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PRINCIPIOS ESPECÍFICOS DEL JUEGO OFENSIVO

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Los jugadores, cuando se encuentran directamente implicados en la unidad estructural funcional ofensiva, deben tener en todo momento actitudes y comportamientos técnico-tácticos que busquen uno de los siguientes tres principios específicos: la penetración, la cobertura ofensiva o la movilidad.

• La penetración

En la competición, cuando el equipo se encuentra con la posesión del balón, su actitud táctica fundamental se ha de consustanciar con una persistente penetración de las diferentes líneas de resistencia de la organización defensiva (con una dinámica en amplitud y profundidad) para conquistar una posición favorable (en relación con la portería contraria) en las zonas predominantes de finalización, susceptible de la culminación del proceso ofensivo con la concreción del objetivo del juego, el gol. En este sentido, independientemente de los factores inherentes a la estrategia del juego predefinido, del resultado momentáneo que se pueda verificar, del tiempo de juego, de las misiones tácticas atribuidas a los diferentes jugadores que constituyen el equipo y de todo un conjunto de circunstancias puntuales y temporales que puedan influir de forma significativa la toma de decisiones de los jugadores, la penetración se configura como el principio táctico que orienta con más importancia las decisiones y los comportamientos de los atacantes que en cada momento intervienen sobre el balón durante el desarrollo del proceso ofensivo de su equipo. El cumplimiento eficaz de este principio específico está soportado por un conjunto de decisiones y comportamientos técnico-tácticos de carácter individual y colectivo que se expresan por la creación de las condiciones favorables para hacer circular el balón con precisión, eficacia y con una velocidad adecuada en relación con los diferentes y sucesivos contextos situacionales que se pueden dar en cada momento del proceso ofensivo.


En la línea de este raciocinio, el cumplimiento de este principio táctico orientador de las actitudes y de las acciones de los atacantes implica múltiples exigencias, que se fundamentan en los siguientes atributos esenciales:

1. En una inteligencia táctica soportada por una agudeza de espíritu, una motivación sin límites y una agresividad ofensiva del equipo que debe ser cultivada, entrenada y perfeccionada para responder continua y adecuadamente a los contextos situacionales que el juego determina.

2. En una rápida transición de la actitud defensiva hacia una actitud ofensiva inmediatamente después de la recuperación del balón a través de los movimientos concertados en amplitud y profundidad con el objetivo de aumentar el número de opciones tácticas de carácter eficaz.

3. En una elevada velocidad de ejecución técnico-táctica con el balón utilizando los medios individuales que pueden determinar el mantenimiento de éste (a través de las acciones de conducción, fintas, regates, etc.), la comunicación (mediante la acción del pase) o la finalización (remate a portería) si las condiciones del juego lo permiten y las posibilidades de éxito son razonables.

4. En una sincronización de los movimientos colectivos de los jugadores en dirección a los espacios de juego y con un ritmo de juego correcto para apoyar al compañero que posee el balón o desequilibrar la organización defensiva del adversario.

5. En una direccionalidad de las acciones técnico-tácticas que perturben constante y persistentemente los obstáculos y las líneas de resistencia que se derivan del método de juego defensivo del adversario y los espacios de juego que por su distancia y ángulo puedan determinar una finalización eficaz.

6. En una incapacidad por parte del equipo adversario de dirigir y conducir el proceso defensivo hacia los espacios no vitales del juego, hacia situaciones parciales y temporales donde se verifiquen condiciones de superioridad numérica, en la creación de contextos favorables para la recuperación de la posesión del balón y en el relanzamiento favorable del proceso ofensivo subsiguiente.

La concreción de esta orientación táctica fundamental (la penetración) se conjuga por los siguientes tres comportamientos: tener y usar la iniciativa, la correcta percepción de la situación del juego y las acciones técnico-tácticas que buscan el principio de la penetración y la continuidad de la acción del juego.

Tener y usar la iniciativa

El atacante que posee el balón debe mantener la iniciativa y la sorpresa de la situación del juego a través de los siguientes aspectos:

1. Orientar continuamente su acción en dirección a los espacios vitales del terreno de juego, especialmente hacia las zonas predominantes de finalización. Respetando esta orientación, el atacante le presentará sucesivamente problemas y dificultades para su resolución en la organización defensiva del contrario. En las situaciones de juego en las que el atacante tiene que recibir el balón de «espaldas» a la portería contraria, ha de tener en cuenta dos aspectos importantes: desplazarse en dirección a la trayectoria del pase que le han enviado (evitando que el defensa se anticipe) y, simultáneamente a la atención técnico-táctica de la recepción, orientar rápidamente sus apoyos con el objetivo de dirigir su comportamiento hacia la portería adversaria. En el caso de que no sea posible debido a la presión impuesta por el defensa, el atacante podrá asumir uno de los siguientes comportamientos:

A. Pasar el balón hacia atrás o hacia un lado en dirección a un compañero que pueda recibirlo de inmediato y orientarlo en la dirección deseada del ataque.

B. Forzar al adversario directo a aumentar la presión defensiva para cometer infracciones a las leyes del juego y consecuentemente determinar una situación ventajosa para el ataque (esquema táctico).

C. Mantener la posesión del balón hasta que se establezcan las condiciones favorables para el desarrollo del ataque.


2. Variar el ángulo y el momento del ataque. El atacante que posee el balón debe buscar desequilibrar la organización defensiva o el centro del juego defensivo del adversario a través de la modificación del ángulo y del momento del ataque con el objetivo de obligar a los defensas a salir de sus posiciones de base y cambiar su atención hacia el marcaje directo a otros atacantes. La modificación del ángulo y del momento del ataque se puede conseguir por medio de estas acciones técnico-tácticas:

A. La conducción, el regate/finta y la simulación que alteren los ángulos en relación con sus compañeros.

B. Los pases dirigidos hacia uno u otro carril o sector del terreno de juego.

3. Simular las verdaderas intenciones tácticas. El atacante que posee el balón debe producir un conjunto de «falsas señales» que, por un lado, vuelven más difícil y complejo el proceso de la anticipación de los defensas y, por otro, les induce a asumir un comportamiento a partir de una lectura falsa de los indicadores pertinentes referentes al contexto de la situación del juego. De hecho, el atacante, al buscar que resulte más difícil la lectura del juego desde el punto de vista defensivo, consigue varios objetivos:


A. Crea y explora espacios de juego en los que se logren simultáneamente diferentes líneas de pase o de comunicación dentro del equipo, facilitando y posibilitando constantes modificaciones del ángulo del pase.

B. Contribuye a que los defensas asuman comportamientos técnico-tácticos ineficaces y posicionamientos inadecuados en relación con el contexto situacional del juego.

C. Ejecuta acciones de regate buscando desequilibrar la posición de base del defensa y, en función de la reacción de éste, aumentar de inmediato la velocidad cambiando la dirección de la acción técnico-táctica o el objetivo de rebasar con eficacia al defensa.

Correcta percepción de la situación del juego

El atacante que posee el balón debe discernir correctamente el contexto de la situación del juego con el objetivo de seleccionar el comportamiento técnico-táctico más adaptado y eficaz para su resolución por lo seguro (mantenimiento de la posesión del balón) o con riesgo (provocando acciones de ruptura de la organización defensiva del adversario para crear situaciones de finalización). Esto significa que el jugador que posee el balón decide la dirección del juego, es decir, la concreción o no de los objetivos del proceso ofensivo. Por esto, el comportamiento técnico-táctico observado en la resolución táctica de la situación del juego es la resultante de la mutua responsabilidad del jugador en la penetración y de sus compañeros (aproximándose o alejándose de él). Esta opción técnico-táctica debe reflejar el mantenimiento de la posesión del balón, y su meta es la concreción del objetivo del ataque: el gol. En otras palabras, en función de los condicionantes que cada contexto situacional encierra en sí, el jugador ha de optar por las situaciones tácticas que le permitan de forma simultánea estar en la posesión del balón, conservarlo y lograr el objetivo del juego. En este ámbito podemos establecer los siguientes procedimientos:


1. Esperar el momento más oportuno para desarrollar el ataque. El atacante que posee el balón en las diferentes situaciones del juego tendrá que esperar el momento más oportuno para desarrollar o culminar el proceso ofensivo, lo que significa, por ejemplo, dar el tiempo necesario para que sus compañeros se desplacen y se posicionen en los espacios vitales del juego (colocación en el ataque) o salgan de posiciones irregulares desde el punto de vista de las leyes del juego (fuera de juego), con lo que da tiempo para que se establezcan las condiciones más favorables y ventajosas para el cumplimiento de los objetivos del ataque. En este sentido, el atacante que posee el balón debe ejecutar comportamientos técnico-tácticos que busquen fundamentalmente la protección y conservación del balón (conducción, regate, finta y engaño), comprendiendo su responsabilidad en función de los condicionantes que cada situación del juego presenta en el cumplimiento de este objetivo táctico.

2. Acelerar el ritmo del desarrollo del proceso ofensivo de su equipo, especialmente en las siguientes situaciones básicas:

A. Inmediatamente después de la recuperación del balón, pues aprovechar el desequilibrio momentáneo en el que se encuentra un equipo que atacaba y que tiene que pasar a defender es, en la mayor parte de las situaciones, la clave para un ataque con éxito.

B. En la etapa de construcción del proceso ofensivo, siempre que se observen situaciones de ruptura de la organización defensiva del adversario debido a la ejecución de desplazamientos ofensivos en profundidad por parte de sus compañeros.


C. En la etapa de elaboración de situaciones de finalización, es decir, cerca del área grande adversaria, donde la espontaneidad, determinación y creatividad son componentes fundamentales de esta etapa del ataque. En este ámbito se deben observar cambios en la velocidad del desarrollo del ataque para encontrar líneas y ángulos de remate con elevados niveles de éxito.

D. En el saque rápido del balón siempre que se interrumpa el juego. Es en las paradas momentáneas del juego donde se verifica menor concentración (atención) por parte de los jugadores, por lo que, aunque el tiempo en estas situaciones éste a favor del ataque, no se ha de perder la oportunidad de sacar rápidamente el balón, intentando obtener el máximo de ventajas de la desconcentración de los jugadores adversarios o de una organización defensiva precaria.

E. En las situaciones en las que la organización defensiva adversaria consigue orientar el juego ofensivo en un determinado espacio de juego, con el objetivo de facilitar la recuperación del balón por medio de una utilización concentrada de sus jugadores. En estas situaciones, los atacantes deben responder acelerando la ejecución de las acciones técnico-tácticas de apoyo al desarrollo del proceso ofensivo, saliéndose de dichos espacios y modificando rápidamente el ángulo del ataque para desequilibrar en términos espaciales, temporales y numéricos la defensa adversaria.

F. Crear condiciones que alteren constantemente la velocidad y el ritmo del desarrollo del ataque, especialmente cuando el equipo adversario está bien organizado desde el punto de vista defensivo. El hecho de modificar la velocidad y el ritmo de ejecución técnico-táctica variándolo entre regímenes reducidos y elevados crea en las defensas concepciones falsas de la realidad del juego, lo que conlleva sensaciones de inseguridad y presión en el ámbito del pensamiento táctico, lo que constituye el primer paso para la toma de decisiones desajustadas a la realidad contextual del juego.


3. Cambiar el ritmo de ejecución técnico-táctica. Este cambio de ritmo comportamental por parte del jugador que posee el balón se traduce operacionalmente en la aceleración con carácter «inesperado» y «explosivo», utilizando simultáneamente cambios de dirección en la acción del juego. La alteración del ritmo de ejecución técnico-táctica es un factor fundamental del comportamiento del atacante que busca alcanzar dos aspectos:

A. Mantener la iniciativa en la situación de juego estableciendo su dirección, ya que los defensas tendrán que reaccionar constantemente a la acción del atacante y no al contrario.

B. «Desequilibrar» los eventuales comportamientos de los defensas en términos técnicos, tácticos, físicos y psicológicos, volviéndolos de esta manera desajustados a la realidad de la situación momentánea del juego.

Las diferentes acciones técnico-tácticas que objetivan este principio

Básicamente existen cuatro acciones técnico-tácticas que objetivan el principio de la penetración:

1. El pase. Es la forma más rápida y simple de progresión del equipo en el terreno de juego y la actitud fundamental de los jugadores que poseen el balón cuando se deciden por la ejecución de la acción técnico-táctica del pase en la resolución de la situación de juego que se les presenta. Se procura ganar el máximo espacio en términos de profundidad o el objetivo de transportar el centro del juego lo más rápidamente posible hacia las zonas predominantes de finalización. Bajo estas circunstancias, el jugador que posee el balón debe buscar preponderadamente, en su ejecución técnico-táctica, pases en dirección a la portería contraria (proporcionando un juego directo) o hacia los espacios que aproximen el ataque a la portería adversaria (utilizando pases hacia los carriles laterales) para establecer los presupuestos fundamentales e inmediatos para la consecución positiva de los objetivos del juego: el gol. Esta actitud fundamental de todos los jugadores, conformada por los pases en profundidad en dirección a los atacantes o a los medios, asume claramente un papel importante en la modelización y conceptualización de un método de juego ofensivo eficaz. En este sentido, Hughes (1990) establece unas prioridades en la selección de la acción técnico-táctica del pase:



A. Pasar el balón hacia el espacio de las «espaldas» de la última línea defensiva. Éste es el pase que causa el mayor número de problemas a la defensa contraria por dos factores: los defensas están obligados a cambiar la orientación de sus apoyos y a desplazarse en la dirección de su propia portería, por lo que se pueden volver las acciones lentas e ineficaces, y la última línea defensiva, al «subir» en el terreno de juego para soportar su propio ataque, se vuelve vulnerable a este tipo de pases inmediatamente después de perder el balón por estar eventualmente desconcentrados debido al cambio de la posesión del balón, por no encontrarse en sus posiciones defensivas de base y por tener que marcar y vigilar un amplio espacio del terreno de juego.


B. Pasar el balón a un compañero que se posicione con la mayor profundidad del ataque. Si el pase hacia el espacio a las «espaldas» de la última línea defensiva adversaria no es posible, la mejor opción consiste en pasarlo con precisión directamente a los pies del compañero que esté posicionado con la mayor profundidad en el ataque.


C. Pasar el balón a un compañero colocado lejos de la máxima acumulación de defensas y de la línea de pase. Si el pase hacia el compañero que está en la posición de mayor profundidad de ataque no es posible, la mejor opción es pasarlo a un compañero que esté en la línea de pase y lejos de la concentración de los adversarios, es decir, no estando entre ellos. Aunque esta acción sólo pone el balón fuera del alcance del adversario, le crea problemas por un lado al defensa que está mal colocado y por el otro a los otros defensas, que tendrán que reajustar sus posiciones como consecuencia de la modificación de la situación del juego.



D. Cambiar el ángulo del ataque. Si las tres anteriores opciones tácticas no son posibles, el jugador que posee el balón debe cambiar el ángulo del ataque; es decir, si está ubicado en el carril lateral derecho, ha de ejecutar el pase hacia el carril lateral izquierdo, y viceversa. Debido a una mayor concentración ejercida por los defensas en el lado del centro del juego, normalmente existe una disminución en el marcaje y en la vigilancia sobre los espacios contrarios, que pueden ser eventualmente utilizados por atacantes preparados para explotar ese hecho.

E. Pasar el balón hacia atrás como último recurso. Si no es posible cambiar el ángulo del ataque, hay que pasar hacia atrás hacia un jugador en cobertura ofensiva, que debe tener el espacio, el tiempo y el campo de visión para llevar el balón en dirección a la portería adversaria.

2. La conducción como medio en la penetración. En estas circunstancias es necesario que el jugador oriente esa acción hacia el interior de la defensa adversaria creando un continuo desequilibrio en los apoyos de los adversarios, ya sea a través de los cambios rápidos e inesperados de velocidad o por la persistente alternancia del pie utilizado para esa conducción.

3. Muchas veces la única forma de ganar ventaja es a través del regate. Para realizarlo, todo depende de las características del adversario directo, del lugar del terreno de juego donde ese regate se realiza, del tipo de ventaja que se obtiene por la realización de ese regate y de las propias capacidades de quien lo ejecuta. Como norma, cuanto más se aleja un jugador de su portería y se aproxima a la contraria, menos arriesgado y más compensador se vuelve ejecutar un regate. Resta saber si ante las condiciones referidas será una acción oportuna y además con elevadas posibilidades de éxito.

4. La finalización. En ella el jugador que posee el balón debe modificar su actitud táctica basada en comportamientos técnico-tácticos que buscan la progresión y el mantenimiento del balón y transformarla en una actitud de finalización. En este sentido, el atacante tiene que ser valiente y asumir la responsabilidad de rematar en cualquier oportunidad. Sin duda, éste es el comportamiento del jugador que posee el balón que más condicionado está por las características individuales. Los jugadores con funciones y predisposiciones básicas similares desarrollan particularidades técnicas diferentes, y son precisamente dichas particularidades las que determinan la eficacia de un jugador.


La continuidad de la acción del juego

Después de que el atacante solucione la situación del juego a través de cualquier comportamiento técnico-táctico posible (pase, regate, remate, etc.), independientemente de su eficacia, debe darle continuidad a su acción manteniendo una actitud activa y disponible para intervenir en uno de los siguientes contextos:

1. En el seno de las unidades estructurales funcionales a través de los comportamientos de la cobertura ofensiva o la movilidad, tanto en el plano defensivo (en el caso de que se pierda el balón), como ejecutando comportamientos de contención, de cobertura defensiva o de equilibrio.

2. Fuera de las unidades estructurales funcionales a través de los comportamientos que objetiven la ruptura de la organización del equipo adversario o que contribuyan a la estabilidad de la organización del sistema de juego del propio equipo.


• La cobertura ofensiva

En el transcurso del proceso ofensivo existen varias situaciones de juego en las que el jugador puede recibir el balón cuando existe un conjunto de rápidos desplazamientos del resto de los jugadores habiendo alrededor excesivo movimiento. En estas «apretadas» circunstancias puede que no tenga el tiempo necesario para efectuar un juicio preciso y controlado de la situación, y, obviamente, si no tiene a ningún compañero a quien poder pasar el balón, no contará con grandes posibilidades de elección. Si existen tres o cuatro opciones para elegir y ejecutar, simplificará mucho su respuesta técnicotáctica. Estas hipótesis de la elección sólo pueden ser posibles si los compañeros que se desplazan de delante atrás de la línea del balón realmente se desmarcan y dan apoyos y cobertura abriendo líneas de pase al compañero que tiene la posesión del balón. Por lo tanto, la organización del equipo debe permitir que, cuando un jugador reciba el balón, reciba igualmente y de forma inmediata por parte de sus compañeros acciones de cobertura (por detrás de la línea del balón) y de apoyo (por delante de la línea del balón) para tener diferentes opciones en la solución técnico-táctica y, consecuentemente, volver más fácil su tarea. Las acciones de la cobertura ofensiva básicamente tienen un triple objetivo:


1. Simplificar la respuesta táctica del compañero que tiene la posesión del balón, dándole varias opciones de solución técnico-táctica de la situación de juego. Al aumentar el número de opciones de la respuesta táctica en función de las circunstancias del contexto, se disminuye la complejidad de la solución de la situación.

2. Disminuir la presión de los adversarios sobre el portador del balón determinando consecuentemente la ejecución de acciones rápidas y eficaces. Los defensas tienen como principio básico el incremento de la presión sobre el atacante que tiene el balón dependiendo del número de las opciones tácticas de la respuesta a la situación. Consecuentemente, cuanto menor es el número de apoyos a su acción, mayor será la presión a la que estará sujeto, y por el contrario, cuanto mayor sea el número de apoyos, menor resultará la presión de los defensas.

3. Posibilitar el mantenimiento del equilibrio defensivo en relación con el compañero que tiene el balón. Para que éste desencadene cualquier acción, conducción del balón, regate, remate o pase, necesitará estar mínimamente seguro. El riesgo sólo existe cuando no se conocen los límites de seguridad. El lugar donde se desarrolla la acción y el jugador que está en la cobertura ofensiva son los límites de seguridad para el jugador que tiene el balón porque, al ubicarse en la cobertura el primer atacante, el segundo está en una buena posición para defenderla si se pierde el balón.

Para realizar una cobertura ofensiva eficaz se deben considerar especialmente estos tres factores: la distancia de la cobertura, el ángulo de la cobertura y la comunicación.

La distancia de la cobertura

Se sitúa entre el jugador en cobertura ofensiva (segundo atacante) y el que tiene el balón (primer atacante). La distancia de la cobertura ofensiva intenta cumplir dos objetivos:

1. Que la recepción del balón por parte del jugador en cobertura ofensiva se realice con seguridad y sin la presión defensiva de los adversarios directos.

2. Que el jugador en cobertura ofensiva al recibir el balón tenga tiempo y espacio para dirigirlo a la portería contraria.

La distancia de la cobertura ofensiva depende de cuatro aspectos fundamentales: zona del campo, estado de la superficie del terreno de juego y de las condiciones climatológicas, distancia de la defensa en cobertura defensiva y velocidad de la ejecución técnicotáctica del atacante que tiene el balón.


1. La zona del campo donde se desarrolla la situación de juego: la distancia entre el primer y el segundo atacante varía de acuerdo con la zona del campo; podemos ver dos situaciones básicas:

A. Si la situación se encuentra en el tercio del campo (zona predominantemente defensiva), el jugador en cobertura podrá optar por una distancia mayor para que esta acción sea extremadamente segura, pues teniendo más espacio consecuentemente contará con más tiempo para controlar y pasar el balón.

B. Si la situación de juego se realiza en los tres tercios del campo (zona predominantemente ofensiva), el jugador que tiene el balón se deberá mover con el jugador en cobertura ofensiva más cercano, pues en estas situaciones en las que la presión defensiva resulta elevada los atacantes tienen que jugar en espacios restringidos y con la máxima velocidad.


2. El estado de las superficies del terreno de juego y de las condiciones climatológicas: afectan obviamente la distancia de la cobertura ofensiva. Veamos cuatro situaciones posibles:

A. Cuando se presentan condiciones de terreno irregular, es aconsejable que el jugador en cobertura aumente la distancia en relación con el que tiene el balón porque puede necesitar más tiempo del habitual para controlar el balón.

B. Cuando las condiciones del terreno son regulares y firmes, los jugadores en cobertura ofensiva se deben desplazar más cerca del jugador que tiene el balón para que el ritmo del juego del equipo sea elevado.

C. Cuando el viento sopla en contra a gran velocidad, hay que disminuir la distancia entre el jugador que tiene el balón y el que está en cobertura, y viceversa.

D. Otra razón que se deriva de las condiciones climatológicas que pueden darse en el partido es que el sol esté en contra. En estas circunstancias, el equipo que está de espaldas al sol debe desarrollar sus acciones ofensivas por medio de pases de trayectoria aérea hacia las zonas peligrosas del terreno con la intención de que el sol pueda provocar efectos negativos en los jugadores de la defensa contraria.

3. La distancia establecida por el jugador en cobertura defensiva: si el segundo defensa (cobertura defensiva) se aproxima al primero (contención) procurando quitar parte de la iniciativa al ataque al aumentar la presión sobre el jugador que tiene el balón, el jugador de cobertura ofensiva (segundo atacante) deberá asumir uno de los siguientes tres comportamientos tácticos:


A. Acortar la distancia en relación con el compañero que tiene el balón con el objetivo de no permitir que se establezca una situación de superioridad numérica (desde el punto de vista defensivo).

B. Aumentar su distancia en relación con el compañero que tiene el balón para beneficiarse de más tiempo y espacio para recibir y pasar el balón en dirección a la portería contraria.


C. Dar movilidad a su ataque buscando ocupar un espacio por delante o por el lado de la línea del balón con la intención de sobrepasar de inmediato a los dos opositores y provocar un desequilibrio del centro del juego defensivo a partir del movimiento del segundo defensa, reduciendo de esta forma la complejidad de la situación de 2 × 2 por el 1 × 1 o provocar la desconcentración del primer defensa.


4. La velocidad de ejecución técnico-táctica del compañero que tiene el balón influye en la distancia de la cobertura ofensiva, y en este sentido el aumento de la velocidad de la ejecución se correlacionará con una disminución de la distancia de la cobertura ofensiva, y viceversa.

El ángulo de la cobertura ofensiva

El ángulo de la cobertura es el ángulo establecido entre el jugador que tiene el balón (primer atacante) y el que está en cobertura ofensiva (segundo atacante). El ángulo de la cobertura ofensiva busca tres objetivos:

1. Posibilitar una eficaz recepción del balón, es decir, que se oriente hacia la portería adversaria.

2. Posibilitar una visión global del espacio y de la situación de juego hacia delante.

3. Posibilitar un cambio rápido del ángulo y del momento del ataque, especialmente pasando el balón hacia delante. No existe ningún ángulo que sea permanentemente correcto. Si el jugador en cobertura defensiva tiene dudas en cuanto al ángulo que debe escoger, debe optar por uno de 45°.


Concomitantemente con los objetivos y las consideraciones formuladas, otra cuestión fundamental que se le presenta al segundo atacante es la de saber cuál es el lado (en relación con el compañero que tiene el balón) de la cobertura ofensiva que debe escoger para poder efectuar eficazmente esta acción. De hecho, podemos establecer cuatro condiciones (situaciones) básicas en la respuesta a la cuestión formulada:

1. A medida que el compañero que tiene el balón se desplaza o se posiciona en dirección o cerca de las líneas laterales, el jugador en cobertura ofensiva deberá desplazarse o posicionarse a un lado, es decir, del lado que convergen hacia el centro del terreno de juego, creando de esta forma la posibilidad de variar eficazmente el ángulo y el momento del proceso ofensivo.

2. La opción del lado de la cobertura ofensiva está en función de la posibilidad de arrastrar al segundo defensa (cobertura defensiva) hacia una posición ineficaz para proporcionar mejor espacio de progresión al compañero que tiene el balón o en la exploración de un espacio vital del juego para la intervención de un tercer atacante (movilidad).

3. La opción del lado de la cobertura ofensiva ha de tener igualmente la posibilidad de que el jugador que la asuma en función de la situación de juego pueda ocupar y explorar un espacio vital por delante de la línea del balón, dando de esta forma movilidad a su propio ataque.

4. La opción del lado de la cobertura ofensiva ha de contar con la posibilidad de la pérdida del balón por parte del compañero que lo tiene. Por ello, el jugador en cobertura ofensiva buscará anticipadamente posicionarse en el lado en que pueda intervenir con mayor eficacia (desde el punto de vista defensivo) si esta situación ocurre.

La comunicación

Se establece entre el primer y el segundo atacante y resulta esencialmente verbal. En ella el jugador en cobertura ofensiva debe comunicarse con el compañero que tiene el balón informándole del contexto general de la situación del juego, es decir, de la posición del adversario y de los compañeros mejor posicionados, y animarle a ejecutar las acciones técnico-tácticas por el lado del riesgo.

Finalizando, el fútbol moderno requiere cada vez más requiere jugadores que sepan dónde y hacia dónde desplazarse por delante de la línea del balón. Si este desplazamiento se ejecuta en el momento correcto, crea excelentes oportunidades para progresar rápidamente en dirección a la portería adversaria. En este contexto, la madurez táctica del jugador se puede objetivar cuando ejecuta eficazmente la acción de cobertura o el apoyo al jugador que tiene el balón, es decir, cuando lo hace hacia atrás o hacia delante, respectivamente. Ha de desplazarse hacia delante de la línea del balón (apoyo)


cuando el compañero que tiene el balón no precisa cobertura. Con todo, no tiene ningún sentido táctico que todos los jugadores intenten posicionarse por delante de la línea del balón, ya que, si esto ocurre, no habrá posibilidad de que el balón circule ni, consecuentemente, variación del ángulo del ataque del proceso ofensivo.

• La movilidad

Los jugadores en el proceso ofensivo, una vez asegurada la cobertura del compañero que tiene el balón, utilizan el principio de la movilidad intentando romper la organización defensiva (en términos de amplitud y profundidad), creando de esta forma los espacios necesarios para que progrese el balón. De hecho, la concreción de los comportamientos técnico-tácticos de base del principio de la movilidad buscan los siguientes objetivos tácticos: crear espacios libres, desequilibrar el centro del juego defensivo, volver el juego defensivo imprevisible y asumir otras funciones dentro o fuera de la unidad estructural funcional ofensiva.

La creación de espacios libres

La movilidad busca la creación de espacios libres y su utilización, de modo que se posibilite al portador del balón la elección de la acción técnico-táctica más adecuada al contexto de la situación de juego. Cada jugador entiende específicamente el juego a su manera. Las particularidades y el carácter de las acciones sin el balón representan la base del concepto de juego del equipo y comprenden dos cuestiones fundamentales en estricta relación (aunque independientes):

1. El posicionamiento «objetivo» elegido por el atacante. La posición escogida por el jugador representa la fase cualitativa de su pensamiento creativo y de su madurez táctica, que contiene componentes tales como la capacidad de leer y valorar rápidamente las situaciones con el objetivo de poder adoptar operacionalmente las soluciones más eficaces a la tarea táctica de su propio equipo.

2. El desplazamiento del atacante. Se caracteriza por el desarrollo de ciertos procedimientos de carácter técnico basados en una elevada velocidad de ejecución, con cambios rápidos de dirección, y por la utilización de fintas y engaños con el objetivo de disimular sus verdaderas intenciones tácticas.


Desequilibrar la unidad estructural funcional defensiva

La continua creación de inestabilidad en el equipo que defiende es la llave de la progresión sobre el terreno de juego, así como la creación de las condiciones favorables para la finalización. El marcaje que realiza cada uno de los defensores sólo podrá tener éxito completo si los atacantes asumen una posición estática en el terreno de juego. En todos los momentos y en todos los espacios del juego, con especial incidencia cerca del área grande del adversario, los atacantes deben estar continuamente activos para presentar en cada momento problemas a la defensa contraria. La comprensión y asimilación del juego sin el balón es tan importante como el perfecto dominio de las diferentes acciones técnico-tácticas. En este ámbito, los jugadores que momentáneamente puedan no estar dentro del número de acciones divisionales del compañero que tiene el balón han de concienciarse y valorar constantemente su contribución para la resolución y el desarrollo de la acción ofensiva, sobre todo porque el objetivo del juego sin el balón no consiste tan sólo en intervenir de una forma más concreta invisible en el juego y apoderarse del balón, sino también en arrastrar a uno o a varios adversarios permitiendo dejar libres de marcaje directo a uno o a varios compañeros o crear espacios vitales de juego que podrán ser ocupados para la concreción de los objetivos del ataque.

Vuelve el juego ofensivo imprevisible (desde el punto de vista defensivo)

El jugador en movimiento debe volver su juego imprevisible desde el punto de vista defensivo a través de los desplazamientos ofensivos, los cuales tienen que atender a las siguientes cuestiones fundamentales:

1. El tipo de desplazamiento de mayor éxito ejecutado por el atacante es el que proporciona al portador del balón dos opciones de pase:

A. Directamente hacia el atacante en el desplazamiento, con lo que amenaza el espacio de juego de su defensa directo.

B. Directamente hacia el espacio dejado libre instantes antes para este atacante, en el que el compañero del equipo pueda amenazar inmediatamente a la defensa y ahí posicionarse, o que se abran perspectivas para la exploración de ese espacio de juego en el que no está marcado o en el que se encuentra desfasado en el tiempo.


2. El jugador que se desplaza generalmente determinará la dirección, la forma y el momento oportuno del pase. Bajo esta perspectiva, el atacante que tiene el balón debe decidir y actuar de acuerdo con las diferentes opciones tácticas que han dispuesto sus compañeros, previendo al mismo tiempo las intenciones de éstos por la forma y por el tipo de desplazamiento. En consecuencia, para que al jugador que tiene el balón se le ofrezca un mayor número de alternativas de acción, es necesario que esos desplazamientos:

A. Se realicen sorprendiendo al adversario, aprovechando de una forma cualitativa el espacio disponible para su realización.

B. Que los jugadores al alejarse del balón busquen espacios que puedan ser inmediatamente ocupados por otros atacantes, escogiendo el momento correcto para desplazarse hacia espacios.

C. El atacante en movilidad debe buscar colocarse de forma que no sea posible a su defensa directo observar el balón y al atacante al mismo tiempo. En este sentido, el atacante se ha de posicionar en la denominada zona «ciega» del defensa para crear condiciones en las que éste cometa el error de concentrar su atención solamente en el balón.

3. El desplazamiento ofensivo del jugador en movimiento se debe caracterizar por el desarrollo de ciertos procesos técnicos individuales de carácter «explosivo», buscando en el último momento sorprender o eludir al adversario utilizando:

A. Cambios rápidos de ritmo y de dirección de carrera para dificultar las posibilidades de marcaje por parte del defensa adversario.

B. Pequeñas y rápidas fintas de engaño, en el sentido de la carrera, con el objetivo de disimular sus verdaderas intenciones tácticas.

Asumir otras funciones dentro o fuera de las unidades estructurales funcionales

Al jugador en movimiento se le exige una clara visión del juego, percibiendo constantemente los movimientos de sus compañeros (percepción) y rápidamente qué decisión-respuesta táctica es la más adecuada a la situación del juego (decisión). En este sentido, debe asumir otras funciones dentro de la unidad estructural funcional ofensiva y reajustar sus comportamientos técnicotácticos:


1. Cobertura ofensiva siempre que su compañero (en esas funciones) tome la iniciativa y no le permita continuar cumpliendo la tarea en relación con el compañero que tiene el balón.

2. Actitudes y comportamientos técnico-tácticos inherentes al principio de la penetración, siempre que el balón le sea pasado.

3. Asumir, si es posible, los comportamientos técnico-tácticos inherentes al jugador en cobertura defensiva inmediatamente después de la pérdida del balón por parte de uno de sus compañeros.


Desde otra perspectiva, la situación del juego puede determinar que un jugador asuma actitudes y comportamientos técnico-tácticos individuales determinados por la necesidad de desplazarse fuera de la unidad estructural funcional, buscando básicamente provocar problemas cada vez más difíciles de resolver al equipo adversario:


1. Ocupar y utilizar espacios libres y vitales lejanos a la unidad estructural funcional buscando una ruptura inmediata de la organización del equipo adversario.

2. Crear condiciones favorables a la resolución táctica de la situación momentánea del juego y concomitantemente a la persecución eficaz de los objetivos del ataque-progresión/finalización y mantenimiento de la posesión del balón.

3. Constituirse como un «objetivo» que se desplaza en profundidad y amplitud para hacer progresar o modificar el ángulo de ataque de su equipo y ser la referencia para una unión de transmisión hacia otra unidad estructural funcional.


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