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PREFACIO

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La espiritualidad es un tema muy presente en la gente de hoy. Con su predominante secularismo y materialismo, la cultura moderna ha fracasado en satisfacer a sus consumidores. Muchos se están dando cuenta de la verdad de lo que Moisés dijo a los hijos de Israel: “No sólo de pan vivirá el hombre” (Dt. 8:3). Con Cristo en su Sermón del Monte, preguntan: “¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mt. 6:25). El resultado es un nuevo interés en descubrir y promover las dimensiones interior y espiritual de la vida humana.

El cristianismo histórico siempre ha compartido este interés. Fundamental para la fe cristiana es la convicción de que “Dios es Espíritu” (Jn. 4:24) y de que los seres humanos están hechos a imagen de Dios (Gn. 1:26-27). Valorando el estado del hombre caído, el apóstol Pablo declaró que los hombres están “ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (Ef. 4:18). Cristo mismo declaró: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3).

El cultivo de la vida espiritual ha sido orientado en diferentes direcciones por diferentes tradiciones cristianas. El catolicismo romano ha ofrecido una espiritualidad de ritualismo y administración sacramental y, alternativamente, las disciplinas de la vida monástica y la búsqueda del misticismo. La tradición metodista wesliana, el movimiento de santidad y, más recientemente, el pentecostalismo y el movimiento carismático han ofrecido una espiritualidad con menos contenido ceremonial o intelectual y gran cantidad de emoción y subjetivismo.

El problema con la mayoría de la espiritualidad hoy en día es que no está claramente acotada en la Escritura y, con demasiada frecuencia, degenera en misticismo no bíblico. En contraste, el cristianismo reformado ha seguido una senda propia, grandemente determinada por su interés en probar todas las cosas con la Escritura, y desarrollar una vida espiritual formada por las enseñanzas y directrices de la Escritura. La espiritualidad reformada es la puesta en práctica de la convicción de que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16). En dependencia del Espíritu Santo, se propone alcanzar lo que John Murray llamó “piedad inteligente”: férreo conocimiento de la Escritura y sincera piedad. De los predicadores, eruditos y escritores que fomentaron este tipo de espiritualidad bíblica, ninguno ha superado a los puritanos de Inglaterra y sus coetáneos en Escocia y Holanda. Su legado destaca por basar toda espiritualidad, experiencia y afectos en la Biblia.

El doble énfasis de alimentar mente y alma es tremendamente necesario hoy en día. Por un lado, confrontamos el problema de la ortodoxia reformada seca, que tiene una enseñanza doctrinal correcta pero carece de énfasis en una vida sentida y piadosa. El resultado es que la gente se arrodilla ante la doctrina de Dios sin una unión vital y espiritual con el Dios de la doctrina. Por otro lado, el cristianismo pentecostal y carismático ofrece emocionalismo, en protesta contra un cristianismo formal y sin vida, pero sin estar sólidamente arraigado en la Escritura. El resultado es que la gente se arrodilla ante el sentimiento humano en vez de ante el Dios trino.

Este libro promueve espiritualidad bíblica mediante un estudio de la herencia reformada y puritana. Los primeros tres capítulos tratan de varios aspectos de la espiritualidad de Calvino, mientras que los cinco siguientes muestran dimensiones espirituales de los puritanos, concretamente en la obra de William Ames (capítulo 6) y Anthony Burgess (capítulo 8). Los capítulos 9-12 consideran la espiritualidad puritana de la tradición escocesa mediante las vidas de John Brown de Haddington, Thomas Boston, y Ebenezer y Ralph Erskine. El capítulo 13 introduce la espiritualidad de la Segunda Reforma Holandesa, seguida de estudios de algunos de sus principales representantes (capítulos 14-16): Willem Teellinck, Herman Witsius y Theodorus Jacobus Frelinghuysen. El libro concluye con estudios sobre la justificación por la sola fe, la santidad y la predicación experimental reformada (capítulos 17-19), todos los cuales se centran en la espiritualidad puritana.

El capítulo 13 de este libro fue dado como una conferencia para el Interdisziplinäres Zentrum für Pietismusforschung, en Halle (Alemania), en 1997. No ha sido impreso previamente en revista ni libro. Otros capítulos han sido revisados y/o expandidos, y todos ellos han sido reelaborados a partir de su impresión original. Quisiera expresar mi sincera gratitud por permitírseme reimprimir a partir de las siguientes fuentes literarias: capítulo 1, The Cambridge Companion to John Calvin, editado por Donald K. McKim (Cambridge: University Press, 2004), 125-52; capítulo 2, Calvin and Spirituality, editado por David W. Foxgrover (Grand Rapids: CRC Product Services, 1999), 13-30; capítulo 3, Reformation and Revival 10, 4 (otoño, 2001): 107-32; capítulo 4, Reformed Spirituality: Communing with Our Glorious God, editado por Joseph A. Pipa, Jr. y J. Andrew Wortman (Taylors, S.C.: Southern Presbyterian Press, 2003), 73-100; capítulo 5, Trust and Obey, editado por Don Kistler (Morgan, Penn.: Soli Deo Gloria, 1996), 154-200; capítulo 6, The Devoted Life: An Invitation to the Puritan Classics, editado por Randall C. Gleason y Kelly M. Kapic (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 2004); capítulo 7, Whatever Happened to the Reformation?, editado por Gary L. W. Jonson y R. Fowler White (Phillipsburg, N.J.: Presbyterian & Reformed, 2001), 229–52, 320–25; capítulo 8, The Answer of a Good Conscience (Westminster Conference papers, London: Tentmaker, 1998), 27–52; capítulo 9, The Systematic Theology of John Brown of Haddington (Ross-shire: Christian Focus, and Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2002), e–x; capítulo 10, Complete Works of Thomas Boston (Stoke-onTrent, England: Tentmaker, 2002), 1:I–1 a I–16; capítulos 11–12, The Beauties of Ebenezer Erskine (Ross-shire: Christian Focus, and Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2001), i–liii, 617–22; capítulo 14, The Path of True Godliness by Willem Teellinck (Grand Rapids: Baker, 2003), 11–29; capítulo 15, An Analysis of Herman Witsius’s Economy of the Covenants (Ross-shire: Christian Focus, 2002), iii–xxi; capítulo 16, Forerunner of the Great Awakening: Sermons by Theodorus Jacobus Frelinghuysen (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), vii–xxxviii; capítulo 17, Justifi cation by Faith Alone, redactado por Don Kistler (Morgan, Penn.: Soli Deo Gloria, 1995), 53–105; capítulo 18, Reformation and Revival 4, 2 (1995):81–112; capítulo 19, Feed My Sheep: A Passionate Plea for Preaching, editado por Don Kistler (Morgan, Penn.: Soli Deo Gloria, 2002), 94–128.

Cada capítulo es una unidad independiente, con la excepción de los capítulos 11 y 12. En consecuencia, las notas a pie de página de cada capítulo recogen fuentes sin referencia a capítulos previos. Los capítulos que fueron originalmente escritos como introducciones a libros no tienen notas a pie de página. Cuando se citan referencias antiguas, la ortografía está actualizada. Las repeticiones en los capítulos independientes han ocurrido el menor número de veces posible. Además, algunos capítulos van específicamente dirigidos a los ministros en sus aplicaciones, ya que la primera vez fueron pronunciados en forma de conferencia en congresos de ministros. Se han aportado bibliografías para los capítulos 1, 4, 11-12 y 16, para aquéllos que deseen llevar a cabo un mayor estudio.

Dedico este libro a mis dos hermanos mayores, John y James, que “aman a nuestro Señor Jesucristo con sinceridad” (Ef. 6:24) y me son un modelo de esencia de espiritualidad reformada puritana. Me son dones de Dios –verdaderos amigos que han demostrado ser fieles hermanos espirituales en la prosperidad y en la adversidad–. No puedo expresar con palabras lo que significan para mí.

También agradezco a los siguientes amigos por ser coautores de algunos capítulos: Ray B. Lanning (capítulo 5), Jan van Vliet (capítulo 6), Randall Pederson (capítulos 9 y 10) y Cornelis Pronk (capítulo 16). Agradezco a Phyllis TenElshof, Ray Lanning, Kate Timmer y Kristen Meschke su adecuada corrección de pruebas, y a Gary y Linda den Hollander su concienzuda composición. Estoy profundamente agradecido a los estudiantes de seminario que han oído muchos de estos capítulos en conferencias y me han asistido “como el hierro afila el hierro”. También estoy agradecido a los miembros y equipo de Reformation Heritage Books por su fiel apoyo y dedicación. Gracias, además, a mi fiel rebaño, Heritage Netherlands Reformed Congregation de Grand Rapids (Michigan), sin el cual el tono pastoral de este libro no habría sido posible. Sobre todo, tengo una enorme deuda con mi querida esposa, Mary, y nuestros tres hijos, Calvin, Esther y Lydia, por sus fieles sacrificios durante los años en que este libro se escribió.

Si Dios usa este libro para ayudar a algunos a ver más claramente la perspectiva y el valor de la espiritual tradición reformada puritana y, especialmente, para llevarnos a una más profunda y estrecha amistad con Él mismo, mediante nuestro Hermano mayor, el Señor Jesucristo, mi gozo será pleno. ¡Soli Deo Gloria!

Marzo, 2004 Joel R. Beeke

2919 Leonard N.E.

Grand Rapids, Michigan 49525

La espiritualidad puritana y reformada

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