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Sin estas mujeres el mundo es conventual
ОглавлениеAgitato piachere de fornicios y meretricios. Nueve cuentos de putas alegres. Gonzalo España. Medellín: Nuevo Horizonte, 2004, 98 p.
A Gonzalo España [1945] lo conocen pocos, y quienes lo conocen lo recuerdan más por su militancia en la izquierda arrebatada de los años setenta del siglo pasado, que por su oficio penitente de escritor. Es una lástima, porque su obra merece mejor suerte entre los lectores y en el mercado editorial. (España nació en Bucaramanga, y estudió Economía en la Universidad de Antioquia).
Autor ya de una larga y variada lista de publicaciones, editadas por las distintas vías a las que tiene que recurrir el escritor colombiano sin vocero oficial ni dolientes, podría decirse que Gonzalo España es un lobisón: el ser fabuloso, noctámbulo, que se aparece de tanto en tanto en figura de narrador (en lugar de animal, como en el cono sur de América), entre sus conocidos y amigos, con un buen libro bajo el brazo.
España ha escrito novela policiaca en serie (Un crimen al dente, La canción de la flor), noveleta científica (Humboldt, el muchacho de la cruz del Sur; Mutis, el sabio de la vacuna –en ediciones de Panamericana), relato juvenil (Lista de Honor IBBY 1994 por su libro Galería de piratas y bandidos de América), sátira política novelada (y por la que ha tenido que huir rápido de muchos lugares: Leyendas de miedo y espanto, Relatos de la Conquista, Historia de amores y desvaríos en América, Relatos precolombinos, Prodigios americanos de la flora y fauna). Para la Universidad Industrial de Santander investiga y escribe textos de historia de la región.
Con la colaboración de la Editorial Nuevo Horizonte, ahora publica este libro de cuentos Agitato piachere de fornicios y meretricios: Nueve cuentos de putas alegres, con el tono festivo, llenos de vida y picaresca, desinhibidos, con historias asombrosas ocupadas de humor, que fue lo que animó a su impresor cómplice y solidario.
Son cuentos escritos sin malicia, simples pero prodigiosos. Reales, que suceden aún en muchos pueblos de Colombia. Cuentos bonitos, sorpresivos (como el de “Sorayita”, en donde el cura y los piadosos, y el lector, creían que el pueblo se iba a llenar de putas con la llegada de la carretera a Zapatoca, pero resultó lo contrario: que la única, Sorayita, se les fue con la apertura de la vía, dejando solas a las esposas desamparadas para el desahogo de sus machos, y al párroco sin tema para sus prédicas apocalípticas).
En Agitato piachere están las crónicas del amor errante (“Algo todavía más molesto”, “Travesura”), alocado (“Hermanitas”, “Orden de desalojo”, “La Reina del Grillo Verde”), incomprensible (“Las soluciones de Roco”), pasmoso (“Luces de las estrellas”), juvenil (“Kiko”). Cotidianos todos ellos, son cuentos bien narrados, concisos, sin las exageraciones ni truculencias tropicales a las que nos acostumbraron otros, y sin las nostalgias de los cornudos. Alegres, como deben ser los cuentos de putas, porque “sin estas mujeres el mundo es insulso, correcto, conventual”.
Con hábitos de monje, Gonzalo España se define a sí mismo como felizmente anacrónico, lo que ya dice mucho de él. A su edad todavía conserva la cualidad que distingue a la comunidad del MOIR colombiano (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario): La decencia. Virtud escasa aun entre el gremio de intelectuales, curiosamente aquellos entre quienes más debiera promoverse esa integridad. Deseo que los textos de España encuentren mayores lectores. Lo merecen.
[San Ángel / Refugio volteriano Rionegro, 26 de diciembre de 2004]