Читать книгу Déjame en paz…, y dame la paga - Javier Urra - Страница 15

5
AFRONTANDO EL RETO

Оглавление

Precisamos padres

que sean adultos con autoconfianza.

Hemos de erradicar la profecía autocumplida, o los miedos a esa tormenta, a ese tsunami anticipado, o se harán realidad. Vislumbremos otras posibilidades, reconozcamos que en la adolescencia el entusiasmo es seña de identidad, lo cual no niega que en ocasiones caiga en dejadez, en pereza, en falta de motivación.

Nuestra actitud debiera ser la de instruir sonriendo, reprender con ternura, evitando la siempre incapacitante sobreprotección. Y es que hay un tiempo para madurar.

Los adolescentes quieren remover el mundo desde un estado de ánimo siempre variable e impredecible. Al fin, todos precisamos —ellos también— de esperanzas, de ideales, un sentimiento de trascendencia de la vida.

No basta con amar a los adolescentes, han de apreciar que se les ama, pues hay un sufrimiento callado o desplazado en los mismos.

Disfrutemos de lo positivo, de sus talentos, de su energía y capacidad de diversión, de su gusto por probar cosas nuevas, de su ocasional ilusión por aprender. Ellos y nosotros podemos darnos oportunidades de crecimiento, siempre recuperando la complicidad en la comunicación. Importante, la escucha de los adultos. Actitud y lenguaje respetuoso.

Los adolescentes, en gran medida, siempre se han creído el centro del universo. Ahora algunos destacan en el cine, la música, la literatura; también lo hacen en defensa de la ecología. Además, la tecnología está de su parte. Hemos de escucharles y al tiempo hemos de decidir, ante conductas en las que la temeridad se hace presente o se juguetea con los excesos, muchos de ellos superfluos.

Una buena forma de establecer un canal de comunicación es interesarse por sus gustos. Desde una actitud serena y positiva ante cada reto, habremos de fomentar su autoconfianza. Y promover puntos de encuentro. Perciben que todos y en todo momento les están observando. Quieras o no, tu hijo adolescente sufrirá por deslealtades de amigos, por fracasos de amores, por obsesiones pasajeras. Se trata de que con apoyo arregle sus temas.

No solo comunicamos con palabras, podemos compartir un amanecer, visitar a la abuela con la enfermedad de Alzheimer, ir al fútbol o escuchar un grupo de música. No olvidemos que la calidez de los abrazos es fuente de energía. Y siempre desde la irrenunciable persistencia en los objetivos que queramos transmitir, en los que has de educar.

Los adolescentes no atienden a discursos largos. En ocasiones, lo escrito alcanza donde la voz no.

Claro que estudiar, recoger la habitación —que es su deber— les supone un esfuerzo. Además, muchas veces intentan imponer sus criterios y aprovecharse de las debilidades de los padres, esto lo debemos saber, pero no hemos de admitir un comportamiento hiriente o desconsiderado.

Dota a tu hijo de responsable autonomía, capta si se siente fuera de su grupo, valora si fortalece su asertividad, aprecia su grado de lealtad. Desarrollando su resiliencia, estarás desmontando riesgos. Propicia experiencias vitales para que de adulto sea independiente. Aprovecha las noticias para hablar de los temas de los que tratan —acoso escolar, sexo, consumo de alcohol— y para educar en igualdad. Hazlo de corazón a corazón. Disfruta de sus amigos, de su primer amor, teniendo siempre presente que eres su modelo. Edúcale para que sea crítico con los estereotipos sociales.

Hay luz al final del túnel. Se superará el chantaje emocional, se recobrará el control que pareciera haberse perdido. Quedarán en el pasado los trastornos de sueño, los trastornos de alimentación, las peleas por los horarios, por la higiene, por el consumo de alcohol u otras drogas.

Son muchas las preguntas que se formulan los progenitores en relación con sus adolescentes: ¿por qué mienten?, ¿por qué se encierran en sí mismos?, ¿por qué en ocasiones se muestran agresivos?, ¿serán acosadores, víctimas o testigos de acoso escolar?

Con tiento, los padres podrán encontrar cuál es el mejor momento para acercarse a ellos, para eso necesitaremos escucharles, y escucharnos. Habremos de ser siempre observadores para detectar conductas de riesgo como son las dependencias, las adicciones, la ludopatía, las autolesiones o la depresión, y otros sufrimientos como la desesperanza.

Las conductas de riesgo se han de diferenciar de las que son propias de los adolescentes, que por serlo les gusta vivir situaciones al límite para percibir su propia identidad, individualidad de las que son de riesgo cierto que bordean o juegan con la muerte.

Los adolescentes liberan una gran cantidad de dopamina, lo que les hace más proclives a actividades de riesgo. Por eso una de sus características es la facilidad para pasar con inmediatez al acto, a lo que se añade su sentimiento de inmortalidad.

Dentro de las emociones y sentimientos que parecieran a veces una olla a presión, se encuentra el compromiso con los amigos. Magnifican la importancia de su círculo de relación y de las redes sociales.

Las redes sociales e internet son herramientas fundamentales de socialización.

Son parte de la trama vincular.

Si en esta etapa sufren pérdidas de seres muy queridos, pueden generarles aún más inestabilidad, por tanto, habrá que estar atentos a cómo elaboran ese duelo.

Junto a los padres hay otros agentes socializadores fundamentales, destaquemos entre ellos los abuelos, los tíos, los profesores que podrán coadyuvar en la educación. Como hemos visto, es necesario destacar en esta etapa vital la importancia de la presencia del padre y tener en cuenta en los casos de padres separados el rol que ejercerá la nueva pareja.

Déjame en paz…, y dame la paga

Подняться наверх