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El origen y las tradiciones de la Santa Cruz

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El culto a la Santa Cruz, así como la fecha de su celebración, son introducidas por los españoles al momento de la conquista. Se sigue la larga tradición del calendario cristiano y la leyenda que gira en torno a dicho símbolo. El proceso de formación que acompaña a la reliquia de la Santa Cruz tiene lugar entre los siglos IV y XII, cuando se forma una leyenda compleja, construida al recolectar narraciones apócrifas, textos patrísticos, historiográficos y litúrgicos. Su estudio abarca cultos de reliquias, caminos de peregrinaje, historias de viajeros, de peregrinos y de cruzados; relaciona sacerdotes, caballeros y órdenes mendicantes, así como el mito del árbol de la vida. Su historia literaria es larga y compleja.

La reliquia del lignum crucis1 dona el soporte material de la construcción de la memoria y en el medioevo comienza a surgir una gran producción de imágenes y textos que durante 15 siglos construirán el soporte para la festividad y leyenda de la Santa Cruz. Anterior a este suceso, la cruz era un símbolo secundario frente a toda la iconografía paleocristiana y sólo a partir de este hallazgo se impone la cruz a manera de una propaganda religiosa e imperial (véase Loconsole, 2005).

La festividad de la Santa Cruz abarca tres diferentes tradiciones que con los siglos se fueron fusionando y categorizando: el Hallazgo de la Cruz, la Exaltación de la Cruz y el origen de la madera de la Cruz. Cada una se desarrolla en diferentes periodos y provienen del periodo medieval. En esta etapa, las historias resultaban muy fragmentadas y la iconografía del momento dio una identidad alegórica a la leyenda (Baert, 2004).

A Elena, madre de Constantino y venerada por el culto católico como la Santa Madre Emperatriz (véase Réau, 1997) se le atribuye la primera tradición con el llamado Hallazgo de la Cruz, en Jerusalén. El relato del hallazgo de la emperatriz sucede a finales del siglo IV y fue tomado de diversas fuentes de la patrística e historiografía que datan de alrededor del siglo IV e inicios del siglo V.2 Las primeras representaciones iconográficas al respecto aparecen en los cánones del Concilio de Vercelli, alrededor del año 800, e introducen diseños que refieren la leyenda, en donde aparece Elena recibiendo la Cruz en sus brazos.3 Esas escenas señalan el inicio de la instauración de un Estado cristiano controlado por los emperadores.

La segunda tradición surge en el siglo VII como la Exaltación de la Cruz y se remonta a las hazañas del emperador Heraclio para regresar al Santo Sepulcro la parte de la Cruz que Elena había encontrado y que luego fue robada por los persas al mando de Cosroes II.4 Heraclio representa el salvador en esa tradición, la cual se difunde en la liturgia occidental y es celebrada al igual por protestantes y ortodoxos en celebración del 14 de septiembre. La celebración del Hallazgo de la Cruz por parte de Elena se mantiene a la par de la Exaltación por muchos siglos posteriores.

Más adelante se suma una tercera tradición, la cual se enfoca en la madera de la cual se fabrica la Cruz de Cristo, así aparece la leyenda del árbol creador, el árbol de la vida. Dicha tradición se vuelve compleja al introducir ese elemento, cuya mística, religiosa y simbólica se extiende en una diversidad de culturas en el transcurso de la historia. En el culto cristiano, la madera de la Cruz se identifica con el árbol de la vida del libro del Génesis.5 Esta tradición aparece escrita a partir del siglo XII, al introducirse en el discurso del Antiguo Testamento por los exégetas cristianos de los primeros siglos. Durante los siglos XI y XIII la Santa Cruz sirvió de base para la exaltación de los valores cristianos de las cruzadas y aparece en las luchas entre el papado y el imperio.

En el siglo XIII surge el apreciado trabajo de Santiago de la Vorágine, conocido como la Leyenda dorada (Vorágine, 2014). En dicha obra se relacionan las tres tradicionales narrativas con las variantes dictadas por la tradición literaria; en ella, Vorágine maneja las tradiciones del Hallazgo de la Cruz de Elena y la del árbol de la vida con una misma festividad señalada y clasificada para el 3 de mayo. La tradición de la Exaltación relacionada con Heraclio continuará señalándose para el 14 de septiembre.

Esperaremos a las representaciones del arte figurativo para lograr unificar las tres tradiciones en un solo pasaje, como muestra la obra de Piero de la Francesca en la capilla Bacci, en las instalaciones de la Basílica dedicada a San Francisco, en Arezzo, Italia.6 Los frescos presentan un conjunto lleno de tradiciones literarias e iconográficas consolidadas, los cuales se integran y se relacionan con la mística franciscana.

Más adelante, con la historiografía moderna realizada entre los siglos XV y XVII, se gestaron textos historiográficos, mitos y tradiciones litúrgicas, destinadas a perpetuar en el tiempo y retomarse con espíritu crítico. La obra de Vorágine se analiza y comenta con un acercamiento filológico y arqueológico de las fuentes escritas e iconográficas. En la actualidad, continúan los estudios y publicaciones sobre el argumento en cuestión, recorriendo la tradición de la Cruz desde el siglo IV hasta nuestros días, sobre todo aquellos con un enfoque religioso y dogmático.

Como ya se mencionó, las dos celebraciones en honor a la Santa Cruz se trasmiten de Jerusalén a Constantinopla y, después, a la Iglesia romana. En Occidente, la festividad del 3 de mayo entra en el misal romano en el año 1570 y se mantiene hasta la reforma litúrgica de 1970, cuando fue eliminada del calendario ordinario del rito romano. La festividad del 14 de septiembre dedicada a la Exaltación se mantuvo y continúa celebrándose en Europa y en América.

En México, la aceptación y el sincretismo hacia la festividad del 3 de mayo entra con mayor fuerza y la festividad se mantiene viva con diferentes expresiones que varían de región a región. La fiesta de la Exaltación de la Cruz, al pertenecer al misal romano, se sigue celebrando ordinariamente; sin embargo, las celebraciones son menos fervientes.

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