Читать книгу Baila hermosa soledad - Theodoro Elssaca, Jaime Hales - Страница 8

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TRES

Los sones del himno nacional acompañaban la ima­gen de la ban­de­ra que se veía en las pantallas, so­bre un fondo celeste, al­ternándose con la ima­gen del General. Una voz en off, la misma que se escucharía por las ra­dios con diferencia de segundos, anun­ció que estaba trasmitiendo la Di­vi­sión Nacional de Co­mu­ni­­ca­ción S­o­cial y proclamó el nombre del Se­cre­ta­rio General de Gobierno, quien lee­ría una declaración oficial. Los que veían la televisión pudieron observar al Ministro, con aspecto más ju­ve­nil de lo que realmente era, modales muy preparados, muy compuesto, muy formal, equilibrado con su voz que tam­bién so­naba como parte de los libretos estudiados con esmero, to­do frío e im­per­so­nal, sin ma­ni­fes­­tar alteración alguna, como si nada fuera realmente im­por­tante o gra­ve, co­mo si jamás na­da pudiera excitarlo lo suficiente co­mo pa­ra que él cam­biara el co­lor de su cara, levantara la voz, endureciera la bo­ca o mos­­tra­ra los ojos apa­sio­nados.

Era el hombre ideal para el pa­pel que ju­ga­ba: un vocero, una especie de “cara de pa­lo” oficial para un go­bierno que jamás po­­dría explicar todo lo que habría si­do ne­ce­sario ex­pli­car. Este hombre de hie­lo, de rostro impenetrable, inac­ce­si­ble, podría anunciar cual­quier co­sa con la misma en­to­nación: desde un saludo a los bomberos en el día de su ani­ver­sario, has­ta su propio suicidio por or­den del Señor Ge­neral, cual­quier cosa ciertamente, sin ninguna emo­ción. Y no pa­re­cía fuer­te o duro, sino solamente frío, porque era débil según su as­pec­to físico, sua­ve, aunque algunos decían que en rea­li­dad no era más que un man­­to para ta­par su profunda crueldad. Re­cién producido el golpe, había aprovechado la dic­­ta­du­ra pa­ra ganar dinero en cargos pú­blicos de poca relevancia y en al­gu­nas actividades pri­va­das como abo­gado. Era su rostro, su apa­riencia fí­sica, la que traía a los ciudadanos pensamientos o sen­saciones so­bre el Se­cretario Ge­ne­ral, pero los auditores de ra­dio no tenían tiempo ni es­tí­mu­lo, sino que sim­ple­mente se en­­contraron con la voz lenta, parsi­mo­niosa y gélida del fun­cio­nario.

“Buenas noches. Desde la intervención militar del año 1973, cuan­do las Fuer­zas Armadas y de Orden, de acuer­do con su más pro­fundo sentido de res­ponsabilidad y amor por la patria respondieron al clamor popular y pu­sie­ron fin a la agre­sión del marxismo inter­na­cio­nal y a los intentos de apo­de­rar­­se del país, el Supremo Gobierno se en­cuentra empeñado en consolidar la li­beración y alcanzar una de­mo­cra­cia plena, só­lida y estable, en un cli­ma de li­ber­tad y desarrollo, que ga­ran­tice a todos los ciudadanos y las fu­tu­ras ge­ne­ra­cio­nes un bie­nes­tar creciente.”

“La tarea ha sido muy dura, puesto que la acción subversiva del co­mu­nis­mo no cesa ni se ate­núa con el trans­­cur­so del tiempo, llevando ade­lante todo tipo de cam­pa­ñas en contra del país, di­rec­­ta­men­te o por medio de los políticos u otros elementos desorientados que se convierten en úti­­les a sus ob­­je­ti­vos. Ellos han desatado una enorme cam­paña in­­ter­na­cio­nal pa­ra des­pres­tigiar al país y sus Fuerzas Ar­ma­das y de Orden y evitar que avan­ce­mos hacia la con­quista del de­sarrollo económico.”

“La crisis internacional, que ha afectado a todas las na­cio­nes del mun­do, in­clu­yendo las más poderosas y de­sa­rro­lladas, también pro­dujo un cier­to re­troceso en el sos­te­nido cre­cimiento de la economía na­cional. El clima de pros­peridad se ha visto afectado por la irres­pon­sa­bi­lidad de grupos em­pre­sa­­­riales y la sostenida campaña exterior. Pese a to­do ello, el Su­pre­mo Gobierno ha sa­bi­do evi­tar las do­lo­ro­sas con­­secuencias que para otras naciones tra­jo la cri­sis económica y en estos mo­men­tos la patria entera ha estado lu­chan­do unida por superar las ad­ver­si­dades, con el ple­no conven­ci­mien­to que así como fueron derrotados el mar­xis­mo y sus aliados ha­ce trece años, hoy el conjunto de los ciu­da­danos se­rá capaz de obtener el éxito en esta dura em­presa, pese a las traiciones.”

“Los dirigentes políticos, los mismos que llevaron al país al des­calabro, están de­sesperados por los logros ob­je­ti­vos alcanzados por el esfuerzo de todos, ca­na­li­za­dos por el Go­bier­no. Haciendo primar sus mezquinos in­te­re­ses e in­fil­tran­do el movimiento so­cial, han hecho pri­mar una alianza espuria con elementos terroristas provenientes del ex­­te­rior y del in­terior. Pese al per­ma­nente y consistente repudio ciu­da­da­­no, per­­sis­ten en sus em­pe­­ños, cons­pi­ran­do incesantemente para el lo­gro de sus pro­pó­sitos subversivos. Han lla­ma­do a paros, han provocado desórdenes, saqueos, robos, asaltos; co­meten actos te­rro­ris­­tas y amparan a los violentistas que re­gre­san al país luego de haber seguido cursos en Cuba y otros paí­ses. Han pretendido sem­brar el caos para retornar al pa­sado.”

“La debilidad de las democracias occidentales para en­fren­tar al ene­migo co­mu­nis­ta ha permitido que países tra­di­cio­nalmente de­mó­cratas y ami­gos del nuestro, se sumen a las cam­pañas inter­na­cio­na­les, financiando ac­ti­vi­­da­des sub­ver­si­vas y alentando los peores pro­­pó­si­tos conspirativos. El Su­pre­mo Gobierno observa con alarma que las gran­des potencias occi­­dentales no han apren­dido la lección después de tantas y tan graves derrotas frente al comu­nismo.”

“La superación de las condiciones económicas im­pues­tas por la cri­sis in­ter­na­­cional constituye un desafío para to­do el país. Aun­que con cierta len­titud, se está avan­zando, me­diante una política sana y con profundo sentido de la rea­li­dad. El terrorismo y sus aliados de­sa­ta­ron una nueva campaña pa­ra al­­te­rar la tranquilidad pública, que hizo ne­cesario de­cre­tar hace algunos me­ses el Estado de Sitio en todo el país y res­trin­gir la amplia libertad de pren­sa que exis­te. En ello se enmarca el cierre de revistas que, financiadas desde el ex­te­rior, faltaban gra­­vemente a la ver­dad y alentaban a los dirigentes en sus ob­je­tivos de pro­po­ner el al­za­miento en contra del orden cons­ti­tu­cional y cuya tuición y consolidación han encomendado a las Fuer­zas Armadas y de Or­den, prin­ci­pal­men­te al Se­ñor Ca­pitán General.”

“En un claro intento por buscar la re­con­ci­lia­ción tan so­li­ci­tada por la Iglesia Ca­tó­li­ca, se levantó los estados de excepción, pero de inmediato los mis­mos ele­mentos po­lí­ti­cos y sub­versivos reiniciaron su actividad disgrega­do­ra. Con los paros y las ma­ni­fes­ta­cio­nes no autorizadas, han es­tado per­­ma­nen­temente provocando a la autoridad en busca de si­tua­­ciones que los haga apa­recer como víctimas ante ese mun­­do internacional que les ha fi­nan­ciado y apoyado sus ac­ti­vi­dades durante todos estos años.

“El atentado en contra de la vida de Su Excelencia el Señor Pre­si­den­te de la Re­­pú­bli­ca, Capitán General y Co­man­dan­te en Jefe del Ejér­cito, ha si­do parte de un plan te­rrorista ela­­borado por elementos mar­xistas y sus aliados den­­tro y fuera del territorio na­cional, que con­tem­plaba la eliminación de ofi­cia­­les de las Fuerzas Armadas y de Orden, de sus fa­mi­lia­res más cercanos y personalidades del Poder Judi­cial y de la em­presa, todo ello con el ob­­je­to de poner fin al Gobierno de las Fuer­zas Armadas y al régimen de li­ber­tades ins­­tau­ra­do desde 1973.”

“La ciudadanía puede estar tranquila, pues la si­tua­ción se en­cuen­tra per­fec­ta­mente controlada y, pese a la gra­­vedad y com­ple­ji­dad de los he­chos, los ser­vicios polici­a­les y de seguridad han logrado de­terminar con pre­ci­sión a los au­to­res del plan y en cues­tión de ho­ras se­rán detenidos los par­ti­ci­pantes di­rectos del hecho criminal en contra de la per­sona del presidente de la Re­pú­blica. El Supremo Gobierno ra­ti­fic­a su decisión de preservar el clima de paz y tranquilidad en el que nuestro país se ha desenvuelto desde que ini­cia­ra el pro­ce­so de li­be­­ra­ción na­cio­nal y está dispuesto a llegar hasta las últimas con­­­se­cuen­cias. Consciente de su deber, por instrucciones del Ex­ce­lentísimo Se­ñor Pre­si­­dente de la Re­pública, Capitán Ge­ne­ral, Co­man­dan­te en jefe del Ejército y Ge­ne­ralísimo de las Fuer­zas Armadas, el Gobierno ha dispuesto”:

“Primero: Declarar bajo Estado de Sitio todo el te­rri­torio na­cio­nal, ra­tifi­cando la de­claración provisionalmente for­mulada el do­mingo último en el mismo sen­tido.”

“Segundo: Aplicar, con todo el rigor de la ley, las fa­cultades pre­vis­tas en la Cons­­titución Política a todos los res­pon­sables como au­to­res, insti­ga­do­res, cóm­plices y en­cu­bri­do­res de esta conspiración. Con tal objeto se ha or­de­na­do que, de acuer­do con el decreto ley ochenta y uno de mil novecientos se­ten­ta y tres se pre­­sen­­ten ante la autoridad, en el cuar­tel de policía más cercano, los diri­gen­tes políticos in­vo­lu­­cra­dos en los he­chos y demás personas respecto de quie­nes hay antece­den­tes de haber par­ti­ci­pa­do en ellos. En el ca­so de no ha­cerlo así, se entenderá que asu­men una actitud de re­bel­día fren­­te a la ley y a la Constitución Política del Es­ta­do. La lista completa se­rá informada con pos­te­rioridad a este co­­­municado y se­rá obligación de todos los ciudadanos dar avi­so de in­me­dia­to a las au­to­ridades sobre el paradero de las per­so­nas que son res­ponsables de tan gra­ves conductas delictuales. La ciudadanía sabe que la co­laboración u ocul­­tamiento de los ex­tremistas cuyo arresto se ha ordenado, es san­cio­na­do con la mis­ma penalidad que la que corresponde a los autores del de­li­to.”

“Tercero: Todos los señores corresponsales que han de­di­ca­do sus es­fuerzos a la di­fusión de noticias falsas so­bre la realidad chi­le­na, con la in­ten­ción de desprestigiar al país y fa­cilitar la conspiración extremista, serán ex­pul­sa­dos del territorio nacional en las pró­ximas ho­ras. Se advierte que aque­llos co­­rres­ponsales extranjeros que están en ese caso de­­be­rán facilitar el cum­pli­mien­to de las medidas. Del mismo mo­do, todos los extranjeros que fa­ci­li­ta­ren in­formación falsa al ex­­te­rior o colaboraren directa o indirectamente con ele­­men­­tos te­rro­ris­tas, sin importar la profesión o la actividad que es­tén de­sem­peñando en el país, serán ex­pul­sados sin dilación. Re­cordamos que el in­te­rés de la ciudadanía y la se­guridad na­cio­nal está por sobre las con­si­de­ra­cio­nes par­ticulares que pue­dan esgri­mirse.”

La voz del Secretario General de Gobierno no se al­teraba, ni si­quiera cuando de­bió ratificar las prohibiciones en virtud del Estado de Sitio, las cadenas de ra­dioemisoras o la de­bida atención a las instrucciones de los Jefes de Plaza a cu­ya au­toridad debía someterse la población. Su llamado final fue ate­rrador para muchos de los que veían o escuchaban el dis­cur­so.

“El Supremo Gobierno, siempre consciente de su res­ponsabilidad, lla­­ma a la población a colaborar en la man­ten­ción del orden público, de­nun­cian­do ­a los ex­tre­mis­tas y los he­chos o circunstancias que pu­die­ren atentar con­tra la ne­ce­sa­ria tran­quilidad pública, en la seguridad de que los ene­mi­gos de la patria, ven­gan de donde vengan, serán de­rrotados y san­cionados con el má­ximo rigor.”

El locutor oficial ocupó la escena de los te­le­vi­so­res y su voz sonó muy fuerte en las radios: con parsimonia y ener­gía dio a conocer primero las ins­­truccio­nes sobre el to­que de queda, luego leyó las disposiciones legales que afec­taban a los colaboradores de los ex­tremistas y que es­ta­ble­cían la obli­gación de denunciar personas y hechos sos­pe­cho­sos, hizo lo mismo con la nómina de los señores Generales de las Fuerzas Ar­ma­das y de Orden a cargo de la se­gu­ridad de las respectivas pro­vincias y regiones con sus títulos de Jefes de la Zo­na en Es­ta­do de Sitio; y, por último, dio lectura a la larga lista de per­so­nas, que en virtud de un decreto de­bían presentarse de in­me­dia­to ante las au­toridades po­liciales o militares, anunciando que el lla­mado se repetiría cada una hora.

Mientras en las radios, que seguían en cadena, co­men­zaba a sonar mú­sica criolla, esas tonaditas o cuecas de la zo­na central, folclore de labo­ra­to­rio, en las pantallas de los te­levisores apareció el anuncio de una antigua pe­lí­cula de Jerry Le­wis, con Dean Martin, por supuesto.

Baila hermosa soledad

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