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Prefacio a la segunda edición en inglés

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Dicen que la mayoría de los escritores escriben para sí y esperan que su libro se convierta en un éxito de ventas. Hoy en día, no hay forma de que ningún libro, sin importar cuán importante sea ni qué tan bien escrito esté, venda las suficientes copias para calificar como un best seller. Las grandes librerías en línea de pendían por completo de internet, y éste, lo mismo que el resto de nuestra infraestructura, se ha vuelto cada vez menos confiable y seguro, por lo que resulta claro que no sobrevivirá hasta el final del siglo. Y casi todas las librerías físicas que alguna vez pudieron haber mantenido las ventas fueron sacadas hace mucho tiempo del negocio por los vendedores en línea.

Entonces, ¿por qué escribí este libro a sabiendas de que quienes lo leerán son sobre todo mis amigos y familiares? Porque soy un historiador oral. Mi trabajo es registrar los acontecimientos importantes en la historia de la humanidad usando las palabras de quienes los experimentaron. Así, proporcionamos la materia prima a partir de la cual otros historiadores pueden sintetizar y generalizar. Por supuesto, también escribo porque me gusta, y escribir es un placer que todavía es posible. En realidad, no necesitas una computadora, internet o la llamada Nube; lo único que necesitas es lápiz y papel.

El maestro de este enfoque y mi modelo es el gran historiador oral del siglo xx, Studs Terkel. Dos de sus libros, “La guerra buena”: una historia oral de la Segunda Guerra Mundial y Tiempos difíciles: una historia oral de la Gran Depresión, capturaron los efectos de esas calamidades en los estadunidenses de todas las tendencias como ningún otro libro pudo hacerlo. A lo largo de mi carrera, he vuelto a releerlo y nunca ha dejado de inspirarme.

Studs viajaba para entrevistar a personas de todos los ámbitos: desde la granja hasta la fábrica, desde la ciudad hasta el pueblo, desde los jubilados hasta los jóvenes, desde los nobles hasta el hombre y la mujer de la calle. Como él, la mayoría de mis sujetos son personas comunes, aunque incluyo algunos expertos y líderes. Terminé entrevistando a casi cien personas, demasiadas para un libro, por lo que elegí las entrevistas que ilustran mejor lo que las inundaciones, las sequías, las guerras, las hambrunas, las enfermedades y la migración masiva de refugiados climáticos le han hecho a la humanidad.

Siento una afinidad especial por Studs Terkel porque nací en 2012, exactamente cien años después de su nacimiento. En 1912, el calentamiento global era sólo un concepto teórico. Algunos científicos pensaron que podría resultar real, pero tenían muy poca información como para considerarlo peligroso. De hecho, esos científicos pensaron que un mundo más cálido podría ser mejor para la humanidad, y es comprensible. Para el año de mi nacimiento, un siglo después, era indiscutible que el calentamiento global era real, causado por los humanos y un peligro para la humanidad. Sin embargo, gracias a una campaña financiada sobre todo por las gigantes empresas petroleras de aquellos días, la mitad de la opinión pública y muchos políticos optaron por la negación, anteponiendo la ideología y la mentira al futuro de sus nietos.

He mantenido mi papel al mínimo: muestro en cursivas el momento en que hacía una pregunta, pero permito que mis sujetos hablen por sí mismos, tal como lo hizo Studs. Para facilitar la lectura, he agrupado los capítulos por tema, pero esto es algo arbitrario, ya que la mayoría de las regiones sufren más de un efecto del calentamiento global. A menos que se indique lo contrario, utilicé un teléfono satelital.

Lexington, Kentucky,

31 de diciembre de 2084

Informe 2084

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