ejemplo, la palabra bajo:

En este coro es un excelente bajo

Mañana bajo para Puerto Aysén

Es un tipo más bien bajo

Utiliza un lenguaje bajo y soez

Habla demasiado bajo y no se le escucha

Obsérvese que incluso se trata de categorías morfológicas diferentes (sustantivo, verbo, adjetivo, adjetivo, adverbio), que cumplen funciones sintácticas distintas y que remiten a significaciones y categorías conceptuales diferentes. En este ejemplo específico, sin embargo, las variadas manifestaciones del término bajo comparten algún rasgo semántico común. No comparten rasgos semánticos, en cambio, los homónimos llama (animal), llama (fuego) y llama (verbo llamar). Todo lo anterior no podría ocurrir si se tratara de relaciones naturales, necesarias, es decir, si a un determinado concepto le tuviera que corresponder forzadamente una etiqueta lingüística.

Es de interés destacar que el mismo de Saussure, de acuerdo a lo recogido por sus discípulos en el Curso de lingüística general, distinguió entre signo (con las características ya enunciadas) y símbolo, en el cual siempre hay, al menos, un rudimento de vínculo natural entre significante y significado. En el símbolo nunca dicho vínculo es totalmente arbitrario. La "balanza", por ejemplo, puede ser símbolo de la "justicia", porque la posición de equilibrio de sus brazos se asemeja, de algún modo, al contenido básico de dicho concepto.

SIGNOS, SEÑALES Y SÍMBOLOS

No siempre hay acuerdo entre lingüistas, psicólogos, filósofos, etc., en la elección de los términos que designan las diversas modalidades de relaciones significante-significado o las modalidades de representación simbólica. Por ejemplo, la manera en que los lingüistas definen el término signo corresponde a lo que muchos filósofos y psicólogos consideran un símbolo, quienes a veces reservan la palabra signo (equivalente a indicio o índice) para aquellas situaciones en que el significante es parte de lo designado. (El humo es signo o indicio de fuego).

Cassirer (en su Antropología filosófica) va incluso más allá y considera los signos como "propios de los procesos semiósicos animales" (entendidos, en realidad, como "señales") y los símbolos, como característicos del universo humano.3 De hecho, define al hombre como animal simbólico.

Recuérdese que Bühler, en el modelo de funciones del lenguaje anteriormente examinado, señala que todo signo (o mensaje) lingüístico implica una triple relación (lo que se grafica en la fig. 4.1):

• SÍNTOMA o INDICIO del sujeto hablante (función expresiva).

• SEÑAL para la persona del oyente (función apelativa).

• SÍMBOLO de las cosas, de aquello de que se habla o asunto (función representativa).

El modelo de Bühler muestra la manera original e influyente en que este autor utilizó la terminología sígnica. El filósofo, lógico y físico estadounidense Peirce, considerado uno de los fundadores de la semiótica, desarrolló varias clasificaciones de los signos. La más conocida por los psicólogos, atiende a la relación entre el signo y el objeto significado,4 distinguiendo tres clases de signos:

Íconos o signos icónicos: tipos de signos que tienen una semejanza física directa con lo designado (fotografías, dibujos, modelos a escala, imágenes fílmicas, planos, etc.)

Índices o indicios: signos con una relación de efecto a causa o que son parte de lo designado (humo, como signo del fuego; luz roja en el tablero del automóvil, como signo de un problema en el motor; huella en la arena, signo de un pie, etc.)

Símbolos: signos cuya relación con lo designado es fruto de una norma convencional (signos lingüísticos; la bandera, símbolo de la patria; la luz roja del semáforo, que por convención simboliza "peligro", obligando a detenerse).

Piaget, a diferencia de varios psicólogos y filósofos, utiliza el término signo para aludir a lo que estos -como es el caso de Peirce- definen como símbolo. Esto se debe a que ya en su obra El nacimiento de la inteligencia en el niño comienza a utilizar en la notación de su sistema semiótico los aportes de la escuela de Saussure.5 Distingue entre significante y significado en todo proceso de significación, desde las etapas más tempranas (Fig. 4.2).


Figura 4.1

Los tres modos de ser del signo, según Bühler

De acuerdo a lo que afirma J. Hierro Pescador,6 Piaget "distingue entre signo y símbolo en los mismos términos que Saussure, aunque acentuando aún más el carácter icónico del símbolo". Añade, además, los conceptos de índice o indicio y señal para referirse a las etapas más tempranas. En El nacimiento de la inteligencia en el niño, cuando explica el "reconocimiento de los indicios y su utilización en la previsión" por parte del niño, en el cuarto estadio del período sensorio-motriz, analiza con finura indicios y señales. Afirma que, en tanto que estas impulsan simplemente a la acción, los indicios permiten al niño pequeño una previsión independiente del acto. Como ejemplo, a los 11 meses y 15 días

"Jacqueline llora cuando su mamá se pone un sombrero. No se trata ya del temor o de la inquietud, como antes, sino de la seguridad de la marcha" (p. 188).

De todo lo anterior, puede derivarse que de los diferentes términos sígnicos, el más genérico, el que los incluye a todos, es el término SIGNO. Sin embargo, el uso corriente de este término, compartido también por psicólogos -como se indicó- admite el sentido restringido equivalente a "indicio", en que el significante es parte de lo designado: las lágrimas son signo de pena; el enrojecimiento es signo de vergüenza, etc.


Figura 4.2

Diferentes modalidades evolutivas de significación según Piaget. Adaptado de Battro. Los signos son convencionales y colectivos. Los símbolos refieren a pre-conceptos individuales y dependientes del objeto. Cada esfera muestra una relación significante-significado.

Los psicólogos utilizan frecuentemente el término señal como un tipo de signo que tiene una relación causal con lo designado y que tiene "sentido" incluso en ausencia del objeto. Los estímulos condicionados son señales que dan lugar a un comportamiento "como si" el objeto (el estímulo incondicionado) estuviera presente.7

Signos y señales, en el sentido recién expuesto, no alcanzan la categoría de símbolos, según son definidos en la clasificación de Peirce, y como los conciben la mayoría de los psicólogos.

Entendidos así estos términos, se logra una adecuada comprensión de la impactante referencia al caso de Helen Keller que hace el psicólogo D. Child (1975), en el capítulo dedicado al lenguaje y el pensamiento, cuando dice:

Un inusitado ejemplo de una transición de signo y señal a sistemas simbólicos lo describe brillantemente Helen Keller en The story of my life (Doubleday. Nueva York, 1917). Sorda y ciega desde la infancia, había hecho pocos adelantos hasta que, a los siete años, se le dio como institutriz a la señorita Annie Sullivan. Durante los primeros días ésta le hizo palpar objetos mientras le dibujaba las letras del nombre de esos objetos en la palma de la mano. Pero no se daba cuenta de que las formas que se le "dibujaban" en la palma eran rótulos que designaban los objetos que tocaba. De hecho, Helen ni siquiera se desprendió de los signos que la rodeaban. Llegó el momento de la verdad cuando" (y aquí comienza el relato de la misma Helen):

"Caminábamos por el sendero hacia la casita donde se hallaba la bomba de agua, atraídas por la fragancia de la madreselva que la cubría. Alguien estaba sacando agua, y mi preceptora me colocó la mano debajo del chorro. Mientras la fresca corriente se me vertía sobre una mano, ella me deletreaba en la otra la palabra agua, primero despacio, después rápidamente. Yo me detuve quieta, toda mi atención fijada en los movimientos de sus dedos. De repente sentí como un nebuloso reconocer de algo que había olvidado, la emoción de un pensamiento que volvió. Y de alguna manera se me reveló el misterio del lenguaje. Entonces sabía que 'a-gu-a' significaba ese algo maravillosamente fresco que me corría sobre la mano...

Salí de la casita ávida de aprender. ¡Todas las cosas tenían un nombre!, y cada nombre dio lugar a un nuevo pensamiento.

El siguiente esquema, que incluye ejemplos sencillos, resume algunos de los conceptos definidos anteriormente. Nótese que "signo" denomina tanto a la categoría general como a subcategorías:


SEMIOSIS, SEMIÓTICA Y CIENCIA

Según el semanticista conductista Charles Morris,8 el proceso por el cual algo funciona como signo puede denominarse semiosis. Este proceso implica tres (o cuatro) factores:

• Lo que actúa como signo o vehículo del signo..............[ S ]

• Aquello a lo que el signo se refiere, lo designado o designatum..........[ D ]

• El efecto producido en algún intérprete en virtud del cual la cosa en cuestión es signo para él. Conducta "interpretante"............ [ I ]

• El "intérprete" mismo.

Algunos ejemplos del mismo Morris aclaran estos conceptos, que no son tan complicados como pareciera:

• Un perro (el "intérprete") responde con el tipo de conducta [I] requerido para cazar ardillas [D], ante un determinado sonido [S]

• Un viajero (el "intérprete") se prepara para enfrentarse adecuadamente [ I] a la región geográfica [D], en virtud de la carta [S] que le escribió un amigo.

Se habló más arriba de tres o cuatro factores ya que "intérprete" y su conducta "interpretante" se suelen considerar en conjunto. La caracterización más eficaz de un signo es, para Morris:

S es un signo de D para I,

en la medida en que I toma en cuenta a D

en virtud de la presencia de S.

Por lo tanto, en la semiosis, algo toma en cuenta a algo distinto de él mismo, de forma mediata, es decir, a través de un tercero. La semiosis es, entonces, "una toma en cuenta mediada". A partir de los tres elementos anteriores (S, D e I) y de sus relaciones, se pueden obtener las dimensiones de la semiosis:9

• Dimensión semántica de la semiosis: estudia las relaciones de los signos con los objetos a los que los signos pueden aplicarse.

• Dimensión sintáctica de la semiosis: estudia la relación de los signos con otros signos, ya que "todos los signos están potencial o realmente relacionados con otros signos".10

• Dimensión pragmática de la semiosis: estudia la relación de los signos con los intérpretes.

Esas tres dimensiones explican las tres partes principales o ramas de la semiótica, como se verá en el apartado que sigue. Por otra parte, en lo concerniente a las relaciones entre ciencia y semiótica, afirma Morris:

Ciencia y signos están inseparablemente vinculados entre sí, ya que la ciencia ofrece al hombre signos más fidedignos, a la vez que incorpora sus resultados a un sistema de signos. Toda la civilización humana depende de los signos y de los sistemas de signos, sin que pueda separarse la mente humana del funcionamiento de aquellos (si es que no deben identificarse las propiedades de la mente con dicho funcionamiento)...

La semiótica tiene con las ciencias una relación doble: es al mismo tiempo una ciencia más y un instrumento de las ciencias.

La significación de la semiótica como ciencia reside en el hecho de ser un peldaño para su unificación, puesto que suministra las bases a todas las ciencias especiales de los signos, tales como la lingüística, la lógica, las matemáticas, la retórica y (al menos, hasta cierto punto) la estética...

Pero bien, si la semiótica es una ciencia coordinada con las demás ciencias, por cuanto estudia cosas o propiedades de cosas en su papel de signos, es también un instrumento de las ciencias, pues toda ciencia se vale de signos y expresa sus resultados en términos de signos. Por lo tanto, la meta-ciencia (la ciencia de la ciencia) debe utilizar la semiótica como un "órganon". 11

SEMIÓTICA, LINGÜÍSTICA Y PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

La semiótica o semiología es la ciencia que tiene por objeto el estudio de los signos. Se considera al lingüista suizo Ferdinand de Saussure como uno de sus fundadores, ya que había planteado la posibilidad de una ciencia, de la que la lingüística sería parte, destinada a estudiar la existencia de los signos en sociedad. Propuso denominarla semiología (semeion = "signo", del griego) y estimó que debía ser parte de la psicología social y de la psicología general.

Otro de sus fundadores es el lógico y científico Charles Sanders Peirce (1839-1914),12 uno de cuyos sistemas de clasificación de signos citamos anteriormente. Consideraba este filósofo e investigador (quien hizo, además, importantes contribuciones en física) que la semiótica era la base de la lógica, a la que describió como la ciencia de las leyes necesarias generales de los signos.


Figura 4.3

Las ramas o parte de la semiótica, comunes a los diferentes sistemas de signos. (La fonología es exclusiva de la lingüística por lo cual no se incluye.)

En contraste con la concepción diádica del signo de Saussure (significantesignificado), Peirce considera que los signos son signos para alguien que los interpreta como tales; no lo son en sí, aisladamente, por tanto, su concepción es triádica, añadiendo a los dos elementos anteriores (con otras denominaciones) el de "interpretante".

Sus ideas filosóficas contribuyeron al desarrollo del pragmatismo (la validez o verdadera importancia de los objetos o conceptos estriba en los efectos prácticos de su uso o aplicación), que desarrollaron más extensamente W. James y J. Dewey.

Semiótica13 y semiología son prácticamente sinónimos, aunque, como lo precisa Boyle (1977), la semiología europea adoptó inicialmente más bien una perspectiva lingüístico-cultural; en cambio, la semiótica anglosajona, una orientación lógico-epistemológica. El término semiótica se ha impuesto ampliamente. Semiología continúa asociado a uno de sus usos más antiguos: los signos o "síntomas" de las enfermedades, tanto en medicina como en psicopatología.

Charles Morris, seguidor y sistematizador de las ideas de Peirce, ha ejercido una gran influencia en el desarrollo de la semiótica en una perspectiva conductista, que ha sido criticada, ya que sería insuficiente -a juicio de sus detractores- para dar cuenta de la complejidad y sutileza de la actividad semiótica humana. Del análisis de signo y dimensiones de la semiosis recién expuestos, deriva Morris las ramas o partes de la semiótica. La fig. 4.3 las presenta, de la manera como suelen ser definidas actualmente.

La lingüística, una de las ciencias que se ocupa de signos, los signos del lenguaje verbal, tiene su propia sintaxis, semántica y pragmática (o pragmalingüística). Incluye, además, la fonología, que no poseen -por su naturaleza- otros sistemas de signos. La fig. 4.4 ilustra las relaciones entre ambas ciencias (Las proporciones deben ignorarse).


Figura 4.4

Lingüística y semiótica

Como ya se ha adelantado en páginas anteriores, desde su preocupación casi exclusiva por la estructura, la lengua, los lingüistas se han interesado cada vez más (al empeñarse también en la descripción de sus funciones) por el uso de la lengua en contexto y en relación a sus usuarios. Esto se manifiesta en el gran interés en estas últimas décadas en la pragmática, compartido por semiólogos que cubren otras áreas, fuera de la lingüística.14

Engelkamp (1981) explica que "a diferencia de la sintaxis, centrada en el aspecto combinatorio, y de la semántica, que se fija sobre todo en los contenidos de la lengua, la pragmática investiga la parcela que se propone como objeto de estudio la lengua en relación con las personas que la hablan y con los contextos socioculturales y de actuación en que esto acontece".

Algunos lingüistas y gramáticos en la tradición de Saussure están en desacuerdo con que la pragmática, por su acento en lo contextual, en la actuación, en el habla, forme parte de la lingüística. Otros, muy por el contrario, reconocen el enriquecimiento que supone la inclusión de dicha perspectiva. Mey (1985, citado en Bertucelli Papi, 1996) defendió con entusiasmo "la función de la pragmática en la liberación de la opresión que sufre el lenguaje"...

La psicología del lenguaje, en su expresión en las últimas décadas como psicolingüística, ha seguido en su devenir este orden en el foco de intereses: sintaxis -semántica - pragmática. En el apartado dedicado al "dominio del significado", en el capítulo "Unidades y niveles de análisis lingüístico" ahondaremos en las relaciones entre semántica y pragmática.

A fin de que el lector sin conocimientos previos se forme una idea sobre el punto, hay innumerables ejemplos del lenguaje de la vida diaria que ilustran la diferencia entre el valor puramente semántico y el valor pragmático de un enunciado. Si alguien, por ejemplo, le dice a otra persona: "la puerta está abierta", el contenido semántico se infiere de lo que en el diccionario se entiende por "puerta", "estar", "abrir", "estar abierto"... Sin embargo, dicho contenido puede ser insuficiente para que el intérprete comprenda a cabalidad lo que se quiere dar a entender en una situación dada.

Un diccionario, aun el más completo, no hace referencia a todos los posibles contextos en que cada término puede ocurrir, afectando su significación. Se registran solo las acepciones más frecuentes. El sentido pragmático hace referencia necesariamente a los usuarios y los contextos: quién y por qué lo dijo, cuándo, a quién se le dijo, etc. En un caso determinado, el enunciado "la puerta está abierta" deberá interpretarse como: "cierre la puerta, por favor, que hace frío". En otro: "cierre la puerta, que hay mucho ruido fuera". En otra situación y con un determinado interlocutor: ¡salga! También exactamente lo contrario: "Usted puede venir cuando quiera", etc.

De acuerdo a esto, algunos estudiosos han definido la pragmática como "el estudio de todos aquellos aspectos que escapan a la teoría semántica" (Bertucelli-Papi, 1993.). Lo anterior demuestra que la "competencia comunicativa" exige un adecuado manejo de "habilidades pragmáticas en la comunicación", tema que se tratará en el capítulo dedicado a las habilidades sociales. El gran desarrollo reciente de esta rama de la semiótica se ha hecho sentir claramente en la evolución experimentada por la psicolingüística, que se expone a continuación.

Cerramos este punto señalando que hay varios autores influyentes en el campo de la semiótica o teoría general de los signos, tales como U. Eco y R. Barthes, quienes han hecho valiosas contribuciones a esta ciencia, dentro y fuera de la lingüística (la fotografía, el teatro, medios de comunicación, el vestuario, la pintura, la música, el gesto...). Creaciones artísticas, como la pintura "abstracta", el teatro "callejero", los "cantores" en la locomoción colectiva, extrañas composiciones "musicales", etc., reflejan los alcances inagotables de signos y símbolos en la interacción humana.

PSICOLINGÜÍSTICA: PERSPECTIVA DIACRÓNICA

El estudio del lenguaje desde la perspectiva psicológica es bastante más antiguo que lo que se conoce actualmente como psicolingüística. Sin dejar de mencionar su frecuente abordaje en la historia de la filosofía, una vez constituida la psicología como ciencia autónoma, figuras significativas como Wundt, Piaget, Bühler y Vigotsky, entre otros, hicieron importantes contribuciones, hasta hoy merecidamente valoradas.15

En algunos autores se hizo notar con fuerza el influjo de la lingüística, como en Wundt y Bühler, según Blumenthal (1970) en su interesante (y pionera) historia de la psicología del lenguaje.

Por otra parte, investigadores de campos externos a la psicología (lingüística, antropología) se habían interesado desde los primeros años del siglo pasado en las relaciones entre lenguaje y cognición, entre lenguaje y fenómenos mentales. Whorf y Sapir, por ejemplo, consideraban que el pensamiento y la manera de categorizar la realidad dependían decisivamente del tipo de lengua utilizada. A ello nos referiremos en el capítulo dedicado a las relaciones Lenguaje y Cognición.

La convergencia interdisciplinaria entre psicólogos, lingüistas y otros especialistas en el estudio del lenguaje es lo que dio verdadero origen a la psicolingüística. Su nacimiento "oficial" como ciencia relativamente autónoma se asocia al simposio celebrado en la Universidad de Indiana, EEUU, en 1953, patrocinado por el Social Science Research Council, y en el que participaron expertos en diferentes áreas que tenían en común su interés por la problemática del lenguaje (List, 1977; Peronard, 1978). Las memorias de dicho encuentro las editaron, al año siguiente, Ch. Osgood y T. Sebeok, bajo el título Psycholinguistics. A survey of theory and research problems.

La psicología del lenguaje que caracteriza dicha obra -así como al influyente libro de G. Miller de 1951 Language and communication- está basada en los conceptos asociativos y probabilísticos derivados, respectivamente, del conductismo y de la teoría de la información de la época. Ambos trabajos pueden considerarse representativos de ese período de investigación en la etapa de gestación de la "psicolingüística".

Las definiciones de psicolingüística en el libro de Osgood (psicólogo neoconductista) y Sebeok (lingüista y semiólogo) aparecen claramente inscritas dentro del modelo de la teoría de la comunicación examinada anteriormente en este manual. Se trata de la ciencia que "se ocupa, en su más amplio sentido, de las relaciones entre los mensajes y las características de los individuos que los seleccionan e interpretan (...) estudia los procesos a través de los cuales las intenciones de los hablantes se transforman en señales según un código aceptado culturalmente y aquellos otros por los que estas señales se transforman en interpretaciones de los oyentes".

El término psicolingüística había ya sido utilizado anteriormente.16 En 1956, el mismo George Miller, figura relevante dentro de la teoría de la información, publicó un estudio en la Psychological Review, ahora clásico: "El mágico número 7 + 2: algunos límites de nuestra capacidad para procesar información". Este trabajo desató una gran cantidad de investigación los años siguientes acerca de la memoria de corto plazo, procesos atencionales, detección de señales, percepción y fenómenos relacionados. Entre los modelos más conocidos de memoria de corto plazo de la época (hay varios) se cuenta el de Boadbent (1957). Constituyen la base de nuestros conocimientos y especulaciones actuales sobre la "memoria operativa o de trabajo".

En 1957 -que para muchos autores se considera el fin de una época en psicolingüística y el comienzo de otra- aparecieron dos publicaciones muy diferentes y decisivas: B. F. Skinner edita la obra cumbre de la psicología del lenguaje del conductismo radical Verbal behavior y el lingüista N. Chomsky publica Syntactic Structures, obra revolucionaria en lingüística y que marca los comienzos del desarrollo de la gramática generativa-transformacional. Para este autor, como ya se explicó anteriormente, la gramática debe ser un mecanismo o sistema de reglas capaz de generar, es decir, de producir de manera exacta las oraciones de una lengua, asignándoles una descripción estructural apropiada.

Su modo de entender la gramática era totalmente diferente de las concepciones lingüísticas de la época. Desarrolló, además, conceptos que resultaron novedosos -no todos originales de él- tales como lo creativo del sujeto en el uso de la lengua, estructuras de funcionamiento diferentes (de superficie y profunda), distinción entre competencia y ejecución..., es decir, una serie de nociones que resultaron muy atractivas a los psicólogos del lenguaje, insatisfechos con las explicaciones conductistas.

En 1959, publicó Chomsky su Crítica a Verbal Behavior de Skinner, causando enorme impacto en los estudiosos del lenguaje de la época. Es importante destacar que Chomsky es frecuentemente citado como una de las figuras más influyentes en el "cambio de paradigma" en psicología a partir de los sesenta, imponiéndose paulatinamente el modelo "cognitivista" por sobre el conductista.

Ya en 1962, en los inicios de una década en que la psicología cognitiva ganaba cada vez más adeptos, publicó Miller los primeros experimentos de la psicolingüística moderna. Si los estudios anteriores se habían centrado en la palabra, sus asociaciones y el rol del condicionamiento en los fenómenos relativos al lenguaje, ahora la unidad de análisis comenzaba a ser el enunciado, la oración. La estructura de la oración, según este nuevo punto de vista, no era el resultado de una simple adición de palabras, asociadas según las leyes del condicionamiento o de la probabilidad de ocurrencia de respuestas: su comprensión, por tanto, no podía ser un mero subproducto del conocimiento de las palabras. La atención de los estudiosos de la lengua se empezó a focalizar en la competencia sintáctica, es decir, la competencia lingüística del hablante-oyente.

La fig. 4.5, inspirada en lo expuesto por Engelkamp (1981), ilustra las diferencias principales entre la psicolingüística pre y post chomskiana. El año 1957, en que aparece Estructuras sintácticas, marca la línea divisoria.


Figura 4.5

Psicología del lenguaje antes y después de 1957.

1 = unidad de análisis

2 = mecanismos explicativos

3 = relaciones entre psicología y lingüística

Se puede observar cómo de la palabra como unidad de análisis, se pasó al enunciado. (Más tarde la unidad de análisis pasará a ser el texto-discurso, como veremos oportunamente). Los mecanismos explicativos de los fenómenos relativos al lenguaje (percepción, comprensión y producción del habla, adquisición del lenguaje por el niño pequeño, relaciones entre enunciados, desarrollo semántico, lingüistificación del pensamiento, etc.) dejan de ser el condicionamiento (clásico y operante) y las asociaciones estímulo-respuesta. Se sostiene que los enunciados se generan mediante reglas: partiendo de una cantidad relativamente limitada de elementos, se da lugar, mediante una cantidad determinada de reglas que definen nuestra competencia lingüística, a una cantidad ilimitada de enunciados. El niño no aprende por reforzamiento y retención de frases hechas: "infiere" y aplica reglas mediante las cuales puede dar forma a sus intenciones comunicativas transformándolas en enunciados.

Obviamente, esto llevó a los psicólogos interesados en el lenguaje a tratar de comprender cuáles eran las reglas que estaban en la base de la comprensión y producción de enunciados, lo que se tradujo, como lo representa el gráfico (fig. 4.5), en un acercamiento entre lingüística y psicología.17

Según Bates (1978), desde una perspectiva psicológica, la postura chomskiana significó un fuerte rechazo al enfoque ambientalista que caracterizó la teoría del aprendizaje de la conducta verbal por décadas. Esto lo veremos con algún detalle en el apartado dedicado a las teorías y mecanismos de desarrollo del lenguaje.

"Si bien la teoría de Chomsky -explica Swenson (1984)- advierte diferencias individuales, propone que los seres humanos heredan una capacidad de lenguaje que los provee de una gramática universal". Dicha gramática proporciona los principios que determinan las formas de las gramáticas y competencias particulares.

La psicolingüística de inspiración chomskiana (conocida como psicolingüísti-ca generativa) giró, como se ha explicado, en torno al rol central que compete al componente sintáctico, en desmedro del semántico. Gran cantidad de estudios en este período se caracterizaron por sus referencias e inspiración en la gramática generativa-transformacional: realidad psicológica de la estructura profunda, la percepción y el recuerdo de oraciones con diversa complejidad sintáctica, las construcciones jerárquicas y regularidades de la gramática infantil,18 aplicación de las reglas de transformación, etc. Basta revisar algunos conocidos tratados de psicolingüística, como los de Slobin, Dale, Herriot, citados en la bibliografía. La gramática pasó a ser la "teoría de la lengua", constituyendo un intento por caracterizar el tipo de conocimiento o "competencia" que poseen los seres humanos para usar la lengua.

La lingüística se transformó, de algún modo, en un capítulo de la psicología cognitiva.

Sin embargo, no es lo mismo el estudio de la comprensión y producción de enunciados (los que se pueden analizar aislados del contexto), que el proceso de comunicación como tal. La debilidad del componente semántico y de los aspectos pragmáticos de la comunicación en la gramática chomskiana de la época (ya que siguió evolucionando posteriormente), pronto se pusieron de manifiesto.

Dentro de la misma lingüística se desarrollaron modelos gramaticales que darían al componente semántico el rol que asumió antes el componente sintáctico, pasando a ser el elemento generador y no un componente puramente interpretativo.19 El mismo Chomsky ha modificado posteriormente sus puntos de vista al prestar más atención a las variables de significado antes que a las puramente sintácticas (Swenson, 1984; Ver también Reber,20 1987), incluyendo más tarde preocupación por los aspectos pragmáticos (Bertucelli Papi, 1996). Es de interés destacar que una parte muy significativa de su sólida producción escrita las últimas décadas ha estado centrada en la crítica política y social.

Rondal (1980) caracteriza muy bien tres grandes momentos de la psicolingüística. En su punto de vista se basa la fig. 4.6. Los dos primeros corresponden a los ya descritos: la psicolingüística de inspiración "conductista", antes de la década de 1960 y la psicolingüística "generativa". (En la fig. 4.5, las etapas antes y después de 1957). Nótese que estas etapas caracterizan en especial lo que ocurrió en Estados Unidos, desde donde fueron acogidas con interés por los estudiosos del lenguaje y la psicología del lenguaje, tanto en Europa como en otros lugares, las más importantes innovaciones.

A cada una de las tres etapas o momentos le corresponde una concepción diferente del lenguaje, la que ya ha sido suficientemente caracterizada a lo largo de las páginas anteriores.

Rondal explica que en la etapa actual los distintos componentes de la economía del sistema lingüístico (y señala sus partes desde la perspectiva semiótica: sintaxis, semántica y pragmática) deben ser considerados simultáneamente, al servicio de la comunicación e interacción. Entre las áreas privilegiadas de la investigación pragmática que definen la etapa actual -y que gira en torno a cómo la lengua funciona en los procesos comunicativos-, Bertucelli Papi (ibídem) nombra: el análisis del discurso y la conversación, los actos de habla, los significados implícitos de los enunciados, la dependencia contextual de las expresiones lingüísticas.


Figura 4.6

La psicolingüística en una perspectiva diacrónica. Las tres grandes etapas que la han caracterizado.

Desde los estudios en psicología del desarrollo del lenguaje (psicolingüística evolutiva) de los años cincuenta y antes, en que se contabilizaba cuántas palabras sabía el niño a cada edad (lenguaje como "repertorio de palabras"), hoy el énfasis se pone en cómo se comunica el niño en diferentes contextos y con diversos interlocutores; qué peculiaridades tiene la comunicación infantil en los distintos momentos del desarrollo y qué ocurre con cada niño, en concreto, a la luz de esos hallazgos.

La comunicación lingüística tiene poco sentido aislada de otras formas de comunicación (gestos, mímica, silencios...), debiendo analizarse en situaciones naturales, es decir, en secuencias de interacciones entre individuos y en determinados contextos espacio-temporales (Rondal, 1980, 1982). La psicolingüística y psicología del lenguaje contemporáneas, en consecuencia, van de la mano con los desarrollos en semiótica, lingüística, sociolingüística y ciencias afines. Así es como Carroll (2006), en su tratado dedicado a la psicología del lenguaje, recogiendo los aportes de investigadores en el área, afirma que la psicolingüística "forma parte de un campo de estudio relativamente moderno llamado ciencia cognitiva, un conjunto de disciplinas que reúne las nociones de psicólogos, lingüistas, expertos en informática, neuropsicólogos y filósofos con vistas a estudiar la mente y los procesos mentales".

1 Superficie plana de madera, pizarra u otra sustancia apropiada, de color oscuro, que se usa en las escuelas para escribir o dibujar con tiza y que se puede borrar con facilidad. (Se usan ahora pizarrones blancos en que se escribe con rotulador o plumón con tinta y también "pizarrones electrónicos").

2 Los homónimos son palabras semejantes en su forma, pero de distinto significado. Si se escriben y pronuncian igual (amo - amo; muñeca - muñeca) se denominan homógrafos. Si se pronuncian igual, pero con ortografía ligeramente diferente (asta - hasta; hecho - echo), se llaman homófonos. Algunos autores denominan parónimos a estos últimos, incluyendo también parecidos en su forma, del tipo perjuicio - prejuicio; sesionar - seccionar (es decir, no homófonos).

3 Hierro Pescador, J. Principios de filosofía del lenguaje. Alianza Editorial, España, 1980.

4 Para más detalles, ver Hörmann, H.: Psicología del lenguaje, Gredos, Madrid, 1973, pág. 42, y Eco, U. Signo, Labor, 1976.

5 Battro, A.M.: El pensamiento de Jean Piaget. Emecé, 1969.

La cercanía física (Ginebra) es importante. Saussure murió en 1913, pero el Curso de lingüística general fue publicado en 1916. Piaget publicó su primer libro sobre psicología infantil, dedicado justamente al lenguaje (El lenguaje y el pensamiento en el niño) en 1923, demostrando su gran interés en el área. El nacimiento de la inteligencia es, sin embargo, bastante posterior: 1936.

6 Cap. 2: "Signos, signos, signos". J. Hierro Pescador (1980).

7 Para Pavlov el lenguaje es un "segundo sistema de señales", ya que las palabras son señales de señales (los estímulos condicionados e incondicionados).

8 Morris, Ch. Fundamentos de la teoría de los signos. En F. Gracia (ed.), Presentación del lenguaje. Taurus, España, 1972.

Una completa información sobre la vida y obras de Morris se puede ver en http://es.wikipedia.org/wiki/ Charles_William_Morris

9 Ibídem, pág. 58. Ver también, Morris, Ch.: Signos, lenguaje y conducta. Losada, Argentina, 1962.

10 Los signos se relacionan u organizan al interior de los códigos (como lo hizo ya notar Saussure) de dos maneras: como sintagmas (eje horizontal) y como paradigmas (eje vertical):

El niño estudia
La joven juega
Los alumnos cantan bien
"chatean" constantemente

11 En Morris, Ch. Fundamentos de la teoría de los signos, pág. 54.

12 Una completa información de su vida y obras, así como de su enfoque sobre la ciencia y su concepción triádica del signo, se puede encontrar en http://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Sanders_Peirce

13 Se atribuye a John Locke la introducción del término semiótica en su sentido actual.

14 Bertucelli - Papi M. (1996) informa que en 1977 aparece en Holanda el Journal of Pragmatics; en 1986, se constituye la Asociación Internacional de Pragmática (IPrA); en 1992, nace la revista Pragmatics y en 1993, Pragmatics and Cognition. Todo esto se ha visto acentuado a comienzos del nuevo siglo.

15 1900: Wilhelm Wundt El lenguaje.

1923: Jean Piaget El lenguaje y el pensamiento en el niño.

1924: Jean Piaget El juicio y el razonamiento en el niño.

1934: Karl Bühler Teoría del lenguaje.

1934: Lev Vigotsky Pensamiento y lenguaje

16 Entre otros, se cita a Kantor (1936) que escribe An objective psychology of grammar, de corte netamente conductista y, más tarde, a Pronko por su artículo en el Psychological Bulletin: Language and psycholinguistics. A review (1946).

17 El libro de Judith Greene, entre otros (Psicolingüística: Chomsky y la psicología. Traducción en Trillas, México, 1980) puede dar al lector una relación bastante acabada de este acercamiento a la psicolingüística en la etapa que se comenta.

18 En el capítulo sobre psicolingüística evolutiva nos ocuparemos de algunas de estas cuestiones.

19 La "gramática de casos" de Fillmore, la "semántica generativa" -enfoque desarrollado por Lakoff, Mc Cawley y otros autores- son ejemplos de estas corrientes.

20 Reber, A.S. "The rise and (surprisingly rapid) fall of psycholinguistics". Synthese, 72, 3, 325-339, 1987.

Psicología del lenguaje

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