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3. Los objetivos de la empresa

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Tradicionalmente, se ha considerado como objetivo de la empresa el que tenía en cuenta únicamente los intereses de los accionistas. Sin embargo, este ha sido expresado de diversas formas a través de los años. Se hablaba, primero, de maximizar las utilidades de la empresa, pero se descubrió que se podía aumentar el monto de las mismas simplemente creciendo y financiando este crecimiento al emitir más acciones que, al final, perjudicarían a los accionistas, quienes veían disminuir sus utilidades por acción. Entonces, se cambió el objetivo a maximizar las utilidades por acción, pero alguien notó que este ratio se calculaba con valores históricos y que podía diferir mucho del valor al que se comerciaba la acción en el mercado. Se pasó, entonces, a la maximización del precio de la acción, pero se notó que no siempre maximizar el precio de la acción coincidía con maximizar la riqueza de los accionistas. Algunos autores consideran que no siempre el maximizar la riqueza de los accionistas conducirá a maximizar el valor de la empresa, por lo que optan por este último objetivo.

Como se puede apreciar, todas esas variantes del objetivo se centran en los intereses de los accionistas. Pero, si fundamos una empresa, ¿la rentabilidad para el accionista debe ser el único objetivo? Si fundamos una empresa, los objetivos que le fijemos deberán reflejar lo que queremos y estarán fuertemente influenciados por nuestros valores personales. Para muchas personas, la rentabilidad podrá ser lo más importante, pero no tiene que ser así para todos. Lo que presento a continuación refleja mi particular punto de vista sobre cuáles deberían ser los objetivos de la empresa.

En primer lugar, debe reconocerse que los accionistas no son el único grupo de interés4 que se preocupa por las prácticas adoptadas por la empresa y el resultado que se obtiene. Existen diversos grupos que tienen intereses en la compañía, como los prestamistas, los clientes, los proveedores, los empleados, etc. A todos ellos les interesa que la compañía marche bien, pues ello influirá en su bienestar. Por lo tanto, los objetivos de la empresa también deberían considerar estos intereses.

La sociedad en su conjunto también puede ser considerada como un grupo de interés y, tal vez, como el más importante. ¿Podría existir la empresa si no existiera la sociedad donde se desenvuelve? Evidentemente, no. Por ello, considero que el primer objetivo que debería tener una empresa es el de prestar un servicio a la sociedad5 o a parte de ella. Si fabricamos un producto que beneficia a las personas que lo consumen (clientes), estaríamos prestando un beneficio a la sociedad. Sin embargo, la sociedad es un concepto muy amplio: incluye a trabajadores, campesinos, empresarios, ricos y pobres. Tal vez sería conveniente especificarlo un poco más. Por ejemplo, en los estatutos de nuestra Universidad, se menciona la preocupación por el desarrollo del país y, en especial, por los problemas de los sectores más necesitados. Si nuestra empresa adoptara un objetivo semejante, podría priorizar un proyecto de fabricar uniformes escolares a bajo costo sobre otro que se dedique a la alta costura y produzca vestidos de última moda, caros y exclusivos, aunque, al decidirlo, sacrifique un poco nuestra rentabilidad.

En segundo lugar, nos preguntamos: ¿podría existir una empresa sin sus trabajadores? Aunque con los adelantos de la tecnología se han alcanzado elevados niveles de automatización, aún no se ha llegado al grado de sofisticación de prescindir de ellos. Por tanto, un segundo objetivo razonable sería buscar el bienestar de los trabajadores. Esto incluye un salario y condiciones de trabajo adecuadas. Si el trabajador se siente parte de la empresa y se identifica con ella, estará más motivado a ser eficiente y eficaz. En este sentido, las empresas japonesas serían casos que merecerían estudiarse6. Si aceptamos un objetivo como este, se podrían disminuir las fricciones laborales y mejorar las relaciones trabajador-empresario. Además, los directivos de la empresa harían todo lo posible por mantener la fuerza laboral ocupada y el despido masivo sería utilizado como último recurso solo por mantener la supervivencia de la empresa.

El tercer objetivo que proponemos es el de obtener utilidades7. No debemos satanizar el obtener utilidades; se las debe buscar. Si una empresa no obtiene utilidades, significa que sus ingresos no cubren sus gastos, que está consumiendo su patrimonio y que, a largo plazo (muchas veces no tan largo), quebrará. Y, si la empresa desaparece, no prestará ningún servicio a la sociedad, ni a sus trabajadores, ni a nadie. A lo que nos resistimos es a aceptar, como único objetivo, el maximizar utilidades a toda costa. Existen otros objetivos tan o más importantes que este.

Por último, pero no por ello menos importante, mencionaremos un objetivo primordial para toda empresa. En un mundo tan competitivo y globalizado como el presente, un objetivo que se vuelve prioritario es el de sobrevivir. Como se expresó anteriormente, si no sobrevivimos, no prestaremos ningún servicio; y, muchas veces, por sobrevivir, tendremos que sacrificar, en parte, los otros objetivos mencionados.

Pero ¿cuál de los cuatro objetivos mencionados se debe priorizar? El orden de presentación no es, necesariamente, el orden de importancia para todas las empresas, ni el orden de importancia para cada empresa permanecerá inamovible a través del tiempo. En épocas de fuertes crisis, el sobrevivir será vital. En épocas mejores, podríamos priorizar el objetivo de prestar servicio a la sociedad. Pero cabe preguntarse: ¿es posible trabajar con varios objetivos a la vez?

Diversos autores, Damodaran8 entre ellos, defienden la posición de que debe existir un solo objetivo para orientar, con mayor claridad, las decisiones de la compañía, puesto que, de existir diversos objetivos, se podría llegar a situaciones ambiguas en la decisión, porque una decisión podría favorecer un objetivo y perjudicar otro. Si bien esto puede suceder, creemos que el peligro de tener un único objetivo (rentabilidad) puede hacer olvidar todos los demás, lo cual podría ser aun peor. Algunas empresas multinacionales han cometido abusos en aras de la rentabilidad9.

Por otro lado, el tomar decisiones es escoger entre varias opciones, pero con pleno conocimiento de lo que sucederá. Por ejemplo, si rebajo el precio de una medicina, sacrificaré mi rentabilidad en 5% , pero beneficiaré a los niños de los sectores más pobres. Si puedo soportar esta disminución de mi rentabilidad sin problemas, el considerar los múltiples objetivos me podría llevar a rebajar el precio. El objetivo único de «maximizar la rentabilidad» podría llevarme a olvidar los otros objetivos.

Con los adelantos con que contamos hoy es posible establecer modelos de maximización de múltiples objetivos10, como los propuestos por el profesor J. D. Agarwal, quien sostiene que el contar con un solo objetivo conduce a resultados erróneos e irracionales.

Por último, deseo regresar a lo sostenido en la segunda sección. Lo más importante para tomar decisiones son los objetivos y, en la tarea de establecerlos, nuestros valores desempeñan una función muy importante. Es imprescindible, entonces, reflexionar sobre qué valores queremos adoptar, reflexión que no solo será útil para nuestro accionar en las empresas, sino que será una guía para lo que queremos hacer en nuestras vidas.

Sin embargo, además de los objetivos generales, se podrían plantear objetivos específicos que estén englobados en los generales. Por ejemplo, se podría colocar como objetivo capturar el 10% del mercado local en los próximos 10 años o reducir los costos de producción en 15% en el próximo semestre. Para ello, tendríamos áreas responsables involucradas en lograr el objetivo que tomarían diferentes acciones que las condujeran hacia él y evitarían las que pudieran alejarse de él. Por ejemplo, si el objetivo es mejorar el clima organizacional de la empresa, lo pensaríamos dos veces antes de suprimir la fiesta familiar de Navidad que ofrece la empresa.

Los objetivos específicos pueden ser numerosos y variados. Lo que debe quedar claro es que nosotros podemos proponer los objetivos y tratar de buscar la manera de lograrlos.

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