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PRINCIPIOS ESPECÍFICOS DEL JUEGO DEFENSIVO

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Los jugadores, cuando se encuentran directamente implicados en la unidad estructural funcional defensiva, deben en todo momento expresar actitudes y comportamientos técnico-tácticos que busquen uno de los siguientes tres principios específicos: la contención, la cobertura defensiva o el equilibrio.


• La contención

En la competición, cuando el equipo pierde el balón, todos sus jugadores deben orientar sus actitudes y comportamientos técnico-tácticos individuales hacia la sincronización con los de sus compañeros para el cumplimiento de los objetivos establecidos en la fase defensiva del juego. En este ámbito, inmediatamente después de que se verifica la pérdida del balón, la actitud básica del equipo se fundamenta en la creación de obstáculos y líneas de resistencia defensiva con una dinámica de concentración posicional y procesual de los jugadores para reunir las condiciones más ventajosas para la recuperación del balón. Este retiro podrá ser concretado de forma más o menos rápida (en relación con la estrategia y el método de juego preestablecido y en función de las circunstancias específicas de la situación) formulando un contexto situacional favorable que no ponga en riesgo la protección de la portería, es decir, su inviolabilidad, y potencie el éxito del proceso ofensivo subsiguiente. De hecho, independientemente del conjunto de circunstancias inherentes a todos los contextos situacionales del juego, la contención se configura como el principio táctico orientador más importante de las decisiones y los comportamientos de los defensas, que presionan al atacante que posee el balón en cada momento del desarrollo del proceso ofensivo del adversario. Desde esta perspectiva, el cumplimiento de este principio táctico orientador de las actitudes y actuaciones de los defensas implica múltiples exigencias, que presentan estas características:

1. Un cambio rápido de una actitud ofensiva hacia otra defensiva fundamentada en los movimientos en la dirección del atacante que tiene el balón y de los compañeros a los cuales éste puede pasar el balón de forma privilegiada con la intención de darle continuidad al proceso ofensivo. Se evita de esta forma que el equipo adversario pueda aprovecharse del momentáneo desequilibrio que ocurre cuando está atacando y tiene que pasar a defender.

2. Reacción instantánea a la situación de la pérdida del balón a través de comportamientos técnico-tácticos individuales y colectivos que se traducen en movimientos y posicionamientos en función del balón, de los adversarios, de los compañeros, de la portería y de los espacios más sensibles del terreno de juego, a través de los cuales el proceso ofensivo adversario se pueda desarrollar.

3. Marcaje presionante y riguroso a los atacantes que en cada momento intervienen sobre el balón eligiéndolos como los elementos más importantes de la situación, ya que son éstos los que determinan la dirección y el desarrollo del proceso ofensivo.

4. Sincronización de los movimientos colectivos de los defensas con el objetivo de apoyar al compañero que marca al atacante que tiene el balón con el objetivo de quitarle al atacante parte de la iniciativa en la situación y optar por espacios vitales de juego, que en cada momento se alteran debido a los cambios en el ángulo del ataque.

5. Direccionamiento constante de las acciones de los atacantes hacia zonas y espacios de juego menos sensibles, dentro de los cuales sea posible la recuperación del balón en las condiciones más favorables en términos temporales y numéricos (superioridad numérica).

6. Aplicación de un elevado ritmo de ejecución de las acciones técnico-tácticas con el objetivo de presentarle problemas a los atacantes para presionarles en su pensamiento táctico en niveles que les lleven a equivocarse en las valoraciones de las situaciones y a optar por respuestas técnicas inadecuadas y desajustadas al contexto situacional.

7. En una inteligencia táctica, soportada por una agudeza de espíritu, con una motivación sin límites, con una lucha constante con los atacantes y con una agresividad defensiva del equipo, que debe ser cultivada, entrenada y perfeccionada, con el objetivo de responder continua y adecuadamente a los contextos situacionales que el juego determina.

La concreción de esta orientación táctica fundamental (la contención) se consigue con los siguientes tres comportamientos: mantenerse entre el balón y la portería, retardar la acción del atacante que tiene el balón y la continuidad de la acción de juego.

Mantenerse entre el balón y la portería

Uno de los fundamentos básicos de la fase defensiva del juego del fútbol se expresa en la adopción por parte de los defensas de una colocación que traduce la posibilidad de que en cualquier situación del juego se posicionen entre el balón y su propia portería para cumplir eficazmente uno de sus dos objetivos: la recuperación de la posesión del balón o la defensa de la portería. En este sentido, siempre que un equipo está en el proceso defensivo, los jugadores que lo componen deben, en función del contexto de la situación del juego (compañeros, adversarios, balón y portería), posicionarse continuamente entre el balón y su propia portería adaptando todos sus comportamientos técnico-tácticos a este sentido (instinto) táctico dominante. Además, existen situaciones de juego donde este fundamento no puede aplicarse: situaciones que se derivan de las zonas del terreno de juego cercanas a la línea de fondo, por ejemplo saques de esquina, saques de banda, cruces a partir de la línea de fondo, etc. En este ámbito podemos desarrollar los siguientes aspectos:



1. Observar la velocidad y el ángulo de aproximación al atacante que tiene el balón. De la lectura de las situaciones del juego se deriva la capacidad del defensa de deducir anticipadamente qué acciones técnicotácticas ejecutarán los atacantes. Por esto es fundamental considerar la rápida aproximación del defensa al atacante en cuanto el balón tenga una trayectoria en la dirección de éste o cuando no esté perfectamente controlado el balón por el jugador. Después de que se verifique esta condición, debe suavizar su carrera, ya que, si no lo hace, será extremadamente difícil cambiar de dirección si la situación se desarrolla de esta manera, y puede ser fácilmente desbordado. Por lo tanto, se debe observar una suavización en la carrera de aproximación del defensa al adversario inmediatamente después de que éste controle el balón. También hay que adoptar un correcto ángulo de aproximación, que está determinado por una condición esencial: que el defensa se mantenga continuamente entre el balón y su propia portería, y por una condición específica, que se deriva de la situación del juego, es decir, de la intención táctica del atacante de pasar, regatear o rematar.


2. Posicionamiento de base. Todas las posibles intervenciones en una situación de juego están determinadas por un factor esencial: la posición de base. Aunque aparentemente se escape a la observación, su trascendencia e importancia en cualquier situación del juego se demuestra en la práctica en el jugador apto y preparado para intervenir, decidiéndose anticipadamente en su acción técnico-táctica y ejecutándola con la mayor seguridad y eficacia, actuando con mayor equilibrio y estabilidad, y adoptando para sí parte de la iniciativa del ataque. De hecho, es necesario considerar la posición de base como un comportamiento de gran importancia y exigir que la adopten los jugadores, ya que no es un gesto decorativo e ilustrativo. La posición de base está fundamentada por dos razones: motora (equilibrio-estabilidad), al favorecer la intervención y la continuidad del comportamiento defensivo, y psíquica (observación-concentración), al favorecer la reacción del jugador en el momento oportuno. En lo que se refiere a la problemática de la posición de base podemos hablar de tres factores importantes: la eficacia de una posición de base disminuye a medida que el atacante utiliza acciones de carácter repentino, con cambios de velocidad y de dirección; pero la mejor forma en que el defensa puede contrarrestar el comportamiento del atacante es reaccionando apropiadamente a esas acciones a partir de una correcta posición de base; el defensa en una situación de 1 × 1 debe mantener continuamente una estabilidad dinámica de su posición de base resistiéndose a la tentación de intentar quitarle el balón al atacante tirándose al suelo, pues esta acción técnico-táctica de difícil ejecución sólo debe emplearse en situaciones extremas o cuando el defensa tiene la absoluta seguridad de que va a ganar el balón, y en todas las demás situaciones tiene que mantenerse sobre sus pies, ser paciente e intentar coger parte de la iniciativa del ataque, y el defensa, a partir de la posición de base y en función de la capacidad de progresión del atacante, se debe deslizar en dirección a su propia portería sin elevar su centro de gravedad y manteniendo la planta de los pies en contacto con el suelo.


3. La distancia entre el defensa y el atacante. En una situación de contención al adversario que tiene el balón, el defensa debe asumir una posición cuya distancia varía entre 0,5 y 1 m; el aumento o la disminución de esta distancia están determinados fundamentalmente por los siguientes aspectos: la capacidad técnico-táctica del defensa, pues cuanto mayor es su capacidad de interceptación, menor resulta la distancia de marcaje entre él y el atacante que tiene el balón para poder aplicar eficazmente el referido procedimiento técnico defensivo; la capacidad técnico-táctica del atacante, pues cuanto mayor es en el regate/finta, mayor resulta la distancia de marcaje adoptada por el defensa en contención con el objetivo de que tenga el tiempo y el espacio necesarios para recuperar la posición defensiva equilibrada y eficaz, siempre que el atacante busque aplicar el referido procedimiento técnico ofensivo; la zona del terreno de juego donde ocurre la situación, pues a medida que el atacante que tiene el balón se aproxima a la portería adversaria, especialmente a los espacios predominantes de finalización, menor es la distancia de marcaje entre el defensa y el atacante; la posibilidad de observar continuamente el balón (reaccionar al movimiento del balón observándolo de forma constante, con paciencia); la posición del atacante en relación con la portería adversaria, pues si el que tiene el balón está posicionado «delante de» la portería adversaria, el defensa en contención debe aumentar un poco la distancia de marcaje, evitando así ser sorprendido por éste, mientras que si el atacante se posiciona «de espaldas» o eventualmente «de lado», ha de disminuir la distancia del marcaje con el objetivo de evitar que se gire en dirección a la portería adversaria; la existencia de acciones de cobertura defensiva, pues determinan la posibilidad de que el defensa en contención asuma mayor iniciativa ante el atacante en la recuperación inmediata del balón, en la creación de condiciones más favorables para que el atacante cometa errores o en que otro compañero se pueda beneficiar de su acción y recuperar el balón; de hecho, al buscar ser más agresivo en la conquista del balón, el defensa en contención sabe que, si su acción falla, inmediatamente otro compañero tomará integralmente y sin retardo su misión táctica); y la existencia de acciones de cobertura ofensiva o apoyo al atacante que tiene el balón, pues determinan qué jugador en contención deberá asumir mayor distancia de marcaje con el objetivo de evitar ser inmediatamente desbordado por la superioridad numérica de los atacantes (de hecho, al posicionarse un poco más lejos del atacante, buscará temporizar (retardando) al máximo el desarrollo del proceso ofensivo para que el resto de sus compañeros puedan integrarse y realizar las ayudas necesarias).


4. Observar el balón: tener paciencia. El defensa ha de observar continuamente el balón para que su reacción esté de acuerdo con éste y no con el adversario. De esta forma evita ser engañado con las falsas señales emitidas por el cuerpo del adversario y particularmente por sus pies. Ésta es la razón por la cual el defensa no se debe posicionar demasiado cerca del adversario; si lo hace, no podrá observar el balón y sólo podrá reaccionar a los movimientos del atacante. Es importante que el defensa comprenda este aspecto, ya que, una vez correctamente posicionado, los problemas los debe resolver el atacante. El tiempo en estas situaciones se desarrolla siempre a favor del defensa. «La paciencia y la concentración son cualidades esenciales de los defensas, forman parte de todas las técnicas defensivas y son fruto de la confianza y de la capacidad.» (Hugges, 1973.) Por lo tanto, hay que evitar la interceptación, salvo cuando exista la garantía de poder ganar el balón. En la situación del último defensa del equipo no se debe arriesgar con la interceptación, salvo en última instancia, es decir, cerca de la línea de gol.


Retardar la acción del atacante

Existen fundamentalmente dos momentos en los que se verifican desequilibrios (puntuales o totales) en la organización defensiva: inmediatamente después de la pérdida del balón, que hace que el equipo tenga que reestructurar todo su comportamiento colectivo hacia una nueva situación (ataque por defensa), y cuando los atacantes con o sin el balón ejecutan desplazamientos ofensivos de ruptura (perpendiculares o diagonales) hacia espacios vitales del juego. En cualquiera de estas situaciones, el jugador en la acción de contención inmediatamente ha de respetar uno de los principios fundamentales de la defensa: temporizar la acción del atacante que posee el balón con el objetivo de retardar el desarrollo del proceso ofensivo para que todos sus compañeros tengan el tiempo suficiente para recolocarse en sus posiciones de base en función de las exigencias de la situación del juego, marcando simultáneamente de forma agresiva a todos los atacantes que puedan de alguna manera dar continuidad a la acción del atacante. En este ámbito podemos desarrollar los siguientes aspectos:


1. Tener la iniciativa. El vencedor de las situaciones de 1 × 1 es aquel que tiene la iniciativa. El defensa puede tener la iniciativa si asume los siguientes comportamientos técnico-tácticos y actitudes: en muchas situaciones de juego, principalmente en las zonas predominantes de finalización, los atacantes reciben el balón de «espaldas» a la portería adversaria y el jugador en contención debe ejercer un marcaje más presionante y no dejar girar al jugador, obligándole a orientar sus comportamientos técnico-tácticos en dirección a su propia portería; simular que va a realizar una entrada, con dos posibles objetivos: que el jugador que tiene el balón lo mire con la intención de protegerlo de la pretendida entrada (cuando esto ocurre, el atacante piensa más en la protección del balón que en el ataque al defensa) y que el jugador que tiene el balón intente ponerlo fuera del alcance de la interceptación y de esta forma perder su control; intentar conducir al adversario que tiene el balón hacia uno de los carriles laterales, volviendo de esta forma la acción ofensiva del adversario menos peligrosa por tres razones: el ángulo del pase es extremadamente reducido, el número de jugadores a quienes el atacante puede pasar el balón resulta menor y el juego ofensivo se vuelve más previsible; buscar conducir al adversario que tiene el balón hacia una determinada dirección que posibilite la ayuda de un compañero, teniendo de esta forma en la mente la creación de la superioridad numérica cerca del balón, y escoger el momento correcto en la interceptación y ejecutar la acción con eficacia.


2. Mantener el juego ofensivo ante los defensas. No siempre es posible recuperar inmediatamente el balón, ni alejar el balón de las zonas vitales del terreno de juego, ni evitar que el atacante directo consiga girar y orientar sus comportamientos técnicotácticos en dirección a la portería adversaria. De hecho, los defensas no deben estar obcecados en la búsqueda de la concreción de estos objetivos defensivos hasta el punto de entrar en una crisis de pensamiento táctico, y por culpa de eso cometer graves errores que determinen situaciones mucho más ventajosas para el ataque del adversario. En este sentido, es importante que los defensas sean pacientes y diferencien claramente entre el riesgo que tiene la búsqueda de la interceptación del balón, que puede contribuir a que sean desbordados por el atacante y que determina una ruptura del centro del juego defensivo que podrá ser temporal o permanente u originar situaciones peligrosas de balón parado (esquemas tácticos), y la seguridad del mantenimiento y la orientación del juego ofensivo en los espacios de juego por delante de la migración defensiva del equipo, obligando así a los atacantes a asumir continuamente comportamientos técnico-tácticos hacia los laterales (en dirección a las líneas laterales) o hacia atras (en dirección a su propia portería).



3. Determinación. Cuando el defensa se desplaza para recuperar el balón lo debe hacer con velocidad, precisión, temporización y determinación. «El juego del fútbol es un conjunto de situaciones de 1 × 1 en todo el campo donde algunas implican velocidad, otras, técnica, y otras, contacto físico, y cuantas más situaciones de éstas gane un equipo ,mayor será el dominio psicológico sobre el equipo adversario.» (Hughes, 1990)

4. «Solucionar» la defensa. También los equipos que defienden con eficacia más tarde o más temprano estarán en situaciones de presión cerca de su área grande. A todos los niveles muchos goles, se marcan porque el defensa no «soluciona» adecuadamente la situación de juego. Existen cinco presupuestos en la «solución» de la defensa: llegar primero al balón, interesa si el jugador es buen rematador de cabeza o si su técnica es segura, pues si no es el primero en llegar al balón su capacidad técnica no le sirve para nada, por lo que atacar el balón en esas circunstancias es un problema de determinación y de coraje; ir en el momento correcto, ya que debido a que el tiempo en el área grande se desarrolla a favor de la defensa, es mejor jugar el balón por el aire que por el suelo para el atacante; jugar el balón lo más lejos posible, ya que jugar el balón en largo determina la disminución temporal de la presión ofensiva, por lo que cuanto más lejos del área grande se juegue el balón, menos serán las posibilidades de encajar un gol; jugar el balón con un ángulo correcto, ya que el balón debe ser dirigido hacia una zona donde haya el menor número de jugadores atacantes; y jugar el balón hacia fuera, ya que existen situaciones en las que es preferible jugar inmediatamente el balón hacia la línea de banda o hacia la línea de fondo que intentar interceptar el balón al adversario.


Continuidad de la acción de juego

Independientemente de la resolución eficaz o no de la situación de juego por parte del atacante que tiene el balón, el defensa en contención debe ejecutar comportamientos técnico-tácticos basados en una actitud activa y disponible continuando en su intervención:

1. En el centro de la unidad estructural funcional, tanto en el plano defensivo (si no es posible recuperar la posesión del balón), ejecutando comportamientos de contención, de cobertura defensiva o de equilibrio, como en el ofensivo, a través de comportamientos de penetración, de cobertura ofensiva o de movilidad.

2. Fuera de la unidad estructural funcional con comportamientos que busquen la ruptura de la organización del equipo adversario o que contribuyan a la estabilidad de la organización del propio equipo.


• La cobertura defensiva

Su acción resulta extremadamente importante, ya que no sólo da la confianza necesaria al compañero que marca al adversario que tiene el balón (primer defensa) para que éste tenga mayor iniciativa, sino que también tiene la responsabilidad inmediata de ejercer presión sobre el adversario cuando éste rebase a su compañero. De hecho, independientemente del nivel cualitativo del jugador en contención, éste ha de tener siempre la seguridad de beneficiarse de una cobertura defensiva correcta y eficaz. La posición de la cobertura defensiva, independientemente de los aspectos anteriormente mencionados (posición de base, observación del balón, tener paciencia, etc.), tiene que tener además en cuenta los siguientes factores: la distancia y el ángulo de la cobertura y la comunicación.

La distancia de la cobertura

La distancia de la cobertura entre el jugador de la cobertura defensiva (segundo defensa) y el que está en contención (primer defensa) depende de:

1. La zona del campo donde se desarrolla la situación de juego. La distancia entre el primer y el segundo defensa varía de acuerdo con la zona del campo; es decir, si la situación se desarrolla en tres tercios, el segundo defensa se posiciona a mayor distancia del primer defensa, ya que el adversario que tiene el balón puede rebasar a los dos jugadores en acción defensiva de una sola vez al aumentar la velocidad de ejecución que se deriva fundamentalmente de la utilización de los grandes espacios de juego. Si la situación de juego se desarrolla en un tercio del campo, el segundo defensa se colocará más cerca del primero, para evitar que (en caso de que el adversario rebase al primer defensa) no tenga el mínimo espacio para poder finalizar. Finalmente, siempre que los jugadores se posicionen o desplacen hacia las líneas laterales del terreno de juego, el jugador en cobertura defensiva debe inmediatamente aproximarse a su compañero, aumentando de esta forma la presión defensiva.

2. La capacidad técnico-táctica del jugador adversario. Los jugadores atacantes, según sus características y capacidades, ejecutan las acciones técnico-tácticas con las que se sienten más seguros (regate o pase). Por ello, si el adversario tiene una gran capacidad para resolver situaciones de 1 × 1 (regate), el segundo defensa deberá posicionarse más cerca de su compañero con el objetivo de acortar el tiempo y el espacio de ejecución del adversario. Si éste tiene gran capacidad de ejecutar acciones de pase (especialmente hacia los espacios libres), el segundo defensa se ha de posicionar un poco más lejos del primero para que tenga más tiempo para decidir cómo evoluciona la situación.

3. La velocidad de los defensas. Si éstos son más rápidos que los adversarios directos, el segundo defensa se deberá posicionar más cerca del compañero; pero si son más lentos, el segundo defensa deberá aumentar la distancia respecto al primer defensa.

4. El estado de la superficie del terreno de juego y las condiciones climatológicas. Afectan obviamente la distancia del defensa en la acción de cobertura. En una superficie de terreno de juego irregular es aconsejable que el segundo defensa disminuya la distancia respecto al primer defensa. Cuando el viento sopla a gran velocidad, se debe aumentar la distancia de la cobertura defensiva.

5. El desplazamiento del jugador en la cobertura ofensiva. En dirección al compañero que tiene el balón o de éste en dirección al jugador de cobertura ofensiva, éste debe inmediatamente disminuir su distancia en relación con su compañero en acción de contención con el fin de evitar que se produzca una superioridad numérica ofensiva momentánea.

El ángulo de la cobertura defensiva

Es el ángulo entre el jugador de contención (primer defensa) y el de cobertura defensiva (segundo defensa), y busca alcanzar dos objetivos: posibilitar una visión global del espacio y de la situación de juego y la interceptación de las líneas de pase en dirección a la propia portería. No existe ningún ángulo permanentemente correcto. Si el jugador en cobertura defensiva tiene dudas en cuanto al ángulo que debe escoger, ha de optar por uno de 45°. Concomitantemente con los objetivos formulados, al segundo defensa se le presenta otra cuestión fundamental: saber cuál es el lado (en relación con el compañero en contención) que debe escoger para realizar eficazmente la cobertura defensiva. De hecho, podemos establecer cuatro condiciones (situaciones) básicas de respuesta a la cuestión formulada:


1. Cuando el atacante es conducido en dirección a uno de los carriles laterales del terreno de juego, el jugador de cobertura defensiva deberá, en función de la evolución de la situación, posicionarse cerca de la línea lateral, buscando así aumentar la presión sobre el adversario que tiene el balón.

2. Cuando el atacante es conducido en dirección al carril central, el jugador de cobertura defensiva se tendrá que posicionar del lado de dentro, es decir, del que converge hacia el centro del terreno de juego.

3. El jugador de cobertura defensiva debe igualmente valorar la posibilidad de que el compañero en la acción de contención (primer defensa) sea desbordado por el atacante en posesión del balón. En esta situación deberá posicionarse anticipadamente con el objetivo de intervenir de inmediato y con el máximo de eficacia.

4. Cuando el atacante que tiene el balón se beneficia de la acción de la cobertura ofensiva (segundo atacante) por parte de uno de sus compañeros, el jugador en cobertura defensiva tendrá que asumir una posición que favorezca la colocación adoptada por el segundo atacante.


La comunicación

La establecida entre el primer y el segundo defensas es esencialmente verbal. En ella, el jugador en cobertura defensiva debe comunicarse con el compañero que en ese momento marca al adversario que tiene el balón informándole de la posición del adversario estimulándole para que lo oriente hacia las zonas menos peligrosas del campo o animándole en la ejecución de la interceptación.

• El equilibrio

Los jugadores en el proceso ofensivo (una vez asegurada la cobertura del compañero que tiene el balón) utilizan el principio de la movilidad intentando desorganizar el método defensivo (en términos de amplitud y profundidad) en la búsqueda de la creación de los espacios necesarios para la progresión del balón o para crear situaciones de finalización. Los jugadores en el proceso defensivo luchan con el principio de la movilidad y con el del equilibrio, que busca asegurar fundamentalmente la estabilidad de la unidad estructural funcional defensiva, la creación de las condiciones desfavorables a los atacantes y el desarrollo de otras funciones dentro de la unidad estructural funcional defensiva.

La estabilidad de la unidad estructural funcional

El principio táctico orientador de las decisiones y los comportamientos técnico-tácticos del tercer defensa buscan asegurar constantemente el equilibrio o el reequilibrio de la unidad estructural funcional defensiva con el objetivo de mantener su estabilidad dinámica. En estas circunstancias, cuando los atacantes buscan desestabilizar el centro del juego (a través de constantes desplazamientos en apoyo al compañero que tiene el balón o hacia fuera de ese mismo centro), el defensa que asume el principio del equilibrio realiza un balance estructural de las acciones de los diferentes jugadores (compañeros y adversarios) prestando especial atención a los movimientos del tercer atacante (movilidad). Se establece de esta forma una distancia coherente y homogénea entre éste y los compañeros en contención y cobertura defensiva. De hecho, en consonancia con la variabilidad del contexto situacional, el defensa en equilibrio en ese momento disminuye la concentración restringiendo el espacio de juego o marcando al tercer atacante hacia fuera de la unidad estructural funcional.

Crear condiciones desfavorables a los atacantes volviendo el juego ofensivo previsible

El jugador en equilibrio defensivo debe crear constantemente condiciones desfavorables a los atacantes, es decir, hacer que no cumplan de forma eficaz los objetivos del ataque cometiendo errores que determinen la recuperación del balón en una situación favorable para la entrada inmediata del contraataque. En estas circunstancias, en el centro del juego los defensas deben mantener cierta iniciativa basada en una clara visión del juego, percibiendo continuamente los movimientos de los adversarios, los compañeros y la trayectoria del balón. Para que estos hechos sean una realidad, el tercer defensa ha de asumir desplazamientos caracterizados por bruscos cambios de ritmo y de dirección con el objetivo de mantener una presión constante sobre los espacios y los adversarios con la intención de:

1. Alterar los ángulos de ataque para volver el juego ofensivo previsible (desde el punto de vista defensivo), obligándoles a jugar en un cierto sentido y, como consecuencia, a tener como máximo una solución táctica para la resolución de la situación de juego.

2. Hacer sentir constantemente a los adversarios directores su presencia acaparando su atención, intentando desconcentrarles, incluso a través de pequeños contactos físicos.

3. Hacer un marcaje continuo y coherente principalmente sobre los jugadores atacantes (quienes podrán dar mejor seguimiento al proceso ofensivo) obligándoles a desplazarse hacia los espacios menos peligrosos, alejandoles de los caminos posibles en la progresión del proceso ofensivo adversario.

Asumir otras funciones dentro del centro del juego defensivo

El posicionamiento del jugador en equilibrio defensivo representa la fase cualitativa del pensamiento y de la madurez táctica, que refleja la rápida capacidad de leer, valorar, anticipar y ejecutar operacionalmente las soluciones tácticas más eficaces (adaptadas) a las situaciones momentáneas del juego. Tiene por objetivo fundamental mantener cierta iniciativa de juego obligando a los atacantes a jugar bajo una fuerte presión técnico-táctica y psicológica. En este sentido, el jugador en equilibrio defensivo debe asumir otras funciones dentro del centro del juego defensivo reajustando sus comportamientos técnico-tácticos para:

1. Asumir funciones de cobertura defensiva siempre que el compañero en contención (primer defensa) sea rebasado por el atacante que tiene el balón.

2. Cumplir con actitudes y comportamientos técnico-tácticos inherentes al principio de la contención siempre que se modifiquen las condiciones de la situación del juego y sea el defensa más cercano al atacante que tiene el balón.

3. Respetar el principio de la movilidad inmediatamente después de la recuperación del balón para aumentar las opciones de ataque de su equipo en la búsqueda de los espacios libres o en la creación de desequilibrios en la organización adversaria.


Concluyendo, el fútbol actual exige un elevado grado de comunicación y comprensión de las situaciones tácticas por parte de todos los jugadores con el objetivo de encontrar las soluciones más eficaces a los problemas a partir de un concepto colectivo en el que el factor individual se pueda desarrollar y exprimir. De la referida exigencia se deriva igualmente el carácter de la cooperación que debe existir entre los jugadores; es decir, si un jugador sale de su posición de base (en un intento de concretar los objetivos tácticos del equipo), otro compañero ocupará rápidamente su posición. Esta ocupación racional, constante y fluida del espacio de juego busca un sistema de juego con una gran movilidad y flexibilidad estratégica, táctica y de las circunstancias situacionales. Los equipos con una alta organización movilizan constantemente jugadores hacia el centro del juego, es decir, hacia los espacios próximos al desarrollo de la acción del compañero que tiene el balón. De hecho, podemos inferir del comportamiento técnico-táctico observado para la resolución táctica de la situación de juego que debe resultar de la mutua responsabilidad del jugador que la ejecuta y de los compañeros que le apoyan. Este aspecto demuestra clara e inequívocamente que la riqueza táctica (expresada por el contexto de cooperación) corresponde posteriormente a una mayor variedad de respuestas a los problemas presentados por la situación de juego. Lo que importa es conceder a los jugadores, en cualquier situación de juego, la posibilidad de decidir y ejecutar, entre diferentes respuestas tácticas, las que les parezcan más eficaces en función de los objetivos del equipo y no decidiendo una única alternativa táctica que les proporcione la situación.


Tratado general de fútbol

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