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Оглавление1 LA NEUROCIENCIA ANTE EL ARTE DE LO IMPOSIBLE
El arte de la magia debe tener la finalidad de elevar la cuota de felicidad en el mundo, en los demás y en nosotros mismos.
JUAN TAMARIZ
EL ARTE DE LO IMPOSIBLE
En este libro, nos referimos a la magia como el arte de hacer sentir al espectador, que asiste o participa, que algo es imposible, es decir, que desafía leyes de la naturaleza. Juan Tamariz es el mago contemporáneo más influyente en España. Ha realizado aportaciones teóricas de referencia, y sus contribuciones y sus efectos mágicos gozan de un enorme prestigio internacional. Tamariz considera que el desenlace mágico debe contener necesariamente tres ingredientes: debe ser inesperado, imposible y fascinante.1 Inesperado porque se violan las expectativas, especialmente en aquellos efectos mágicos en los que ningún elemento de la argumentación o relato anticipa lo que sucederá al final; imposible porque los desenlaces mágicos contradicen la lógica o las leyes de la naturaleza; y fascinante porque el efecto final de una buena magia es deslumbrante y extraordinario. Según Tamariz, solo la magia combina la imposibilidad con la fascinación, mientras que otras actividades fascinantes, como, por ejemplo, determinadas acrobacias, no se perciben como imposibles. Para Tamariz lo esencial y específico de un desenlace mágico es el «misterio» de lo imposible, con sus distintos grados que van desde lo desconocido hasta el «choque mental» que produce lo que se ha entendido como verdaderamente imposible.2
LA NEUROCIENCIA3 QUE HAY DETRÁS DE LA MAGIA
El propósito de este libro es contribuir al conocimiento de los procesos cognitivos que están implicados en buena parte de los efectos que realizan los magos, aunque la magia también utiliza muchas otras técnicas y dispositivos que corresponden a diversas disciplinas científicas como las matemáticas, la física (como, por ejemplo, la óptica), la mecánica, la electrónica, la química o los nuevos materiales, pero que no serán objeto de estudio en este libro.
¿A qué tipo de efectos nos referimos entonces?
En las páginas que siguen nos circunscribiremos exclusivamente a los mecanismos de los efectos mágicos dirigidos a provocar la «ilusión de la imposibilidad»: aquella magia que el público considera imposible ya que lo sucedido en el desenlace contradice las leyes de la naturaleza.
Para ello, analizaremos los procesos que explican cómo y por qué funciona la magia «de lo imposible», un universo de conocimiento distinto —aunque no ajeno— a los procedimientos, los recursos y los métodos que utilizan los magos.4 La magia tiene sus propias escuelas, sus expertos y una larga experiencia acumulada a lo largo de los siglos. Más allá de sus trucos, la magia utiliza recursos artísticos (por ejemplo, teatrales), y de otras fuentes para lograr el éxito de los efectos, siempre al servicio de un desenlace sorprendente. Tras siglos de pruebas y ensayos empíricos, la magia actual es el resultado de una sabiduría acumulada a lo largo de los tiempos, basada en la experiencia y en el perfeccionamiento de un inmenso catálogo de materiales y métodos que los magos han bautizado con sus nombres propios y característicos.
Hasta el momento, el responsable de descubrir y validar estas técnicas ha sido el mundo de la magia, pero, ahora, la neurociencia es la que desea aprender de esta sabiduría. En este sentido, el mago Persi Diaconis, excelente científico y profesor de estadística, ha constatado que algunas aportaciones originales de la magia, como los principios que desarrolló el también mago y matemático Norman Gilbreath a finales de los años cincuenta (relacionados con el conjunto de Mandelbrot y las series fractales), han contribuido a abrir nuevas vías de conocimiento en el campo de la criptografía o del análisis de secuencias del ADN.5 Nuestro objetivo pretende seguir los mismos pasos y facilitar un diálogo igualmente fructífero entre magia y neurociencia.
LA GRAMÁTICA DE LA MAGIA
Para realizar una buena magia existen unos principios sólidos formulados sobre la base de la experiencia. La mayoría de estos, como veremos a lo largo del presente volumen, responden a procesos cognitivos. Durante la segunda mitad del siglo XX, algunos teóricos de la magia —como los magos Arturo de Ascanio, Juan Tamariz o Darwin Ortiz— elaboraron auténticas «gramáticas» de su idioma. En este libro hacemos bastantes referencias a conceptos acuñados por Arturo de Ascanio. Ascanio nació en 1929, y, en los años cincuenta, tras conocer al gran mago Fred Kaps, creó una vasta obra sobre la magia que fue elaborando y profundizando hasta su muerte, en 1997. Precisamente, uno de nuestros objetivos ha sido interpretar y «traducir» este lenguaje acuñado por los magos en conceptos que la neurociencia cognitiva utiliza para explicar cómo funciona el cerebro. Como quedará patente a lo largo de las próximas páginas, estamos convencidos de que explorar «cómo funciona» la magia puede aportar nuevas perspectivas a la neurociencia.
Para ello, nos proponemos detallar paso a paso y describir todas las técnicas que poseen claros fundamentos neurocientíficos, es decir, los que surgen de las estrategias que utiliza el cerebro para superar sus límites físicos, que no son otros que la ingente cantidad de información que recibe cada segundo a través de los sentidos, el espacio limitado o la energía que necesita para funcionar.
Además, el procesamiento interno del cerebro es lento y, como ya se ha dicho, debe superar varios cuellos de botella.
Pues bien, para sobreponerse a todas estas limitaciones, el cerebro utiliza unas estrategias extraordinariamente efectivas, estrategias que la magia puede hackear, en términos informáticos, entrando por sus «puertas traseras».
En otras palabras: la magia dialoga, interpela o engaña a nuestro cerebro inconsciente, y ni los magos ni los profanos6 somos conscientes de ello.
VIAJE CON NOSOTROS
La primera parte de este libro se encargará de sentar las bases para comprender adecuadamente todos estos conceptos que acabamos de exponer. Además, en los capítulos 2 y 3 se presenta un modelo simplificado de la estructura y función del cerebro, con especial énfasis en la vía visual, ya que la magia entra por la vista. En la segunda parte se examinarán los diferentes procesos cognitivos que están implicados en los efectos mágicos; unos procesos construidos que cumplen con unos requisitos que desafían los mecanismos que utiliza el cerebro para reunir la información que nos llega del exterior, interpretar la realidad que observamos, descartar todo aquello que no es útil y anticiparnos a los hechos inmediatos.
Más adelante, en el capítulo 4, describiremos cómo el cerebro crea una ilusión de continuidad para compensar el hecho de que captamos la información externa de manera fraccionada, tanto en el espacio como en el tiempo, y comprobaremos que la magia se aprovecha de este fenómeno de múltiples formas. En el capítulo 5, describiremos el concepto de contraste sobre la base de que procesamos principalmente aquello que cambia. Este es un mecanismo clave, puesto que los magos saben cómo evitar o provocar la generación de contraste como herramienta para el control de la atención.
En el capítulo 6, exploraremos cómo se utiliza la atención para filtrar y seleccionar continuamente la enorme cantidad de información que recibimos, pues este es uno de los procesos cerebrales que la magia ha aprendido a controlar de manera muy precisa.
Tras esto, en el capítulo 7, exploraremos el mundo creativo de la percepción, porque percibir es literalmente un proceso de interpretación.
Pero la neurociencia que se esconde detrás de la magia no se queda ahí. Como se verá en el capítulo 8, los magos también son capaces de manipular nuestros recuerdos a lo largo de los pocos minutos que dura un efecto mágico.
Por otro lado, tal y como se muestra en el capítulo 9, los magos pueden condicionarnos y aprovechar los múltiples mecanismos de nuestro cerebro inconsciente. Además, como expone el capítulo 10, también saben cómo inducir inadvertidamente en nosotros determinadas respuestas y decisiones.
La tercera parte del libro comienza en el capítulo 11 con una reflexión sobre el contenido de la experiencia mágica y cómo reaccionan ante ella los distintos públicos. El libro termina con el capítulo 12, donde se reconocen los pioneros esfuerzos de investigación sobre magia que se realizaron a finales del siglo XIX, y lo mucho que todavía queda por hacer al respecto. Se trata, pues, de un ensayo de neurociencia en el que el lector encontrará algunas claves sobre cómo funciona la magia cuando produce desenlaces imposibles.
Si los efectos mágicos son capaces de seducirnos, es por la manera en que el cerebro se enfrenta y entiende el mundo que nos rodea. Conocer cómo funciona el cerebro, hasta donde sabemos, y entender los posibles procesos cognitivos implicados en los principales efectos mágicos sirve para corroborar muchos fundamentos que los teóricos de la magia han ido proponiendo para hacer la mejor magia posible.
A su vez, los conocimientos empíricos que la magia ha ido acumulando a lo largo de los tiempos son una fuente valiosísima de conocimiento para la neurociencia. Algunas técnicas utilizadas en los efectos mágicos responden a mecanismos bien conocidos en el campo de la neurociencia cognitiva; sin embargo, desconocemos los procesos que subyacen en otras técnicas mágicas, lo que ofrece posibilidades de investigación muy atractivas. En este sentido, la magia no es una excepción, hasta el punto de que muchos neurocientíficos creen que, generalmente, los artistas, tras años de ensayo y error, han descubierto de forma intuitiva la lógica del cerebro, es decir, la manera de interpretar el mundo, y utilizan este conocimiento para potenciar el impacto generado por su obra.
Jorge Wagensberg7 lo expresó con estas palabras:
La relación menos banal entre ciencia y arte se da cuando el artista provee de intuiciones científicas al científico o cuando el científico provee de inteligibilidades artísticas al artista.
Del mismo modo, los magos John Nevil Maskeline y David Devant,8 a principio del siglo XX, estaban convencidos de que la magia era tanto arte como ciencia.
Este libro también es una reivindicación de los fundamentos científicos de la magia y, por consiguiente, de sus prácticas honestas frente a los que utilizan sus métodos con fines ilegítimos o hacen creer al público que están dotados de poderes sobrenaturales.
Muchos estamos convencidos de que, en pleno siglo XXI, ya no existe ninguna necesidad artística que justifique engañar de manera deshonesta a los espectadores.
Y creemos que ya tenemos bastante con engañarnos a nosotros mismos.