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A manera de conclusión

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La herencia del mundo medieval, a pesar de su lejanía temporal y espacial, se hace evidente en lo contemporáneo y se sincretiza con el imaginario de los pueblos indígenas y los barrios populares en el Nuevo Mundo. La estrecha relación que encontramos con las celebraciones de los ciclos agrícolas y las festividades cristianas pone en evidencia el fuerte arraigo de las creencias populares.

El origen litúrgico de la festividad de la Santa Cruz originado en los confines del periodo imperial se hereda a la Europa occidental y se implementa en el Nuevo Mundo, creando un fenómeno único. La herencia de los conquistadores y los evangelizadores crea un proceso sincrético con importantes particularidades que merecen ser estudiadas. La labor evangelizadora en el occidente del país y la fuerza civil del virreinato impusieron una serie de tradiciones que no se desprendieron totalmente de sus raíces prehispánicas, relacionadas con aspectos y ciclos naturales.

Tonalá presenta una variedad de encuentros religiosos, sociales y culturales que se conjuntan en uno de los meses más calurosos del año: mayo. Hay que considerar que en Europa, abril y mayo son meses en que despunta la abundancia de la primavera y se agradece el temporal. En México, dichos meses son los más calurosos del año y las tradiciones populares, en ese sentido, son muy diversas. El culto popular tuvo que adaptarse a sus necesidades y hay una reelaboración de la liturgia europea que se adapta al entorno natural, relacionado con los ciclos agrícolas y su contexto.

Cabe señalar que la festividad de la Santa Cruz no tiene el rango de fiesta patronal en Tonalá; sin embargo, la celebración está muy arraigada en sus habitantes. Las fiestas de la cruz pertenecen primero al pueblo que a la institución eclesiástica. Los barrios encontraron en Las Cruces una devoción auténtica y expresiva de su comunidad, una devoción que se ha heredado colectivamente y expone sus convicciones religiosas. Esa devoción está además documentada y normada por un reglamento interno e instrucciones precisas que la vuelven una práctica formal.

Por sus características, las festividades de Las Cruces en Tonalá merecen entrar en la categoría de Patrimonio Cultural Intangible y recibir apoyo para su preservación y defensa. La continuidad de la tradición está en las manos de los mismos vecinos y participantes de los festejos, cuyo esfuerzo ha hecho posible crear lazos entre el pasado y presente. Queda a los investigadores abonar en el estudio de sus raíces y en el contexto histórico de tan ferviente y viva tradición tonalteca.

Escenarios intangibles: la cultura literaria, sonora y artística de Tonalá

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